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El Fin de Semana Infernal

Girl Next Door —Copperpot

Alicia

Sus manos actuaron de manera rápida y pronto el sueter holgado estaba enrollado en el piso a nuestros pies. Sus ojos viajaron a mi busto y su lengua humedeció sus labios, Dios, ¿Éste hombre podría llegar a no ser excitante? Sus labios descendieron a mi cuello y busto mientras dejaba escapar suspiros y sus manos me sujetaban firmemente como si es que yo fuera gafa y me fuera a ir, no si.

Enganché mis dedos en el elástico de sus pantalones de pijama favorito atrayendolo más a mí. Me encantaba oir cómo murmuraba mi nombre contra mi piel, cómo decía que me amaba por cada beso que dejaba en rastro, simplemente era tan tierno. Sentí cómo sus manos me levantaron por los muslos haciéndome enredar las piernas en su torso mientras apoyaba mi espalda contra la pared. Volví a tirar de su cabello haciéndolo levantar el rostro para tener un mejor acceso a sus labios.

—Maldita sea, adoro cuando haces eso... —susurró.

Reí por lo bajo y volví a capturar sus labios. Dylan acariciaba cada centímetro de mi como si de cristal se tratara, quería decirle que verga, me alborotó la vaina para darle despacito? Njda, que se avispe. Bajé mis labios a su cuello provocando que reprimiera gemidos de jeva que casi salían de sus labios, aquello había sido musica para mis odios. Sentí que me presionó más contra la pared para poder bajar mis shorts y las pantis con una sola mano, no pareció darle mucho trabajo y la yocsy no se fue de jetas, vamo' bien mrc.

—No sabes cuánto te extrañé preciosa... —susurró contra mi cuello, mordi mi labio inferior al sentir uno de sus dedos acariciarme— quince días sin ti son una completa tortura.

Gemi.

—Hasta yo te extrañé Dylan... —enterré mis uñas en sus hombros al sentir su dedo medio en mi— duele un poco, amor...

—Eso es la falta de costumbre, lo siento —dijo mientras intentaba distraer mi mente del dolor dando besos en mi mejilla— ¿Mejor?

Asenti.

Empezó a mover su dedo dentro y fuera lentamente y en circulos torturandome como sólo él sabía y podía. Intenté hacer el menor ruido posible para que Diego no nos escuchara o despertaramos a Teresa porque ahí se iba a prender esa mierda. Dylan aceleró sus movimientos provocando que mi respiración se volviera cada vez más agitada... nawebona, ¡¿Porqué se detuvo?!

—¿A ti te pica ese culo verdad?-—chille por lo bajo— ¿Porqué paraste?

Él, aún con la respiración agitada, volvió a apoyarme contra la pared mientras bajaba su pantalón de pijama y los boxers, pude sentirlo en mi entrada, el detalle está...

—¿El condón?

Al escuchar aquellas palabras empezó a quejarse como un carajito.

—¿En serio me harás buscarlo? ¿Justo ahora?

—Claro mmaguevo, aún no estamos para criar carajitos —le metí un lepe antes de bajarme de su torso— de verga podemos con Firulai y Tobias

—Lo hacemos excelentemente, si me permites opinar.

Rodé los ojos y señalé su maleta.

Esto estaba igual que la vez que tiramos en el baño de Jeff mrc.

—Te me vas a buscar los condones nojoda.

Él a regañadientes fue, abrió la maleta, sacó la billetera y nada, buscó entre la ropa, nada, empezó a sacar la ropa y a tirarla por todas partes, nada, estaba entrando en desesperación cuando la yocsy tuvo que ir a buscarlo.

Marica, nada más tuve que meter la mano en el bolsillo delantero de la maleta para conseguirlos. Dylan me miró perplejo.

—¿Pero cómo...? —balbuceó.

Me encogi de hombros.

—Supongo que despues de los «si los llego a conseguir yo, Alicia Michelle te caigo a coñazo» me sirvió para conseguir las vainas más rápido.

Dylan echó a reír.

