♠️Last chapter: Welcome to my life♠️
Gotas de sudor bajan por la blanca frente y Seokjin abre los ojos de golpe, agobiado por el calor abrumador que no le deja dormir tranquilo.
Todo es oscuridad.
Intenta incorporarse sobre la cama pero un fuerte peso sobre su cuerpo no le deja moverse ni un centímetro. Deja caer su cabeza hacia atrás, cayendo nuevamente los desordenados cabellos sobre la almohada.
Sus delgados dedos tantean el peso sobre su cuerpo y se encuentran con la musculada espalda del peligris, quien dormita tranquilamente abrazado a su cintura.
Seokjin alza uno de sus brazos hacia un costado, intentado encontrar en medio de la penumbra algún interruptor de luz. Sus dedos chocan con una pequeña lámpara que logra encender fácilmente con solo tocarla.
El pelinegro regresa su ojos hacia la cama y se encuentra con la armoniosa vista desnuda de Namjoon, casi totalmente recostado sobre él. Incluso el leve dolor en su cintura parece desaparecer al contemplar la escultural figura.
Sus grises cabellos descansan sobre su pecho y una de las fibrosas piernas yace enroscada sobre las suyas. Los negros ojos observan el suave subir y bajar de su espalda, con cada respiración del moreno. Su tonificada piel arde, siendo su temperatura corporal muy superior a la suya, motivo por el cual, aún sin estar cubiertos por las sábanas, comenzó a sudar en plena madrugada de invierno.
Seokjin sonríe, suspira y cierra los ojos, mientras una de sus manos se posa sobre los suaves cabellos de su mayor, acariciándolos cariñosamente. No se siente avergonzado ni cohibido, a pesar de encontrarse también sin ropa alguna. Se siente tranquilo y en paz. Como si aquella posición, pese al calor que desprende el cuerpo del peligris, hubiera sido creada perfectamente para ellos dos.
De repente, las palabras antes dichas por su maestro comienzan a resonar en su mente.
"¿Sabes que podría estar en juego tu futuro en la empresa?"
¿Por qué debería preocuparse por su puesto? ¿Hay alguna norma que él no sepa? ¿Alguna que impida las relaciones personales entre compañeros de trabajo?
¿O quizás teme que pueda malinterpretarse su decisión final como instructor del grupo?
Como si al acostarse con él, pudiera influenciar su veredicto. Como si el entregarse a él fuese un trato. Como si estuviera asegurando su puesto...
Oh no...
¿Cómo no pudo pensar en eso?
Realmente es cierto cuando dicen que el amor te vuelve ciego y sordo.
Él sólo hizo caso a su corazón cuando llego por sus propios pies al departamento de su maestro ¿Pero que hay de su razón? ¿Qué hay de aquel lugar en la empresa con la que siempre soñó?
Seokjin abre los ojos súbitamente y deja de acariciar las grisáceas hebras. Intenta levantarse con dificultad, despegando las fuertes manos de su cuerpo y pese a los ronroneos a modo de quejidos del mayor, finalmente logra con cuidado mover el pesado cuerpo. Coloca una almohada a su lado y se sienta al borde de la cama.
De inmediato, la frialdad del invierno pega de lleno en su liviana figura y echa de menos el calor que irradiaba la imponente anatomía del peligris.
Gira de nuevo su vista hacia la cama y lo ve dormir tranquilamente boca abajo, con el rostro hacia un lado.
Y es tan atractivo.
Su corazón palpita como loco sólo con observarlo respirar. De repente, contempla sobre su marcado pómulo dibujarse un precioso hoyuelo, como si disfrutara de algún feliz sueño.
Seokjin esboza una suave sonrisa al verlo pero en seguida deja el gesto a la mitad, cuando vuelve a su memoria otra frase de su maestro.
"Si mañana al amanecer no estas aquí, entenderé que no buscas lo mismo que yo"
¿Qué sueñas maestro?
¿Qué buscas en mí?
¿Cuál es el juego que quieres mantener?
