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♠️Stay with me♠️


De la mano, Namjoon conduce con torpeza al pelinegro por el pasillo de la entrada, encendiendo un par de luces de camino hacia la cocina.

El ambiente se ilumina de inmediato, dejando que el aprendiz recorra con sus brillantes ojos cada rincón del departamento. Una enorme alfombra en el salón destaca inevitablemente, decorado con dibujos tribales en tonos tierra y vino. Sobre ella descansa un sofá beige de estilo chaise longue, frente a una mesita central a los pies de un televisor que ocupa casi toda la pared. Coloridos cuadros y pequeñas esculturas se lucen en cada rincón. Divisa además una silla de madera al lado de la barra americana, la cual separa el lugar a la perfección del resto del salón.

Todo encaja impecablemente en el ambiente moderno, abierto y práctico. Sólo hay una pared divisoria en el lugar, repleta de diminutas plantas colgantes, asumiendo Seokjin que es donde debe encontrarse el dormitorio de su superior.

Namjoon suelta de la mano a su alumno y sin preguntarle, lo sostiene de la cintura y logra sentarlo fácilmente sobre el muro de la cocina, posando luego sus manos sobre la misma a cada lado de la figura del pelinegro.

-Lo siento, bonito. Tendrás que sentarte aquí. Solo tengo una sola silla ya que no suelo tener visitas.

-Pensé que sería usted más sociable, maestro.

-Lo soy, pero mi casa es mi museo personal. Es mi santuario. Nadie entra aquí.

-Pero yo... yo estoy aquí ahora.

-Te dije que es mi santuario, precioso. Tú eres mi obra de arte.

-¿Me dejará volver a entrar aquí, maestro? Puedo... puedo comprar otra silla si lo prefiere.

-Bonito- lo llama el moreno dulcemente, acercando su rostro a pocos centímetros de su aprendiz, -si pasas aquí la noche, la silla será lo que menos vas a utilizar ¿Realmente quieres quedarte, Jin? ¿Sabes que podría estar en juego tu futuro en la empresa?

-Yo... no pienso en la empresa en este momento... Yo sólo...

-Lo sé. Tus ojos no mienten- confirma el peligris, separándose de su alumno. Coge un vaso de la estantería y da un par de pasos hacia el refrigerador para servirse un gran vaso de agua, añadiendo también algunos hielos, intentando refrescar su reseca garganta después de sobrepasarse un tanto con la bebida. -Quizás eres demasiado joven para entenderlo o tal vez sólo buscas más experiencias en tu vida. Te prometo que yo no voy a juzgarte, sea lo fuese que estés buscando, pero por tu bien esta será mi última lección como tu maestro- sentencia el moreno ante la extraña mirada de su aprendiz, creyendo el mayor que la lozana juventud de Seokjin debe llevarle a buscar vivencias nuevas y diferentes, tal como él las buscó a su edad. Aunque Namjoon adoraría que la luz de su mirada sólo lo ilumine a él, sería incapaz de interponerse en su brillante futuro laboral, ni de condicionarlo a una firme relación para la que quizás su hermoso pelinegro no se sienta preparado. -Yo no busco más alumnos de una noche, Jin. Mis intereses ya son otros. Busco una compañía especial, algo diferente...

Namjoon se acerca nuevamente hacia el lindo chico y deja a un lado su vaso a medio beber con algunos cubitos flotando alrededor, para volver a encerrar la figura de Seokjin, apoyando sus brazos sobre la encimera donde continúa sentado.

El peligris intentó contenerse durante muchos días. El alcohol en su sangre eleva sus ganas y ahora ya no sólo se conforma con observarlo y escucharlo. Quiere consumirlo y poseerlo completamente, pero intenta mantener la mente fría, sin poder evitar la calidez que va creciendo no sólo en su cuerpo, sino también en su pecho.

-Si realmente sólo quieres una lección más, yo te la daré- vuelve a hablar el instructor a poca distancia del confundido rostro del pelinegro. -Pero si mañana al amanecer no estas aquí, entenderé que no buscas lo mismo que yo.- La morena mano sostiene con suavidad la mejilla de su alumno y la acaricia con el pulgar, sonriéndole comprensivo, sabiendo que puede ser la última vez que acicale su nívea piel. -Aún sin saber lo que puedo hacer de ti ¿Te quedarás esta noche, mi bella mariposa?

Seokjin observa atento los profundos ojos de su maestro y pensativo baja su mirada hacia los pulcras lozas del suelo de la cocina. Pese al semblante algo rojizo por el alcohol, puede sentir la sinceridad de las palabras de su instructor.

El pelinegro sabe a lo que ha venido, sabe que su maestro podría hacer lo quisiese con él. Pero aún así, el moreno decide dictarle antes las normas de su juego.

¿Pero Seokjin realmente quiere jugar?

