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Primera noche

Girl Next Door —Copperpot

Alicia

La noche había caído y estábamos alistandonos para salir a dar una vuelta por el pueblo. Había hecho prácticamente el papel de James Bond intentando no convivir con el enemigo alias las mmaguevas hermanas de Marianna, por cierto, a la malaya esa no la había visto gracias a Dios, aún no llegaba de la casa de una de las vecinas de por aquí, pero aún así sus ladillas hermanas le hacían suplencia. Dylan por otra parte no había mostrado queja alguna con los hermanos mayores de Marianna pero no le emocionaba mucho la idea de no dormir en la misma habitación que yo. Pues papi tendrás que aguantarte, bastante le jale bolas para que nos quedaramos en el Euro Building pero él no, él es el fan número uno de la convivencia familiar.

Muchacho marico.

Al menos le había bajado dos a la arrechera y había convivido un poco más con la yocsy como buen novio que era, aún me sentía culpable marica, la cagué horriblemente y quería recompensarlo, Teresa y yo teníamos un plan que llevariamos a cabo esta misma noche.

Y la íbamos a dar arrechamente.

—¿Estás segura que llevas todo? —me preguntó la Teresa señalando mi bolso.

Asenti.

—¿Le dijiste a mami que iba a salir con Dylan?

—Dijo que ajá pero después de que comamos, paseemos un rato con la gente esta y que te asegures muy bien de que en esa vaina no haya culebras.

Entorne la mirada, solté un suspiro.

—Aún no entiendo cuál es el malayo afán que tiene mami de convivir con ésta gente nojoda

—A mi ni me digas nada que ya no sepa marica, yo ya dejé de intentarlo desde hace muuucho tiempo —rodó los ojos— Voy a ver que hay de jartar en esa nevera porque desde que llegamos nos tienen a punta e' verduras.

—Marica tu sabes que mi madrina al igual que toda esta gente siempre han sido veganos.

—Erga, pero cuando estábamos en Estados Unidos quien tragaba más carne de todos nosotros era la plasta e' mierda e Marianna.

Weno marica eso era verdad.

Sacudi mis manos en señal de restarle importancia.

—Whatever mrc, pídele a Maythe que esa siempre mete comida en el bolso.

—Tienes razón.

Teresa salió corriendo del cuarto mientras que yo empecé a maquillarme, en verdad me había esforzado en planear la sorpresa para Dylan, no sólo quería que me perdonara, quería hacerle entender lo mucho que lo adoraba y que jamás podría ni en el mundo más remoto hacerle lo que la mmagueva de Britt llegó a hacerle. Y cuando digo que me esforce es porque lo hice, la yocsy se había puesto un vestido, si marica, nada de Jeans, de shorts, no, un vestido. No me pongo una mierda de esas desde navidad. Las sandalias tuve que agarrarselas a mi tía para convinarlas, sólo espero que no lo note.

Escuché voces por el pasillo por lo que me alarme, recogí todos mis corotos y asimismo los metí a mi maleta. Los pasos se hicieron más cercanos. Cerré la maleta y la tiré bajo la cama, me miré por último momento al espejo de cuerpo completo y vi que tenía el collar de avión de oro que me había regalado Dylan enredado en un mechón de pelo, esa mierda me quitó el tiempo ya que cuando terminé de desenredarlo las carajas entraron.

—Epale chamis, ¿Qlq? —me saludó Anna.

Hice un ademán de saludó rápidamente mientras que tomaba la botella de mi perfume para rociarme.

—¿Ves? Te lo dije Anna, sifrina es, sifrina se va a morir —María habló lo suficientemente alto para que yo la escuchara.

Rodé los ojos.

—Si te molesta ¿Para qué opinas?

Intenté ignorarlas, Anna en si no era la más coñoemadre de las tres, era la que ocupaba el papel de gafa, la que si era la más perra era Maria, ¿De dónde creen que aprendió Marianna?

