(23)
- RAPHAEL -
Está mirando como Simón duerme en su cama, mientras el anochecer entra por la ventana de la habitación y la luna alumbra su relajada cara, a veces se le es imposible imaginar que a la persona que está mirando, con ese rostro tan joven, siempre esté luciendo enojado o con su ceño fruncido, a veces suele parecer de más edad si no fuese por su contextura juvenil. Se sienta con cuidado en la cama mientras se saca los guantes y con una de sus manos acaricia con cuidado el cabello, no entiende porque se siente de tan mal humor al saber que en luna llena, justamente en quince días, todo finalizara para bien o para mal, y el vínculo que tienen ellos dos acabará, Simón morirá de todas formas, se separaran de forma abrupta cuando ninguno de los pensaban estar tan cerca del objetivo, no estaban esperando eso o por lo menos Raphael, pero ahora sabe que sucederá. Y no puede negarlo, ha estado por años al lado de este chico, es difícil no vincularse cuando han estado ellos dos solos siempre, y tienen casi la misma forma de pensar.
— Simón, te protegeré hasta el final, vengare todo el daño que han hecho en ti.
Con la mano donde tiene la marca del pacto lo posiciona arriba del ojo herido donde está la otra marca, donde fue elegida para colocarse aquella vez, entonces ve como la marca brilla de manera rojiza como siempre suele hacer, pero entonces un nuevo color aparece, púrpura brillante lo cual Raphael quita la mano de inmediato mientras niega y se levanta para irse de la habitación sabiendo que Simón está a salvo mientras duerme.
Cuando cierra la puerta detrás de él mira la marca que ha vuelto a su color natural, tiene entendido que las marcas no cambian de color, no puede, es imposible. Camina a pasos ligeros hasta la habitación donde se está quedando Magnus y Alexander, quienes después de que se descubrieron besando a ambos en la cocina pidieron una sola habitación; sin esperar a golpear por lo desesperado que esta, entra a la habitación encontrándose una escena repugnante y sorpresiva, porque quien está recibiendo de esa acción indebida, sexual, es el chico mundano de perfil rudo y fuerte.
— Necesito hablar, Magnus te espero afuera— dice Raphael saliendo y cerrando la puerta.
No hay nadie más que Magnus quien lleva siglos de vida para saber si ha tenido conocimiento de lo que ha sucedido, y aunque sabe que no debe preocuparse porque debe ser algo insignificante de todas formas no les gusta las cosas inusuales, tampoco quiere pensar que se trata con lo que ha hecho a Simón, de darle un poco de su alma ya fragmentada al alma fragmentada de Simón, para que esta se recupere. Ve como la puerta de la habitación se abre mostrando a Magnus sin remera y con los pantalones del Nephilim Lightwood, su pelo va desordenado y lleva un semblante serio al cual no teme porque conoce a ese hombre de muchos años.
— ¿Qué sucede? — pregunta de mala manera.
— Mi marca cambio de color cerca de la marca en Simón ¿Debo preocuparme?
— La marca de pacto cambia de color según el vinculo que este teniendo con tu persona— murmura Magnus— el rojo es la marca de pacto cuando inicia, el amarillo es cuando no es digna y se fractura porque la otra persona se arrepiente del trato, el verde cuando está por finalizar, y el purpura significa que hay un tramo más allá de un demonio y solicitante. ¿Qué color cambió?
— ¿Un tramo más allá?
— Ya sabes, lo normal que dos personas suelen tener cuando la convivencia es larga, y se entienden y los sentimientos por el otro, es decir cruzar el tramo de un vínculo cualquiera a uno de esos sentimiento, — trata de explicar Magnus rascando su cuello— los demonios también tenemos sentimiento que se dan innatamente por alguien.
Raphael deja escapar una risa nerviosa por todo lo que está diciendo el demonio frente a él, por lo loco que suena escucharlo, puede que todo sea una broma de Magnus por haberle jodido el momento, pero se va preocupando mientras ve que no sonríe, porque entonces está hablando en serio, y si está hablando en serio significa que algo malo está sucediendo, debe evitarlo, debe hacer algo para detener lo que sucede, debe sacarlo de su cabeza.
— No es cierto— murmura Raphael.
— Acabas de arruinar algo en mi habitación, significa que no estoy para bromas— dice Magnus suspirando— te estoy diciendo lo que sé porque puedo ver lo que sucede en esta mansión, pero eso lo descubrirás en estos pocos días que te queda antes de que Camille, el círculo y los demonios oscuros ataquen, porque las personas siempre hacen cosas por instintos cuando están cerca del peligro.
— Iré a vigilar la zona...
Se aleja a pasos ligeros mientras cubre manos con los guantes para que nadie vea la marca del pacto, y baja hacia la puerta principal donde al salir a la noche fría es recibido por el aroma a humedad, cierra los ojos mientras masajea su entrecejo tratando de calmarse sus molestias, al abrir los ojos nuevamente mira la ventana que indica a la habitación de Simón, entonces camina hacia la noche para ir a recibir a los no invitados que han escapado de las manos de Jace y Clarissa, quienes después de la charla con Alexander parecen haberse sanado rápidamente.
Mientras está caminando con tranquilidad, usando los cubiertos de la cocina entre sus dedos como armas débiles, su cabeza está en otro lado, maquinando con rapidez porque trata de entender cómo sus sentimientos de demonio esperando finalizar el pacto haya cambiado tan rápidamente después de la última llegada de Elizabeth, camuflada en la identidad de Isabelle, desde que se enteró de aquella tradición de adolescentes "comprometidos". Con todo lo que ha sucedido, de manera tan íntima e inapropiada con Simón, ha hecho que el vínculo que tenía de amo y sirviente para la sociedad, fuera alterado, ni siquiera Simón nota lo que está sucediendo, porque seguro lo sigue viendo como un demonio con quien tiene un trato.
— ¡Agh!
Mueve su mano con rapidez hacia la izquierda, dejando escapar los cuchillos que afilo hace unos días, escuchando como se incrustan en algo, al caminar hacia donde el bulto a caído ve a un mundano muerto, pero no son los únicos ahí, sino que frente a su vista tiene a Merliot, un Seelie salvaje, junto a quien debe ser la verdadera Isabelle, y a su lado un adolescente de rizos, todos vestidos con piel de animales y coronas de flores, y cada uno llevando una lanza entre sus manos. Raphael suspira mientras da un saludo moviendo su cabeza, no es que no les agraden las Seelie salvajes, sino que estaba en un momento de reflexión sobre todo lo que está pasando que no necesitaba tener más visitas en la mansión.
— Bienvenidos familia Seelie— dice Raphael— acompáñenme adentro
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