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Arruecho

Girl Next Door —Copperpot

Alicia

Luego del almuerzo regresamos en Ferri a la ciudad pero ésta vez Dylan iba a mi lado en la barandilla, Lisa había aprovechado todo el rato para tomarnos fotos y al parecer no era la unica porque el mmaguevo de Dylan me abrazaba o besaba en cada oportunidad que tenía, claro que es pila, no podía formarle peo delante del papá y la mamá.

Regresamos al carro y de lo mareada que estaba me había dormido toda la hora de viaje entre la casa de los O'Brien y la estación de Ferri. Cuando desperté estaba en una cama y las paredes a mi alrededor eran azules, habían carritos hotwheels sobre una repisa y un viejo equipamiento de Baseball. Cuando abrí la puerta para salir de la habitación y localizar a los demás vi que en la puerta había un cartel azul que decía Dylan.

Su viejo cuarto.

Salí al pasillo y bajé las escaleras. Pude distinguir su risa a lo lejos ya en la planta baja. Solté un bostezo y me quité la lagaña mientras entraba a la cocina en busca de la pipol de la house.

Olía a galletas. Menor.

¡Mi suegra estaba haciendo galletas!

—Miren quién desperto —Lisa sonrió cuando entré, en ese momento tenía una bandeja en la mano con galletas de muñequitos— vamos linda, sientate.

La boca se me estaba haciendo agua.

—Ven Bonita, mamá está terminando de hacer galletas para nosotros —tiró de mi mano y me dio un pico, sus labios sabían a chocolate

—Hmm... ¿Chocolate?

—Asi es —Lisa tomó una de las galletas que estaban en otra bandeja ya fría y me la extendió— son hombrecitos de jengibre y chocolate, los favoritos de Dylan, pruebalos.

Mordi la galleta y cuando probé esa vaina casi fui capaz de jartarme las de la bandeja, menor...

—¡Chama esto está buenísimo! —dije yo— suegra, debes enseñarme a hacerlas, serán lo primero que haga cuando regresemos a casa.

Lisa sonrió.

—Me llamaste suegra —dijo enternecida. Disimule mi pena— Dios, esto es tan adorable, la primera novia que le conocí a Dylan fue la hija de los vecinos, esa linda pelirroja.

ia ba, khe

—No era mi novia, teníamos siete años, mamá —rió Dylan— además Bailey se mudó hace ya mucho tiempo, dudo que me recuerde.

—Pues entonces tu eres la primera novia que Dylan trae a casa —me pasó un plato con más galletas y un vaso de leche— y quiero que la pases genial en tu visita. Sigueme.

—¿Pasarla mejor que esto? Imposible Lisa —sonreí— me encantó salir con ustedes.

Lisa me sacó de la cocina y tras de nosotras vino Dylan con un par de hombrecitos de jengibre en la mano. Me sentó con ella en el mueble y de un pequeño cajón de una mesita que había al lado sacó un álbum.

—Mamá, no —se quejó Dylan— por favor, no el álbum de fotografías.

—A callar Dylan, quiero que Alicia vea tus fotos de pequeño.

—¡Pero mamá!

—No seas niña chamo —reí— no creo que sean tan malas.

—Era horrible de pequeño —bufo rodando los ojos— Parecía un Gremblin, un Furby, alguna cosa de esas.

Abrí el álbum y chille enternecida al ver la fotografía navideña de Dylan y Julia.

Tan bello mi chamito con su cara e mayen.

—En esa tuve que llevarmelo a rastras para la foto navideña y no quería levantarse de la cama.

—Feo.

—¿Qué feo ni qué feo, ridículo? Eras cuchi.

Pasé la página.

¡Menor, Dylan fue medio rubio!

No me pasa, que bellooo

—Aww, era la cosita más cuchi que he visto en mi inútil existencia —hablé como estúpida.

—Esa fue la mañana de navidad —dijo Lisa— el pequeño Dylan estaba molesto porque Santa le trajo un auto a control remoto y le puso carbón en las calcetas de la chimenea.

Dylan rodó los ojos

—Pero eso es chévere.

—Si, pero él a esa edad quería una colección de espadas ninja para jugar. Si con la de goma era un peligro imagínate con una real.

Ambas reimos. Pasé la página.

—Aww, cosito —volví a decir como la propia mongolica.

—Ese fue el día del cumpleaños de Julia, recuerdo que tuve que castigarlo sin televisión por meter la cabeza de su hermana en el pastel.

