Capítulo 12: "Confesión de amor: Nuestro secreto"
Un apuesto joven de cabello alborotado acomodaba uno de los mechones de cabello de una joven diosa que estaba recostada en una cama, mientras balbuceaba entre sueños algunas palabras que confundían a su guardián.
No quiero que pase nada, no quiero, pero tampoco quiero dejar de sentir, decía la pelinegra mientras unas lágrimas salían de sus ojos y humedecían su rostro.
¡Milk! mi angelito, respondía Gokú, mientras le limpiaba con la palma de sus manos las lágrimas.
En tanto:
En otro planeta, un grupo de hombres que vestían túnicas muy elegantes se encontraban reunidos platicando, mientras esperaban el inicio de una reunión con su superior.
Y así como te digo Bastián, yo ya tengo a una diosa en la mira para tomarla como compañera en cuanto el supremo lo autorice, decía uno de los Dioses presentes.
A Naturaleza ya la aparte yo, respondió con firmeza Orius, que estaba en el grupo de Dioses.
¿Qué?, ella es muy joven para ti, en cambio yo, decía el Dios, siendo interrumpido por Orius.
La edad no es impedimento para tomar una compañera, además tu ni siquiera haz cruzado palabra con Naturaleza, las pocas veces que la has visto, en cambio yo con ella tenemos algo especial, respondía Orius.
Si no he cruzado más de dos palabras con ella es por tu culpa Orius, las pocas veces que ella ha estado presente en alguna reunión de Dioses tú te la pasas junto a ella, no la dejas ni respirar, dijo el otro Dios.
Eso no es cierto Dago, además yo solo cuido lo que será mío, y hablando de lo mío, ¿por qué Naturaleza no fue convocada a esta reunión?, respondía Orius.
Creo que no le pasaron la voz para que no nos distraiga con su belleza, decía Bastián sonriendo, mientras otros Dioses asentía, excepto uno que lo miro con molestia.
Te prohíbo que hagas comentarios impropios sobre Naturaleza, acotó Orius mirando a Bastián.
Pero si Bastián solo dijo lo que todos los aquí presentes sentimos y creemos, ¿no?, decía otro Dios.
Cierto, muy cierto, decían los demás dioses.
Naturaleza es tan bella que nos distrae, acotaban otros.
Naturaleza serás mi compañera, era el pensamiento de otros dioses.
Vegita:
Gokú, decía con dulzura la pelinegra mientras abría sus ojos, y su apuesto guardián dejaba de acariciarle su rostro con sus manos.
Yo,...yo...yo solo te estaba limpiando el rostro, es que estabas llorando, respondió un tanto nervioso Gokú.
Llorando, dijo Milk con dulzura, mientras miraba el lugar.
Sí, y decías algunas cosas que no comprendí, agregaba Gokú.
Tú me trajiste aquí, decía Milk con calma, mientras se sentaba sobre la cama.
Si, respondió Gokú.
A parte de mí, tú eres el único que puede entrar a mi morada, decía Milk con calma, mientras se ponía de pie, al tiempo que posaba su mirada en el joven de cabello alborotado mientras agregaba: La señora que me cuidaba entraba, pero conmigo cuando era una bebé, conforme fui creciendo, ella ya no pudo entrar al árbol, solo lo hacía yo, a ella solo se le permitió el ingreso al área sagrada del bosque, como se lo ha permitido el supremo a los reyes una vez y a los guerreros que vinieron contigo trayendo una vez a Voltius, pero tú, tú puedes entrar y salir del área sagrada del bosque sin problemas, además eres el único que ha podido entrar a mi morada a parte de mí, sin duda eres especial.
Gokú no respondió nada, solo trato de sostenerle la mirada a la joven Diosa a pesar de todo el nerviosismo que sentía.
Tal vez ello sea un indicador, agregaba Milk quedándose callada mientras bajaba la mirada al tiempo que se tornaba pensativa por algunos segundos, luego de los cuales volvió a posar su mirada en su guardián para preguntarle con calma: ¿Crees en los mitos?
