Capítulo 33: "Amor en silencio-Parte II"
¿Qué tal me veo?, decía una peliazul, mientras se tomaba el cabello.
Pues te queda muy bien ese nuevo look, respondió una bella pelinegra.
¡Gracias Milk!, dijo la peli azul
Yo pienso igual, además el vestuario que elegiste combina muy bien con tu nueva imagen, respondía una rubia.
Yo también lo creo así Dieciocho, decía la peliazul.
Supongo que tendrás cita con Yamcha, respondió la pelinegra con calma.
Así es, dijo sonriendo Bulma.
Entonces solo iremos las dos por el helado, acoto la pelinegra mirando a la rubia.
No precisamente, Krilín y mi hermanito irán con nosotros, dijo Dieciocho.
Tu hermanito, respondió de manera picara la peliazul, mirando a la rubia y a la pelinegra.
Si, él en cuanto supo que no solo saldría a tomar un helado con Krilín, se ofreció también a ir, agrego Dieciocho sonriendo.
Pues desde hace algún tiempo tu hermanito se le ha dado por salir más en grupo, ¿no?, ¿por qué será?, dijo de manera picara la peliazul.
Hay el amor, el amor, el amor, respondió Dieciocho sonriendo, mirando con disimulo a la pelinegra, que se encontraba muy concentrada bebiendo su refresco.
Nuevo Vegita:
Un joven cabello de flama observaba desde el umbral de una puerta a un pensativo joven de cabello alborotado que se encontraba colocándose sus botas, mientras estaba inmerso en sus propios pensamientos.
Por más que intente convencer a Vegueta para quedarnos unos días más, él no quiso hacerlo, él dice que el Supremo solo autorizo nuestra salida de Delta por 10 días, y tenemos que volver en ese tiempo con el apoyo de Orius, bueno si bien Vegueta sabe que yo puedo ir y venir de Delta a cualquier otro planeta sea del universo que sea, Orius no sabe ello, ni debe saberlo, pues de hecho le comentará al Supremo y este sería capaz de hacer que vaya al Planeta Supremo para me tenga mejor vigilado, y así ya no podré venir a ver a mi angelito bello aunque sea una vez al mes. Ni pensar que he podido verla por tantos días seguidos, estos días han sido tan maravillosos, pensaba Gokú, al tiempo que un recuerdo venían a su mente.
-.Recuerdo.-
Un apuesto jovencito de cabello alborotado se encontraba escondido tras un árbol, esperando la llegada de su amada.
Es que hoy no piensa venir, decía en tono nostálgico el apuesto joven de cabello alborotado, mientras posaba su mirada en el oscuro cielo. ¿Y si voy a verla?, acoto el joven al tiempo que llevaba dos dedos de su mano a la altura de su frente, luego de algunos minutos, el apuesto muchacho apareció en una habitación.
Es su alcoba, pero ella no está, sin embargo, siento su cálido ki, pensaba el joven, cuando en un determinado momento escucho un sonido.
Parece agua, dijo Gokú, posando su mirada en una pequeña puerta que había en el lugar, al tiempo que una dulce voz tarareaba una canción. Es ella, debe estar refrescándose un poco, será mejor irme, pensó.
¿Mamá, papá, están allí?, escucho el apuesto jovencito, quedándose rígida cual estatua ante la dulce voz. No demorare, solo les pido unos 15 minutos, decía la dulce voz, al tiempo que el sonido del agua dejaba de escucharse.
¿Qué hago?, ¿Me voy sin llegar a verla?, pensaba Gokú, mirando hacia una de las cortinas que había en la habitación, tras algunos segundos, el apuesto muchacho decidió ocultarse tras las mismas.
Qué raro, me pareció oír pasos, decía una dulce voz tras abrir la perilla de la puerta de una pequeña habitación que estaba dentro de su dormitorio.
Gokú con cautela la miraba tras la cortina, la jovencita llevaba el cabello suelto y húmedo, su cuerpo estaba envuelto por una toalla que le cubría desde sus pechos hasta la mitad de sus muslos.
Será mejor irme, pensó un sonrojado Gokú, mientras realizaba su tele trasportación.
-.Fin del recuerdo: Tiempo actual.-
Desde ese día decidí solo esperarla en el bosque, para verla de lejos como lo hacía desde que supe dónde estaba, pensaba Gokú, al tiempo que el joven de cabello de flama entraba al lugar.
Creo que hemos hecho un buen trabajo, decía Vegueta, haciendo que su amigo levante la mirada.
Sí, es cierto, respondió Gokú.
¡Gracias por el apoyo amigo! hoy no haremos más, puedes hacer lo que gustes en las horas que restan del día, dijo Vegueta.
¿En verdad?, respondió Gokú con una amplia sonrisa en su rostro.
Sí, solo se cauteloso, dijo Vegueta.
¿Qué?, agrego confundido Gokú.
Te conozco Kakaroto, te conozco, pero, en fin, solo te pido cautela, bueno, yo me voy con Tarble, tenemos que revisar unos papiros, dijo Vegueta.
Claro, respondió Gokú, al tiempo que pensaba: ¿Vegueta sabrá que ya encontré a Milk?, bueno, ya lo sabré después, de seguro él terminará diciéndomelo, lo mejor será aprovechar el tiempo que me resta de hoy para pasarlo cerca de ti, ya que será mi último día en Nuevo Vegita, una vez que vuelva a Delta volveré a mi ritmo de visitas a la tierra, una vez al mes o si la suerte me acompaña 2 veces al mes.
Gokú con apoyo de la tele trasportación fue al Planeta Tierra, específicamente al lugar donde vivía Milk.
Todo se ve tan distinto a estas horas del día, pensaba Gokú, mientras observaba el jardín de la casa.
