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Capítulo 9: "Nuevamente juntos: Una hermosa casualidad"

En un amplio salón, lleno de largas mesas, un grupo de bulliciosos guerreros se encontraban merendando, mientras platicaban sobre lo acontecido en su rutina del día, excepto uno de ellos que no parecía prestarle la más mínima atención a lo que se platicaba en su mesa, pues él está inmerso en sus propios pensamientos.

Ya está por cumplirse un año desde el día en que el rey me eligió para ser tu guardián mi bello angelito, un año desde que te conocí, haciendo de ese día un día más que especial, pues si ya lo era pues ese día nací, tú hiciste de esa fecha el día más feliz de mi vida, ya que conocí el amor, un amor que se dio a primera vista por ti, un amor que ha ido creciendo más y más, tanto que a veces me da temor no poder seguir ocultando lo que siento por ti y terminar dando a notar mis sentimientos, sé que no debí enamorarme de ti, lo sé, pero no puede evitarlo, ¡te amo!¡te amo! y me duele estar tanto tiempo sin saber de ti, sin verte, sin poder oler el dulce aroma que emana de tus cabellos, de tu piel, ¿Cuándo volverás de esa reunión de Dioses?, ya han pasado muchos meses, y no regresas, yo todos los días como desde que me asigno su alteza ser tu guardián he ido al Bosque Sagrado a esperar tu regreso, pero no vuelves, no vuelves, y ello, y ello me entristece mucho, pensaba un apuesto joven de cabello alborotado de mirada entristecida la cual la tenía fija sobre la taza que sostenía con sus manos.

¿Tú lo sabías Kakaroto?, escucho el apuesto joven haciéndolo reaccionar.

¿Qué?, ¿qué?, respondió aturdido Gokú.

Qué lo va a saber, hasta ahora ni siquiera le ha dicho cuál es el nombre Sayayin que le asigno el rey, decía Nappa.

Si es cierto, pero si ni el propio Vegueta lo sabe, y eso que es el príncipe de nuestra raza, agregaba Broly sonriendo.

No comprendo, dijo Gokú.

Hay primito, creo que mis sospechas, decía Túrles, siendo silenciado por una palmada en la espalda de Raditz. ¿Por qué haces eso?, dolió, acotó en tono molesto Túrles.

Lo hice para que no andarás inventando cosas, respondió Raditz con seriedad.

Pero si yo no invento nada, es lo que creo, decía Túrles.

Mejor cambiemos de tema, acotó Raditz.

Aún no, Kakaroto aún no nos saca al menos de esta duda, decía Broly.

¿Qué duda?, respondió Gokú intrigado.

Acerca de tu fecha de nacimiento y la de Naturaleza, acoto Nappa.

¿Qué?, dijo Gokú.

Lo imagine, Kakaroto desconoce que ambos nacieron el mismo día, agrego Broly, ganándose una mirada de reproche de Raditz.

Naturaleza, nació el mismo día que yo, dijo Gokú cambiando sus ojos entristecidos por una mirada cálida.

Sí, pero por lo visto ni lo sabías,..., respondía Broly, al tiempo que un joven cabello de flama entraba al lugar, haciendo que todos los presentes en el mismo se pongan de pie  e inclinen la cabeza.

Kakaroto, decía Vegueta.

Dígame su majestad, respondió Gokú, posando su mirada en su amigo.

Mi padre dice que vayas ahora mismo al Bosque Sagrado, Naturaleza llegará en unos minutos, y tiene que dotar de energía a Voltius, el pobre ya se estaba quedando sin energías y por ende nuestro planeta, decía Vegueta, al tiempo que el rostro de Gokú se iluminaba de alegría.

Mi angelito volvió, volvió, pensaba Gokú, mientras sonreía, llamando la atención de su hermano y los demás jóvenes que estaban en la mesa.

Kakaroto, no me escuchaste, tienes que ir al Bos...., decía Vegueta, que ni termino de completar su frase pues el joven de cabello alborotado lo interrumpió.

No se preocupe, ahora mismo voy, respondió Gokú antes de salir a la velocidad de un rayo del lugar.

Vaya, parece que lleva prisa, decía Nappa sonriendo, al tiempo que Vegueta asentía.

Por supuesto que lleva prisa, imagínate verá a su Diosa después de tantos meses de no verla, respondió Túrles.

¡Túrles! dijo Raditz con firmeza.

¿Y ahora qué?, respondió el moreno.

Deja de andar insinuando cosas, ¿acaso no te das cuenta que tus comentarios pueden traerle problemas a Kakaroto?, dijo con seriedad Raditz.

Está bien, está bien, procurare no comentar lo evidente, respondió Túrles, recibiendo una mirada de reproche de su primo. Bueno, bueno, al menos para mí, acoto el moreno.