¿Qué?, respondió confundido Gokú.
Sabes yo ahora más que nunca quisiera creer en ellos, dijo la joven Diosa, haciendo una pausa para agregar: ¿Tienes una idea del porqué de mi sollozo?
Tenías un mal sueño, ¿o tal vez una premonición?, hasta donde sé algunos dioses suelen tener la capacidad de ver el futuro, respondió Gokú, con la mayor calma posible.
No, ese no es mi caso, yo aún no he desarrollado esa virtud, si lo hubiera hecho no estaría llena de tantas dudas, ya sabría mi futuro si tomo un determinado camino, dijo Milk con calma.
Entonces, si no tuviste un mal sueño ni tampoco una premonición, ¿por qué sollozabas?, respondió Gokú intrigado, posando su mirada en la joven diosa.
Antes de quedarme dormida estuve pensando en cómo sería mi futuro, y lo que pensé me causo mucha tristeza, pues mi futuro al no ser una chica normal, no es como el de las demás jóvenes, en realidad mi vida desde que nací no fue normal, crecí prácticamente sola, con una persona que a las justas me hablaba y solo se dedicaba a cuidarme hasta que yo pueda hacerlo por sí sola, mi mundo, mi hogar siempre fue este bosque, y los animalitos y plantas que hay en este, mi familia; si llegue a ver a otras personas solo fue de lejos, cuando crecí y pude ir por primera vez al pueblo, me sentí muy feliz, pero estaba consciente que yo no podía quedarme en este que yo tenía una misión, ser la Diosa protectora de Vegita. Cuando me enteré que tendría a un guardián me sentí feliz, ya no estaría más sola en el bosque, al menos no lo estaría por tantas horas; cuando te conocí, mi felicidad se hizo real, ya no me sentí más sola, tenía alguien con quien platicar, que me acompañe en mi misión de protección del bosque, pero luego empezaron a surgirme las dudas,..., decía Milk con voz quebrada.
¿Qué dudas?, respondió Gokú intrigado.
Dudas sobre mi futuro, sobre un futuro lleno de soledad, yo estoy consciente que tu solo serás mi guardián por 10 años, luego me asignaran un nuevo guardián o el supremo decidirá que vaya a vivir al planeta de los dioses y desde allí vele por Vegita, tú harás tu vida y yo tendré que seguir con la mía, acotaba la pelinegra, mientras su voz se quebraba más.
Milk, para ello falta aún muchos años, además así deje de ser tu guardián yo siempre te visitaré, decía Gokú.
No, eso es imposible, cuando dejes de ser mi guardián, ya no podrás entrar al área sagrado de este bosque, solo podrás acceder a los alrededores, pues ya no tendrás la autorización para estar aquí junto a mí, agrego Milk, al tiempo que el rostro de su apuesto guardián entristecía, mientras sentía su corazón estrujársele de solo imaginar ese momento.
Tienes razón, dijo Gokú con nostalgia.
¿Por qué tuve que ser una diosa?, ¿por qué fue ese mi destino?, cuanto daría por tener una vida normal, por poder amar, pero al ser una Diosa no puedo hacerlo, no puedo, no puedo, acotaba la pelinegra, mientras las lágrimas que brotaban de sus bellos ojos negros empezaban a humedecer su delicado rostro.
Milk, los Dioses si pueden amar, hasta donde tengo entendido, es más se dé casos que se unen entre Dioses y ambos son las divinidades de algunos planetas, decía Gokú con la mayor calma posible, mientras la pelinegra se secaba las lágrimas de su rostro con la palma de su mano.
Si, ello es cierto, pero ese el problema, al ser una Diosa estoy prohibida de amar a la persona que mi corazón elija, toda mi conducta se rige por normas: Si haces esto puedes causar esto, si haces aquello podría suceder esto, agregaba Milk con nostalgia, haciendo una pausa para acotar: Yo creo que nunca podré amar a un Dios como yo, por ello mi futuro lo veo lleno de soledad.
