Te Detesto
Girl Next Door —Copperpot
Alicia
📌La Firulai gorreandole a su tío Thomas en su primera salida a conocer Londres😂😂😎💅
—Es que mami tiene que ser marica —dije mirando su estado en WhatsApp mientras el mesero llegaba con nuestra cena— Alv, hasta se llevaron a Firulai.
Escuché a Dylan reír en su asiento. Nos habíamos metido a un restaurante todo chévere que estaba en el centro comercial en lo que llegamos. Dylan prácticamente me llevó a rastras porque necesitaba ropa de invierno ya que me llevaría de paseo y no quería que agarrara un resfriado o me muriera de hipotermia pero si fuera por mí, nos hubiéramos quedado durmiendo.
Además me dio ladilla cocinar y a él también.
—Come —me señaló con su tenedor— porque después de aquí empezaremos a entrar de tienda en tienda y tu nunca te decides.
Khomo lo zupo?
Puse una cara de fastidio.
—¿En serio es necesario comprar ropa ahora? —hice una mueca— tengo ladilla, menor
—No quiero que vayas a enfermarte, Bonita. Necesito que estés abrigada.
—Estoy abrigada.
—Si, pero ¿Qué será de ti cuando mi buzo esté sucio?
Gruñi dándole la razón y empecé a comerme mi pastel de carne. Chama esto era hermoso. Dejaba en ridículo al arbolito del sambil.
Pasaban carajitas con paquetes de regalos desde la sección de Santa Claus y también pasaban personas comprando regalos de último momento lo que me recordó que a la pipol de mi casa no le había comprado nada.
Seguí revisando los estados en mi teléfono hasta que vi uno que me encantó.
📌Contigo aquí en casa, ésta será la mejor de las navidades. My Beauty Queen, AMRP💖💖💖
—¿Porqué eres tan bello, marico? —sonreí mientras le mostraba la foto.
Sonrió de medio lado y evitó mirarme a la cara o sino moriría de vergüenza.
Es que lo adoro.
Terminamos de comer y cuando salimos del restaurante Dylan me arrastró a la primera tienda tratando de ocultar su rostro tras unos lentes de sol. Le dije que se veía ridículo porque era la misma vaina. Hasta yo lo veo por la calle y lo reconozco.
Tomó un suéter de lana color blanco de uno de los ganchos para que me lo fuera a probar en un rato. Hizo lo mismo con unos Jeans, un par de chaquetas y unos gorros.
No me daba mala vida porque me había traído la Américan del Jorjius y ese tenía cobre hasta para quemar, lo que me daba era ladilla de cambiarme tantas veces.
—Dy, eso es demasiado —dije al ver que de verga se le veía el copete— no va a entrar en mi maleta todo.
—Descuida, meteremos parte en la mía. No traje tanta ropa porque en casa aún conservo algo.
Es que el carajito es terco.
—¿Puedo ayudarles en algo?
Ambos giramos y es aquí donde sí me senti arrechamente rayita.
La bicha era TREMENDA catira que si yo me metiera a marica, le caigo.
Bah, yo le meto mejor a Julia, es la misma vaina que Dylan.
Si él no fuera un año menor, serían mellizos, digalo.
La marica tenía era la cuerpa, osea asi tu sabes chama. Y lo más arrecho era que Dylan hace ratico que lo había notado porque no miraba para otro sitio que no fueran las tetas de la caraja.
Me arreche. Me arreche horrible.
Estaba a punto de negarme hasta en Árabe hasta que pasó una vaina que me dio más arrechera.
—Si, por supuesto —dijo Dylan— mi amiga y yo estábamos buscando algo bonito para ella. Necesita ropa invernal.
Su amiga.
SU AMIGA.
La caraja me miró de arriba abajo y lo que me provocó era encajarle el bolígrafo que sostenía su pelo en el ojo.
Se me está saliendo lo maracucho de la familia.
—Eh... ¿Quieres un MakeOver para ella? —hizo una mueca— porque con ése estilo que tiene...
—¿Disculpa? —Levanté una ceja— yo me visto bien para tu información. Que no me vista como una Put...
—Alicia —me trancó Dylan.
De paso la defiende.
Es que ya va a ver cuando lleguemos a la casa.
Marica es que ni con Marianna llevé más arrechera.
—¿Sabes qué? —saqué los sueteres, los guantes, las chaquetas y los gorros de los brazos de Dylan. Los jeans si se los dejé porque tenía muchos y no me los quería probar— iré a pagar esto, es peo tuyo qué haces porque cuando termine, la yocsy se va en taxi. Pajuo.
Me dirigí a la caja y una chama diferente me atendió, le entregué la Américan y los datos.
—¿Qué sucede? —preguntó él llegando con la caraja.
Lo ignore y le di mi nombre a la cajera.
—Alicia, respondeme.
Tomé las bolsas con el logo de la tienda y guardé la tarjeta. Me dirigí a la entrada ignorando a Dylan olimpicamente.