—Marica mira su collar, me encanta —Anna se acercó a ver mi collar— ¿Dónde lo compraste? Parece de oro.

Marianna habló antes de que le respondiera a Anna.

—Se lo regaló el chamo que vino con ellas, el blanquito que estaba hablando con papi —sonrió Marianna risueña, obviamente para molestarme— es de oro seguramente, el carajo tiene LOS RIALES, claro, como es actor.

María pareció sorprenderle.

—Verga... —le sonrió a Anna— como que automáticamente el pana me empezó a parecer cuchi.

La miré mal.

—Ni se te ocurra, perra —gruñi.

Marianna sonrió como si estuviera mirando el mundo arder.

—¿Porqué? ¿Tienes algún problema con eso? —levantó una ceja— digo, no es como que te estuviera parando bola en todo el día.

Le sonreí cínicamente.

—Te equivocas mami.

—¿Cuál me dijiste que era su nombre? —le dio una rápida mirada a Marianna— tiene cara de Jairo.

Khe, asco.

—¿Verdad? —concordó la mmagueva esa, soltó un bufido— se llama Dylan.

—Hmm... Dylan —repitió María— al diablo el nombre, eso es lo que menos me importa, con tal que me brinde.

Di un paso hacia ella conteniendome las ganas de echarle coñazo a la muy mmagueva.

—Te llegas a acercar a mi novio y juro que te daré un escarmiento tan arrecho que se te van a caer los pelos de la qk mardita perra.

Las tres se sorprendieron ante mis palabras, yo, sin querer convivir un rato más con las mierdas esas, tomé mi bolso de Cap y salí del cuarto lanzando la puerta.

(....)

Mi padrino Carlos había sugerido ir a comer hamburguesas a un restaurante de aquí cerca de la villa, digamos que la playa no estaba tan lejos así que fuimos a pie por la zona turística. Mami no paraba de hablar con mi madrina y las tías de Marianna dejando a mi tía solita con su care' culo, Teresa fue a hacerle compañía junto al señor William para que no dijera que le estaban sacando el culo que era exactamente lo que estaban haciendo. Miré de reojo a Dylan quien caminaba con las manos metidas en los bolsillos distraidamente observando los locales de cosas artesanales, se veía tan hermoso con esas bermudas beige y esa camisa blanca arremangada en los codos, su cabello estaba casi desordenado tan típico de Dylan O'Brien y ese perfume marica... ¡Uff! Lo que me daba arrechera era que no era la única que le estaba mirando el culito bello ése.

Marditas buitres.

Vi que Anthony le dio un ligero apretón de hombros para llamar su atención, él y Junior le dijeron una vaina, Dylan frunció el ceño e hizo una mueca para volver a lo suyo. Anthony rodó los ojos y le dijo una vaina a Junior, ambos negaron.

Al llegar al restaurante lo primero que vi fue la exhibición de banderas que tenía en el muro, marica admito que amé la de los LGBT. Tuvimos que unir tres mesas para que todos pudieran caber, mi madrina quiso que me sentara junto a ella asi que no pude sentarme junto a mi macho, pero eso si, antes de que Marianna y Maria corrieran a la silla vacía junto a Dylan Teresa la ocupó.

Amo a esa perra.

—Por ahí hay una que cumple años el viernes —me codeó mi madrina.

Me hice la loca.

—Sólo es un día más —dije— no es la gran vaina.

Y era verdad marica, no me gustaba mi cumpleaños ya que todos los años siempre ocurría una vaina, como por ejemplo, el año pasado me vino la regla, llovió, nos robaron los cauchos y de paso se fue la luz, pero weno marica, feliz cumpleaños para mí.

—¿Cómo que no es la gran vaina? —intervino Mi madrina— ya para éste fin de semana vas a ser legar, ¿Segura que no tienes nada planeado?

Me encogi de hombros. Sentí la mirada de Dylan sobre mí pero aún así no dijo nada.