Sacó uno de los sobres de la caja, lo destapó y se lo colocó. Volvió a humedecer sus labios y tiró de mí para sentarme sobre él.

—¿Quieres montarme aquí o prefieres que lo hagamos en la cama, Bonita?

Si quieres hasta en la hamaca mi amor... coño, pensándolo bien tirar en la hamaca sería burda de criminal mrc.

—Jamás lo hicimos en el piso —murmure sin dejar de mirar aquella preciosa semisonrisa en sus labios— supongo que lo haremos aquí.

Su sonrisa pasó de dulce a picara... morí.

—Lo que tu digas, princess.

Me levantó ligeramente, sólo lo suficiente para entrar en mi. Inmediatamente enterre mis uñas en sus hombros del placer de volverlo a tener, mi cuerpo y mis pensamientos lo extrañaban más que a nada. Empecé a subir y a bajar mientras él me ayudaba, sus gemidos eran la cosa más dulce que había escuchado mrc, y sus gestos, marica que bello.

Hasta que verga, por muy bien que se sintiera ya me estaba cansando de saltar. Dylan, sabiendo lo floja que soy decidió comportarse como el macho que era y nos levantó, me subió a su torso aún sin separarnos y me apoyó contra la pared.

Volvió a embestirme pero esta vez más rápido que antes.

Tocaron la puerta a lo que nos alarmamos.

Marica aquí no estaba el Jorjius para salvarnos de la coñiza, listo, valimos verga.

—¿Quién? —intenté que mi voz sonara normal.

—Eh... Mami soy Diego, como que te estás tardando mucho —Dylan gruñó— ¿Te pasó algo?

—Ah, no Diego ya vo... —Dylan me embistió fuertemente a propósito para que me fallara la voz— ya voy. Sólo dame un momento.

—Dile que se vaya... —susurró Dylan contra mi cuello.

—Está bien... escucha, si es por la película podemos ver Harry Potter, no sé, lo que quieras si es por miedo.

—No es por miedo —me apresure a decir— es sólo que Dylan necesita que lo ayude ah... —volvió a embestir— embestir... empacar la ropa.

Dylan rió por lo bajo, yo le metí un coñazo por marico.

—Cállate maricón —susurre.

—Está bien, te espero en el mueble mami.

Sentí los labios de Dylan dejar un rastro de caricias por mi cuello, la sensación provocó que cerrara los ojos. Él y su manipulación.

Malayo mmaguebo.

—Dile que se vaya... —volvió a susurrar contra mi cuello.

—No, él no te está haciendo nada.

—Puedo apostar a que una de las cosas que más quiere hacer es esta —marica, adoro cuando habla con ese tono, su voz sonaba tan rasposa que me partía— pero que se vaya al carajo, porque el único que puede hacerte sentir tan bien soy yo cariño... nadie más que yo.

—Verga. Dylan Modestia O'Brien te dicen.

—Al igual que tu me haces sentir a mí...

No sé porqué coñoelamadre se me ocurrió preguntar, quizás por orgullo, por ganas de ser muchísimo mejor o tal vez por pasar arrechera por gusto pero aún así decidí preguntar:

—¿Te gustaba más hacerlo con Britt?

Entonces sus embestidas pararon. Su mirada se ensombreció y lentamente se separó de mi sin importar que hayamos llegado o no.

—¿Qué demonios has dicho? —me hice la loca— Alicia, ¿Qué dijiste?

—Nada.... —sus labios formaron una linea recta. Marica nojoda, se arrechó. Tomó su boxer del suelo y empezó a ponérselo— Dy, ¿Qué estás haciendo?

No me respondió sino que simplemente continuó buscando qué ponerse luego de desechar el condon usado. Yo por mi parte también empecé a vestirme lo más rápido que pude para intentar arreglar la senda cagada que acababa de hacer.

—Dylan... —tomé su brazo, impidiendo que se colocara el suéter. Verga, si las miradas mataran yo ya hubiera muerto coñazeada— Dy, sé que la cague, no debí mencionarla, lo sé...

