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Te Amo Por Todas Tus Pequeñas Cosas

Girl Next Door —Copperpot

Alicia

Dylan me ayudó a bajar del Ferri tomándome en brazos. Él estaba tan alegre de repente, tanto que parecía carajito en McDonald's mientras a mi me estaban doliendo las entrañas de la qk. Pero mi carajito era feliz.

Me bajó para que empezaramos a caminar.

—Me encanta cuando estás de éste humor mi chamito —le dije cuando tiró de mi mano para atraerme a su cuerpo en un medio abrazo.

Él sonrió ampliamente.

—Incluso a mi, porque en cierta forma te vuelves más cariñosa conmigo —dijo— eso no pasa todos los días

No si.

—Si hablas paja chico. Lo dices como si yo no te dijera vainas bonitas.

Rió.

—No lo haces —intenté hablar pero me interrumpió— dime algún apodo cariñoso que me hayas puesto, y no, Dylan José no cuenta, ni mamauebou ni maruico.

Entorne la mirada.

—Tu sabes que yo te quiero vale pero yo soy una mardita seca —levantó la ceja Burlón— mi amor.

Soltó una carcajada.

—Ajá, ¿Para dónde agarramos primero mis chamines? —llegó el Jorjius abrazando a Dylan por los hombros.

—A buscar a Teresa, a Thomas y a Froy.

Dylan al recordar el nombre del catire rodó los ojos.

Le di un pequeño manazo.

—No vayas a empezar con tu vaina nojoda —le susurre en modo de advertencia.

Él simplemente negó para sí mismo y se encogió de hombros.

—Llevo la delantera, puedo hacerte cosas de las que él quisiera hacerte pero no puede, porque de ser así lo mataría —sonrió cínicamente. Me encuque— oh mira, ahí están.

Nos encaminamos hacia ellos, el Jorjius cambió de sitio y me vino a rodear por los hombros a mi.

—No sé tu chama —me susurró— pero si yo le metiera a lo marico ya me hubiera encucado por lo que éste gafo acaba de decir.

No si.

—No si, no vengas tu a robarme a mi macho que yo te shippeo con mi suegro, mmaguevo.

Rodó los ojos.

—Déjame al Patrickson que ése es mi causa, mi convi y mi twin perdio —no si— aunque esa tía del novio tuyo, la catira estaba bella, cuadramela ahí.

Frunci el ceño tratando de recordar a una tia catira.

—¿Tu eres loco menor? Carma ese bowe.

Dylan se metió en la conversación.

—¿Te refieres a mi tía Grace? —preguntó— ¡Claro! ¿Porqué no? Le hablaré muy bien de ti, Georgeous.

Muchacho Cabrón.

Mi tio sonrió ampliamente y me quitó mi puesto que era abrazar a Dylan para abrazarlo él.

—Mijo, eres tu en tus mejores momentos mi Dylancito —le dio un beso en el cachete. Este es marico, yo lo sé— aprende, carajita.

—No si.

Caminamos hasta el puesto de perros calientes en el que estaban ellos y mi estómago rugió en lo que el aroma me llegó ya que no había comido un cebo desde anoche y ya iban a ser las 8:30pm

Por eso es que estoy como estoy.

—Nawebona e catire bello —le escuché decir al Jorjius en español cuando estuvimos justo en frente de los muchachos— es que si yo fuera marico y no le tuviera miedo al Sebin, yo le meto y no consejo.

Froy se sonrojo.

Teresa y yo nos cagamos de la risa

—Ehh... Admito que me siento halagado pero me temo decir que soy hetero —le respondió Froy en español.

—¿Marico y tu hablas español? El coñoesumadre alv, pasando pena —El Jorjius se puso fue rojo— es que esto es culpa de ustedes sh, por vivir conmigo ya se me pegó la sal de ustedes mmaguevas.

—No si, arrecho —le dijo Teresa— la heredamos tuyo, qué hablas.

—Chamo mil disculpas, era echando broma —se rió mi tio palmeandole el hombro a Froy. Este sonrió nerviosamente.

Reí.

—Jorjius él es Froy —lo presente— y tu Froyo él es nuestro tío Jorge, pero de cariño le decimos Jorjius.

—Er marico del tio Jorjius.

—Teresa, tu si eres pasada, respeta carajita —le dijo mi tío— porque te mando a dormir con Firulai.

Teresa se encogió de hombros.

—A mis cojones, le compraste una casa para perros a la Firulai y de paso con aire incluido —rodó los ojos— mardita perra ar coño.

Le metí su coñazo defendiendo a mi hija haciendo que del susto se le cayera el perro caliente y con esa vaina hice reír sin querer queriendo a los demás.

