Capítulo 35: "Una misión que genera alegría parte II: Un día especial"
Un par de jóvenes se miraban fijamente, mientras un joven cabello de flama los miraba a ambos preocupado.
¿Entonces no es un regalo para mí por San Valentín?, decía una bella pelinegra con cierta nostalgia en su voz, rompiendo su silencio.
¿Quién es San Valentín?, ¿Por qué hay que dar regalos por ese señor?, decía Gokú en tono celoso.
Hoy es el día de San Valentín, el día del amor y la amistad, y pues las personas que se aman, o los amigos, se dan se acostumbrar a dar regalos, respondió Milk, haciendo una pausa para decir en voz baja: Mejor me siento a descansar aquí, este árbol me relaja mucho.
No, no, antes de que te sientes, Naturaleza brindamos un poco de tu energía, decía Vegueta, tratando de sonar calmado.
Yo me llamo Milk, no Naturaleza, respondió la pelinegra con firmeza, mientras se sentaba junto al frondoso árbol.
Hay no, creo que tendremos que explicarle todo Kakaroto, sino esta niña no querrá danos la energía que buscamos, lo bueno es que, al solo ser un espíritu, todo quedara como un sueño, decía Vegueta, mientras miraba a su amigo.
¿Quieres que yo le explique?, respondía nervioso Gokú.
Si Kakaroto, y has que deposite su energía en Voltius, los dejare solos, dijo Vegueta, al tiempo que empezó a caminar.
¡Eh¡ claro, respondió Gokú, mientras veía a su amigo alejarse.
Tras algunos minutos, ya con Vegueta lo suficientemente lejos de los dos, la pelinegra posó su mirada en el joven de cabello alborotado, quien, al sentir observado bajo la mirada, mientras sentía su corazón acelerarse.
Milk,..., decía Gokú en tono nervioso al tiempo que se inclinaba un poco para dejar al pequeño arbolito que llevaba en sus manos en el piso, mientras la jovencita caminaba a paso lento tras de él.
No tienes que explicarme nada, escucho el apuesto joven de cabello alborotado, al tiempo que sintió unos delicados brazos rodearlos de su cuerpo tras su espalda.
Milk, dijo Gokú girando a ver a su amada.
Nuestro amor debe seguir siendo secreto, ¿no?, respondía la bella joven.
¿Lo recuerdas?, decía con lágrimas en los ojos el joven de cabello alborotado.
Por supuesto, nuestro amor no tendría límites, así lo prometimos cuando lo aceptamos y decidimos estar juntos, ¿no?, respondía la bella jovencita, haciendo una pausa para decir: Cada sueño, solo queda allí en mis sueños, mi cuerpo ahora duerme en mi habitación, pero mi espíritu está aquí contigo mi único amor, mi espíritu que tú al ser una persona tan especial, no solo puedes ver, sino además sentir, y estoy feliz, muy feliz de que hoy en esta fecha tan especial, hayas decidido darme tu rostro y no seguir observándome a escondidas cada vez que venías a este bosque, o ibas a la ciudad, precisamente a mi casa.
¿Sabías que estaba aquí?, dijo intrigado Gokú.
Aunque ahora soy una terrícola, mi espíritu sigue siendo el de la chica con poderes sobrenaturales que vivió hace más de 16 años en el mismo planeta que tú, por ello podía sentirte mi amor, por ello sé también el motivo por el cual están Vegueta y tú aquí, respondió la pelinegra, mientras se abrazaba al cuerpo de su amado.
No puedo darte un beso, decía con nostalgia Gokú, al sentir las delicadas manos de la jovencita sobre su cuerpo.
Lo sé, y no te preocupes, nuestro amor podrá soportar esta nueva prueba, para que tú junto con los otros guerreros de nuestra raza puedan vengar de verdad la muerte de nuestros amigos y destrucción de Vegita y los demás planetas de otros universos que vienen siendo destruidos o sometidos. Ya soportamos una vez esto, ¿no?, hasta que sucedió lo que ya sabemos, entonces podremos soportarlo una vez más, respondía la pelinegra, con la mayor calma posible.
Milk, dijo Gokú con dulzura.
Yo soy feliz pudiendo verte, abrazarte, sabiendo que estás bien, que a pesar del tiempo me sigues amando, respondió Milk.
Es que mi amor por ti no conoce de límites, ni de razones, dijo Gokú con dulzura.