Ya, Raditz, no seas tan severo con Túrles, además es muy notorio lo de Kakaroto, y la verdad yo no se lo reprocharía, si estuviera en su lugar tratando tan de cerca a esa bella diosa de seguro andaría como él, de igual manera no creo que haya porque preocuparnos, una cosa es la atracción que él pueda sentir por ella, otra lo consciente que él de hecho esta de que ella no es una mujer a la que él puede tomar de pareja, dijo Broly con serenidad.

Si amigo, no hay porque preocuparnos, Kakaroto siempre ha sido muy respetuoso de las normas, además Naturaleza al ser una Diosa de seguro también tiene clara sus normas, agregó Nappa.

Si, ello es cierto, de igual manera no me gusta que anden insinuando cosas sobre mi hermano y ella, pues ella es una Diosa, y merece nuestro respeto, dijo Raditz con firmeza.

Ya te pareces a Vegueta primo, no sabes de bromas, respondió Túrles sonriendo.

Bueno, bueno, mejor pensemos en lo que haremos mañana, decía Nappa.

¿Mañana?, respondieron los jóvenes.

Por el cumpleaños número 17 de Kakaroto, por allí escuche que tu madre junto alguna de nuestras mujeres Sayayin, incluida por supuesto Caulifa, pensaban prepararle unos deliciosos platillos para mañana, acoto Nappa.

Pensé que Caulifa ya se había dado por vencida con Kakaroto, respondió Broly sonriendo.

Pues la verdad no sé de sus intenciones actuales para con Kakaroto, lo único que sé es que ella se ofreció a apoyar a la señora Gine en lo que necesitara para mañana, decía Nappa.

En tanto:

Un apuesto joven de cabello alborotado, de rostro sonriente, sobrevolaba un espeso bosque, mientras pensaba: Es una hermosa casualidad, nació el mismo día que yo, el mismo día, el mismo día.

Luego de algunos minutos, Gokú descendió junto al gigantesco árbol que servía de morada a la diosa, y poso su mirada en el mismo, mientras pensaba: Ya quiero verte, ya quiero verte.

La espera del apuesto jovencito no fue mucha, a los pocos minutos que él llego un inmenso frio se apodero del lugar, y a los pocos segundos apareció la persona que esperaba junto a un hombre maduro que lo miraba con cierta molestia.

¡Buenas noches! sus excelencias, dijo Gokú haciendo su respectivo saludo, tratando de contener las ganas de ir junto a la joven Diosa y abrazarla, pero él no era el único que sentía ese deseo, Milk, también lo sentía, pero debido a la presencia de Orius tuvo que reprimir su deseo.

¡Buenas noches! respondió Milk con calidez.

¡Buena noches! dijo Orius con cierta molestia, haciendo una pausa para agregar mirando a la pelinegra: Esperare a que se vaya.

No es necesario, ya cumpliste con traerme, vuelve a tu morada, él también se irá en unos minutos, luego que le dé un poco de mi energía a Voltius, respondió Milk con calidez.

Orius iba a insistir en quedarse, pero para fortuna de Milk y Gokú, Orius recibió el llamado telepático de su supremo, y tuvo que partir.

Nos volveremos a ver Milk, dijo Orius antes de partir.

Una vez que Orius desapareció del lugar, Milk camino hacia el lugar donde estaba su guardián y mirándolo con dulzura le dijo: ¡Te extrañe!

El joven de cabello alborotado no respondió nada, solo le sonrió con calidez mientras se ponía de rodillas, al tiempo que le mostraba a Voltius para que la joven Diosa le brinde su energía.

Luego de algunos minutos Milk dijo: Ya terminé.

Sí, respondió Gokú, poniéndose de pie.

Mañana, ¿vendrás?, agregó con dulzura la pelinegra.

Si, como cada día desde que me convertí en tu guardián, dijo Gokú con calidez.

Tienes tanto que platicarme, como lo de tu misión, respondió Milk con dulzura, mientras pensaba: Mañana es un día especial para mí y lo será más pues esta vez la pasaré a tu lado mi amor imposible.

Mañana te lo contaré, tengo que llevar a Voltius al castillo, dijo Gokú, tratando de controlar sus sentimientos.

Lo sé, respondió con dulzura Milk, mientras posaba su mirada en los ojos del joven de cabello alborotado poniéndolo nervioso.

Ya me voy, dijo con voz temblorosa Gokú.

Hasta mañana, respondió Milk con ternura.

Hasta mañana, dijo Gokú, mientras se elevaba en el aire, y hacia un movimiento con la palma de su mano.

Al día siguiente: "Castillo"

En uno de los pasadizos del castillo, un joven de cabello alborotado era rodeado por un grupo de jóvenes, entre hombre y mujeres, mientras este recibía el saludo de sus familiares.

¡Gracias mamá! ¡gracias papá! ¡gracias hermano! ¡gracias abuelito! por el saludo y la comprensión, decía Gokú, tras haberle dicho a sus familiares que ese día sería para él como cualquier otro.