Pero lo más arrecho es que cuando voltee para ver si me seguía, le estaba dando su autógrafo a la catira.
Seguí caminando hasta salir del centro comercial. Un taxi acababa de pararse y de éste había bajado una señora, era mi oportunidad. Fui hasta el taxi pero cuando iba a sentarme, me tomaron del brazo impidiendolo.
—Alicia, ¿A dónde crees que vas?
Cerré los ojos y tuve que respirar profundamente para no insultarlo ahí mismo.
—Dylan, déjame.
—No lo haré.
—Sueltame o grito, nojoda.
—No voy a Soltarte, Alicia Michelle.
No si.
Miré a mi al rededor y había un grupo de al rededor de diez carajitas cerca. Todo pasó tan rápido pero se sintió como si lo hubiera hecho en cámara lenta.
Alicia Matrix me decían.
—¡Oh por Dios! ¡Es Dylan O'Brien! —grité llamando la atención de las carajitas esas y en lo que Dylan se distrajo le quité los lentes.
Lo reconocieron
Dylan entró en pánico al ver cómo las carajitas venían corriendo hacia él y cuando se volvió a distraer, saqué mi brazo de su agarre y me metí dentro del taxi
—A Manhattan, por favor. Y rápido.
El taxista asintió y le metió chola dejando atrás a Dylan que estaba rodeado de las carajitas esas y muy furioso.
Me sabe a mierda.
—¡ALICIA! —escuché cómo gritó a lo lejos, arrecho.
Lo ignore y busqué mi teléfono el número de la primera persona que se me ocurrió.
—¿Bueno?
—Jules, voy en un taxi a Manhattan y no me sé la dirección, ¿Cuál es la dirección de tu hermano?
—Es en el edificio junto al Empire State, no vas a perderte, y el apartamento está en el sexto piso. Habitación 4-C
—En verdad gracias.
—Alicia... —murmuró, emiti un sonido haciéndole saber que estaba aquí pero la verdad es que no quería hablar o sino sabría que tenía la voz más que rota— ¿Pasó algo entre Dylan y tu?
Y ahí me derrumbe marica. Mala mia.
Las lágrimas empezaron a rodarme por las mejillas y el nudo en la garganta que tenía desde que vimos a la caraja en la tienda, apretó más.
—No.
—Oh, linda... —dijo y en eso escuché unas llaves— voy en camino a casa de mi hermano, te veo ahí, lavate la cara y ponte algo lindo ¿Si?
—Jules, no quiero causarte molestias.
—¡A callar! —chistó— estaré ahí en diez minutos.
Y colgó.
(...)
—Definitivamente Dylan va a oirme —gruñó.
Tomé de mi capuchino. Al llegar al apartamento dejé la bolsa sobre la cama y tiré el buzo que tenía puesto de Dylan al suelo. Me cambié por uno de los sueteres nuevos, una chaqueta, un gorro y un par de guantes. Julia había llegado antes de lo acordado y me llevó al Starbucks que estaba junto al edificio.
Llevábamos un buen rato hablando pero la verdad era que no paraba de pensar en Dylan y si habría salido de esa jauría de carajitas en la que lo había metido. Pero se lo merecía, así que deje de ser tan perro.
—No te molestes, ya le dejé en claro que no quiero saber de él —suspire— por lo menos no dormirá conmigo ésta noche.
Hizo una mueca pero no opinó al respecto sino que cambió de tema. Me contó que había empezado a estudiar en la Universidad de Boston y estaba muy emocionada, también me contó sobre lo mucho que adoraba trabajar en una guardería por las tardes, amaba a los niños.
Marica, yo amaba a los niños hasta que me tocó ser Santa.
Habíamos quedado en vernos en casa de sus padres mañana para salir con ellos y con Dylan. Me dijo que la disculpara pero que sólo era vocera de la invitación de su madre y le dije que no le parara bolas que igualmente iba a ir.
Verga marica, al menos para no cortarsela a la pobre Lisa.
Regresamos ambas al apartamento y nos sorprendimos al ver a Dylan en el mueble con los codos apoyados sobre las rodillas y con la vista fija en la puerta. Traía los jeans sucios, una de las mangas de su camisa a cuadros estaba rasgada y su cabello era un desastre.
Verga, cualquiera diría que lo atracaron.
Me hubiera reído de no ser por el semblante serio que portaba, pero que se baje de esa nube porque la que tiene que estar arrecha soy yo.
Me giré hacia Julia.
—Gracias por el café Jules —le sonreí levemente— nos vemos mañana.
—¿Estás segura que no quieres venir conmigo? —vio rápidamente a Dylan y luego susurró— Se ve enojado
Me encogi de hombros.
—Él está enojado y yo estoy arrecha. Él debería tener miedo por pajuo.
Ella intentó no reír, me abrazó.
—Nos vemos entonces.
Cerré la puerta cuando me asegure que había entrado al ascensor. Las luces aún seguían apagadas.