¿Qué es aquello tan diferente y especial que quieres encontrar?
Aún si le pidiera ser sólo compañeros sexuales, ¿estaría a la altura de su maestro?
Y si le pidiera algo más formal, ¿sería lo suficientemente maduro para afrontarlo?
Él no tiene la experiencia de la que goza su mayor. Sabe que la experiencia se obtiene a través del tiempo.
¿Qué podría aportar Seokjin en la vida de su maestro a su cortos veintidós años?
Quizás por ello su nuevo yo le insistía en que viviera su vida al máximo, libre y sin ataduras. Ganando experiencias, disfrutando de nuevas vivencias, gozando cada día de su juventud como si fuera el último.
El pelinegro baja su mirada a su regazo y observa el tatuaje en su muñeca. Mientras desliza uno de sus dedos sobre la frase "Young Forever", le parece escuchar a ese nuevo yo haciendo eco en algún lugar de su mente, repitiéndole que si en la montaña rusa de su vida él es el único dueño ¿Por qué tendría que amarrar el viaje a un sólo compañero?
Seokjin suspira y vuelve a cerrar los ojos brevemente. Al abrirlos fija su vista en un pequeño reloj despertador sobre la mesita de noche que marca las cinco y veintitrés de la mañana. Junto a él descansa un elegante antifaz negro de pequeñas piedras brillantes. Un objeto que él conoce bien.
La máscara de mariposa de Venezia.
Su pecho se llena de calidez y de dudas a la vez.
Su maestro lo recuerda.
Su maestro lo extraña.
Su maestro gusta de él.
Pero ¿Es sólo ese tipo de recuerdos los que busca su maestro?
¿Cómo saber si su maestro lo quiere también?
Tal vez el mayor tiene razón al asegurar que Seokjin es muy joven para entenderlo, tanto que ni si quiera con su primer compañero supo diferenciar un gusto pasajero de lo que era el verdadero amor.
Quizás por ello su maestro le aseguró que por su bien y hasta que sea lo suficientemente maduro para saberlo, ésta debería ser su última lección.
Pero Seokjin no sabe que aunque crea que su corazón puede equivocarse, el alma nunca vibra por cualquiera.
Y con el corazón lleno de incertidumbre, el pelinegro se cubre con una sábana que encuentra a los pies de la cama. Se envuelve en ella y camina despacio, arrastrando los pies, hacia la puerta de la habitación.
Vuelve su mirada hacia la silueta de su maestro y lo ve abrazado esta vez a la enorme almohada que dejó el pelinegro en su reemplazo. El encantador rostro continúa durmiendo feliz sobre la suave superficie.
Seokjin dibuja una triste sonrisa en su faz al pensar que sería demasiado codicioso en creer que pudiera ser su presencia la causante de esos dulces sueños y lanza un largo suspiro antes de terminar saliendo por el umbral, cerrando la puerta lentamente.
A las nueve y media de la mañana, el despertador suena con una melodiosa canción.
Las morenas manos apagan el ruidoso aparato por inercia y se acomoda para continuar durmiendo abrazado a la esponjosa almohada.
Debería levantarse para ir al gimnasio, pero éste sábado piensa darse el lujo de faltar.
Pero algo falta.
Algo no es correcto.
Algo no está en su lugar.
Asustado, Namjoon abre los ojos y mira hacia ambos lados de la cama.
Su aprendiz no está con él.
El maestro nuevamente se ha quedado solo.
El leve dolor de cabeza por el exceso de copas de la noche pasada queda en segundo plano al sentir que algo se quiebra en su interior.
Y Namjoon piensa que ya debería estar acostumbrado a que nunca nadie se quedara a su lado. Que todos buscaran nuevas vivencias, curiosas o extremas y que luego partieran en busca de más. Pero esta vez no había sido solo sexo, no había sido sólo un juego. Había apostado su corazón y dolía como mil infiernos juntos.