Mi niño hermoso, tenías pensado con las chicas prepararte un almuerzo especial para hoy, pero comprendo que no puedes descuidar tu misión, respondía Gine con calma.

Si hijo, te comprendemos y me alegra saber que eres muy responsable con tu misión de guardián, eso sí desayunarás con nosotros, aún tienes tiempo para ir con la Diosa de la Naturaleza, además tienes que probar el pastel que te preparo tu madre, y tu abuelo te tiene un regalo especial, acotaba Bardock.

Pues probémoslo, dijo Gokú sonriendo, posando su mirada en su abuelo para acotar: ¿Me tiene un regalo especial?

Sí hijo, ya te lo daré cuando estemos en el comedor, acotaba un adorable anciano.

Vamos al comedor, agregó Raditz, mientras un joven de cabello en puntas decía con molestia: Kakaroto por culpa de esa Diosa se aleja cada vez más de nosotros.

No digas eso Caulifa, la misión que el rey le asigno para con ella es de mucha responsabilidad, recuerda que, si algo le pasa a Naturaleza, nos afectará, por ello Kakaroto al ser el guerrero más fuerte de nuestra raza, no puede descuidarla, hay muchos enemigos que ya se enteraron de su existencia y de todo lo relacionado con ella y nuestro planeta, y lo más probable es que ya estén buscando la manera de destruirla, decía una joven de coleta alta.

Lo sé, y estoy consciente que no debo sentir celos de ella, pues ella es un imposible para Kakaroto, y él de hecho esta consciente de ello, pero me es inevitable pensar que él me ha despreciado por ella, respondía Caulifa.

Caulifa no vuelvas a decir ello, decía Kale.

Sé que no debo decirlo pues le puedo causar problemas a Kakaroto, también estoy consciente que no tengo esperanzas con él, pero no puedo evitar sentir rabia, cada vez que él nos desprecia por ella, respondió Caulifa.

Kale, no nos está despreciando, solo tiene que ser responsable con la misión que le asigno el rey, decía Kale.

Si tal vez, respondió de mala gana Caulifa, al tiempo que la madre de Gokú paso junto a ellas.

Chicas, me apoyan con el desayuno en honor a mi hijo, decía Gine, mirando al par de jóvenes.

Si señora Gine, dijeron a la vez el par de jovencitas.

En tanto:

Una bella pelinegra estaba parada fuera del árbol que le servía como morada mirando fijamente hacia el cielo, mientras pensaba: ¿Por qué?, ¿Por qué mi destino fue ser una diosa?, si fuera una chica normal esto que estoy sintiendo no sería algo imposible.

La pelinegra dejo caer unas lágrimas al piso, mientras continuaba pensando: Una diosa y un ser humano normal no pueden amarse, así lo volvieron a recalcar en la reunión de Dioses, según ellos algo muy malo pasaría si se rompe esa norma, pero ¿Qué tanto de verdad puede tener?, yo siento temor de que llegue el día en que él me cuente que decidió tomar pareja, yo siento temor de ello, sé que hay muchas chicas que andan tras de él, él alguna vez me lo platico, además es más que un hecho que así lo es, él es muy apuesto, y hasta donde sé, ya está en edad de elegir una pareja, él día en que él me diga que ya la eligió yo moriré de tristeza, si moriré de tristeza.

La pelinegra tomo asiento en el pasto, y cerro sus ojos al tiempo que las lágrimas empezaron a marcar su rostro, mientras esta se iba quedando dormida.

2 horas después:

Milk, ya estoy aquí, decía Gokú, mientras caminaba hacia el lugar donde estaba el cuerpo de la joven diosa. Milk, mi angelito bello, estás dormida, acoto el apuesto joven mientras la tomaba en sus brazos, para llevarla dentro de su morada.

¡Gokú! escucho el apuesto joven.

¡Mi....Milk! decía nervioso Gokú, mientras bajaba a la joven diosa de sus brazos, al tiempo que pensaba: ¿Habrá escuchado lo que dije?

Ya estás aquí, pensé que no vendrías, respondió con voz quebrada la pelinegra.

¡Discúlpame! mamá me preparo un desayuno especial para hoy, ya que un día como hoy nací..., decía Gokú.

¡Hoy también naciste!, respondió una sorprendida pelinegra, mientras pensaba: Es una hermosa casualidad que ambos naciéramos el mismo día.

Sí, tú también naciste hoy, ¿vedad?, dijo Gokú con dulzura.

Sí, respondió Milk, tomando las manos de su guardia, quien evitaba mostrar su nerviosismo.

¡Felíz día de tu nacimiento Milk! agrego Gokú con ternura.

¡Feliz día tú también! respondió la pelinegra, mientras acercaba su rostro al de su guardián al tiempo que los corazones de ambos empezaron a palpitar con mayor velocidad. Que todos los planes que tengas para ti se hagan realidad en este nuevo año de vida, acoto la pelinegra posando sus labios sobre la mejilla del joven de cabello alborotado que se quedó estático.

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