¿Qué ocurre?
Girl Next Door —Copperpot
Dylan
Estaba preocupado por Alicia. Desde que llegué de llevar a su madre, a su tía y a aquella niña de rizos no quiso tener más contacto físico conmigo.
Era extraño, al principio estaba seguro que sólo era mi imaginación pero se hizo la hora de dormir. Ella no me habló, no me abrazó, tampoco me montó la pierna, incluso cuando me acerqué a abrazarla simplemente se dio vuelta en la cama y se corrió.
A las 2am intente volver a abrazarla pero me llevé la sorpresa que a quien había abrazado era a Thomas.
Ella se fue a dormir con Teresa y no tenía idea porqué.
¿Había hecho yo algo mal?
Algo pasó, y trataría de averiguarlo porque la conocía y jamás me lo diría por su cuenta.
(...)
Había despertado muy temprano por la mañana y todos en el apartamento seguían dormidos por lo que tuve la idea de ir a hacer ejercicio así que tweeteé el sitio dónde me encontraría para ser perseguido por las fans y correr un buen rato.
Y Wes dice que no le pongo tanta dedicación a mi papel de corredor.
Regresé luego de un par de horas con un batido de frutas, justo a tiempo para el desayuno, Thomas ya estaba en la barra con su café y Teresa le servía hotcakes.
Pero, ¿Dónde estaba Alicia?
—Ahí está el rey de Roma —me señaló Teresa con la espátula— ¿Dónde estabas, menor? Aquí estaba como una cabra paria llamandote para que vinieras a comer.
Me saqué la gorra y la dejé en el perchero.
—Fui a correr un rato —dije—¿Dónde está Lily?
—Aún sigue dormida... Coño no te comas mi vaina chico, lambucio —le dijo a Thomas pegándole con la espátula en la cabeza— anda a despertarla Dyl, que venga a buscar la comida antes que Thomas arrace con la suya.
Asenti.
Dejé el resto de mi vaso sobre la barra y fui a despertar a mi Bonita.
Abrí la puerta de la habitación de invitados, sonriendo con ganas de darle los buenos días y aún recordando cómo habíamos bailado Photograph en el parque mientras Ed la tocaba en su guitarra. Había sido perfecto.
Entré, la cama estaba deshecha y las cobijas estaban hechas un ovillo en el suelo.
Negué para mi mismo e intenté ordenar un poco, Alicia nunca aprenderá a ser más ordenada.
Tal vez debería empezar a hacerme la idea de que en un futuro quién recogeria nuestros desastres sería yo. Aunque sinceramente no me molestaba hacerlo en lo absoluto.
Caminé hacía la puerta del baño que ocupaba la habitación para avisarle que el desayuno ya estaba listo pero escuché arcadas.
Mi piel se puso de gallina ante ello.
Sin pensarlo dos veces y ateniendome a las consecuencias a lo que esto conllevaría, abrí la puerta del baño.
Ahí estaba, tirada en el suelo con la cara en el váter expulsando sus penas. Respiró hondo e intentó recogerse el cabello.
Aún no me había visto.
Jaló la cadena.
—Rápido Chama, ayúdame a limpiar esta asquerocidad antes de que Dylan sepa que estuve vo... —sus palabras disminuyeron al chocar sus ojos con los míos, no esperaba que estuviera ahí, yo tampoco esperaba verla en éste estado— Dylan...
—¿Estás enferma? —no respondió— ¿Algo te cayó mal de anoche?
Negó pero aún así no articuló palabra alguna, simplemente abrazó sus piernas contra su pecho y trató todo lo posible de no mirarme a la cara.
Me acucliye a su lado.
—Mi amor, ¿Todo está bien?
Asintió pero aún así no me miró a la cara.
Suspire. Me acerqué más hasta sentarme junto a ella y luego la levanté ligeramente para después sentarla en mis piernas.
Tomé su mentón e hice que me mirara.
—¿Qué pasa?
Negó.
—No quiero que me veas así, Dylan.
Levanté una ceja.
—¿Así, cómo?
—Hecha un asco. Ojerosa, despeinada, sin bañarme o cepillarme, asquerosa. Acabo de vomitar y tu acabas de verlo, literalmente estoy que me muero de la vergüenza.
Rodé los ojos.
—¿Sabes qué veo yo? —un mechón de cabello obstruia mi visión de su lindo rostro. Lo aparte— a una chica hermosa mejor que cualquier otra. Única, irremplazable, humilde y bondadosa... ¿Cuál era la palabra? Ah, también Chévere. ¿Acaso crees que me importa tu aspecto? Cariño, te conocí con el cabello hecho un nido de pájaros y el rostro sin ningún material cosmético y aún así me gustaste, ¿Porqué me importaría eso ahora? —dije.
Bajó su mirada y no me respondió. No me gustaba que Alicia se sintiera de esa manera, aún menos si no sabía qué hacer de inmediato en estos casos pero ella no debía saber qué estaba hecho un lío, empeoraria las cosas y lo que menos quería era hacer sentir peor a mi novia
—No soy bueno con las palabras, sinceramente soy un asco —dije— pero una de las cosas que me caracteriza es mi sinceridad, y nunca me he sentido más sincero que cuando digo que te quiero. Y no por cómo luces, por cómo caminas, hablas o te vistes. Te quiero porque ¡No lo sé! ¿Y sabes qué es lo mejor de todo eso? —acaricie su mejilla— que no me decido porqué te quiero. Cariño, son tantas las cosas que me gustan de ti que ni siquiera me había fijado que tenías defectos. Te adoro ¿Okay? Asi que lavate los dientes y ven a desayunar, en un rato iremos al médico.
Ella abrió los ojos sorprendida.
—¿Qué? No, no quiero ir —se apresuró a decir mientras se levantaba— lo siento pero no.
Frunci el ceño.
—¿Porqué? Debemos llevarte al médico Alicia, has vomitado.
—Eso no tiene importancia. No me dirá nada que no sepa ya.
Me levanté del suelo.
—¡Claro que sí! —dije— algo pudo haberte caído mal en la cena o puedes tener algún virus. Nena, debemos llevarte al médico, no seas terca.
Ella suspiró irritadamente.
—Ya dije que no lo haré, ¿Acaso no lo entiendes, Dylan?
—No, no lo entiendo —levanté un poco la voz, ¿Es en serio? ¿Ahora discutiremos?— no quiero que te enfermes.
—¡No estoy enferma!
—¿No? —sonreí con ironía— ¿Entonces porqué vomitaste? ¿Por diversión?
—¡Soy bulimica!
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