—De verga deja que le piquen una torta pero sólo si es ella quien se la va a comer sola —mami rodó los ojos.

Todos rieron.

Mi padrino vino junto al mesero que traía un carrito con nuestras hamburguesas. Admito que estaban sabrosas marica, éste sitio la daba burda pero siéndoles sincera no tenía cabeza para eso ahorita, mi prioridad era cuidar lo mío.

—Cariño —lo llamé, él levantó la mirada— ¿Te gusta?

Me ofreció una media sonrisa. Dio pequeñas miradas bajo la mesa y luego me respondió pausadamente.

—Deliciosa...

Todos voltearon al escucharle hablar en español. Tan bello.

—¿Sabes decir cosas en español? —María se apresuró a preguntar.

Dylan frunció el ceño sin entender lo que le había preguntado.

—Es gringo, de bolas que no —Marianna rodó los ojos.

Maria la pateó bajo la mesa.

—Dylan, ¿Cuántos años tienes? —le preguntó el señor William.

Teresa le habló a Dylan en el oído.

—Dieciocho —volvió a responder en español.

Teresa le estaba enseñando a responder.

—¿Estás ya en la Universidad, verdad? —preguntó la tía de Marianna

Teresa le volvió a decir otra vaina a Dylan en el oído.

Dylan negó.

—Trabajo... no estar en la Universidad...

Los muchachos se rieron.

—¿Cuál es la risa? —miré mal a Anthony y a Junior.

—Yo no reírme de nada —Junior imitó a Dylan.

—Al menos él intenta hablar nuestro idioma, ustedes par de trogloditas ni los colores en inglés se saben, el reggaeton les tiene ese cerebro fundido.

Anthony rodó los ojos y no volvieron a opinar.

—¿Y tu estás de acuerdo con eso, Paula? —se metió la mardita de la tía de Marianna— que el carajo no estudie pues.

La mardita quiere meterle cizaña a mami, cómo no.

—Para tu información —intervino la Teresa— Dylan tiene un trabajo que le da bastantes frutos, los suficientes como para comprar este restaurante y pagarles el sueldo a toditos los que están en esta mesa.

Erga, aunque no lo negaba, Teresa tenía razón.

—No... no estar en la Universidad, escuela... estar en la escuela.

Frunci el ceño, eso él no me lo había dicho.

—Eso no lo sabía Dy.

—Eso es porque olvidé decirtelo, tengo un horario especial por las tardes. Estudio en Palisades High School.

Casi me atraganto con el refresco.

El marico portaba completamente el puesto de Stiles, osea, estudia en la Beacon Hills High School.

Arreeeecho.

—¿Pero repetiste año? —inquirió mi madrina.

Teresa se lo tradujo a Dylan pero la que respondió fue mami.

—No, en Estados Unidos se sale de bachillerato a los 18, mínimo 17 años para entrar a la Universidad.

Teresa peló los ojos.

Eso significaba que ella iba a repetir cuarto año.

Mi padrino sacó otro tema de conversación y agradecí por ello ya que por mucho que Dylan intentara disimularlo, estaba incómodo porque no entendía un coño de lo que ésta gente decía. Quería hablar con él sobre cualquier estupidez y hacerlo reír marica, extrañaba una de esas preciosas carcajadas pero estaba tan lejos así que hice lo único que estaba a mi alcance.

Beast💖

Yo: Te Amo, Precioso💕 ¿Todo bien?

Escuché que mi mensaje le llegó, revisó su teléfono bajo la mesa para no exhibir el IPhone, buena esa bebé, sonrió tiernamente y luego tecleó algo.

Mi teléfono vibró.

Beast💖: Te amo... no pasa nada Princess, no te preocupes por mi.

Levanté la vista y vi que él me estaba observando, me hizo un guiño produciendome maripositas.

Al menos conseguí que sonriera.