Dentro de una habitación:
Una pelinegra que estaba sentada en su escritorio realizando su tarea, sintió una ola de frio recorrer su cuerpo, al tiempo que dejo caer su bolígrafo al piso.
¿Qué me pasa?, es una sensación extraña, pensó la joven llevando las manos a la altura de su corazón.
La pelinegra recogió su bolígrafo, se puso de pie y camino hacia la ventana de su habitación, desde donde dirigió su mirada hacia el jardín.
Mi cuerpo está temblando, pero no siento temor, no comprendo que me pasa, pensaba la jovencita.
En tanto:
Gokú se encontraba oculto tras una banqueta observando a un par de hombres que se estrechaban las manos en el umbral de la puerta de la casa de la pelinegra.
¿Quién de ellos será su padre?, su padre, ahora tiene padres, ahora tiene la vida que anhelo, una vida con una familia, con amigos, no está sola como estaba en Vegita antes de que ella y yo nos conociéramos, pensaba Gokú.
Habitación de Milk:
Hija, vino un amigo de tu padre, y él junto a mi lo llevaremos a conocer el pueblo, ¿quieres venir?, escucho la pelinegra.
No mamá, tengo aún pendientes, respondió la pelinegra mientras se alejaba de la ventana.
Bien hija, no tardaremos mucho, fue lo último que escucho la pelinegra.
Creo que debo salir un rato a tomar aire fresco, sí, eso haré, debo estar tensionada con todas las tareas que aún me faltan por hacer, pensó la bella jovencita.
Jardín:
Gokú observo salir a una mujer con rasgos muy parecidos a la pelinegra, la cual se tomó del brazo de uno de los hombres, y luego los tres abordaron un auto.
Ellos deben ser los padres que le asigno el Supremo a Milk en su nueva vida, pensó Gokú, cuando escucho unos pasos. Es ella, pronunció al tiempo que hecho a volar hacia el tejado de la casa.
A los pocos minutos vio a la pelinegra llegar al lugar donde estuvo, el joven siguió desde el tejado cada uno de los movimientos de la jovencita.
Milk sin saber que era observada tomo asiento en la banqueta desde la cual miraba las flores que había en el jardín.
Es extraño siento como si no estuviera sola aquí, de hecho, estoy tensionada, tal sea mejor tomar algún te relajante, sí, eso haré, pensó la pelinegra.
Tejado:
¿A dónde va?, tengo que ser cauteloso, ella no puede verme, aunque así me viera no sabrá quién soy, su alma y su cuerpo aún no se han vinculado por completo, pensaba Gokú con nostalgia.
Tras algunos minutos el joven de cabello alborotado decidió tele trasportarse al interior de la casa.
Parece que solo esta ella, pensaba Gokú, mientras observaba con detenimiento el lugar.
En tanto:
La pelinegra dejaba una taza sobre su mesita de noche, al tiempo que pensaba: Tal vez sea mejor descansar un poco, sí, creo que no estoy durmiendo lo suficiente, por ello ando tan nerviosa.
La joven camino hacia su cama, se acostó en la misma, cerro sus ojos y tras algunos minutos, cayó en sueño profundo, al tiempo que el apuesto joven de cabello alborotado abría con cautela la puerta de la habitación.
¿Será que no vino para aquí?, pensó Gokú, mientras miraba el lugar, hasta que su vista se posó en la cama, en donde pudo ver a su amada profundamente dormida. El apuesto joven cerró la puerta con la menor fuerza posible para así evitar hacer ruido y despertar a la jovencita de su sueño, luego camino sigilosamente hacia el lugar donde estaba ella.
Tras algunos segundos el joven de cabello alborotado ya estaba junto a su amada, tomo a asiento en el borde de la cama, al tiempo que con delicadeza tomo una de las manos de la pelinegra entre las suyas, mientras decía en voz baja: Hoy velare tus sueños.
Gokú observo durante varios minutos el rostro de su amada, el cual reflejaba tranquilidad.
¿Qué estarás soñando?, pensó Gokú, mientras en el rostro de la pelinegra se formaba una dulce sonrisa.
2 horas después:
El ruido de una puerta, seguido de unas voces, hizo que el joven de cabello alborotado soltara la mano de su amada, y se ponga de pie.
Ya volvieron sus padres, dijo Gokú en voz baja.
Milk hija, ya estamos de regreso, escucho el joven de cabello alborotado.
Tengo que marcharme, iré al bosque a esperarte, tal vez hoy también vayas como todas las otras noches mi niña, dijo Gokú mientras se acercaba a su amada para depositar un cálido beso en su frente.
Hija, hija, escucho.
Nos vemos, acoto Gokú, antes de realizar su tele trasportación.
Nos vemos mi dulce amor, respondió la pelinegra entre sueños, al tiempo que la puerta de su habitación se abría.
¿Acaso no se encuentra Milk?, decía otra voz.
Está durmiendo, respondió una mujer pelinegra.
Horas después: "Bosque"
Gokú como cada noche miraba en silencio tras un arbusto al espíritu de su amada llegar al mismo lugar donde él estaba.
Milk, mi angelito bello, mañana vuelvo a Delta, pero te prometo volver cada mes a verte, aunque sea por una noche en este bosque, aunque tú no notes mi presencia, aunque yo no pueda decirte que estoy aquí y que te amo, que te amo, que nunca deje de amarte, que nunca dejare de hacerlo, pensaba Gokú, mientras observaba a la pelinegra entrar en meditación como cada noche, pero esa noche a diferencia de otras, todo el lugar cobraba un brillo particular, en especial el gigantesco árbol en el cual la joven apoyaba su espalda.
Las hojas del árbol, pensó Gokú, mientras veía a las mismas tomar un color particular.
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