Ya se lo dijo antes su nuevo yo, que viviera cada minuto al máximo y que disfrutara de los placeres de la vida, olvidando los tabúes y compromisos.

Y si el sexo es sólo un juego...

¿Qué hay del amor?

¿Es amor lo que él siente?

Seokjin sabe que existe una conexión muy fuerte entre ellos dos. Pero piensa que su maestro no le habla de sentimientos. Él le dice que le gusta, pero no le ha dicho que lo quiere. Su maestro le habla de su búsqueda de algo diferente y especial ¿Un único compañero sexual que esté siempre a su disposición, tal vez? ¿Exclusividad? ¿Amigos con derechos? ¿Sin compromisos? ¿Cuáles son esos otros intereses de los que habla?

Su confundida mente no le deja interpretar correctamente lo que el moreno le quiere decir.

Las dudas inundan la cabeza de Seokjin, pero sólo tiene en claro una cosa: que aunque no sepa diferenciar si lo que siente es un simple gusto o si es amor, es a su lado donde ansía descubrirlo.

Es a su lado donde quiere estar.

El aprendiz levanta su mirada y vuelve a observar al moreno, queriendo adivinar los secretos que esconde la mente y el corazón de su maestro. Porque ya no puede evitar el loco palpitar del suyo propio, llenándose de ilusiones con cada mirada que le regala el peligris.

Y si este momento es sólo una ilusión, piensa disfrutarla hasta el final, aunque mañana corra el riesgo de que su torpe corazón amenace con quebrarse.

"Que lo que tenga que pasar, pase, pero junto a ti..."

Decidido, Seokjin se quita los finos lentes, cierra los ojos y acorta la distancia del moreno rostro, dejando un casto beso en los labios del mayor.

-Me quedaré esta noche, maestro.


Las fuertes manos de Namjoon deslizan una a una las prendas de Seokjin, dejándolo sólo con un pequeño boxer, semidesnudo sobre la barra de la cocina. Los gruesos labios se apoderan de la roja boca de su aprendiz, paseándose luego libremente por su cuello y dejando pequeños mordiscos sobre su pecho.

El peligris sonríe al verlo sólo vistiendo una colorida ropa interior de pequeños Pikachus haciendo divertidas caras y muecas. Le parece aún más curioso que él tenga también en su armario uno casi idéntico, pero de sonrientes Dragonites.

Lo más extraño de todo es que le encanta contemplarlo enfundado en aquella vestimenta, viendo a su aprendiz igual de sexy como si llevara la más lujosa lencería.

Porque no es la prenda.

Es él, su hermoso chico de cabellos negros.

Es su cuerpo que responde extasiado a cada toque de sus tibias manos.

Es la forma en que lo mira, con aquellos resplandecientes y profundos iris negros como el ébano.

Es su boca que le regala sus suaves suspiros, ansiando ser besados hasta quitarles el aliento.

A pesar del frío invierno, el calor aumenta en cada esquina del lugar y en segundos a Namjoon empieza a estorbarle la ropa. Desajusta un poco su corbata antes de volver a posar sus ojos en el lascivo cuerpo casi desnudo de su aprendiz.

Sabe que podría poseerlo en este mismo instante y está seguro que su aprendiz lleva deseándolo también tanto como él. Pero aunque los vestigios del alcohol aún no desaparezcan totalmente de su organismo, es lo suficientemente consciente para saber que ésta pueda ser quizás la última vez que tenga a la bella mariposa entre sus manos. Por eso piensa tomarse todo el tiempo del mundo en degustar cada rincón de su deliciosa piel.

Namjoon deja su corbata a medio deshacer sobre su cuello y empuja suavemente hacia atrás el cuerpo de su alumno, dejando que su fina espalda se pose sobre la barra de la cocina. La clara piel se eriza con el frío contacto, pero enseguida se calma con los suaves caricias de su mayor que suben con suavidad por su cintura, delinean su costillas y juegan traviesos con sus tímidos pezones.

Siendo sus manos confidentes de su cuerpo, expandiendo el deseo con las puntas de sus dedos.

Namjoon no puede despegar sus manos de su aprendiz. Su adictiva piel le llama a sentir bajo su tacto las suaves dunas de su ser. Adorando y venerando su cuerpo como la obra de arte que es.

Da igual el sitio, si es la mesa o el suelo. Gustoso recorrería con él todos los lugares de la casa para dejar huella, para llenar cada rincón de gritos y gemidos, de olores y sabores, de caricias, arrebatos y orgasmos sin fin.

El maestro separa brevemente las manos de su alumno y recoge el vaso que dejó en la encimera para atrapar un pequeño hielo entre sus dientes. Vuelve a acercarse a su aprendiz y hunde su rostro en el suave cuello. Recorre su cuerpo causando frío y calor al mismo tiempo, trazando una línea imaginaria de norte a sur, lamiendo con lentitud su pecho y deslizándose por su fino abdomen.