Al salir del restaurante una hora después fui a avisarle a mami que ya iba a irme con Dylan, me dijo que tuviera cuidado y que el oficial Castillo estaría pendiente de nosotros por cualquier alerta de Choros, ni cuenta me había dado de que el oficial que estaba de vigilante en la casa había venido. Busqué a Dylan con la mirada y lo vi mirando collares y pulseras de los kioskitos junto a los demás, noté que María se acercó a él pelandole el diente, mardita fea, y empezó a hablarle, como mi niño es educado intentó responderle. Ella intentando parecer chévere le puso la mano en el hombro así que me active.

Caminé a paso firme hasta esos dos y tomé de sorpresa a Dylan abrazandolo por la espalda. Él, no muy seguro de quién fuera intentó mirar hacia atrás, me paré de puntillas y acerqué mis labios a su oído.

—He preparado una sorpresita para alguien ¿Quieres venir a verla, Bombón?

Al tener mis labios tan pegados a él, sentí su sonrisa.

—Con una condición, ¿Qué me dices?

Se giró y luego llevó mis manos a su cuello para luego apegarme a él sin importarle que María nos estuviera mirando, más bien, disimulaba no mirarnos pero por mi chévere, que se ahogue en su arrechera, becerra. Ése culo es MIO... y de las fans obviamente.

Le sonreí a lo más bello que tengo en mi vida.

—¿Si? ¿Y cuál es esa?

Se acercó más de lo normal rozando su nariz con la mía, si intentara hablar sus palabras literalmente iban a hacerme vibrar de la cercanía. Dylan no podía tenerme a ésta distancia sin que mi corazón se descontrolara como chivo sin mecate, coño marica pero ¿Quién no?

—Bésame.

¡Vayalooooooo! Coño marica hasta que por fin, ¿Hasta cuando tanto sufrimiento? ¿Hasta cuando tanta vaina nojodaaa?

Sonreí al escucharlo decir aquello así que no lo dudé más y volví a ponerme de puntas, tomé sus mejillas y gustosa empecé a besarlo. Sus labios tan suaves, tan dulces... creo que jamás me cansaría de besarlos, ni en un millón de años chama. Él rió a mitad del beso mientras trataba de apartarme el fleco de la cara, escuché un bufido y luego unos pasos furiosos alejarse, María.

Como diría Guiñan: marica triunfó el mal.

Mordi ligeramente su labio inferior para cortarle el beso como la mardita que soy y luego relami los mios ante su mirada, sus pupilas se dilataron, tenía la típica cara de boca abierta de Stiles. Me aleje unos pasos y empecé a caminar pero al no sentir que me seguía me giré.

—¿No vienes, O'Brien?

Asintió aún con su cara de boca abierta y empezó a seguirme. Sentí que tomó mi mano cuando caminó junto a mi, mi estómago empezó a hormiguear como ya era costumbre hasta que le recordé.

—Espera.

Dylan se detuvo.

—¿Sucede algo?

Empecé a buscar en mi mochila lo que se suponía que debía usar con él en este momento. Al dejarlo a su vista levantó una ceja y me miró con diversión.

—¿Mi corbata negra?

Asenti.

—Ahora date vuelta, agachate y cállate mmaguevo —le ordene.

Él dejándose llevar por la vaina aunque sabía que todo esto le estaba haciendo gracia, hizo lo que le ordene. Cubri sus ojos con la corbata, él se incorporó y luego empezó a buscar mi mano.

—Mi salud y mi integridad me obligan a preguntar ¿Adónde me llevas, Preciosa?

Reí.

—Sólo camina Bombón, no está tan lejos.

—¿Qué? ¿El risco por el que piensas lanzarme?

—Esa mierda también está cerca así que no me des ideas y cállate.

Ésta vez quien rió fue él. Marico.

Continué realizando nuestro camino, la calle colonial fue suplantada por la arena de la playa. Si tan sólo la vaina fuera al revés esto sería demasiado cliché de lo mucho que ya se ha visto pero como estamos en Venezuela ya nadie hace esta gracia a menos que estemos en una novela, y esto no es una novela, es la vida real.