Él sólo ansiaba un alumno a quien pudiera no solo enseñar, amarrar o desear, sino también cuidar y amar ¿Qué demonios estaba haciendo mal?
Ni si quiera puede culparlo por haber elegido no quedarse. A pesar de su timidez, sabe que su aprendiz es un joven inteligente y de seguro que cualquier persona en su lugar hubiera puesto primero su futuro empresarial antes que una posible relación con alguien prácticamente desconocido.
Namjoon se acomoda en posición fetal, abrazando fuertemente la almohada, cerrando los ojos, inhalando el suave olor que aún queda de Seokjin.
Su hermoso aprendiz.
El único capaz de lograr que cada íntimo contacto no fuera una clase más, sino que se sintiera natural, espontáneo y real.
Desnudo, el peligris se levanta de la cama, toma una pequeña radio de la mesita y camina desganado hacia el baño, pensando en darse una ducha para alejar cualquier pensamiento de su bello chico de ojos negros que parece estar grabado a fuego en su mente.
Las hermosas pupilas azabache que parece verlas aún en cada rincón. Su linda sonrisa en las paredes, llenando hasta hace poco su vida de luz y color.
Suspira y decide finalmente poner algo de música para animarse, tal como hace siempre al ducharse cada mañana. Acomoda la radio y posiciona sus manos sobre el lavabo, mirando su musculada figura a través del espejo.
Las notas musicales de su canción favorita comienza a sonar y Namjoon sonríe tristemente, mientras cierra los ojos y profundiza en su interior las letras de la canción.
"Just take a ride with me,
'cause I'm ready
And the light will guide us
to a million stars.
My love, just hold my hand.
The end is you and I."
"Solo da un paseo conmigo,
porque estoy listo.
Y la luz nos guiará
hacia un millón de estrellas.
Mi amor, solo toma mi mano.
El final somos tú y yo."
Y Namjoon por primera vez se siente listo. Realmente se siente preparado y listo para amar.
¿Pero qué pasa si aquella persona que ama no quiere tomar su mano?
¿Jamás podrá ver aquel millón de estrellas con las que siempre soñó?
"And in the air,
I wanna draw you a happiness
and show you all my colours to you.
Just tell me you love me,
then I’ll give you everything
and that will be thе best part of me."
"Y en el aire
quiero dibujarte la felicidad
y mostrarte todos mis colores para ti.
Sólo dime que me amas,
entonces te lo daré todo
y eso será la mejor parte de mí."
Y si Seokjin no toma su mano,
¿Cómo puede ser feliz?
¿A quién va mostrar sus colores si sólo es a él a quien se los quiere regalar?
¿Cómo va dárselo todo?
¿Cómo va mostrarle lo mejor de sí?
Namjoon vuelve a abrir los ojos y observa su reflejo con determinación.
No.
Se niega a aceptarlo.
Se niega a darse por vencido.
De nada le sirve llenar una cama con diferentes personas cada fin de semana en un círculo vicioso donde solo es usado y dejado cada vez. De nada le sirve vanagloriarse de ser experto en sexo, de saber encontrar en cada alumno el punto perfecto de placer y excitación total, cuando al día siguiente su vida sigue siendo tan vacía y virgen. Sí, virgen pero de amor.
Aquella forma en que Seokjin lo mira, el estilo tan único en que lo besa, la manera tan especial en que se entrega a él. Todo le hace pensar que debe haber alguna esperanza. Debe existir alguna forma de convencer a su hermosa mariposa de que su lugar está junto a él.
Sabe que su aprendiz debe estar confundido y asustado, pero juntos podrían buscar soluciones. Esperar que terminen las prácticas, tal vez, o que su cargo sea fijo en la empresa.
Él no va a apresurarlo, no piensa agobiarlo. Namjoon está dispuesto a esperarlo todo el tiempo que necesite, siempre que le dé al menos un rayo de luz.
Una sola esperanza.
Y necesita decírselo directamente, en este mismo momento. No puede esperar más. No quiere que se esfume de sus manos la oportunidad tan hermosa que le da el destino de ser feliz.
Con seguridad en la mirada, vuelve a contemplarse a sí mismo en el espejo.
Sí.
Es hoy.
Éste es el día.
Éste es el momento.
Se lava los dientes y se da una rápida ducha, intentando disipar los recuerdos del mismo lugar que se llenó hace pocas horas de excitantes memorias y suaves gemidos de su bello aprendiz. No porque no quiera volver a recordarlos, sino porque no quiere perder ni un minuto más sin ir a buscarlo.
Seca su cuerpo con prontitud y camina de regreso a su armario, vistiéndose a la velocidad de la luz con unos pantalones holgados, livianas sandalias y una camiseta marrón. No quiere perder tiempo ni en encontrar sus zapatillas de deporte, ni en desayunar. Mucho menos en peinarse.
Recuerda la dirección de Seokjin en la misma ficha de Recursos Humanos, de donde tomase las fotos tamaño carnet que guarda en su cartera. Decide en dos segundos pedir un taxi en vez de ir en bicicleta, pues no tiene auto ni mucho menos carnet de conducir. Siempre pensó que si más adelante decidiese adquirir uno, definitivamente comprará un modelo que funcione sólo con energía solar.
Pero segundos antes que abriera la puerta de su habitación, se queda pasmado al oír un estruendoso grito proveniente del salón.
—¡PIKACHU, YO TE ELIJO! ¡SIIIIIIII!
Y Namjoon se queda absorto al abrir la manija de un solo golpe.
Esa voz.
Esa preciosa voz.
—¡IMPACT TRUENOOOOO! ¡WOOOOOO!
¿Es un espejismo?
¿Está soñando?
Su bella mariposa está allí, de pie, frente al gran sofá, jugando el videojuego de Pokémon que le llegase al instructor por correo hace tres días atrás. Tiene puestos unos grandes auriculares, por lo que la imagen en el televisor no emite sonido alguno y el peligris creyó que toda la casa reposaba en silencio.
El pelinegro parece haber ganado puntos con alguna jugada y se encuentra feliz realizando un curioso baile, juntando las manos y moviendo las caderas hacia los lados. Al encontrarse de espaldas, no ha reparado en la presencia de su maestro.
Namjoon corre hacia él gritando a viva voz.
— ¡Cielo! ¡Estás aquí! ¡Te quedaste!
—¡Señor Kim!— exclama el aprendiz dando un brinco en su sitio por la sorpresa y suelta el mando del videojuego, dejándolo caer sobre la alfombra. De inmediato se mueve, sentándose en el extremo del sofá, asustado, cogiendo una almohada e intentando en vano cubrir con ella su cuerpo. —Lamento... Lamento haberlo despertado. Me emocioné demasiado mientras jugaba— se disculpa finalmente, quitando los auriculares de su sonrojado rostro.
Namjoon rodea el mueble y se sienta cerca de él. Le sonríe y desliza con suavidad la almohada de sus muslos. Observa que sólo lleva la camisa que portaba el día anterior, junto con sus coloridos boxers de divertidas y curiosas caritas de Pikachu.
Sus ojos vuelven a cruzarse y Seokjin baja la mirada, avergonzado.
—Lo siento por vestir así... El resto de mi traje estaba sucio... Recogí las prendas que habían en la ducha y he puesto una lavadora con nuestra ropa.
El corazón de Namjoon se alborota con sólo oír la palabra "nuestra". Porque suena a "juntos" y esas dos palabras son las que adoraría escuchar todos los días.
—Jin...— le llama dulcemente, porque necesita decírselo de una vez. Quiere decirle que lo suyo no es un gusto pasajero, que lo quiere de verdad.
—Siento también haber usado el juego sin su permiso— le interrumpe nervioso el pelinegro. —Es el mismo que compré esta semana y aún no había podido probarlo.
—Jin...
—¿Sabía usted que en el nuevo juego existe una forma de comprar una isla Pokémon solo para dos jugadores? Su nombre de usuario estaba guardado al iniciar sesión, así que fue fácil agregarlo. Ya que no me deja devolverle el dinero que me dio en Las Vegas, he decidido gastarlo en cosas para los dos ¡Y he comprado una isla para ambos!
—Jin...
—También encontré su álbum de tarjetas sobre la mesita. Vi que le falta en la cuarta página uno de Dragonite en su versión evolucionada ¡Pero yo la tengo duplicada! Se la puedo regalar para que complete su colección.
—Jin...
—¡Ah! Y también estuve buscando una silla igual a la suya por internet. Por lo visto es un modelo exclusivo de un reconocido diseñador. El mismo modelo sólo se encuentra en venta en color rosa. Con lo que restaba del dinero hice el pedido hace una hora y creo que llegaría el lunes. Espero que no le moleste el color, aunque si lo prefiere podemos devolverlo o buscar un modelo parecido y...
—¡JIN, BASTA!
Asustado, el pelinegro se calla automáticamente.
Namjoon se acerca aún más a él y sosteniendo sus mejillas deja un suave beso sobre los mullidos labios.
—Basta, Jinnie— murmura sobre su boca, —o harás que me enamore aún más de ti.
El alma de Seokjin vibra de felicidad en su pecho al escuchar aquella confesión. El pelinegro no estaba seguro de lo que sentía su maestro por él. Pero después de las dos horas que estuvo meditando en el salón, junto a la hora y media en la que estuvo charlando por teléfono con su mejor amigo, finalmente decidió quedarse para averiguarlo.
Jimin, después de contarle con lujo de detalles toda la increíble historia de la semana más caótica de su vida, lo animó a quedarse, afirmándole que "Si uno no se arriesga por miedo a perder, ya ha perdido".
Seokjin llegó a la conclusión de que, aunque fuera demasiado joven e inexperto y aunque quizás no pueda aportar nada en la vida del peligris, podría al menos intentarlo y ser lo que él necesite. Esa persona única, diferente y especial que él busca.
Aun así, escuchar aquella frase de su maestro le parece un sueño.
—¿Realmente... me quiere, señor Kim?
—¿Es que no lo ves, precioso? Pensé que había sido demasiado obvio. Aunque quizás tengas razón y yo sea muy tonto al querer que lo comprendas si expreso mis sentimientos sólo cuando no puedo evitar tener mis manos sobre ti. Pero esta vez te lo diré directamente para que no te quede duda alguna.— Namjoon asegura nuevamente el suave rostro entre sus manos y le habla a pocos centímetros de su aprendiz, con la sinceridad que brota de lo más profundo de su interior. —Cada día me enamoro más de ti, mi hermosa mariposa. Eres aquello diferente y especial que he estado buscando durante mucho tiempo. Quiero cuidarte, quiero aprender a amarte como es debido. Sólo déjame intentarlo. Nada me haría más feliz que elijas quedarte a mi lado ¿Me dirás que sí, cariño?
Seokjin le muestra una enorme sonrisa que ilumina aún más su hermoso rostro.
—¡SIIIIIIIIIIII! ¡YO TE ELIJOOOO!— responde entusiasmado abrazando al peligris, como si acabara de elegir una valiosa pokebola, lanzándose sobre él y empujando su cuerpo por el efusivo contacto, dejándolo caer sobre el sofá con él a cuestas.
Namjoon ríe por la espontaneidad de Seokjin, complacido y feliz de tener su ligero cuerpo sobre sí una vez más. Acaricia con suavidad su cintura por debajo de la camisa y deja pequeños besos sobre su mentón.
—Me encantas, Jin. Por favor, no te vayas nunca de mi lado.
—¿Ni para ir a la empresa?— bromea el pelinegro.
—Oh, sobre eso... No quiero que tu futuro se vea en peligro por culpa mía. Creo que podremos arreglarlo de alguna forma y...
