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♠️The last lesson♠️


La diestra lengua del peligris atrapa el rosado pezón y Seokjin arquea la espalda en respuesta, desbordado por las corrientes de electricidad que estallan en su piel.

Esta vez su cuerpo no queda inerte como en las contadas ocasiones donde su ex compañero lo utilizó sólo para auto saciarse. Los juegos previos de su maestro le ayudaron a deshacerse de su timidez y ni si quiera notó el momento en que lo hizo. Solo sabe que su mente no piensa en nada más, se encuentra completamente en blanco, lista para dejarse llevar.

Un ronco sonido escapa de la garganta del moreno cuando ejerce presión con su boca, succionando y lamiendo con delicadeza el ansiado botón del cuerpo ajeno una y otra vez.

Namjoon deja que su cuerpo responda por él en cada acción y cada caricia que ofrece a su aprendiz. Sus actos son casi improvisados y su boca junto a sus manos se dejan guiar por lo que su mente desea.

No es usual el tipo de reacciones que muestra el peligris. En sus sesiones de Bondage, suele ser frío y dominante ya que cada paso está milimétricamente pensado con anterioridad. Antes de cualquier encuentro íntimo, sus alumnos dejan pactados sus gustos y limitaciones. Sin embargo, una vez iniciado el proceso, Namjoon dirige los movimientos de sus sumisos a su antojo, pues es lo suficientemente observador para saber sus deseos más oscuros. Aplica su naturaleza dominante y resuelve las necesidades físicas y emocionales de sus esclavos. Todos son libres de detenerse cuando lo deseen y hasta el momento ninguno se ha quejado, al contrario, han buscado nuevamente sus servicios.

Las personas que han pasado por sus manos sólo llegan para vivir la experiencia, pero cuentan ya con un amplio recorrido en su vida sexual, por lo que no hay casi nada que pueda ser extraño para ellos.

Sin embargo, Seokjin es diferente.

Desde el primer momento supo que no era igual que los demás. Por esa razón no le ha pedido que le diga 'Amo', como usualmente pide que lo nombren. Le ha pedido que lo llame 'Maestro' para que su mente relacione sus acciones con un común profesor y no entre en pánico como ocurrió al inicio.

Tampoco le dio una palabra de seguridad, pues no piensa sumergir a Seokjin de golpe en el mundo más profundo del Bondage. Su idea desde el principio es tener un "Romantic Bondage", su práctica predilecta. Lamentablemente no es la que suelen pedirle sus alumnos casuales.

La mayoría vienen pidiéndole experiencias extremas e incluso dolorosas, animados quizás por el morbo de alguna película o libro de moda.

Pero el Bondage es mucho más que eso.

A petición de la persona de turno, el peligris ha usado innumerables veces las sogas para torturar en algún encuentro de sadomasoquismo, otras veces lo hizo para dominar y otras pocas sólo para inmovilizar. En cada atadura la intención y el matiz fue siempre diferente.

Pero, pese a haber probado infinidad de formas de usar sus adoradas cuerdas, su favorita sigue siendo la de sólo inmovilizar, porque le ayuda a conectar con la persona en la más profunda intimidad, casi como en un baile sensual donde dos bailarines se funden al fin en cuerpo y alma.

Sí, por extraño que parezca, la sesión favorita de Namjoon es el sexo vainilla con ataduras, pero no de las que te hacen esclavo, sino de las que te dan alas para disfrutarlo.

Grande fue la sorpresa de Namjoon al enterarse que hasta hace algunos años atrás, antes de sumergirse en el Bondage, él era también parte de ese gran equipo llamado 'vainilla' al que pertenecemos casi todos los mortales.

¿Y por qué lo de vainilla? Porque el sexo es como si entrases en la heladería italiana de tus sueños, llena de miles de colores, sabores y texturas; y a pesar de eso sólo pidieses un helado de vainilla.

Sin quererlo, Namjoon aprendió a degustar muchas más variedades y cayó profundamente en aquella gran heladería del placer.

Pero ahora el cuerpo de su hermoso enmascarado le provoca probar muchos más sabores junto a él. Quizá un helado de sabor a frambuesa como el color carmín de su labios. Uno de melocotón, con una suave tonalidad pastel como el color de su piel y quizás también uno de black coconut, como el intenso azabache de sus pupilas.

Y adora saber que Seokjin lo está disfrutando. Alguien que por su inexperiencia ni siquiera fue consciente de qué sabor podría gustarle en esta gran heladería del placer; y sin embargo, se abre completamente a la experiencia que le ofrece su maestro para apreciar los sabores y texturas, no en el paladar, sino en lo mas íntimo de su ser.

Poco a poco el chico enmascarado fue cediendo a su sutil juego. Porque para Namjoon el sexo es eso, un juego seguro, sensato y consensuado.

Sin embargo, al terminar cada sesión de Bondage, a Namjoon siempre le apetece abrazar y besar. No es penetrar lo que pasa exactamente por su cabeza. Pero después del juego, todas aquellas parejas de cuerdas casuales sólo viven el momento y luego parten de su lado.

Y por esa razón, en este mundo donde todo el mundo juega, Namjoon ya se había cansado de ser sólo un jugador más.

Pese a ello, piensa disfrutar de este momento a plenitud y guardarlo en su memoria.

Porque será el último juego de sus amadas cuerdas.

Las manos del moreno sostienen la fina cintura y sus largos dedos parecen moverse solos, acariciando aquella piel tan clara y delicada. Su boca no abandona su tarea y se desliza esta vez hacia el vecino botón rosado, apresando una y otra vez el tímido pezón del muchacho que esta vez ha cerrado los ojos para concentrar sus sentidos. Los labios del moreno esparcen sutiles besos por la blanca dermis, adorando su piel con devoción. Sus manos suben delineando cada tramo de cuerda, apretando y masajeando en cada recorrido por su obra de arte.

Las firmes manos dirigen las piernas del muchacho que aún continúa de rodillas sentado sobre la mesa, abriéndolas para mostrar aún más su virilidad. La boca del peligris comienza a salivar y se acerca al vientre de su aprendiz, succionando a su antojo, dejando rosadas marcas sobre su piel.

La nariz de Namjoon se pasea con lentitud por la suave dermis hasta llegar a la intimidad del joven. Ansioso, apresa su miembro sin contemplaciones, hambriento de deseo, sintiendo endurecerse y derretirse en su boca el más dulce de los manjares.

Su lengua abraza con cuidado cada tramo de su hombría, apretando y lamiendo con suavidad. Sus dedos amasan los blancos muslos y su hábil lengua recorre un ardiente camino, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, delineando la punta del glande y volviendo a devorarlo de lleno, extasiado con su sabor.

Plantando el caos en todo su cuerpo, sonriendo orgulloso de verlo a filo del abismo.

Los suaves gemidos del muchacho lo incitan a continuar su deliciosa labor hasta sentir sus papilas estallar de satisfacción al percibir la salina esencia pre seminal que comienza a derramarse, como indicios de un volcán a punto de entrar en erupción.

Seokjin jamás había experimentado una felación.

Incluso las pocas veces que intentó masturbarse, se sintió tan extraño que ni siquiera quiso escribir después con la misma mano. Mucho menos usarla para dirigir el mando de sus videojuegos favoritos.

Pero en este preciso instante puede jurar que está a punto de tocar el cielo, aún sin haber llegado al éxtasis total. Su cuerpo comienza a despertar en nuevas sensaciones y una efervescente excitación fluye sin control por sus venas. Cierra los ojos y jadeante lleva su cabeza hacia atrás, sintiéndose volar como una esponjosa nube en el viento.

Antes que Seokjin llegue al clímax, el peligris abandona su falo y se pone de pie frente a él. Su intensión no es llegar aún hasta el final. Quiere que Seokjin acumule sus ganas, que se llene de todo el placer que su maestro está dispuesto a darle, hasta que su cuerpo estalle de deseo por sí solo, hasta que su boca clame por él, hasta que pida más.

Mucho más.

El moreno limpia de su boca algunos restos de brillante saliva con el dorso de su mano y no se sorprende de ver su propio miembro tan erguido y orgulloso que parece saber que pronto su espera será recompensada.

Cerca de las fresas recoge el preservativo que dejó minutos antes y lo desenrolla fácilmente sobre su duro miembro.

Vuelve a acercarse al jadeante enmascarado y pasea sus carnosos labios por el amplio pecho del joven, escuchando el corazón ajeno dar golpeteos desenfrenados. Una de sus manos viaja hacia la espalda del chico para tirar de las cuerdas de sus brazos y arquear aún más su cuerpo, dando vía libre a su boca que se desliza hasta el suave cuello, donde sigue repartiendo lujuriosos besos hasta llegar al oído para susurrar.

-Eres tan delicioso, Jin. Tan precioso.

Y por primera vez en su vida, Seokjin siente su cuerpo quemar y estremecerse. Percibe un fuego abrasador que se acumula en su bajo vientre, llegando hasta su estimulada virilidad y cada terminación nerviosa de su cuerpo, incluso hasta la punta de sus dedos.

Porque esta vez no sólo utilizan su piel para satisfacerse, sino que lo hacen sentir el hombre más hermoso y deseable del universo.

Sin dejar de besar el largo cuello, la firme mano del más alto se desliza esta vez hasta el miembro ajeno y lo sostiene entre sus dedos, lentamente, dando suaves y rítmicos masajes desde la base hasta la punta, sintiéndolo endurecerse aún más bajo su tacto.

El joven amarrado suelta suaves jadeos al aire, al tener todos sus sentidos a flor de piel. Esta vez no contiene sus gemidos. Se siente libre, cuidado, mimado y protegido.

Es justo lo que Namjoon busca. Usa las cuerdas como si fuesen de acero recubiertas de seda. Como si fuera una extensión de su cuerpo que utiliza para abrazar y transmitir.

Porque aunque Namjoon sea el amo, respeta y domina a su esclavo al igual que lo acaricia con sus cuerdas.

Tras largos minutos de ser acicalado por su maestro, oleadas de sensaciones invaden todas las células de Seokjin, sintiendo su cuerpo enardecer con cada caricia recibida, transportándolo al mundo del placer.

Las fibras sensibles de su cuerpo reaccionan a los toques del peligris.

Su ardiente vientre.
Su agitado pecho.
Su sensible cuello.
Sus jadeantes labios.

Cada parte de su ser parece tener vida propia y ya no pertenecerle.

De repente, quiere deshacer los nudos de sus brazos, pero no porque le molesten o le hagan daño.

Él quiere tocar.

Quiere recorrer con sus dedos aquel enigmático tatuaje de dragón que parece llamarle para ser devorado por él. Quiere sentir el excitante cuerpo del moreno bajo sus manos.

Su piel arde en deseos de buscar el calor ajeno.

Su ser le pide a gritos liberar sus ataduras y entregarse.

Namjoon continúa su sendero de besos regados por la fina piel y sonríe de medio lado al escuchar la agitada respiración de su alumno.

El profesor sabe que su aprendiz está listo para su examen final y como premio a su obediencia piensa darle un privilegio que nadie aún ha podido obtener.

Dominar a su maestro.

Sin dejar de mordisquear el suave cuello, Namjoon levanta al muchacho de la mesa, sosteniéndolo suavemente de las costillas, haciendo que el otro por instinto rodee sus largas piernas en las fuertes caderas del peligris.

El moreno da dos pasos hacia atrás y deja caer su peso sobre la única silla del lugar, manteniendo al muchacho sentado sobre él.

Namjoon estira su mano y recoge de la mesita cercana un poco de lubricante que logra esparcir entre sus dedos.

-Esto no va a doler, bonito. Te lo prometo. Quiero que pienses en mí. Quiero que tu mente se libere ¿Hay algo que desees hacer?

El chico no lo duda. Aunque parezca lo menos arriesgado y quizás hasta infantil, es lo primero que pensó cuando fijó sus ojos en su atractivo instructor.

-¿Puedo besarte, maestro?

¿Y cómo decirle que no a ese ángel tan puro e inocente, que con un solo pestañeo de sus ojos azabache logra hacer estremecer a su maestro?

¿Cómo decirle que no, cuando sus pupilas brillan como luciérnagas en la más oscura noche, alumbrando con su virginal luz la vida tan vacía y sin sentido del peligris?

Lástima que esa hermosa luz no sea suya para siempre, pero por el momento va a tomarla. La hará suya las horas que queden de la noche y de la madrugada, hasta retener al menos un destello de esa luz en su propio ser.

Antes de dejarla partir.

Namjoon no lo piensa dos veces y lleva su mano libre a la nuca del pelinegro, asiéndolo de los cabellos para acercarlo y estampar sus labios sobre esa tentadora boca que esta deseando probar desde que lo vio por primera vez.

Su labios colisionan con brusquedad y aunque al principio denota la inexperiencia del muchacho, poco a poco lo conduce de la forma idónea para que el joven aprenda a disfrutar del suave tacto. El profesor empuja su lengua en la boca de su alumno y éste cede al instante, dejándose explorar. La lengua del peligris recorre un ardiente camino, mordisqueando el esponjoso labio del menor, sintiéndolo dar pequeños ronroneos de satisfacción.

Aprovechando la distracción de su aprendiz, la firme mano del moreno recorre la espalda contraria hasta llegar a su redondo trasero. Desliza con suavidad entre las nalgas sus dedos bañados en gel, dando ligeros toques circulares en la apretada entrada de su alumno.

Seokjin da un brinco en el regazo del peligris y muerde con fuerza el labio del maestro al verse invadido por un dedo de su instructor.

Antes de que el pelinegro se disculpe, Namjoon lo reconforta y lo anima a continuar.

-Shh... Shh... Tranquilo. Muérdeme si quieres. Haz lo que gustes. Solo necesito que te enfoques en mí. Sigue besándome, precioso.

Y Seokjin obedece. Vuelve a degustar los carnosos labios en su boca, sin saber si lo hace bien o mal. Lo único que sabe es que le encanta aquella sensación y se sume tan profundo en su tarea por eternos minutos, que no es consciente de que en el proceso su maestro ha ido estimulando su interior al punto que son ahora tres dígitos los que entran y salen suavemente de su cuerpo.

Al continuar amarrado, la sensaciones en el cuerpo de Seokjin son más fuertes. Siente la dura erección de su tutor bajo su cuerpo y su ser responde por inercia, ansiando sus caderas deslizarse al compás de sus agitadas palpitaciones.

-¿Puedo moverme sobre ti, maestro?- susurra sobre los labios ajenos.

Ahhh Jin... ¿Cómo se puede ser tan dulce y sexy a la vez, incluso para pedir algo como eso?

Namjoon alinea su vigoroso miembro en el lubricado orificio de su alumno y acaricia suavemente sus glúteos.

-Haz lo que tu cuerpo te pida, Jin. Toma de mí lo que desees. Ahora tu serás el maestro.

La frente del pelinegro descansa sobre el fuerte hombro de su instructor para intentar concentrarse en su labor.

Las caderas de Seokjin comienzan a moverse con timidez, sintiendo abrirse por dentro, ensanchándose sus cálidas paredes, empujándose con suavidad sobre el gran falo. Namjoon controla sus ganas de hundirse de lleno en él y lo deja continuar en su dulce tarea, dejando suaves caricias en su espalda. Sabe que es importante para su lindo chico mariposa sentir que ha superado finalmente su última lección.

Una vez que logra invadirse por completo, se queda quieto sobre las fuertes y doradas piernas, acostumbrándose a la extraña y punzante sensación. Sin embargo le asalta la incertidumbre... Piensa si realmente alguien tan novato como él sirva para aquello. Duda en que quizás él no sea lo suficientemente bueno para su maestro.

Namjoon siente palpitar su pene en la deliciosa estrechez y desea con todas sus fuerzas continuar la placentera fricción de su piel, pero se limita a acariciar con suavidad los tersos muslos de su alumno y dejar un casto beso en su hombro, respetando el tiempo que sabe su adorado enmascarado necesita.

Sin embargo, como si pudiera leer sus pensamientos, lo sostiene dulcemente del mentón, separándolo de su propio hombro y levanta su mirada hacia él.