Le indiqué que subiera los pequeños escalones del muelle y que se quedara un momento ahí. Me separé de él y fui a avisarle al dueño del yate que ya estábamos ahí para que prendiera esa mierda. Al regresar con mi chamito volví a indicarle que me siguiera, al principio casi se cae entre el espacio que hay que saltar del muelle al yate así que no tuve otra opción que meterle un empujón para que no se cayera.

Bonita, sifrina y todo pero ordinaria al fin.

—Hey, ¿Porqué hiciste eso? —se quejó él intentando incorporarse, el yate empezó a moverse— mierda, nos estamos moviendo.

Me reí.

—Perdón Bombón —me paré frente a él y con cuidado le quité la venda. Trató de acostumbrarse a la claridad de las luces de navidad con las que yo había decorado.... weno, y la Teresa, al ver a su alrededor sus labios se abrieron ligeramente.

—Esto es...

—Sorpresa... —murmure, marica admitía que me daba un poquito de pena porque no soy mucho de dar regalos y cuando los doy siempre era lo mismo— ¿Te gusta...?

—¿Esto es... para mi? —fue lo único que pudo articular.

Asenti.

No pasó mucho tiempo hasta que volví a sentir sus dulces labios sobre los mios, amaba cuando me tomaba por sorpresa, siempre lograba robarme el aliento con sus acciones y sus palabras, mi Dylan no me caía a labias.

—Esto es... quiero decir... esto... —empezó a balbucear— me encanta, Preciosa pero ¿Porqué?

Tomé su rostro entre mis manos.

—Quería compensarte, ya sabes... —hice una mueca— no estuvo bien lo que hice y sé que verga, soy una gafa pero quiero que entiendas que no se va a volver a repetir la historia Dy. Te amo, no sabes cuánto tiempo esperé para poder decirtelo en la cara, y ahora que te tengo lo único que quiero hacer es no dejarte ir —Él, enternecido por mis palabras empezó a acariciar mi mejilla pero no lo dejé hablar— déjame ser tu ancla, quiero serlo pero tienes que permitirlo. Estamos juntos en esto, porque... ¿Lo estamos verdad?

—Lo estamos.

Al escuchar aquellas palabras sentí un gran alivio recorrer mi cuerpo por lo que no me resisti, me colgué de su cuello y lo atraje hacia mí en un reconfortante abrazo el cual no tardó en corresponderme con la misma emoción.

Lo único que podía pasar por mi cabeza en esos momentos era lo mucho que amaba a Dylan O'Brien.

Lo animé a dar un recorrido por el yate, coño marica, yo con lo que no contaba era que la reconciliación iba a darse al entrar al yate, ya se imaginarán la cara que puso ése man al ver los postres que Teresa y yo habíamos hecho. La mardita se había destacado haciendo tres pies y yo con mis galletas y trufas de chocolate, 100% Peñalver mi amorrr.

—Mi entrenador va a matarte —bromeó cuando le pasé la bandeja del pie de limón y un tenedor. Al llevarse el primer bocado a la boca sus ojos se abrieron de par en par— maldición, esto está increíble.

Sonreí con orgullo.

—Menos mal que te gustó sino Teresa te echa tus coñazos.

Rió.

—¿Cómo fue que tu...? Ya sabes —señaló nuestro alrededor.

—Verás...

Flashback

—¿Aún tienes mi American Express? —preguntó el Jorjius por la video llamada.

—Si. ¿Qué tienes en mente?

—No sé Carajita pero raspas esa mierda donde sea. De que tu me recuperas a mi hijo, ¡Lo haces, mmagueva! ¡Dylicia es vida! ¡Dylicia es amor! ¡Puro Power, marica!

De vuelta al presente

—¿Ahora entiendes?

Dylan no lo aguantó y empezó a reír.

—Georgeous nos ama.

—Nos shippea Bombón —corregí— nos shippea.

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