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- SIMÓN -

No sabe cuántos vasos lleva, cinco posiblemente, pero está consciente de todo a su alrededor, sentado por última vez arriba de las piernas de aquel demonio mientras conversan por última vez como dos personas que lograron agradarse a pesar de su diferencia. Simón ríe y a veces carcajea fuerte con algunos recuerdos que dice Raphael sobre momentos que vivieron juntos, realmente escucharlo hablar desde su punto de vista y las diferentes opiniones que tenía con respecto al momento es cómica, porque nunca pensó que mostrará tantas frustraciones por sus comportamientos desde que se conocieron, y que pudiera ahora decirlo en voz alta mientras lleva una sonrisa en sus labios. 

Raphael es lo más cercano a un amigo de lo que ha tenido, podría decirse que es más que eso, tener este rato es el mejor momento que puede tener en sus último tiempo de vida. Se dedica a servir los vasos nuevamente viendo como ahora se balancea un poco la botella indicando que ya se está acercando el momento de decir aquellas palabras de fin.

— Simón, si tengo la oportunidad de reencontrarte en una siguiente vida ¿Podría reconocerte?

Piensa en aquella pregunta mientras le tiende el vaso al demonio, el último trago que compartirán juntos en esta vida, inicia un brindis para después darle un trago a la bebida, pero ya no tan larga como las otras veces porque puede sentir que el líquido no baja, es como si pronto pudiera salir de su organismo.

— Seria un adolescente promedio, un poco introvertido y un poco idiota, que hablaría bastante, tocaría algún instrumento musical de cuerda, como un piano, y te diría "Hola" con mucho nerviosismo— confiesa Simón— seria lo opuesto a lo que soy ahora, seria la persona que me prohibieron ser aquel día.

Escucha como Raphael susurra algo tan bajo que no entiende que es lo que dice, pero no le da importancia toma su última bebida dejándolo con fuerza en la mesa mientras se decide a hacer algo que se le ha cruzado por la cabeza a mirar el rostro del demonio, aquellos labios. Comienza a acercar su rostro al de la persona frente a él, buscándolos por última vez, quiere llevarse aquello como su última visión, teniendo sus últimos momentos con la persona que estuvo a su lado, despidiéndose únicamente de ella de una manera diferente a la que algunos meses hubiese pensado, dejando en aquellos labios todos los sentimientos, desde la vulnerabilidad hasta cuando sintió tanto orgullo de esa persona que se sintió feliz, quiere dejar esa parte de él en aquel demonio, por lo menos que dure un tiempo limitado.

El beso es respondido por Raphael que con una de sus manos aprieta el pelo de la parte trasera de la cabeza, mientras el beso se hace más profundo, supone que se está dando cuenta que está llegando el fin, pero por lo menos Simón se irá de este mundo sabiendo que un demonio lo deseo de una manera tan fuerte y extraña que pudo con ello ser consciente que desarrolló sentimientos de amor por él.

— Simón...— susurra el demonio con una voz ronca.

— Es hora de que hagas tu parte, Raphael. — dice Simón.

— Déjame poseer tu cuerpo por última vez— súplica Raphael— por favor...

Después de pensarlo por unos cortos segundos Simón asiente sin poder hablar, entonces Raphael lo carga y salen de la oficina, ve algunas personas de pasada, pero su cabeza está comenzando a dar vuelta que ni siquiera dice nada, solo se deja ser, mientras Raphael entra a una habitación, cierra la puerta una vez ambos dentro y lo recuesta en la cama, viéndolo como saca aquella camisa suelta, y como comienza a sacarle la ropa, y a pesar de que su visión se está comenzando a ser borrosa un poco puede decir, mejor dicho asegurar, que aquel demonio está derramando lágrimas de sus ojos que están cayendo a su torso desnudo, es la primera vez que tiene conocimiento que un demonio puede llorar y aun más, que lo está haciendo por él. 

Simón no puede evitar aquella escena, sus ojos arden, sus labios tiemblan y cuando menos se da cuenta esta llorando junto a aquel demonio que al verlo ha bajado a besar cada parte de su cara donde las lágrimas están manchando, y después sus labios para consolarlo, aunque realmente se están consolando los dos. Es que solo ellos saben lo que les está doliendo que después de tantos años juntos todo se acabe, y a pesar de que lo internalizaron en el último, hubo cambios que no pudieron evitar.

El día les hace compañía en la habitación mientras entre besos y lágrimas sus cuerpos van quedando sin ropa, las manos de Raphael acariciando cada parte de su cuerpo haciéndolo sentir sentimientos tan altos porque es acompañado con el efecto del alcohol, entre aquellos besos y caricias terminan uniéndose en uno mientras aprieta los hombros del demonio con fuerza, no le importa ocultar aquellos sonidos que salen de su boca y no puede dejar de llorar mientras su cuerpo se mueve al compás de los movimientos de aquel demonio que susurra palabras que no puede escuchar con claridad, solo se aferra a él, no quería que esto terminara así de esta manera, pero Raphael se lo pidió y él se lo concedió como regalo de haber cumplido el trato. 

Deja escapar un gemido mientras se encorva sintiendo tantos sentimientos, tantas emociones pasando por todo su cuerpo, todo está confuso pero nunca se había sentido tan cómodo con otra persona a su lado como lo está haciendo ahora.

— Te extrañare— balbucea Simón en voz alta.

Entonces siente que todo se vuelve en blanco por un momento, y como el cuerpo de Raphael se recarga en el suyo, dando finalizado aquello, a pesar de que sigue dejando pequeños besos en su clavícula, pero Simón no decide esperar más pasa sus manos por su cara para dejar quitar las lágrimas y se sienta con ayuda del demonio, ambos están sentados en la cama, desnudos, aun su cabeza da vuelta y se siente cansado, si no lo hace ahora no lo hará nunca.

— Por favor hazlo, es hora, no quiero alargar más el tiempo— dice sorbiendo su nariz— Raphael, te estoy entregando mi alma ahora mismo, di mi palabra.  

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