No digas eso, respondió Gokú con nostalgia.
¿Qué opinas del amor?, dijo Milk, sorprendiendo con su pregunta a su guardián.
¿Qué?, respondió nervioso Gokú, mientras bajaba la mirada.
¿Lo has sentido alguna vez?, ¿te has enamorado de alguien?, acoto la pelinegra, haciendo que el rostro de su guardián enrojeciera.
Gokú no le respondió nada, solo permaneció en silencio, mientras sentía que cada vez su rostro le ardía más, y le era imposible conectar nuevamente miradas con la joven Diosa.
Yo, estoy enamorada, dijo Milk, haciendo que el joven de cabello alborotado sienta nostalgia, mientras trataba de evitar que alguna lágrima se escape de sus ojos que se habían tornado húmedos ante la confesión de la joven que amaba.
Está enamorada, ¿de quién?, ¿de quién?, tal vez de Orius, si ese Dios es el único que la visita, pero ella ha ido a esa reunión de Dioses, a lo mejor allí conoció a algún Dios y...., no eso no es posible ella acaba de decirme que ella cree que nunca podrá amar a un Dios como ella,..., pensaba Gokú, cuando escucho algo que lo confundió más.
Pero de alguien que no es un ser celestial como yo, decía Milk, mientras miraba con dulzura el rostro de su guardián.
¿Qué?, respondió Gokú levantando la mirada, al tiempo que la pelinegra caminaba hacia él.
Las normas dicen que no puedo enamorarme de alguien que no sea como yo, pero yo no pude evitar ello, dijo Milk colocando sus manos en el rostro de su guardián, haciendo que ambos conecten miradas.
Gokú trato de alejarse de la joven Diosa, pero esta lo detuvo tomando una de sus manos entre la suyas, al tiempo que acotaba: ¿Tú incumplirías las normas por amor?
No me preguntes eso, dijo Gokú en tono nervioso, posando su mirada en la joven Diosa.
Solo respóndeme sin sentir temor, agrego la pelinegra.
No puedo hacerlo, perdóname, pero yo no...., decía Gokú, pero fue silenciado por un par de dedos de la mano de la pelinegra.
Leí tus escritos, acoto la Milk, con dulzura, mientras miraba el rostro de su guardián, al tiempo que retiraba sus dedos de los labios del joven de cabello alborotado.
¿Qué?, dijo Gokú con voz temblorosa.
Los que escribiste aquí, y los que están fuera, acoto Milk señalando unos escritos, haciendo que su apuesto guardián bajara la mirada.
Yo,..., decía Gokú con voz titubeante.
¡Te amo! agregó Milk con tanta calidez, que nublo cualquier tipo de pensamiento en la cabeza de su apuesto guardián, y fue suficiente para que este olvidará quién era ella, y tome sus manos con dulzura, mientras como si fuera jalado por un imán acercara su rostro al de la joven para posar sus labios sobre los suyos.
El par de jóvenes se besaron por algunos segundos con torpeza, luego de los cuales Gokú se dio cuenta de lo que estaba haciendo y soltó las manos de la pelinegra, se alejó lentamente de esta al tiempo que decía: ¡Perdón! No sé qué me paso, dame un castigo por faltarte el respeto, lo merezco.
¿Qué?, dijo Milk creyendo haber oído mal.
Perdóname, perdóname, respondía Gokú, mientras caía de rodillas al piso.
Ponte de pie, no hagas eso, no me hagas esto, decía Milk con dulzura, mientras tomaba las manos de su guardián.
Es que..., acotaba Gokú.
No escuchaste lo que te dije, ¡Te amo!, ya no me niegues más tu amor, porque sé que me amas gracias a todas esas frases escritas en este árbol, decía Milk.
Sí, es cierto ¡te amo! pero estoy consciente que algo entre los dos no está permitido, respondió Gokú con nostalgia, mientras se ponía de pie.