Dejé las llaves sobre la pecera que Dylan usaba para ponerlas y colgué el abrigo en el perchero. Tobias llegó a recibirme luego de escaparse de las manos de Dylan.
Me agache para agarrarlo.
—Hola amorcito —acaricie su cabeza y él lamio mi mejilla— ¿Tienes hambre? Vamos a darte de cenar.
Bajé a Tobias y caminé con él siguiendome hasta la parte de la cocina. Podía sentir a Dylan siguiendome con la mirada pero aún asi decidí ignorarlo. Saqué el Dog Chow y le servi a Tobias en su taza, me lave las manos y salí de ahí dispuesta a cambiarme para ir a dormir al otro cuarto.
Él me siguió.
Entré al cuarto de Dylan y saqué del armario mi pijama. Notó las bolsas sobre la cama y su buzo en el suelo, pero no dijo nada y sólo lo levantó.
Entré al baño y me cambié por mi mono de pijama y mi blusa. Cepille mis dientes al igual que mi nido de zamuros pero la verdad es que sólo estaba ganando tiempo.
Porque marica, yo ni me peino.
Salí del baño y lo esquive. Tomé una de las dos almohadas que habían en la cama, mi teléfono, el cargador y cuando ya iba a salir del cuarto, me estremeci de frio.
Regresé y volvi junto a él. Busqué entre mi maleta y conseguí mi calembe sueter del liceo para hacerme la imaginación de que así se me quitaría el frío.
Salí del cuarto y entré al otro. Acomode mis vainas y me eché en la cama.
La puerta se abrió y ahí estaba él.
—¿Porqué no usas mi buzo o siquiera mi pijama? —rompió el silencio, traía el buzo en la mano. Lo ignore— estás temblando de frío.
—Eso no es tu peo, Dylan O'Brien.
Saqué mi teléfono y me metí en WhatsApp para hacerle creer que estaba ocupada pero la verdad era que no tenía ningún mensaje en bandeja.
Suspiró pesadamente y masajeo sus cienes.
—¿Acaso sabes lo que me hiciste pasar con esas niñas? ¡Casi me matan!
—Eso es para que seas serio.
—Ni siquiera sé porqué estás molesta —lo ignore— respondeme, ¿Ahora qué hice? ¡Alicia!
Respire profundamente y hablé lo más calmada posible.
—Me vas a hacer arrechar y vas a terminar coñazeado, es mejor que dejes tu ladilla y te vayas a dormir.
—No voy a poder dormir sabiendo que estás muriendo de frío —me extendió el buzo— usalo.
—Por si no te has dado cuenta, yo ya tengo mi chaqueta.
Él rodó los ojos.
—Estás temblando, deja de ser tan terca y pontelo de una vez.
Le lancé el buzo a la cara cuando lo puso en mis manos.
—Toma tu vaina —dije— ya no vuelvo a agarrar tus cosas, gafo.
Gruñó.
—¿Porqué estás enojada?
—¡No estoy enojada, mardita sea!
De sus labios salió una sonrisa burlona.
—Entonces Bésame —dijo dando un paso hacia mí— hazlo ya que no estás enojada.
Me levanté y lo encare.
—No voy a hacerlo Dylan
—Estás enojada.
—No —traté de empujarlo hasta sacarlo del cuarto pero se rehusaba— ¿Sabes porqué no quiero, no debo y no lo haré?
—Porque estás enojada.
Por eso es que lleva coñazo.
—No, porque yo no beso a mis amigos —pude ver que su cara se transformó de burlona a sorpresa— si chamito, sólo somos amigos.
—P-pero... —intenté cerrarle la puerta en la cara pero su brazo no me dejó— no, ¿Qué diablos estás diciendo Alicia Michelle?
—Que no soy tu novia Dylan —gruñi cuando empecé a sentir cómo las lágrimas se me salían. Coño e la madre, me iba a ver llorando— tu mismo lo dijiste y se lo dijiste a ella antes de mirarle las tetas operadas esas que tenía, ¡Sólo somos amigos!
Y de un sólo coñazo cerré la puerta, menos mal que quitó el brazo porque se lo hubiera volao.
—Alicia... —murmuró tras la puerta.
Decidí ignorarlo y apagué la luz. Me meti en la cama y enterre la cara en la almohada para acallar los sollozos pero mala mía, esa era la almohada de Dylan y la había agarrado por error.
La abracé mientras lloraba. Prácticamente le había terminado marica, pero él mismo se lo había dicho a la mmagueva esa. «Amiga» nawebona de coñazo pa la friendzone.
Vi por la rendija de la puerta y aún podía ver sus zapatos.
Seguía ahí.
—Alicia... —pidió. Me di la vuelta en la cama para obligarme a dormir pero un nudo apareció en mi garganta cuando lo escuché— mi amor, sabes que te quiero... Te quiero a ti, sólo a ti.
Tenía la voz quebrada o estaba llorando, una de dos menor.
Me dio cosita pero me obligue a mi misma a no abrirle la puerta.
Él se lo buscó.
—Yo te detesto.
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