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Capítulo 13

Narra Lauren:

Había recibido incesantes llamadas y mensajes por parte de Camila, durante los dos últimos días, los mismos que no la había visto desde que nos reunimos en ese restaurant. Creí que el verme con Carolina la desanimaría y tendría que recurrir a ciertas tácticas de seducción para volver a tener su completa atención. Pero al parecer había tenido el efecto contrario, pues si antes de eso ella se mostraba insistente, ahora lo estaba tres veces más.

No puedo negar que algo en mi estómago hacía cosquillas al ver sus mensajes de "buenos días" o "buenas noches", también me encantaba que se preocupara por si había desayunado, comido o cenado. No contestaba ni siquiera la mitad de ellos, pero de cualquier manera ella no dejaba de intentarlo.

No quería entusiasmarme por ello, ya tenía bastante claro que la morena tenía ciertos efectos sobre mí. Los mismos que años atrás. Pero no me importaba tener que sacrificar mi estabilidad emocional por hacerla pagar los estragos causados por su infidelidad, por sus mentiras. Dudo mucho que cualquier cosa que pase pueda dolerme más que eso.

Llamé a mi secretaria a que me hiciera compañía durante el almuerzo, le dije que la oficina estaría sola, y podríamos aprovechar el momento de una manera bastante divertida. Hace meses que no lo hago con ella. Ambas sabemos que le estoy proponiendo tener sexo en la oficina y ella por supuesto aceptó.

¿Qué estoy haciendo? ¿Tratando de demostrar que puedo estar con otra mujer? ¿Que no interesa que Camila se está mostrando como lo desee cuatro años atrás? Quisiera saberlo. Pero tampoco me puedo detener a pensar por mucho tiempo en eso porque Carolina está tocando la puerta.

- Hola – me saludó mientras entraba a la oficina con esa esplendida sonrisa, clavando sus ojos azules en mí. Definitivamente es hermosa – pedí sushi, tu favorito...

- Tal vez podría ponerlo en tu cuerpo desnudo – sugerí haciendo que se sentara en mis piernas.

- Creo que sería una forma interesante de comerlo – contestó acomodándose a horcajadas sobre mí, haciendo que su ceñida falda se levantara unos centímetros, dejando un poco de sus pálidas piernas al descubierto.

- Tenemos una media hora antes de que llegue la comida y se me está antojando degustar otra cosita... - dije acariciando sus torneados muslos hasta llegar a su trasero y lo apreté suavemente.

- Me parece perfecto... - murmuró antes de jalarme por el cuello y comenzar a besarme apasionadamente. Parece un poco desesperada, tal vez no ha tenido sexo en un buen rato y eso me encanta.

Comencé a desabotonar su camisa blanca hasta llegar a su ombligo descubriendo que traía lencería color azul eléctrico que contrastaba con su blanca piel ¿Todas las secretarias del mundo serán así de sexys? Al menos sé que la de Normani no lo es...

- Hueles tan bien – olfatee entre sus carnosos senos, para después morder y lamer la piel que no cubría su sostén – mmm... - gemí cuando bajé la tela dejando al descubierto su pecho izquierdo y atrapé su pezón con mis labios, mi lengua jugueteaba con el duro botón, al principio un poco lento y después rápido, provocando que ella soltara algunas malas palabras.

- Mierda... joder... - decía al sentir a mi boca succionando. Levanté la vista para hacer contacto con su mirada continuando con mis besos ahora sobre su otro pecho – no sabes cuánto me calienta que hagas esa carita – lo sé, a todos les encanta cuando utilizo mi lengua en asuntos sexuales y finjo esa cara de inocencia.

Me levanté de mi silla cargando a mi sexy secretaria hasta llegar a la mesa donde siempre tenía fotografías regadas y la puse sobre ellas colocadme de pie entre sus piernas. A sus espaldas estaban los enormes ventanales que daban a la calle, si alguna de las personas que caminaban por el centro de la ciudad ponía atención podría observarnos y eso definitivamente me entusiasmaba más.

Ella de un solo movimiento subió mi vestido hasta enrollarlo en mi cintura, buscaba desesperada el cierre en mi espalda para poder deshacerme de la prenda, pero la mano de Carolina metiéndose en mis bragas para acariciar lentamente mi clítoris hizo que desistiera de esa tarea.

- ¡Ohhh! Así... así... - le pedía que siguiera entre quejidos de placer, ella besaba mi quijada y después bajaba al cuello sin parar la labor que hacía entre mis piernas. Subí su falda para tratar de hacer lo mismo, hacerla gozar y que sintiera el mismo calor que me estaba consumiendo, pero una voz conocida hizo que la sangre de mi cuerpo bajara hasta mis pies, arruinando por completo el momento.

- Dime qué es una broma... - refunfuñó mi secretaria.

- Creo que debo atenderla – dije a modo de disculpa tratando de controlar mi agitada respiración – lo siento...

- No te preocupes, entiendo – suspiró y se le notaba frustrada. Deje un par de besos cortos en sus labios y después uno más profundo envolviendo su cintura con mis brazos, quedándome unos instantes ahí. Me gustaba acurrucarme en ella, parecía un lugar confiable.

- ¿Por qué todo el lugar está abierto si no hay nadie? – la voz fuera de mi oficina era cada vez más fuerte.

- Hora de volver al trabajo – dijo Carolina acomodando su falda, abrochó su camisa y peinó un poco su pelo. Yo hice lo mismo – te veo más tarde – se despidió dejando un último beso en la comisura de mis labios.