Seokjin se estremece por completo y lleva su cabeza hacia atrás, sintiendo desvanecerse en tal abrumadoras sensaciones. El calor se va propagando en su interior y las finas líneas gélidas, unidas a los gruesos labios de su maestro, sólo parecen avivar más las brasas que estallan de gozo desde su bajo vientre.

Un suave jadeo escapa de la boca del alumno cuando Namjoon llega a la tentadora entrepierna, deslizando delicadamente su ropa interior, dejándolo desnudo por completo. Ansioso, el peligris atrapa el miembro ajeno con su boca, jugando de arriba abajo, de abajo hacia arriba, con el trozo de hielo en su helada lengua.

-Mhmmm... Maestro...

Namjoon sonríe gustoso con la boca llena. Adora ser el causante de los gemidos de su aprendiz. Hay tantas cosas que quisiera probar en su cuerpo, tantas que la boca se le hace agua con tan sólo pensarlo. Da una larga lamida al falo contrario y baja su lengua jugando con el pequeño glaciar, haciendo círculos en su estrecha entrada y vuelve a subir lentamente hasta su ombligo, terminando por deshacerse el hielo de su boca y esparciendo pequeñas y frías mordidas a su deliciosa presa.

El peligris sostiene a Seokjin de la espalda y lo incorpora para volver a dejarlo sentado sobre la barra, apegándolo a su fuerte cuerpo y estampando de nuevo sus labios con los de su aprendiz.

Capturando de nuevo su boca, haciendo suyos aquellos labios de cereza que le invitan a pecar.

Seokjin rodea con su brazos el moreno cuello, profundizando aún más el húmedo beso dado por su maestro, suspirando encantado sobre su piel.

Sin dejar de besarlo, el mayor acaricia sus muslos y ajusta las largas piernas a su fuerte cintura. Sostiene a su alumno de las suaves nalgas y lo alza cual fina pluma, conduciéndolo despacio hacia el baño de su habitación.

Los delicados pies de Seokjin toman contacto con el frío suelo de cerámica de la ducha. Abre los ojos al encontrarse nuevamente de pie y despega sus labios de los de su maestro para apreciar el lugar donde se encuentra.

El diseño minimalista en tonos grises y verdes destaca en todo el amplio espacio. Pero sin duda, una rugosa pared de piedras tras su espalda, adornada con algunas pequeñas hileras de plantas, se lleva la total atención de Seokjin. Aquella pared da vida a una ducha de estilo cascada sobre sus cabezas y sin cortinas que la encierren, como si al bañarse lo hiciera en medio de la selva.

Sin embargo, el pelinegro sólo puede apreciar el lugar por breves segundos, pues en seguida una firme mano lo sostiene del mentón, girando su rostro suavemente para volver a mirar a su maestro.

-Centra tu atención en mí, mi pequeña mariposa.

Seokjin, apenado, deja caer sus pestañas y se muerde el labio inferior, asintiendo un par de veces. El peligris le sonríe dulcemente pues su intensión no era regañarlo, pero le encanta cada gesto que muestra su hermoso alumno. Vuelve a levantar su rostro hacia él y sin dudarlo besa nuevamente sus labios.

El aprendiz, gustoso, continúa el placentero contacto de su boca, volviéndose sus labios más demandantes cada vez. La habitación se inunda del eco de chasquidos, al juntarse ambas lenguas, hasta que su bocas se separan unos milímetros para intentar retomar el aliento.

-Jin-ruega el moreno descansado su frente en la ajena, casi rosando la esponjosa boca, -desnúdame.

El ansioso aprendiz deshace la chaqueta de los hombros de su maestro, deja caer la corbata en algún lugar cerca de sus pies y en un rápido gesto termina por abrir de golpe su camisa, liberando el gran tatuaje de dragón y haciendo volar varios botones a su paso.

Namjoon sonríe de medio lado al ver la desesperación del pelinegro por desnudarlo.

Seokjin se arrodilla para quitar los zapatos y el pantalón de su maestro. Al deslizar la ropa interior, no puede evitar salivar al ver el altivo miembro ajeno en todo su esplendor.

-Maestro, yo... nunca hice esto. No sé si lo haré tan bien como usted. Pero, ¿me dejaría intentarlo?

Ahhh... maldición, Jin. Vas a volverme loco.

El maestro sostiene su mejilla y le sonríe, gesticulando un pequeño asentimiento con la cabeza.

Seokjin saca la lengua y con timidez la desliza por la longitud del venoso miembro ajeno. El peligris mira hacia el techo, reteniendo las desmedidas ganas de follar su boca, dándole tiempo a su precioso pelinegro para disfrutar el momento.

