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- SIMÓN -

— Pero primero, antes de hablar, nos alojaremos por unos días aquí, ya que los demonios oscuros están vigilando quién entra o sale de esta mansión, tanto que mi presencia es imposible que no se note si salgo— dice Magnus— esperamos un buen trato de mi único perro guardián vivo.

Simón está sintiendo la ira subiendo por todo su cuerpo al tener a aquel hombre insoportable delante de suyo, cada vez que habla peor le pone de ánimos, escuchar su voz ya es suficiente para frustrarlo y lo peor es que no lleva tanto que lo conoce, pero tiene que controlarse porque ese hombre supuestamente es a quien toda su familia, de generación en generación, han estado cuidándolo a él y a todo lo que lleva detrás en la categoría "submundo", lo cual sus padres y abuelos y antepasados se revolcarían en sus tumbas si supieran que no están tratando a ese hombre. Además de que Alexander, quien estaba muerto para la sociedad, esta de pies junto al sillón del otro hombre preparado para revelar un tema importante pero ya no sorpresivo para él, los Lightwood siendo parte del asesinato de su familia, eso ya no puede negarse.

Si los tiene que mantener en la misma mansión tratándolo bien por el bien de recibir información importante para encontrar "El Círculo" entonces tomará paciencia y lo aguantara.

— Soy un Lewis, te estoy sirviendo desde que nací, con la comodidad de esta mansión siéntete como en tu casa, Magnus Bane— dice Simón entre dientes— por favor Alexander, di todo lo que sabes.

— Espera joven duque... Estamos hambrientos porque venimos desde lejos, donde estamos encerrados, para cruzar por la abertura es muy cansador— comenta Magnus con una gran sonrisa— así que va a ser imposible hablar con nuestros estómagos vacíos.

— Raphael— dice Simón entre dientes sin dejar de mirar a Magnus— prepara una buena comida para los invitados, una comida que pueda saciar el hambre que tienen. Pero primero llévalos a una habitación para que se acomoden y descansen mientras la cena está realizándose.

— Sí, señor.

Cuando ve que las tres personas han desaparecido de su vista y la puerta se va cerrando, Simón se dedica a masajear su cabeza desordenando su pelo en el proceso, por la frustración, siente toda su mandíbula tensa y su cuerpo tenso tanto que sus hombros duelen, la situación se ha puesto complicada desde la aparición de Isabelle a la mansión y sus comportamientos repentinamente extraños, después de todo eso la situación tranquila que iba llevando y desapercibida en la sociedad comenzó a empeorar, y ahora tiene a la mansión al hombre que nadie de la familia Lewis ha visto nunca en sus años de vida, todo por abrir esa maldita carta. Se levanta de donde está sentado para mirar hacia la ventana, es de día, puede ser aproximadamente medio día, pero hay nubes negras en el cielo notificando próximas tormentas, y entre las arboledas ve sombras o su vista están jugándole una mala pasada para imaginar que allá hay algo que está observando la mansión como dijo Magnus, pero esas sombras no duran tanto, o por lo menos de donde está es difícil percibir si algo se mueve o no, están lejos, pero quiere asegurar que hay algo allá.

— Mataré a cualquiera que haya sido causa de mis desgracias, no importa si están en el medio algún demonio, nadie va a detenerme de ver a los culpables a mis pies.

Ve como desde un lugar lejano los colores de cabello característicos del nuevo personal vienen corriendo de entre la arboledas, el rojizo de la muchacha y el rubio del chico, las dos personas que llevan un día en la mansión y han sobrevivido hasta ahora, no sabe que paso con el cuerpo de la otra chica pero tratándose de Raphael puede estar enterrado o incinerado en algún lugar, no quiere pensar en eso, sabe desde el primer momento que esas personas están solo para protegerlo de la muerte y pueden morir tarde o temprano, lo cual no pueden ver más que eso, barreras humanas.

Pero lo sabe, desde su nacimiento su vida iba a ser así, a pesar de que quisieron criarlo en un ambiente inocente, su futuro estaba marcado, catástrofe y muerte, y sentir compasión o vulnerabilidad es malo para él. Cuando el dúo se va acercando en aquella corrida, ve que miran a cada momento hacia atrás con sus espadas, y ve que la chica de pelo rojizo está bañada de sangre tanto como el chico, tratando de contenerse sabe que no puede y decide bajar para recibirlos y ver qué ha sucedido. Cuando está bajando por la escaleras ambos ya están ahí tirados en el suelo, tomando aire.

— ¿Qué sucedió? — pregunta a unos pasos de ellos.

— Joven amo, lo sentimos por entrar en este estado— dice el rubio de rodillas junto a la chica— entre las arboledas vimos sombras, fuimos a ver y nos atacaron, no pudimos verlos, pero parecía una guerra, sombras y después evaporación, como si algo les atacara a ellos, nunca hemos visto algo igual.

— No se acerquen a las arboledas hasta nuevo aviso, sólo cuiden por estas zonas cercanas a la mansión si no quieren tener el mismo destino que su compañera— dice Simón tranquilamente— vayan a la cocina, Raph... no, mejor vengan conmigo.

Cuando iba a mandarlos con Raphael se dio cuenta que darle una tarea más al demonio sería suficiente, y era mejor que se dedicara en su totalidad a los preparativos para los invitados, caminando escaleras arriba hacia la oficina sacó de su escondite una caja con materiales de emergencias, invitando con una seña invita al personal que se siente en el suelo, y no en el sillón para que los manchen, dejando la caja en el suelo para que saquen lo que necesiten para curarse. Ambos son jóvenes también, puede que sean contemporáneos con su edad, además quedan muchas situaciones que enfrentar, más peligrosas para que mueran pronto y no sirvan para protegerlo, además puede simpatizar un poco, todos están enfrentando una mala jugada en la vida.

— Gracias joven amo— dicen ambos jóvenes.

— No agradezcan, es el deber que tengo sobre ustedes porque están bajo mi poder— dice Simón mirando las heridas— creo que necesitan saturaciones, llamaré a alguien para que los haga.

Sabe que Alexander era bueno en ese trabajo desde su corta edad de catorce años, cuando él tenía siete años, los adultos Lightwood hablaban todo el tiempo de las habilidades de su primogénito por hacer saturaciones sin estudiar medicina, curaba a cada persona de la sociedad que estuviera corto de plata de manera cooperativa, y se está dando cuenta que es algo que no puede olvidarse a pesar de que haya desaparecido por mucho tiempo o lo que le haya pasado, y es un deber ayudar. Cuando está por abrir la puerta se sorprende al encontrar a Alexander ya parado ahí, con una sonrisa forzosa y las mangas de su camisa arremangada.

— Estoy preparado para coser mundanos. 

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