—Ya no quiero hablar.

Intenté ponerme en su camino.

—Dylan por favor, no te arreches bebé...

—¿Que no lo haga? —gritó haciendo que diera un respingo— ¿Qué demonios pasa contigo? ¿Porqué quieres saberlo? ¿Acaso quieres que te compare con Britt?

—No, yo sólo quise....

—¡Nada! Maldición, odio hablar de ella ¿Lo entiendes? ¡Odio siquiera escuchar su nombre salir de tus labios! Porque cada vez que lo dices vuelve a mi el Dylan que siempre la amó... —gruñó— prometí hace años destruir a ese imbécil hasta que tu... ¡Tu llegaste! Tu lo trajiste de vuelta.

—Dylan... cariño...

—¿No lo entiendes verdad? —relamió sus labios— no quiero que seas mi futura Britt.

—¡No lo soy!

—Estás comparandote con ella, así lo hacía ella con todas mis amigas —gruñó— Holland estuvo con dolor en la muñeca por un largo tiempo y no tenía idea del porqué hasta que una vez la escuché hablando con Crystal. Britt le había dislocado la muñeca en una de sus estúpidas amenazas sobre mantenerse lejos de mi y no llevaba la venda puesta al set porque no quería que yo me enterara y empezara a investigar.

Mielda, esa ya es una mardita loca.

—Dylan, yo no soy Britt, metete eso en la médula. Amo a Holly, ¿Me crees capaz de hacerle algo parecido a eso?

Su mirada fue tan... no lo sé, amarga, dura... Dylan nunca me miraba de esa manera.

—Yo jamás creí a Britt capaz de cometer algo así pero aún así lo hizo.

—Yo soy Alicia, Dylan, Alicia, no la mardita de Britt. No soy una mardita perra celosa... bueno, Perra no, perrisima... y celosa, bueno... ¡Ay nojoda! Tu sabes a lo que quiero llegar. El punto es... jamás haría algo como eso, no planeo someterte, tampoco me metería con una de las personas más preciadas para ti... ¡Dylan me conoces! Te amo maldita sea, ¿Tienes dudas?

—No, por supuesto que no... —revolvió su cabello— sólo no quiero... yo no quiero...

—Hey... hey te entiendo —tomé sus mejillas. Marica no puedo, no soporto verlo tan vulnerable, aquellos ojitos mieles tan tristes... —Pero prometo que todo va a cambiar, todo menos tu Dy. Mantente siempre siendo tu, sé el Dylan del cual estuve enamorada desde los 15 años. ¿Puedes?

Negó para si mismo.

—Ya es tarde para traerlo de vuelta.

(...)

Estabamos via Chichiriviche. Dylan manejaba y yo iba a su lado totalmente callada, lo único que se escuchaba en el carro era Siguelo Bailando de Ozuna y los gritos que hacía la mardita Teresa mientras cantaba, ya mami la había amenazado con meterle la chola en la boca pero ella como es indestructible no le paró bolas y siguió cantando, ¿Tía Maythe? Pues ella arrecha porque no le llegaba la señal para subir sus Estados a Instagram.

—Coñoelamadre con esta malaya señal —empezó a pegarle a la pantalla del teléfono— la mujer de Alfonso subió una foto y yo quiero subir una saliendo más arrecha que ella pero ésta señal de mierda es cagona.

Mami suspiró pesadamente.

—Tu ya tienes que superar a ese hombre mardita.

—Alv, ¿De qué te quejas tu? El tuyo es sendo catire explota qks con más cuadritos que el cuaderno de matemáticas.

Pues si, mami y el pajuo de Ian estaban cuadrando, ezo no lo beia benir.

—Erga, le voy a decir al Jorjius que te cuadre a uno de sus panas para que dejes tu ladilla chica —Teresa le bajó volumen al equipo— ya estás intensa.