-Me encanta la forma en que lo haces, Jin. Eres perfecto. Ya me tienes, cielo. Ahora sólo tienes que disfrutarlo.

Y Namjoon no es consciente de la sinceridad de sus palabras. Porque sí, Seokjin tiene su gran miembro invadiendo su intimidad, pero sin quererlo se ha apoderado también de una parte de su solitario corazón.

Animado por las palabras de su instructor, Seokjin le muestra una dulce y angelical sonrisa debajo de su hermoso antifaz.

Su maestro ha pronunciado exactamente lo que él necesitaba oír.

Se acerca a los labios del moreno y esta vez es él quien lo besa. Su roja boca se amolda perfectamente a los del mayor, recordando con exactitud el recorrido antes trazado con su lengua en su húmeda cavidad.

Lento, muy lento. Dejando extasiado al peligris con el sutil toque de sus labios.

Y es ahora el aprendiz quien arranca suspiros de su maestro, escuchando sus roncos gruñidos que lo incitan a continuar con su placentera faena.

Afianzando los pies sobre el suelo, Seokjin retoma el manso impulso. Su pelvis comienza a moverse suavemente por sí sola y sus rítmicos movimientos se vuelven cada vez más demandantes en cada vaivén.

Y en cada roce, piel con piel, su cuerpo va inundándose de gozo y placer.

Dando lo mejor de sí en cada auto embestida, sin parar el constante balanceo de su cuerpo, Seokjin abandona la jadeante boca ajena para retomar un poco de aire y vislumbra al peligris desde lo alto, montado en su regazo.

El maestro observa en todo su esplendor la magnífica y erótica visión en la que su aprendiz se ha convertido. Su inexplicable fantasía hecha realidad.

La mariposa muestra sus ocultos colores, ansiando al fin batir sus alas.

Seokjin demuestra firmeza y seguridad en cada sensual movimiento. Misterioso, profundo y exquisito, iluminando con su presencia y belleza sin par.

Sus brillantes ojos encendidos, fulgurantes cual vivas flamas. Su apetitosa piel trazada de líneas, cuerdas como serpientes rodeando su piel de un rojo intenso. Las vertiginosas caderas bailan su propio ritmo hipnotizante, intercalando balanceos rápidos y lentos, hundiéndose cada vez más en el grueso miembro de su maestro.

Su fino cuerpo se muestra ondulante y flexible, elegante y majestuoso.

Y el alumno se convierte en amo y el maestro en su siervo.

Namjoon, absorto ante el cabalgar seductor de su aprendiz, desliza sus fuertes manos por la cintura contraria, serpenteando sus dedos por la fina silueta del pelinegro. Lo apega aún más a su morena musculatura, estrujando con fascinación cada rincón de su cuerpo, deseando fundirse en él. Besando con fervor su pecho, mordisqueando su cuello, rasguñando la jugosa carne, adorando cada palmo de la suave piel de terciopelo. Convirtiendo el hermoso cuerpo ajeno en su nueva religión.

El maestro no guía sus movimientos, sólo lo deja ser libre. Dejándose dominar a gusto por la bella mariposa atada. Volviéndose esclavo de su piel.

Una deliciosa y mágica experiencia que va enloqueciendo sus sentidos.

Torrentes de excitación inundan cada parte de sus cuerpos. Disfrutando de escuchar la caliente respiración y los latidos ajenos. Meciéndose uno junto al otro, rogando detener el tiempo.

-Maestro... ¡Oh, Maestro!... ¡Maestro!

Sus pieles colisionan como olas embravecidas. Excitante música de sonidos obscenos inundan sus oídos. Sus cómplices bocas vuelven a encontrarse, ansiosas y jadeantes, formando un ardiente caos de lenguas y dientes, esparciendo besos y mordidas por doquier. Sumergiendo sus deseos en un mar de pasión desbordado.

Sus cuerpos danzando al unísono de sus gemidos, resbalando de sudor entre suspiros, convirtiéndose en energía pura que quema sus entrañas, hasta llegar a la cúspide del éxtasis donde sus esencias son finalmente liberadas.

Y en el despertar de la primavera del placer, la bella mariposa es desatada y puede al fin volar.

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