El mío tampoco, respondió Milk, mirando al arbolito que su amado había dejado en el piso, minutos antes de que ella se aferrara a su cuerpo.
Sabes hoy los terrícolas festejan el día del amor, aunque tú y yo sabemos que para amarse o para amar a otro, no debe haber solo un día, decía Milk colocándose al nivel del arbolito.
Así es mi angelito, respondió Gokú.
Creo que ya estoy lista para darle Voltius la energía que necesita, dijo Milk, posando sus manos sobre la pequeña planta, al tiempo que continuaba diciendo: A pesar de que tú y yo sabemos que el demostrar amor por el ser querido debe ser a diario, esta rara costumbre terrícola me llama la atención, pues se regalan flores, chocolates, ositos de peluche, salen a realizar alguna actividad que les guste en conjunto......
Gokú escuchaba con atención a su amada, mientras esta hablaba al tiempo que le pasaba su energía al pequeño arbolito.
Tiempo después:
Ya terminé, decía Milk poniéndose de pie.
¡Gracias¡ respondió Gokú con dulzura.
Ya te vas, ¿verdad?, dijo con cierta nostalgia la pelinegra.
Sí, pero volveré recuerda que no abra barreras para nuestro amor, pues es un amor sin límites, respondía Gokú, abrazando a la pelinegra.
¡Feliz día de San Valentín¡ dijo Milk de repente.
¿Qué?, respondió Gokú.
Así se dice en este día a los amigos o la persona que amas, dijo Milk con dulzura.
Entonces, ¡Feliz día de San Valentín¡ respondió Gokú con dulzura acariciando el rostro de su amada con una de sus manos, al tiempo que su mirada se posó en una bella flor que había en el pasto.
La pelinegra sonrió ante las palabras de su amado, al tiempo que este se alejaba de ella para caminar a tomar la flor.
Vegueta aún no vuelve, decía con nostalgia la pelinegra.
Lo sé, solo quiero tomar esto, dijo Gokú tomando la flor, para luego acercarse a su amada y entregarle la misma, mientras decía: Para ti, en este día especial.
¡Gracias¡ respondió la pelinegra dándole un beso a la flor, al tiempo que miraba con dulzura a su amado. Desde que pude descubrir que había renacido, no hacía más que esperar este momento, por ello vengo aquí todas las noches, pues sabía que tú vendrías a este lugar a buscarme en algún momento, acoto la pelinegra.
¿Y cómo es que pudiste saberlo?, ¿Cómo te enteraste que has renacido?, pues si algo tengo claro es que tú no recuerdas nada de lo que hace tu otro yo, por así decirlo, decía Gokú con calma.
Mi vida pasada la repaso cada noche en mis sueños desde que era tan solo una niña, pero no solo ello, también veo el presente y el futuro en mis sueños, lo malo es que al despertar todo se queda allí en sueños, aún no logro traspasar la barrera de ellos, y hacer que mi otro yo como llamaste a mi cuerpo físico logre aceptar quién soy, cuando ello suceda, ya no habrá necesidad de sepárame de mi cuerpo, ese día seremos una sola persona,..., respondía Milk.
Estás teniendo premoniciones entonces, dijo Gokú.
Sí, como te dije, yo sabía que nos volveríamos a encontrar, yo sé que mi destino a pesar de ser ahora una terrícola aparentemente común, es el de ser una diosa, pues mi parte Sayayin sigue viviendo en mí, y ello me hace una terrícola especial, pues soy la única terrícola que se unirá a los mejores guerreros de todos los universos para librar la batalla final contra la maldad, respondió la pelinegra.
Lo lamento, dijo de repente Gokú.
¿Qué?, respondió confundida Milk.
Me imagino que hubieras preferido seguir teniendo la vida normal que llevas, siempre fue ese tu anhelo, ¿no?, llevar una vida común, la vida común que ahora tienes, junto a una familia, amigos, dijo Gokú.