Mi tía le lanzó un beso. Miré a Dylan de reojo, estaba concentrado mirando la carretera con sus lentes negros y una cerveza en la mano izquierda, desde anoche no nos dirigiamos la palabra, incluso se fue a dormir a la sala cuando todos estaban dormidos y se levantó temprano para que nadie notara que había pasado la noche ahí. Yo por mi parte no me sentía muy bien, quería arreglar el peo pero no sabía por donde empezar, nunca había estado en ninguna de estas situaciones ya que obviamente jamás había tenido novio pero ahora que lo tengo, lo único que quiero hacer es pegarme el mecate.

El equipo se apagó de repente.

—Muy bien, basta —mami se asomó entre nuestros asientos— ¿Qué verga les pasa a ustedes dos?

Dylan y yo nos tensamos, mardita sea se dio cuenta.

—¿A qué te refieres?

—A que en toda la mañana que llevamos montadas en el malayo carro no hemos visto que le has hecho siquiera un misero cariñito aquí a mi hijo presente —le pellizcó la mejilla a Dylan ocasionando que sacara una dulce sonrisa de lado.

Verga, hasta que por fin.

—Ah pues... —aiuda. Miré a Dylan.

—No es cierto, ¿Verdad, Honey? —cobero— es sólo que tengo demasiadas cosas en la cabeza, lo siento.

Asenti para ayudarlo. Entrelazó su mano con la mia y la llevó a sus labios besando mis nudillos.

Mami y Teresa se miraron. La Teresa no se tragaba esa coba, pendeja no es, yo estaba clara que cuando me consiguiera sola me iba a interrogar. ¿Maythe? Pues ella había pegado el grito al cielo a lo Tarzán porque la señal 4G le levantó.

Al llegar a la villa Dylan metió el carro al estacionamiento de la mansión. Marica no me he bajado del carro y ya estaba clara que el domingo en la noche iba a cargar un dolor de cabeza de la arrechera camino a Coro, es que yo lo sé chama.

Mi gordo estacionó el carro junto al carro del papá de Marianna y al de sus tios, menos mal que sólo eramos nosotros mismos además, una parte de mí rogaba por no tener que calarme a todos los hermanos de Marianna porque tiene cinco, si marica son seis pejelagartos contando a Marianna tres mujeres, dos varones y un bebé, a mi me caían mal todito y a la Teresa ni se diga. Dylan no había ni terminado de parar el carro cuando mami y mi tía salieron voladas del carro a abrazar a la mamá de Marianna y a las tías, esa es otra vaina, la mujer a mi me carga arrechera, es que yo lo sé marica, lo sé, porque cuando mami y la mamá de Marianna, aka mi madrina y be efe efe de mami están con nosotras es un amor pero verga, Alicia se queda sola y la mira como si es que fuera chavista.

No sí.

—No sé quién es más jalabola —Teresa habló cuando Dylan apagó el carro y señaló al grupo de las cuatro comadres— si mi tia y mami por bajarse corriendo o ellas abrazandolas como lo hacen y botando lágrimas de cocodrilo. Ridículas.

Pues si. Menos mal que estaba clara.

Dylan la miró y después a su gorra para, cinco segundos después bajarsela lo suficiente para tapar su visión. Este es un coñoemadre.

Me empecé a reír cuando Teresa le metió su coñazo.

—Marico.

—Eso querida, se llama Venganza —se mofó— no sabes lo que me costó quitar la tinta del sharpie de mi frente.

La Teresa le había dibujado un webo a plena noche, y como a Dylan no le gusta vengarse pues así inicia la vaina, porque chama esos dos son unos picados y le voy a que el resto del fin de semana van a estar jodiendo

Chévere, lo que me faltaba.

Dylan bajó la maleta que mami y Maythe compartían, su morral y cuando estaba por tomar el mío para llevarlo yo lo tomé haciendo chocar nuevamente nuestras manos. Levantó su vista y sus ojitos conectaron con los míos. Por mi madre que yo amaba esos hermosos ojos mieles, los adoraba al igual que su portador y ni hablar de esos lunares, Dios...

