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003

Hace 2 años y 2 meses.

Saliendo de la universidad, agitado y con sus puños apretados, se dirigió hacia su moto. La encendió y arrancó rápidamente.

Ni siquiera se colocó el casco ni los guantes. No tenía tiempo para eso, ni podía pensar racional.

Sus ojos se nublaban debido a las lágrimas acumuladas. Trataba de concentrarse en el camino por más difícil que fuera. Aunque quizá fuera lo más ideal, aún no quería morir. No podía morir.

Sus padres habían sido las personas más maravillosas y amorosas que conocía, nunca le hicieron daño a nadie. Ellos eran las últimas personas que merecían acabar así. Sus fríos cuerpos tirados en medio de una carretera. Mientras el culpable yacía cómodo en casa con su familia.

Jimin no tenía pruebas necesarias para que el culpable pagara por lo que hizo, así que el caso de sus padres quedó impune. Pero él lo sabía, esa persona lo sabía. El culpable de la muerte de sus padres tenía nombre y apellido.

Min Christopher.

La "justicia" no había hecho lo que tenía que hacer con ese bastardo, así que él tomaría venganza con sus propias manos. No sé iría de este mundo hasta lograrlo.

Y finalmente, lo iba a conseguir.

La persona que lo iba a ayudar, lo había llamado para decirle que tenía todo listo, y que "aquello" debía realizarse de inmediato. Así que Jimin tuvo que salir a mitad de las clases en la universidad.

Aceptaba que estaba nervioso, y su interior era un choque de varias emociones. Las principales: tristeza por recordar a sus padres, y emoción, ya que por fin esa rata asquerosa iba a tener su merecido.

Después de unos minutos, detuvo la moto frente a la pequeña casa, situada en un bajo barrio.

Suspiró, y bajó de la moto. Se acercó a la puerta y la tocó.

Segundos después, una mujer le abrió, haciéndose a un lado para que pasara.

Ya dentro, se quedaron viendo unos segundos en silencio, hasta que ella asintió, y le señaló con la cabeza uno de los cuartos.

Jimin alzó una ceja, y dirigiéndose hacia allí, pudo sentir un dulce aroma. Un aroma a azúcar quemada.

Al abrir la puerta, lo vio.

En la pequeña cama del cuarto, yacía acostado en un superficial sueño, el hijo menor de Christopher. Min Yoongi. Su pequeño hijo de 18 años.

- No fue tan difícil traerlo hasta aquí, y tenerlo de esta manera, en serio crei que sería todo un reto, pero el chico es tan ingenuo. - dijo la chica con voz casual.

Jimin seguía viéndolo. Era la primera vez que lo observaba tan de cerca. Se acercó a la cama, y se inclinó un poco.

La piel del chico era más pálida de lo que parecía, al igual que su cabello blancuzco. El cuarto estaba inundado de su aroma acaramelado.

- Jimin - habló otra vez la chica, al verlo analizar al chico. - ¿estás seguro de esto?.

Jimin apretó la mandíbula sin apartar la vista del chico, asintió.

- Si.

Su venganza. Arrebataria a Min Christopher uno de sus tesoros más valiosos. Su consentido hijo menor. Su venganza tendría aroma, y seguramente sabor a azúcar.

- Hazlo.

Dijo Jimin a la chica, cual nombre era Aileen, una águila shifter experta en artes ocultas.

Le arrebataría a su hijo, pero él no era un asesino como el padre de Yoongi. Lo haría de otra manera. Una más turbia pero muy eficaz.

- Finalizado el ritual, no habrá vuelta atrás. Todos los recuerdos de su vida quedarán en blanco.

Casi dijo en un susurro Aileen, para después cerrar las cortinas y apagar las luces.

Así es. La memoria de Yoongi sería borrada gracias al ritual que haría Aileen, a petición de él. Después de aquello llevaría a Yoongi a una casa de servicios sexuales en la hectárea 5 del bosque Cuatro Lunas. Allí ningún conocido lo encontraría jamás, y menos si él no tenía ningún recuerdo. Era una pena que tanta belleza se demacrara de esa manera, pero Min Christopher merecía ese sufrimiento e incertidumbre.

Mientras Aileen llevaba a cabo el ritual, pronunciando una extrañas palabras y haciendo raras formas con las manos, Jimin veía fijamente a Yoongi.

Aquel omega era todo lo contrario al imbecil de su padre. Yoongi era todo un angelito, una belleza en todo su esplendor, además de que su aroma era delicioso. Christopher no merecía ser portador de esta hermosa joya.

Yoongi comenzó a despertar, abriendo sus ojos lentamente. Aileen en ningún momento se detuvo de llevar a cabo el conjuro.