¿Por qué?, ¿por las normas de los dioses y los guardianes?, decía Milk.
Sí, tú conoces mejor que yo ellas, acoto Gokú.
Nadie ha probado que lo que dice esas normas sea verdad, dijo Milk con calma.
Ello es cierto, pero me da temor, yo, no quisiera que algo le pase a mi planeta por incumplirlas, agrego el joven de cabello alborotado.
Yo tampoco quiero ello, pero tampoco quiero tener un futuro lleno de soledad, quiero amar y sentirme amada por la persona que mi corazón elija, y mi corazón ya eligió y te elogio a ti, decía Milk.
Tengo miedo, no quiero causarte daño tampoco, respondió Gokú.
Tú no me haces daño, tú me haces feliz, dijo Milk, tomando las manos de su guardián entre las suyas, al tiempo que acotaba: Yo también tengo temor, pero a la vez quiero ser feliz, aunque comprendo tu temor, y no quiero obligarte a que hagas algo que no quieres...
Milk, yo también quiero ser feliz, y sé que solo podre serlo contigo, respondió Gokú, mientras se tornaba pensativo por algunos segundos, tras los cuales agrego: Este árbol, si este árbol será nuestro cómplice.
¿Qué?, dijo Milk confundida.
Solo tú y yo podemos entrar en el mismo, ¿no?, respondió Gokú.
Si, dijo Milk.
Todo lo que pasa fuera de este árbol puede ser visto por el Dios supremo, ¿verdad?, respondió Gokú.
Así es, dijo Milk confundida.
Bien, entonces esa es la solución para no levantar sospechas del supremo, ni de ningún otro Dios, tu y yo seguiremos siendo Diosa y guardián fuera de este árbol, pero cuando entremos a este tú y yo, seremos dos seres que se aman, respondió Gokú.
Claro, todo lo que pase dentro de mi morada nadie lo sabrá, dijo Milk sonriendo.
Así es, aquí podremos vivir nuestro amor libremente sin temores, pero cuando estemos fuera del árbol seremos Diosa y su guardián, agrego Gokú.
Bien, estoy de acuerdo, nuestro romance será nuestro secreto, dijo Milk con dulzura.
Así es, respondió Gokú, mientras la pelinegra se acercó a él y rodeo con sus delicados brazos su cuerpo.
¡Gracias por permitirme ser feliz, te amo!, dijo Milk.
Yo también, respondió Gokú, depositando un cálido beso en los cabellos de la joven diosa.
Nota:
Aquí les dejo un capítulo más de "Vengadores del otro mundo", el cual me salió muy extenso la verdad, pero tenia que ser así debido a la trama de esta historia. Espero y este capitulo de su agrado y les brinde un poco de entretenimiento.
¡Gracias de antemano a cada persona que estén leyendo esta historia¡¡Gracias especiales a aquellas que dejan su voto en cada capítulo de esta historia, ya que un voto para mí es un reconocimiento a lo plasmado¡ y ¡Gracias muy especiales a aquellas personas que se animan a dejarme algún comentario en los capítulos!, sus comentarios los aprecio mucho, pues me permite saber si mi trabajo es de su agrado; además quiero aprovechar para agradecer a las personas que están leyendo mis demás historias en proceso y las concluidas¡¡gracias por sus vistos, votos y comentarios en cada una de estás¡
También les informo para las personas que leen mis historias alternas de CaptainTsubasa, que el día de hoy estaré publicando por adelantado un capitulo de "Por aquel error" , ya que mañana se me hace imposible publicarlo debido a un asunto familiar. Así mismo les comunico que esta semana "Vengadores del otro mundo" solo tendrá dos actualizaciones a la semana, hoy lunes y el viernes de la presente semana.
Ahora si me despido, con "Vengadores del otro mundo" será hasta el día viernes de la presente semana, si Dios me lo permite con una nueva actualización de la misma.
Con mucho cariño.
PrincesaLirio.
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