—Lo estás haciendo de nuevo —habló con su suave voz.

Parpadee un par de veces volviendo al planeta tierra.

—¿Hacer qué?

Su dulce risa se hizo presente.

—Eso, mirarme fijamente.

—Ya te dije que me encantan tus lunares, si no te gusta que te mire pues quitatelos —le sonreí.

Esto era lo más extenso que nos habíamos dicho en el transcurso de la mañana, al menos sabía que ya no seguía tan arrecho como anoche pero lo conocía y sabía que una parte de él aún seguía disgustado con la situación. Sabía que no debía presionarlo pero verga marica, la culpa me tenía loca sh.

—Eres lo más hermoso que he visto, cariño —dijo— y eso que todos los días me miro al espejo.

Puse los ojos en blanco.

—Pajuo.

Ayudé a Dylan a bajar el resto de los corotos ya que las comadres seguían echando cuento y la Teresa se puso a subir historias a Instagram de la casa. Ellas si son arrechas nojoda

—¡Aquí está lo más bello de madrina! —chilló mi madrina al verme y abrió los brazos.

Ay nojoda no, ella es muy cuchi en la vida, lo que la mata es ese violin marica.

—Bendición madrina —force una sonrisa e intenté separarme lo más rápido que pude, obviamente disimulando la vaina— estamos algo enredados con las maletas, ¿Será que las vamos a llevar y después venimos y hablamos normal?

—Claro mi vida, no hay problemas —me sonrió— tu y Teresa van a dormir con las muchachas mientras qu....

—¡¿QUÉ?! —gritó Teresa antes que yo. Mami la miró mal.

AY NO, NO MARICA NO ESTO NO ESTÁ PASANDO COÑOELAMADRE.

—No, no, no y no —negué soltando mi bolso— luego de todo el peo en New York y California ¿Tu crees que yo quiero pasar tiempo de calidad con Marianna? Le echaron bolas, nawebona.

Mi madrina frunció el ceño.

—Pero ¿Porqué? Si May dijo que se la pasaron de maravillas en el imperio —miré a mi tía y ella se hizo la loca, esa mmagueva— ¿Qué? ¿No lo hicieron?

Todo el mundo se hizo el loco.

—Eh... —aclaré la garganta— bueno no sé, iré a dormir en mi hamaca en el patio o hasta en la camioneta pero yo con Maria, Anna y Marianna no voy a dormir.

Si, que originales ellas.

—Yo tampoco sh, ¿Hasta cuándo mami? —gruñó Teresa.

Mami se estaba muriendo de pena. Se giró a mi madrina y a las otras jalabolas con una sonrisa forzada.

—Disculpen un segundo.

Mami nos agarró a Teresa y a mí de los brazos y nos arrastró hasta la camioneta, cabía destacar que en el transcurso nos estaba pellizcando mrc. Al llegar nos empezó a soltar el regaño de la vida.

—Miren malayas coñojemadres ¿A Ustedes les pica ese culo?

—Yo no sé mami pero yo no voy a...

—Cállate Carlota, que tu te pasaste también.

—Pero Mami...

—¡Y tu también Michelle! —gruñó— vuelvo a escuchar alguna queja de la carajita calembe aquella y nos vamos para la casa, pero eso si, no vamos a ir a Gringolandia el martes.

Marica se me fueron los colores. Ya va, que....

NOJODA ER COÑOESUMADREEE.

—Mami alv, yo no respondo si en alguna de esas la carajita e mierda esa me hace arrechar —me justifique.

Teresa simplemente se encogió de hombros.

—Yo solamente digo y sostengo: si esa mardita vuelve a soplar bistec aquí va a caer un diluvio e coñazos tan arrecho que van a tener que copiarse de Noe pa construir una malaya Arca.

Es que yo la amo, ¿Vieron?

—Yo ya les dije nojoda —nos señaló antes de irse.

Ambas suspiramos pesadamente.

—Éste fin de semana será todo un infierno marica.

—Concuerdo contigo Lily, concuerdo contigo.

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