—Coño marica mi vaina ¿Viste cómo eres tu sh? —se quejó.

La arrechera le duró poco porque Thomas le compró otro.

Vi que Froy le pasó una banderilla a la hermanita que de paso se me había olvidado que venía con él, ah, y el otro carajito.

—Hola Ella —fui a saludarla.

La niña despegó la vista de la banderilla y me miró, parpadeo un par de veces y luego giró nuevamente hacia su banderilla para seguir comiendo.

Anda a comer mierda carajita ar coño.

—Anabella, Alicia te ha saludado —le dijo Froy— no seas maleducada, morrita.

La niña suspiró y se giró hacia mi, agitó su mano de un lado a otro y luego regresó a su banderilla.

—Bueno, en teoría te saludó —Froy rodó los ojos para sí mismo— este es Cody. Mi otro hermano.

Froy se apartó dejando ver al mini Froy comiendo, marica si el hermano mayor era bellísimo imagínate al pequeño, alv.

Sebin conmigo.

—Hola, futura madre de mis hijos —me sonrió.

A LA VERGA.

MARICA SUS HOYUELOS.

Froy le sentó un lepe por imprudente.

—Ignora eso, chula —sonrió apenado— es un don Juan.

Verga, si.

Le hice un gesto restando importancia.

—Hola Cody. ¿Cómo te llamas? —coño, yo siempre cagandola— es decir, ¿Qué edad tienes?

El niño rió porque se dio cuenta que la cague.

—Tengo ocho. ¿Y tu?

Verga. Al menos éste buscaba conversación, no como la otra.

—Diecisiete —le dije— eres burda de cuchi, te pareces a Froy.

El niño se sonrojó. Froy riendo se encaminó hacia mí y rodeó mis hombros con su brazo.

—¿Qué puedo decirte, Preciosa? La belleza de los Gutiérrez no la tiene cualquiera.

—¡Eso! —lo apoyó Ella chocando la mano con Froy.

Verga, segunda vez que la escucho hablar.

—Mi carnal tiene razón —le apoyó Cody— aunque eso sólo nos favoreció a Ella y a mi. Froy parece un moco.

Froy le sentó otro lepe.

Reí. Entonces miré la cara de Thomas quién ladeo su cabeza tratando de señalar a su costado así que seguí la dirección y pude ver la cara de culo de Dylan.

Disimuladamente salí del brazo de Froy y fui a abrazarlo por la cintura. No debía ser adivina para saber que el marico había sonreído porque lo conozco al muy coño e madre.

—Afedo Camate po favo.

Sonrió hipócritamente.

Admito que me parti.

—Bueno menores, yo quiero ir a montarme en una de esas vainas de allá que no sé cómo coño se llaman pero ajá —mi hermana se paró y jaló del brazo a Thomas— muevanlo pej, antes de que la cola se ponga más arrecha.

—Mija pero ya va —se quejó mi tío— vamos a montarnos en las tacitas, se ven bien cali.

Teresa entorno la mirada.

Es que él tiene que ser marico.

—Allá vemos —eso significa que harán lo que ella diga— vamos.

Froy cargó a Ella en sus brazos y tomó la mano de Cody para seguir a mi hermana, mi cuñi y al Jorjius. Empecé a caminar tras ellos pero Dylan tomó mi mano.

—¿Qué?

—Todavía no iremos a los juegos mecánicos hasta que tengas algo en el estómago, no creas que se me ha olvidado.

Coño e la madre nojodaa

—Pero Dylan...

Me interrumpió.

—Hablo en serio —rodé los ojos. Suspiró— amor, hazlo por mi ¿Podrías?

Suspire.

—De acuerdo, pero me debes una.

Sonrió, me atrajo a su cuerpo en un dulce abrazo y dejó pequeños besos en mi mejilla

—Descuida mi Bonita, sabré cómo recompensarte.

Ja weeeno.

—Afedo, cama ese bowe po favo y deja eso pa mañana

Menor Dylan se puso fue rojo. Me dio demasiada risa cuando intentó disimularlo aclarando su garganta.

Se acercó a la barra del pequeño kiosco.

—Buenas noches, señor —dijo intentando no reírse con mis carcajadas— ¿Podría darme...? Alicia, ¿Cuántos Hotdogs quieres, Bonita?

—Uno, casi no tengo hambre.

Dylan asintió y regresó su vista al señor.

—Me da cuatro por favor.

El señor asintió y empezó a hacerlos. Dylan tomó asiento en uno de esos taburetes que ocupaba el kiosco y luego tiró de mi hasta tenerme entre sus piernas y abrazarme por la cintura.