Sí, es cierto, antes de entender que había vuelto a la vida, me negaba a aceptar lo que veía en mis sueños, con forme pasaba el tiempo e iba creciendo, los sueños se me hacían cada vez más repetitivos, tanto que hasta había días en que me levantaba muy atemorizada por los mismos, mis padres terrícolas me decían que eran pesadillas, que no tenga miedo, que es algo normal, pero no lo eran, eran eventos reales que habían pasado en mi vida o que están por pasar en la misma, ello lo comprendía una parte de mí, pero otra parte mía no quería aceptar ello, y es por eso que se dio lo que ahora vez frente a ti, mi alma decidió separarse de mi cuerpo mientras dormía y cobrar forma humana por las noches, la finalidad de ello era buscar aquí en la tierra aquel árbol que aparecía en mis sueños, aquel árbol de Vegita que también había renacido como yo aquí en la tierra, ese árbol que era el nexo que me pondría una vez más frente a ti, como te dije, yo sabía que tu vendrías, yo sabía todo lo que estaba pasando contigo y con los demás, pero a su vez estaba consciente que siendo solo un espíritu no puedo hacerles de mucha ayuda ahora. La Milk terrenal aún no está consciente de lo importante que es para el futuro de todos los universos, la Milk terrenal aún no es capaz de aceptar su destino, ella cree que todo lo que sueña son ello sueños, pero sé que llegara el día en ella tendrá que aceptar su destino una vez más, y cuando ello suceda, ya no habrá necesidad de seguir saliéndome de mi propio cuerpo, respondió Milk con calma, al tiempo que sintió unos pasos acercarse.
Creo que ya viene Vegueta, dijo Gokú.
Sí, respondió la pelinegra, mirando al pequeño arbolito.
Tiene suficiente energía como para un mes, acoto Gokú.
Lo sé, por ahora no puedo brindarle más, aún estoy tratando de controlar mi poder, este poder que en un determinado momento te lo brindare a ti, dijo la pelinegra con dulzura.
No te preocupes, creo que Voltius recibió lo suficiente de energía, respondió Gokú.
Sí, yo también lo creo, dijo Milk, al tiempo que el joven de cabello de flama llegaba al lugar.
¿Ya energizo a Voltius?, decía Vegueta, posando su mirada en su amigo, mientras la pelinegra se sentaba junto al gigantesco árbol, y entraba en meditación.
Sí, respondió Gokú.
¡Qué bueno! entonces volvamos, dijo Vegueta con calma.
Sí, respondió Gokú, mientras dirigía su mirada al lugar donde estaba la pelinegra.
Kakaroto, no podemos perder más tiempo, tenemos que llevar a Voltius a Nuevo Vegita, decía Vegueta.
Bien, ya voy, respondió Gokú, mientras su amigo se elevaba en el aire. Nos vemos, acoto el joven de cabello alborotado con dulzura.
¡Gracias por hacer de este día, un día más que especial para mí!, dijo Milk mientras abría sus parparos con lentitud.
¡Kakarotooooo! llamaba Vegueta.
Ya voy, dijo Gokú, regalándole una dulce sonrisa a la pelinegra antes de marcharse del lugar.
Hasta pronto amor, pensaba la pelinegra.
Minutos después: "Nave espacial"
A tiempo, decía Vegueta, mientras la puerta de la nave se cerraba tras la entrada de su amigo.
Gokú, solo sonrió ante las palabras de su amigo, al tiempo que caminaba hacia el asiento que le correspondía.
¿Cómo la convenciste?, ¿Le platicaste todo sobre ella?, decía Vegueta.
No fue necesario, ella ya sabía el motivo por el que estábamos allí, al menos esa parte suya lo sabe, respondió el joven de cabello alborotado con calma.
¿Cómo?, no comprendo, agrego Vegueta.
Como nos lo dijo el Supremo, ella tiene dos vidas aparentemente, terrícola y diosa, su parte terrícola, es decir su parte física que descansa mientras su espíritu viene a este bosque, desconocerá todo lo que ha vivido hoy, sin embargo, su espíritu, su otro yo, no solo sabía que hoy nos presentaríamos frente a ella, y que traeríamos a Voltius para que lo energice, su otro yo sabe todo lo que hemos pasado no solo nosotros, sino también los seres de otros universos, dijo Gokú.
Vaya, respondió Vegueta, haciendo una pausa para acotar: Hora de partir.
Bien, dijo Gokú.
Bosque:
Gokú, mi buen y dulce amor, ¡gracias por hacer de este día un día más que especial! decía la pelinegra, mientras miraba a una nave espacial elevarse en el aire, luego de ello la jovencita empezó a desvanecerse.
Tiempo después: "Habitación de Milk"
Una pelinegra se sentaba sobre su cama llevando sus manos a la altura de su corazón, mientras pensaba: ¿Por qué me siento tan feliz?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro