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Capítulo 11: "¿Mito o realidad?

Un joven cabello de flama miraba desde el umbral de una puerta hacia el interior de un ambiente donde había algunas mesas, al localizar a la persona que buscaba decidió entrar y acercarse a la mesa que este ocupaba.

¿Qué haces aquí?, pensé que detestabas la lectura, que preferías más las batallas para por si solo desarrollar nuevas técnicas, ya que siempre me dijiste que lo que digan los escritos de nuestros ancestros sobre técnicas no es de tu interés, decía Vegueta, mientras veía a un apuesto jovencito de cabello de cabello alborotado mirar detenidamente una hoja.

Ve....Vegueta, respondió Gokú en tono nervioso, al notar la presencia de su amigo en el lugar, al tiempo que cerraba rápidamente el escrito que leía.

Sí, soy yo, ¿a poco pensaste que era un espíritu de mis ancestros que se salió de uno de esos escritos?, acoto Vegeta con una ligera sonrisa en su rostro.

No claro que no, como puedes decir algo así, dijo Gokú con la mayor calma posible.

Bueno, en fin, te estaba esperando para que tuviéramos una pequeña batalla, ya que hace más de un mes que no entrenamos juntos debido a mis ocupaciones y a las tuyas, pero hoy tuve descanso y decidí ir a esperarte en el patio trasero del castillo, pero no llegaste a este como lo haces siempre, sino te viniste directamente aquí, por eso vine a buscarte, quiero saber cuánto has incrementado tu fuerza en este último mes que no hemos entrenado juntos, respondió Vegueta.

Aumentado mi fuerza, decía Gokú.

Si Kakaroto, sé que aún no alcanzas todo tu potencial, a pesar de la presencia de Naturaleza a tu lado, hasta donde sé tu poder aumentará de manera gradual para no alertar más a los enemigos, ya sabes que ellos saben de los beneficios de tener a Naturaleza como nuestra diosa, respondió Vegueta.

Cierto, dijo Gokú, cerrando el escrito que estaba leyendo, al tiempo que el joven cabello de flama posaba su mirada en los títulos de los demás libros que estaban sobre la mesa.

¿Por qué tienes interés en conocer más sobre los dioses y sus normas?, ¿acaso Naturaleza te pidió que indagarás sobre ello?, agrego Vegueta intrigado.

¿Qué?, dijo Gokú un tanto nervioso.

¿Naturaleza te lo pidió?, respondió el joven cabello de flama, haciendo una pausa para acotar: ¿O lo estás indagando por iniciativa tuya?

Bue...bueno, lo que pasa es que quería saber hasta cuanto poder puedo alcanzar por haber sido elegido como guardián, decía Gokú, tratando de controlar su nerviosismo.

¿Y encontraste la respuesta?, respondió Vegueta en tono intrigado.

Creo que sí, al menos todos los textos que hasta ahora he leído habla de lo mismo, los dioses incrementan los poderes de sus guardianes, lo malo es que no dicen hasta cuanto, dijo Gokú.

El poder que puede alcanzar un guardián es algo que aún no se ha descrito en los escritos Kakaroto, yo he leído todos los escritos que hay en este librero, por ello te lo digo, respondió Vegueta, con calma.

Entonces bien todo podría ser solo un mito, dijo Gokú, mientras pensaba: Si bien puede ser un mito eso de que esté prohibido una relación entre un dios y su guardián.

¿Qué?, respondió Vegueta.

Olvídalo, dijo Gokú.

Kakaroto, no es un mito, el que seas un guardián eleva tu poder de pelea, hasta cuanto, eso no lo dice los escritos, pues ello dependerá del Dios del que sea guardián. Todos los Dioses son muy poderosos, pero muchos de ellos no todos tienen la capacidad de usar esos poderes para los combates, ese es el caso de Naturaleza, ella usa sus poderes para curar, para proteger nuestro planeta con su energía y elevar nuestro poder de combate, pero el poder que nosotros podamos elevar no será nada comparado con el de su guardián, así dicen los papiros que hablan sobre su presencia en nuestro planeta, respondió Vegueta.

¿Y dónde están esos papiros?, aquí no encontré nada relacionado con ella, decía Gokú.

Los tiene mi padre, todos los papiros relacionados con ella no pueden estar en un librero, pues podrían caer en manos de algún enemigo, respondió Vegueta.

Claro, pero a mí me gustaría leerlos, dijo Gokú.

Si gustas luego que me muestras tus nuevos poderes en un combate, vamos con mi padre para que te permita verlos, respondió Vegueta.

Bien, ¡Gracias!, entregare estos textos y nos vamos, dijo Gokú, poniéndose de pie, pero al hacerlo dejo ver el título de texto que estaba leyendo.


"Relaciones entre Dioses (as) con sus guardianes"


Kakaroto, dijo Vegueta.

¿Dime?; respondió Gokú.

Has tenido algún problema con Naturaleza, agrego intrigado Vegueta.

No, claro que no, ¿por qué?, dijo Gokú.

Por el escrito que estabas leyendo, pensé que estabas teniendo algún problema con ella, dijo Vegueta.

Pues no, solo quería conocer más sobre las relaciones de los Dioses y los guardianes, nada más, respondió Gokú.

Bueno, vamos a tener un combate, dijo Vegueta.

Sí, respondió Gokú.

En tanto:

Una bella pelinegra revisaba una y otra vez uno de los párrafos que había en uno de los escritos que estaba leyendo.


Un Dios o Diosa no puede involucrarse sentimentalmente con su guardián, pues si ello llegará a pasar puede suceder una verdadera desgracia, ya que el poder del guardián sería tal que él mismo no sería capaz de controlar.


El poder, aquí habla de poder, no de destrucción de un planeta, aunque si hay poder ilimitado atraerá la maldad, pensaba la joven Diosa, posando su mirada en otro párrafo del papiro.


Por ello se debe evitar las relaciones entre Dioses y guardianes, si bien nada está probado, mejor evitar a generar desgracia.


¿Y si solo fuera un mito?, pensaba la pelinegra.

Alrededor del castillo:

Tras una ardua batalla, el joven de cabello alborotado expulsaba todo su poder haciendo que el suelo empezara a temblar y las pequeñas rocas que había en el mismo se elevaran.

Detente Kakaroto, detente, o destruirás no solo al castillo sino además al planeta, decía Vegueta con calma, mientras las personas que habitaban en el castillo y alrededor salían de sus habitaciones ante el poderoso ki que había sido capaz de sacudir las paredes del lugar donde vivían.

Bien, respondió Gokú.

Esa solo es la cuarta parte de todo tu poder, ¿verdad?, dijo Vegueta.

Sí, respondió Gokú.

Vaya, sin duda te has convertido en el Sayayin más poderoso de nuestro planeta, decía Vegueta.

Vegueta llévame con el rey, agrego Gokú sin darle importancia al comentario de su amigo.

Bien vamos, antes de que papá vaya a descansar, dijo Vegueta.

Minutos después:

Los papiros de Naturaleza, decía el rey.

Sí su majestad, respondió Gokú.

¿Para que los quieres?, dijo el rey.

Quiero conocer más de la diosa que tengo que proteger, siento que los papiros que me dio no contienen toda la información sobre ella, respondió Gokú.

Está bien te permitiré que los leas, pero lo harás aquí y ahora mismo, dijo el rey.

Como usted lo diga majestad, respondió Gokú.

Algo más, no vuelvas a causar temor en nuestros habitantes, si mi hijo y tu quieren entrenar, háganlo en el espacio, dijo el rey.

Como diga su majestad, respondió Gokú.

Vegueta, entrégale los papiros y que te los de hoy mismo, yo ya me voy a descansar, dijo el rey.

