Alrededor de las tres de la tarde, Alberto llegó a su casa y vió que la casa permanecía vacía por lo que dedujo que su mujer seguía con Angélica y si bien eso no le molestaba en absoluto, Alberto tenía que admitir que le causaba cierto miedo que su mujer se enterara de lo que había pasado ya hace dos meses

Alberto, después de poner sus cosas sobre la mesa, decidió retirarse a su cuarto y apenas llegó se acostó sobre la cama y rápidamente fue invadido por el sueño

fue entonces cuando Alberto se despertó debido a que sintió una corriente de aire frío en su cara y se dio cuenta que estaba en medio de un bosque y que, en vez de estar acostado sobre su cama, estaba acostado sobre un montón de hojas secas como también empezó a sentir una sensación líquida en su mano

se trataba de la sensación de haber tocado una especie líquida pegajosa y cuando dirigió su vista a su mano se dio cuenta que era un líquido color rojo carmesí y este no tardó en darse cuenta que era sangre y cuando desvió la vista de la planta de su mano y la dirigió hacía el lado derecho y vio que sobre las hojas estaba el cuerpo de una mujer y esta tenía dos heridas de bala en la frente

pero Alberto no tardó en darse cuenta que se trataba del cuerpo ya sin vida de Rosa, pero Alberto no pudo reaccionar al instante ya que alguien apareció delante de él, el hombre no pudo verle completamente el rostro y solo vió que dicha persona tenía puesto una camisa blanca y un pantalón negro, y, al instante, este hombre misterioso preparó su arma de fuego y sin ningún remordimiento le disparó casi de inmediato a Alberto

fue en ese instante que Alberto se despertó jadeando y sudando por aquella pesadilla, pero también se había despertado de esa forma por el sonido del timbre de su casa por lo que este se levantó de la cama para abrir la puerta

pero cuando la abrió se dio cuenta que se trataba de Angélica y que Rosa no estaba con ella

-Rosa no esta contigo- le pregunto Alberto a Angélica después de que este primero saludara a la mujer

-nos vimos ya hace un rato y le dije que a lo mejor la venía a visitar- le respondió Angélica y Alberto le ofreció entrar por lo que esta aceptó -tranquilizate. Seguramente estará haciendo algo y por eso no ha llegado- le dijo Angélica cuando esta empezó a notar el creciente nerviosismo de Alberto

Alberto decidió pensar en esa posibilidad por lo que decidió tranquilizarse a pesar de que no podía olvidar el sueño que tuvo y después de quince minutos el celular de Alberto empezó a sonar y este, de manera apresurada, agarró su teléfono celular y cuando vio que se trataba de Rosa contesto al instante

-¿Rosa dónde estás? Angélica está aquí y ha tratado de comunicarse contigo- le dijo Alberto al instante

-buenas tardes Alberto Domínguez. Lamento decirle que en estos momentos su querida esposa no está disponible para poder atenderle- le respondió una voz masculina grave a Alberto

-¿quién es usted? ¿dónde está mi esposa?- le preguntó Alberto, quien cuando escucho aquella voz se mostró confundido sobre la persona que le estaba hablando

-le seré franco. Tengo bajo mi poder a la maldita zorra de su mujer y si me llego a enterar que ha hablado con la policía empiece a declarar a su esposa como muerta

-no le hagas daño maldito o te juro que te lo haré yo a ti- le respondió Alberto aún mostrándose escéptico, pero también molesto ante la hipocresía de aquel desconocido ya que después de que Alberto le amenazara ese mismo desconocido se empezó a reír sarcásticamente

-no prometa cosas vanas que seguramente nunca va a cumplir porque soy una persona que siempre estaré un paso adelante de ustedes- le respondió -mucho cuidado con las acciones que quiera cometer si es que quiere ver a su mujer- le dijo aquel hombre para después la llamada llegará a su fin

Alberto quedó impresionado y no daba crédito ante las palabras que aquel hombre le dijo y dicha llamada se dio por terminada, Alberto dejo caer su celular al suelo y Angélica se le acercó rápidamente

-¿que sucedió?- le pregunto Angélica mientras Alberto se acercaba hacia ella y se sentaba en el sillón de la sala

-acaban de secuestrar a Rosa- le respondió Alberto y Angélica no pudo ocultar su impresión y escepticismo de haber escuchado esa noticia

y fue casi al instante que, Alberto, empezó a llorar y Angélica, al notar eso, empezó a tranquilizar a su amigo mientras le aconsejaba que llamara a Rafael

pero Alberto no quería hacer nada que arriesgara la vida de Rosa y más cuando las palabras del secuestrador invadían su cabeza; "mucho cuidado con las acciones que quiera cometer si es que quiere ver a su mujer"