(37)
- RAPHAEL -
Está preparando el almuerzo para Simón mientras ve a algunas Seelie usando la cocina para preparar especies, según son remedios curativos de las flores y raíces que han podido cosechar a tiempo y que tienen miedo de que se pierdan, así que el ambiente está perfumado de tantas cosas que debe estornudar un par de veces para que ese olor se salga de sus fosas nasales, no quiere que nada arruine su humor, porque está de buen humor, siente que un peso ha salido de su cuerpo, se siente más relajado como si ningún problema fuera suficiente para él, es que anoche devoró el cuerpo de ese joven después de tantos deseos que se habían acumulado en su cuerpo, y anoche solo se dio la oportunidad, terminó obteniendo la única pureza de cuerpo de aquel joven, acarició los contornos de su cuerpo como quería hacerlo, beso cada minúsculo lugar y lo escucho construir música para su oídos a través de sonidos salidos de la boca de aquel chico. Por eso está preparando el mejor almuerzo para que Simón pueda renovar energías.
— Lo que estás haciendo es malo Raphael, estas confundiendo sus sentimientos y puede que cuando llegue la hora de que deba cumplirte con el trato ninguno de los dos pueda realizarlo— dice Magnus.
No se sorprende cuando ve a Magnus a su lado, llevando un cambio de ropa más cómodo, ha estado trabajando en el sótano de la mansión para abrir una abertura al submundo de manera segura y sin levantar tantas sospechas a los invasores de afuera, hay pocos subterráneos que han ido pasando por su nivel de poder, como la manada de lobos y brujos, quienes están ayudando a Magnus en todo lo que pueden, pero aún falta el grupo suyo, los hijos de la noche que no pudieron adquirir mucho poder porque Camille al exiliarse se llevó con ella la acumulación de poder de sus clanes, ellos son esenciales en la lucha a pesar de todo, por su esencia a no morir con facilidad es bueno.
— No te preocupes, sabemos nuestro camino— murmura Raphael aún preparando la comida— solo le estamos agregando algo a nuestro vínculo antes de que se acabe.
— Puedes que tú lo entiendas, pero él es un mundano— trata de convencer Magnus.
Raphael comienza a reír con un poco de suavidad para que las Seelie salvaje no se den cuenta que están hablando, pero es que no puede evitarlo, porque conoce a Simón lo bastante para saber que es una persona dura de tener sentimientos y justamente por él, además siempre ha dejado en claro que está enfocado en el objetivo de venganza y decidido a dar en el final su alma sin problemas, Simón es testarudo, pero cumple con sus palabras, y no tiene probabilidades de sentir sentimientos de la misma manera que las demás personas.
— No le des poco crédito a tu perro guardián Magnus, ese joven tiene actitud de uno de nosotros, tiene una visión en el objetivo desde el principio.
— Solo ten cuidado, los sentimientos pueden cambiar— advierte Magnus.
— He estado al lado de Simón desde hace años, si no hubo sentimientos extraños antes no van a aparecer en esta semana que nos queda juntos— finaliza Raphael.
Entonces ve que los ojos gatunos de Magnus brillan al mirarlo como si supiera algo más allá de lo que los demás saben, pero no le da importancia ese demonio siempre ha sido tan extraño en cuanto a sus conductas, piensa más que cualquiera, va pasos adelantes, es astuto e inteligente, y a veces piensa que sus ojos tienen el mismo don de las Seelie salvajes. Una vez terminado el preparativo, toma la bandeja y sale de la cocina, encontrando a Fran que viene a la dirección de la cocina con una sonrisa en su cara al parecer divertida, pero no quiere suponer que se esté riendo de él, pues las Seelie salvajes son extrañas porque siempre llevan una sonrisa en su cara que cambian según la situación. Al llegar a la habitación de Simón entra sin golpear viendo que el joven ya está despierto y sentado en la cama.
— ¿Cómo amaneciste?
Cierra la puerta una vez adentro mientras comienza a caminar hacia la mesa de noche para dejar la bandeja, de reojo ve a Simón con su cara enrojecida y mirando hacia la pared de la habitación, ni siquiera lo mira, y eso para Raphael lo está interpretando como que ha ganado, ha avergonzado al joven mundano que ni siquiera habla, no puede evitar sonreír al tener tal vista y un buen momento. Entonces se sienta en la cama y toma las mejillas del menor mientras hace que lo mire e ir directo a sus labios para probar aquel sabor que le ha dejado enloquecido por más.
— ¡¿Qué haces?!
— Te reclamé como mío anoche— dice con tranquilidad Raphael— y me falto saborearte más.
Aún no quiere soltarlo, además al ver el estado de pánico de Simón no puede evitar sonreír y provocarlo más, viendo por primera vez cómo el cuerpo del menor comienza a reaccionar como mundano, entonces ve como una acción leve como mordisquea su labio inferior lo cual le hace buscar nuevamente aquellos labios, invadiendo con brusquedad sus boca como anoche, a la vez que siente como Simón lo agarra de los hombros con fuerza para alejarlo. Pero entonces algo le alarma, un quejido de dolor que se interpone en el beso y que Raphael debe acabar con el momento para comprobar si el menor está bien.
— ¿Te duele?
— Te dije que te detuvieras anoche, no me hiciste caso, sabes que era mi primera vez y no estaba preparado para ser quien tuviera que aguantar estas cosas.
Decide levantarse de su lugar para empezar a preparar todo para que Simón pueda comer y recuperar energía, mientras piensa en pedirle ayuda a alguien para ver cómo disminuir los dolores que tiene el joven, no puede estar así en estos momentos.
— Tu decías algo, pero tu cuerpo reaccionaba de diferente manera— dice Raphael comenzando a endulzar el té— yo le hacía caso, además una vez que te dormiste limpie tu cuerpo, deberías agradecerme eso.
Pero Raphael sabe que lo que pasó fue una alarma roja en todo sentido, no le dirá nada a aquel chico por preocupación a que sea regañado por una semana entera por la persona frente a él, es que durante el proceso de intimidad que tenían hubo un momento en que aquel joven, que tenía sometido bajo a él cumpliéndole todos sus deseos instintivos, dejó de reaccionar quedándose inmóvil, pero no se detuvo hasta un momento después comprobando que Simón estaba inconsciente y ardiendo de fiebre por la diferencia de raza. Raphael se maldijo tanto por no haberse controlado que lo único que podía hacer es apretar su cabeza con fuerza mientras desordenaba su pelo, pero después de unos momentos se tranquilizó y vistiéndose fue en búsqueda de utensilios para lavar el cuerpo de Simón y así no causar efectos negativos por su líquido de componente dentro de él.
Además lo observo toda la noche mientras lo teníaentre sus brazos, nunca había tocado con tanta delicadeza a una persona, apesar de que se había sobrepasado al punto de dejarlo en ese estado; pero esque ese chico, al que tiene justo ahora consciente hablando como si no seacordará de nada, no es un mundano normal y corriente.
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