—Ya lo he pensado y creo que tengo la solución perfecta. Hablaré con el señor Taehyung para cambiarme al grupo del señor Lee Wonho cuanto antes. Mis capacidades serán igualmente evaluadas por él. Estoy seguro que me seleccionará también y nadie podrá juzgar o malinterpretar su decisión. Sé que valgo para estar allí, he trabajado mucho para ese puesto durante cuatro años.
—Cielo, ¿harías todo eso por nosotros? Eres hermoso, inteligente, brillante y honesto. Dios... Eres perfecto.
—En realidad no soy perfecto— afirma Seokjin con un triste puchero y bajando la mirada. —Quise hacer café para desayunar pero creo que lo estropeé y la cafetera ya no funciona. Además estuve buscando a su gato. Quería darle algo de comer, pero no lo encontré, creo que tuvo miedo de mí y escapó...
—Jinnie— le llama el peligris con dulzura, sosteniendo su mentón para dirigir su rostro hacia él, —hagas lo que hagas, seguirás siendo perfecto para mí. Sobre el aparato de café, olvídalo, se me rompió ayer. Malogro cosas todo el tiempo. Y sobre el gato creo que es momento de decirte que no existe, sólo era una excusa graciosa que mi cerebro ebrio ideó para convencerte de que vinieras conmigo. Pero quiero que sepas que ya no necesito excusas, ni necesito más gatos cuando tengo una linda mariposa en casa— afirma el moreno sosteniendo de nuevo sus tersas mejillas y acercando su boca a la ajena para dejar en ellos un profundo beso. —Gracias por quedarte, cariño. Welcome to my life, my beautiful butterfly.
Y quizás es muy pronto para Namjoon decirle que lo ama, aunque su corazón así lo sienta. Sabe que aún le quedan muchas cosas por conocer de su hermoso aprendiz y está seguro que le encantará descubrirlo día a día. Recorrer ese camino juntos, ya no como maestro y alumno, sino siendo complementos el uno del otro.
Después de años buscando el amor, Namjoon ahora cree firmemente en los milagros.
Porque su milagro es Seokjin.
El más hermoso regalo que le dejó Venezia.
Porque el amor es un regalo que a veces cae del cielo, de la más insospechada y mágica forma.
Ahora sabe que incluso la fortuna y el destino pueden jugar a veces a su favor. Porque da igual si apostara todas su cartas en cada casual encuentro. La dicha sólo está reservada para los que con paciencia saben esperar, porque lo mejor siempre está por venir.
Y ya no piensa que el amor es una utopía o un cuento de hadas que no tiene fin. Sabe que podrán venir momentos buenos y malos, pero si al final del día puede besar sus rojos labios, todo habrá merecido la pena.
Porque al contemplarlo y perderse en sus negros ojos, encuentra en ellos la paz que tanto buscó.
Y Namjoon confirma una vez más que no todo lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas.
Porque existen cosas maravillosas que suceden en Las Vegas y se quedan para siempre en tu corazón.
♠️THE END♠️
Y llegamos al final!!!!💜💜
Ayyyy soy lágrimas!!!!😭😭😭😭
Amo los finales felices, pero también me da penita cuando las historias terminan 🤧🤧.
Espero que les haya gustado recordar la canción de Tae (A million stars) nuevamente en este último capítulo.😻
Gracias por acompañarme cada fin de semana durante estos dos meses, dándome ánimos con sus lindos comentarios. Los leo todos como mucha emoción 💕.
Espero vernos en una nueva historia. (Tengo una idea en mente pero me tardaré algunos meses en darle forma. Aunque ya tengo la portada jeje, pero me gusta mucho investigar sobre las cosas antes de escribir 🌟)
Gracias totales por el cariño de siempre.
Aquí les dejo una imagen inédita de lo que sucedió entre Nam y Jin después del capítulo final 👀👀👀👀
Jsjsjsjs 🙈🙈🙈
Besos de algodón de azúcar para tod@s 🍭💕
Con amor, su amiga Namjinista por siempre.
Ayri 💜🌼
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