- Lo siento – le susurre de nuevo antes de dejar que se fuera dándole una pequeña nalgada que la hizo dar un brinquito junto con una carcajada.

Si estaba en lo correcto respecto a la dueña de la voz, sabía que me esperaba una plática bastante tensa, pues el hecho de que mi antigua amiga del instituto hubiera venido hasta acá no indicaba nada bueno. El día que nos descubrió a Camila y a mí besándonos en aquel baño se le notaba bastante molesta, específicamente conmigo.

- Dinah Hansen quiere verte ¿la hago pasar? – la voz de mi secretaria se escuchó por el altoparlante del teléfono, al parecer no me equivoque. Los gritos de la rubia preguntando si había alguien en la oficina eran inconfundibles.

- Si – contesté secamente mientras oprimía el botón que abría la comunicación con Carolina.

Volví a tomar mi asiento frente a mi escritorio y no puede evitar notar que en la otra mesa había quedado un desastre con las fotografías que tenía sobre ella. Tal vez se le pegaron un par en el trasero a mi linda secretaría de ojos azules. Revisé mi aspecto en la pantalla de mi computadora para cerciorarme de que todo estaba su lugar y entonces escuche la puerta abrirse. Dinah entraba con Alejandrito en brazos mostrando una linda sonrisa.

- ¡Hola Jauregui! – saludó sentándose en la silla que había al otro lado de mi escritorio.

- Hola Hansen – respondí su saludo de igual manera - ¿Qué tal bebé? – dije con una chistosa voz al pequeño haciendo que sus pequeñas mejillas se pusieran rojas. Era un niño coqueto.

- Oye, mi hijo es muy joven para ti – bromeó la rubia haciéndome reír.

Estuvimos algunos minutos hablando y fingiendo que no había un motivo específico que la había traído hasta acá. Comentamos algunas cosas de Alejandro, su esposo, de la empresa que ella tenía junto a Camila, también le di algunos detalles de mi estudio fotográfico y me encargué de aclararle que estaba soltera, desde ese punto la charla se volvió un poco más densa. Comenzó a preguntarme acerca de lo que estaba esperando que pasara con la morena, ahondando en las razones que me habían llevado a comenzar un romance oculto con ella. Obviamente no le dije que tenía deseos de arruinarle la vida y que me estaba aprovechando del tiempo que teníamos que compartir al ser la fotógrafa para su boda para tratar de conquistarla y después destruirla.

Dinah al parecer no creía en mis palabras. Le dije que me parecía una oportunidad de tratar de arreglar el pasado, que Camila había sido el amor de mi vida y lo seguía siendo, que quería recuperarla para ser yo quien estuviera a su lado y no ese tonto niño de Lerman.

- Uno no actúa de esa manera – me dijo la rubia – si en realidad quisieras estar con ella no te comportarías como si nada, como si no te afectará que estuviera con Logan, finges que él no existe, actúas como si quisieras conquistarla, no creo nada de lo que me acabas de decir...

- Ya te dije que quiero recuperarla, si para eso tengo que pasar por alto el que ella tenga un prometido lo haré... - comenté fingiendo una voz amorosa.

- Creo que estás planeando algo, no se te olvide que te conozco... pase tantos años como Camila a tu lado y ella en este momento no puede ver tus verdaderas intenciones porque está cegada con el mundo color de rosa que cree le estas ofreciendo, donde estas fingiendo que no tuvieron una ruptura terriblemente dolorosa... Pero yo sí puedo ver lo que hay detrás – expresó haciendo contacto visual, tratando escarbar en mi alma. Tal vez eso funcionaba en el pasado, siempre fui una persona fácil de leer, pero las experiencias de vida te cambian, te hacen una persona más fuerte, más dura, más cínica. Una mejor mentirosa. Ya no me duele fingir, ocultar verdades o cometer infidelidades. Esa Lauren se perdió hace muchos.

- La quiero de vuelta, nunca le ha olvidado, la sigo amando y te puedo asegurar que el pasado ha quedado en el pasado, todos cometemos errores, no quiero volver a cometer el error de dejarla ir... - le dije con una mirada segura y hasta un poco intimidante. No voy a dejar que alguien venga y quiera darme lecciones de moral. Ni siquiera si ese alguien es Dinah.

- Podrás decir lo que quieras, pero yo no te creo... - dijo levantándose de su asiento, se veía molesta – solo recuerda que primero fallaste tú, y cuando te diste cuenta ya la habías perdido... lo que estás haciendo es una simple pataleta de niña inmadura porque no aceptó perder y ¿Qué ya lo superaste? No lo creo... ten buen día y ten por seguro que hablare de esto con Mila, porque no se merece cualquier cosa que te traigas entre manos – dio media vuelta y salió de mi oficina con su hijo en brazos...

¿Cómo se atrevía a venir y decirme que Camila no se merecía algo malo? ¿Quién es ella para decidir eso?

Tomé el monitor de mi computadora con toda la ira que se había acumulado en mí durante la última hora de charla donde tuve que escuchar toda esa basura acerca de lo correcto y lo incorrecto. Lo arranque de mi escritorio y lo estrellé fuertemente contra la pared más cercana mientras soltaba un grito desgarrador.

Las palabras de Dinah me habían dolido, pero de ninguna manera Camila era la buena en esta historia, no importa lo que dijeran, yo todo lo hice por ella, absolutamente todo, cada día de mi vida se lo dediqué, me esforcé para tratar de darle lo mejor y ella me pagó de la peor manera. No había justificaciones, no las iba a aceptar...

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