Dylan rodó los ojos.

—Se lo merecía, me estaba molestando.

Lisa pasó la página

—Aquí fue el día en que su equipo ganó el campeonato —señaló la foto— estaba tan emocionado por jugar que durmió con el uniforme

Alaverga de fiebruo

Verga, mas cara de intenso no tenía.

—Esta era la que buscaba —Dijo Lisa emocionada— aquí fue en Caracas, lloró todo el día porque no lo llevamos al circo y le gritaba a quien intentara hablarle.

—No es cierto.

—Dylan.

Suspiró.

—Si es cierto.

Pasé la página y reí por la cara de ladillao que tenía.

—Esta era en su graduación en la escuela de música

—Mamá me tenía harto con tantas fotos.

—Al menos Julia no se quejó en la suya.

—La primera hora, luego me avento el birrete a la cabeza.

Ambas reímos.

—Eras un niño muy malcriado —lo molesté.

—Aún lo es —dijo su mamá— mientras dormías me hizo un berrinche para que le hiciera hombrecitos de jengibre

Las mejillas de Dylan se tiñeron de rojo.

Al tocar las ocho, nos regresamos al apartamento con una taza que contenía hombrecitos de jengibre. Dylan no había parado de hablar en todo el camino sobre el partido de pasado mañana y la verdad yo también estaba emocionada, podría ver a Ron Backer en acción mrc, más finooo.

Cuando entramos al hall un chamo chocó conmigo.

—Weno marditl, ¿Tú tienes los ojos en el culo o qu...? Por Jebus...

Marica juro que fui al cielo y vine.

NAWEBONA DE BELLOOOOO.

—Chingada madre... neta, lo siento, señorita —me tocó el brazo mientras se quitaba uno de sus audífonos— iba pensando en la inmortalidad del cangrejo y esas mamonadas, no sé qué demonios me pasó, ¿Estás bien?

El chamo me hablaba y hablaba pero yo no hacía más que tener la jeta bien abierta.

—Eh... si —asenti aún mirándolo como mongolica— también estaba distraída, igualmente fue mi culpa.

El chamo sonrió dejando a la vista unos hoyuelos super cuchis.

Me extendió la mano.

—Me llamo Froy —dijo— ¿Vives aquí?

Contigo como vecino, ojalá papi

—No, vine de vacaciones con un amigo —Dylan fruncio el ceño y me jaló de la mano pero yo me solté y le miré con ironía.

—Oh, ¿Eres el amigo? —le preguntó a Dylan— espera, frena el carro... no mames, eres Dylan O'Brien.

—Si, y tú Froy y ella Alicia. Ahora que todos nos conocemos, ¿Puedes venir de una vez?

Ignore su gruñido y miré a Froy.

—Tal vez nos veamos otro día.

Él sonrió.

—No me opondria a algo como eso. Te un batido mañana, ¿Qué dices?

—No.

Miré mal a Dylan.

—Me lo preguntó a mí —lo regañe y luego miré a Froy— me encantaría, ¿En la heladería de aquí mismo?

Él asintió.

—Es una cita —Asenti con una sonrisa. La cara de arrechera de Dylan valía oro— neta, me gustaría quedarme a charlar pero debo ir por mi hermana. Hasta luego.

—Adiós.

Me despedí con la mano y fui prácticamente arrastrada por Dylan al ascensor pero pasó una vaina que me causó gracia y divina justicia al ver la arrechera en Dylan.

—¡Oye, morrita chula! —giré cuando escuché la voz del catire— olvidaste decirme tu nombre.

Sonreí.

—Soy Alicia.

Sonrió ampliamente

—Alicia... —marica lo pronunció bien, muero— bonito nombre, tan bonito como tú, Bonita.

Me hizo un guiño y luego salió del Hall. Tiré de la manga del sueter de Dylan cuando vi que ya se le iba a pegar atrás para caerle a coñazos y contuve mis carcajadas.

Mira cómo te agarro, puerco.

—¿A dónde crees que vas, Dylan O'Brien?

Él me miró molesto, después miró en dirección a donde se había ido Froy y luego me miró más arrecho para después bufar y meterse en el ascensor.

—¿A ti nunca te enseñaron que lo que es igual, no es trampa?

Me fulmino con la mirada cuando las puertas del ascensor se cerraron.

Reí con ganas.

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