Bien padre, respondió Vegueta, luego de ello se dirigió al lugar donde su padre guardaba los papiros, los tomo y se los dio a su amigo. Todos tuyos, acoto.

¡Gracias! dijo Gokú.

2 horas después:

Gokú posaba su mirada en un párrafo, y lo miraba con detenimiento tratando de comprender a que se refería el mismo.


Nadie ha probado si el pasar la línea Dios (a) - Guardián puede causar la destrucción de un planeta, lo que sí se sabe es que una relación así está prohibida pues los poderes del guardián podrían elevarse tanto que tal vez el mismo guardián no pueda manejarlos y termine causándose daño, por ello es responsabilidad del Dios no cruzar la línea Dios (a) – Guardián


Tal parece que todo lo que está plasmado en las normas de los Dioses y los guardianes solo son mitos para causar temor y evitar alguna posible relación entre el guardián y su Dios o Diosa, ¿o estaré equivocado?, pensaba Gokú.

Aún no terminas Kakaroto, decía un adormilado Vegueta.

¡Eh! ya terminé amigo, respondió Gokú.

Y ahora si quedaste satisfecho con la respuesta que buscabas, acoto el príncipe Sayayin.

Creo que si, dijo Gokú, al tiempo que pensaba: ¿Cómo saber si solo es un mito y no una realidad lo que dicen las normas?, los papiros de Naturaleza, solo indican que ella no debe amar, sin embargo, el mismo papiro dice que una relación entre Dioses si es aceptada, más no con un ser no supremo, sin embargo, también menciona que nadie ha probado que el pasar la línea Dios – Guardián, sea dañino para ellos.

Bueno, dame los escritos para guardarlos entonces, y ve ya a descansar, decía Vegueta.

¡Eh! si, toma, respondió Gokú, entregándole los papiros a su amigo.

Luego de ello Gokú empezó a caminar hacia la salida del lugar.

Kakaroto, escucho el apuesto Sayayin, haciendo que detenga sus pasos.

Dime Vegueta, dijo Gokú, tras girar a ver al príncipe de su planeta.

Las normas se hicieron para cumplirlas, ten ello siempre presente, agregó Vegueta.

Siempre tengo presente las normas Vegueta, respondió confundido Gokú.

Qué bueno, dijo Vegueta.

Luego de ello Gokú salió del lugar.

Tras algunos minutos de caminata, el joven detuvo sus pasos al ver a su abuelo en medio del pasillo.

Te estuve esperando Gokú, decía el anciano.

Abuelito, respondió el apuesto jovencito.

¿Cómo estás?, ya casi no te veo por el castillo, ¿Cómo te sientes?, decía el anciano.

¿Qué?, respondió confundido Gokú.

¿Estás cómodo con Naturaleza?, dijo el adorable anciano.

Si abuelo, respondió un tanto nervioso Gokú, mientras su abuelo lo observaba.

Al día siguiente: "Bosque Sagrado"

Un apuesto joven de cabello alborotado al no encontrar a la diosa del que era su guardián en el bosque decidió entrar a la morada de esta, al hacerlo la encontró acostada en el suelo de la misma, sin hacer ruido se acercó a ella, la tomo en sus brazos, ante este acto él noto que el rostro de la joven estaba marcado por lágrimas.

Milk, estuviste llorando, pero ¿Por qué?, Acaso te sentiste mal?, pensaba Gokú mientras caminaba con la joven diosa en sus brazos.

Y si no fuera real, si solo fuera un mito, decía Milk en sus sueños.

¿Qué?, respondió Gokú intrigado, mientras colocaba con delicadeza a la bella diosa en su cama.

Cuanto daría por que solo sea un mito, acotaba la pelinegra, mientras lágrimas brotaban nuevamente de sus ojos.

Angelito bello, no llores, dijo Gokú, mientras miraba con nostalgia a la pelinegra.

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