—¿Cómo te sientes? —preguntó. Sabía a qué se refería menor, aún me daba pena imaginar que él me viera en pelotas... y Teresa y el Jorjius.

Esos mmaguevos brolleros.

—Un poco adolorida pero nada que no se pase en un dia.

—¿Porqué no me lo dijiste, princesa? Pensé que... no lo eras. Es decir, a tu edad, los chicos ya dejan de serlo.

Reí.

—Pues lo soy... Bueno, lo era hace unas horas —él sonrió tiernamente— pero lo era ya que, no estaba preparada, me daba miedo quedar... Tu sabes, me asusta tan sólo decirlo.

Dylan soltó una carcajada.

—¿Embarazada? —rió— ¿Qué tiene de malo?

Entorne la mirada.

—Que es arrecho pues —intenté explicar— osea, en Venezuela hay que hacer cola para pañales, leche, de toda mierda y si es que se consigue, de paso sólo tengo 17 años y tu 18, de paso soy una pobre pelabola que de verga puede mantenerse, no tengo para mantener un carajito.

Él trató de ocultar una sonrisa. Apartó algunos de mis cabellos que golpeaban mi rostro por culpa del viento y me miró con dulzura, así como sólo él sabía hacerlo.

Relamio sus labios antes de hablar.

—Dices Venezuela, esto es Estados Unidos con las cosas del bebé no habrá problemas. ¿Mantenerlo? ¿Quién dice que tendremos problemas económicos en el futuro? Mi capital es alrededor de 30 millones de dólares, así que no te preocupes amor. —sonrió— además somos mayores de edad, bueno, a ti sólo te falta un año ¿Qué importa?


Se me cortó la respiración. Estaba hablando mucho en multitud.

—Ya va, ya va, ya va, para tu carro —empecé a decir, tratando de asimilar la vaina— estamos hablando de un bebé, de un «Tendremos» y de un «Futuro» eso es mucha gente, Dylan O'Brien, explicate.

El señor de los perros calientes lo interrumpió anunciando que los perros calientes estaban listos. Nos pasó los platos y un par de latas de cocacola.

—Luego. Ahora necesito que comas y recuperes fuerzas ¿Si?

Suspire irritadamente, él sabía que me sacaba la piedra cuando hacía esas vainas de hacerse el misterioso.

Dígame que yo soy es tramenda entrepita.

—Eres terco Dylan. Pero te voy a venir jodiendo un día de estos. Ya vas a ver.

Él sonrió y me dio un último beso antes de que me fuera a sentar en el otro taburete.

Me pasó el plato con dos perros calientes y tomé uno para luego deslizar el plato hacia su lado.

—¿Qué haces? —fruncio el ceño— ambos son tuyos, Lily.

—Te dije que me comería uno, no dos.

Entorno la mirada.

—Come, por favor —pidió— al menos uno y medio, si ya no quieres la otra mitad, lo comeré yo pero por favor cariño. Hazlo por mi.

Me miró con ojos de súplica. Suspire accediendo, no sé qué tenía Dylan que no podía resistirme a él cada vez que hacía esa mariquera.

Es que verga chama, Brayan hacía esa vaina y más rápido lo mando a comer mierda.

—Terminarás teniendo una novia obesa y así no me veré Bonita, gafo.

Rodó los ojos.

—Te amo por cómo eres. Te amo por tus historias, te amo por tus imperfecciones, te amo por tus locuras, te amo porque eres la única que puede sacarme de quicio y querer besarla a la vez... Y te amo aún más por hacerme decir Te amo a una fan que no conozco hace más de mes y medio, Alicia.

Entonces al terminar de hablar abrió los ojos de par en par y llevó una mano a su boca.

Realmente no esperaba decir aquello.

Y yo tampoco pensaba oirlo.

Vi temor en su mirada, algo que no había presenciado ni siquiera viéndolo actuar.

Entonces yo me asusté.

—Espera... ¿Acaso dijiste que...?

Él negó para sí mismo.

—Lo siento ¿Si? —se disculpó— mejor olvida lo que he dicho y empecemos a comer para alcanzar a los demás.

—Dylan.

—Alicia... —cerró los ojos fuertemente interrumpiendome. No se sentía muy bien tocando el tema— no quiero hablar de eso... Por favor, ahora no.

Asenti.

No dijo más nada luego de que terminaramos de comer. A fin de cuentas si me comi los dos porque Verga, tenía hambre por no haber comido en todo el día pero eso ya no importaba ahora.

Sólo quería saber el porqué tan de repente su actitud cambió.

Porque no me miraba a la cara y trataba de esquivar mi mirada.

Había tanto de qué hablar cuando regresaramos que empecé a preguntarme el porqué seguíamos allí.

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