Los ojos del omega se encontraron con los de él. Estos reflejaban miedo e incertidumbre, además estaban llorosos.

Yoongi comenzó a moverse, tratando de sentarse - M-mamá... - susurró apenas audible, ya que el momento en que fue raptado, estaba con su madre.

Aileen lo miró a Jimin, diciéndole con la mirada que se encargara de la situación.

Suspirando, Jimin se acercó y se sentó en la cama, deteniendo a Yoongi de levantarse.

- ¿D-donde estoy... - logró pronunciar Yoongi entre sus sollozos.

La voz de Aileen subió de nivel, haciendo brincar a Yoongi del susto. Jimin por inercia, lo tomó entre sus brazos y lo apegó hacia él.

- Shh...shh...tranquilo pequeño, todo estará bien - susurró cerca de su mojada mejilla.

Aquellas palabras no tenían nada de sentido en este momento y eran innecesarias, pero sentía que debía decirlas. La expresión asustadiza y vulnerable del hermoso omega le insitaba a eso.

Yoongi tiriteaba del miedo, y apretaba por inercia la chaqueta de Jimin.

- M-mi cabeza, d-duele m-mucho... - sollozaba más alto. Sus lágrimas mojaron la tela de la camiseta de Jimin.

La voz de Aileen se volvió distorsionada. Haciendo que a Jimin también se le erizara un poco la piel, pero solo pudo sostener más fuerte al omega.

- ¡Por favor!...Por favor ya no...me d-duele... - casi gritaba Yoongi.

- En un momento ya no dolerá, te lo prometo - dijo Jimin en su oído mientras miraba expectante a Aileen.

El cuerpo de Yoongi se puso más tenso, y Jimin lo acostó en la cama, haciendo que su mirada se mantenga en él y no en Aileen.

- Me duele...me duele - gemía Yoongi. Sus ojos estaban rojos por el llanto.

Aquello caló hondo en el interior de Jimin, provocando que también cediera a las lágrimas.

- Solo un poco más hermoso, un poco más...

La voz de Aileen llegó a su clímax, haciendo que Yoongi soltara un ahogador jadeo. Miró a Jimin por última vez, antes de cerrar lentamente sus ojos.

Jimin acarició tiernamente sus mejillas, secando las lágrimas que aún resbalaban, y apartó el cabello de su frente.

La respiración de Aileen tardó unos segundos en ponerse estable.

- Fue un éxito. - habló ella, mientras prendía la luz.

- ¿Él estará bien? - preguntó Jimin, sin dejar de acariciar sus mejillas.

- Claro que sí, sin memoria, pero bien.

Aileen analizaba aquella escena en la cama detenidamente.

- ¿Estás seguro de lo que sigue?

Jimin la miró unos segundos, para devolver su vista a Yoongi.

- ¿Cuándo despertara?.

- De seguro esta noche - Aileen se acercó unos pasos. - No respondiste lo que pregunté.

- Te agradezco mucho lo que hiciste Aileen, pero lo que sigue después es solo asunto mío.

Aileen acarició el interior de su mejilla con la punta de su lengua y retrocedió asintiendo. - Tienes razón, de todos modos, sería muy tarde para "arrepentimientos" de última hora.

- No me he arrepentido

- Solo decía. - suspiró - mi deuda contigo ya ha sido saldada de esta manera, ya tengo que irme.

Jimin asintió - Gracias, y suerte en lo que hagas.

Aileen dio una venia, y dando una última mirada de compasión a Yoongi, abrió la ventana, tomó forma de águila, y se retiró.

Un "cálido" silencio tomó lugar en la habitación.

Jimin dudo un momento de que hacer, pero después se movilizó. Retiró los zapatos y medias del omega y lo acomodó mejor en la cama.

Él también retiró su chaqueta. Se quedaría allí con él, esperando que despertara.

Las horas pasaban, pero él no se cansaba de detallar sus facciones y admirar la innata belleza etérea del omega.

Intercaladamente acariciaba sus mejillas y mechones de su cabello. Además, su zorro estaba más que complacido con el acaramelado aroma de Yoongi.

Ya caída la noche, tomó su celular, y tenía una que otras llamadas perdidas de sus amigos. Nada importante.

Lo único que tenía en mente, era el como debía de estar la escoria de Christopher en estos momentos. De seguro debía de estar desesperado e impotente de no saber el paradero de su hijo. Más que merecido.

No pudo evitar sonreír de lado al imaginarse aquella escena: Christopher sufriendo, llorando y maldiciendo. Y lo mejor, así pasaría el resto de su vida. Jamás volvería a saber de su pequeño hijo. Y su hijo ni siquiera sabría ya de su existencia.

Un final "justo".

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