La curiosa lengua sube hasta el glande y vuelve a bajar, humedeciendo el miembro contrario, disfrutando de oir los roncos gemidos de su instructor.

Seokjin abre finalmente la boca e introduce el largo pene de su maestro, siendo una deliciosa experiencia para su paladar. Succiona repetidas veces, como si de un caramelo se tratase y repentinamente siente las manos del mayor sosteniendo sus mejillas, marcando un ritmo desenfrenado que intenta seguir con dificultad, que lo deja sin aire, hasta que un líquido espeso siente gotear por sus labios y se derrama lentamente por su garganta.

Tragando la salina esencia, saboreando gota a gota el exquisito cóctel.

El sabor no le desagrada, pero el esfuerzo antes realizado hace que exhausto cierre los ojos, dejando escapar de sus labios el miembro de su instructor, jadeando en búsqueda de oxígeno.

Su maestro lo levanta del suelo y lo apega a su desnudo cuerpo, sosteniéndolo de la cintura, mientras una de sus manos guía los rojos labios a los suyos, degustando en ellos su propio sabor.

-Buen chico- lo felicita su maestro. -Lo haz hecho perfecto, cielo. Ahora date la vuelta y alza los brazos, mi bella mariposa.

Seokjin suspira en su boca, embelesado. Obedece servilmente y cierra los ojos, girándose hacia la pared de piedra.

Namjoon se agacha tras él para recoger su corbata y sube lentamente, acariciando sus muslos con sus grandes manos, llenando de pequeños mordiscos el suave trasero de su alumno, repartiendo números besos por su espalda hasta llegar a su hombros.

Sus carnosos labios se apoderan del blanco cuello mientras sus manos se deslizan por los brazos de su aprendiz, terminando por anudar la corbata en sus muñecas, uniéndolas al mecanismo de acero que sobresale de la ducha.

-Ahora tu maestro te premiará por ser tan buen alumno- susurra el mayor cerca del oído ajeno -y te convencerá de quedarte...- "para siempre" olvida mencionar el peligris y Seokjin continúa imaginando que su maestro se refiere sólo a esta última noche. Pero pronto los suaves mordiscos en su oreja y el agua que empieza a caer cual tibia lluvia desde lo alto de sus cabezas, hace que vuelva a olvidarlo todo y se concentre sólo en disfrutar del momento.

Extasiado, el aprendiz ladea su cabeza hacia un lado y el mayor vuelve a pasear sus húmedos labios por el largo cuello, bajando nuevamente su boca hacia sus finos hombros.

-Te deseo tanto...- murmura el peligris sobre su piel empapada, serpenteando sus manos por la estrecha cintura -Quiero cuidar de ti. Quédate conmigo, mi preciosa mariposa.

Sumido en las sensaciones, el pelinegro no responde a la súplica de su maestro, solo atina a girar su rostro, buscando los labios de su mayor.

Y es quizás el ansioso beso y el agua recorriendo su cuerpo lo que distrae a Seokjin del sutil contacto, de aquellos hábiles dedos que se han colado tras sus glúteos, tanteando su intimidad a fondo e introduciéndose con facilidad, ayudados con alguna sustancia oleosa que el instructor tomó de una estantería cercana de la pared de piedra, repleta de coloridos envases y geles de ducha.

El aceite de aloe resbala entre sus blancas piernas y el alumno suelta un fuerte gemido al ser su miembro apresado por sorpresa, masturbado por la grande mano de su maestro. Seokjin siente perder la razón al ser doblemente estimulado. Su extremidades flaquean y abandona los labios de su instructor, logrando sostenerse del mecanismo de la ducha a la que está amarrado.

El maestro sabe que su aprendiz está listo para ser tomado. Besa los mojados cabellos y baja los labios por su nuca, dejando lujuriosos mordiscos hasta la mitad de su húmeda espalda.

La morena mano que antes friccionaba su interior, se posiciona ahora firme en la fina cadera. El peligris acomoda su vigoroso miembro y sin dejar de acicalar el falo del pelinegro, desesperado se introduce con rapidez en su aprendiz en un solo movimiento, deseoso de sentir nuevamente su cálida estrechez. Loco por la ambición de poseerlo, por dar rienda suelta a sus ganas y ser descaradamente perverso, queriendo conquistar no sólo su cuerpo sino también su mente y quizás también su corazón.

Seokjin se siente invadido por completo y su razón ya no le permite pensar en nada más.

No es solo sexo.

Es la profunda voz de maestro que alimenta su deseo y que deja en último plano sus propias necesidades, porque su prioridad es su placer.

Es su cuerpo que lo atrae y lo reclama, que lo devora por completo con la mirada, que lo domina como un salvaje y encandila su alma como un poeta a la vez.

El agua cayendo por su pieles, las morenas manos sobre su cuerpo, los húmedos labios sobre su cuello, la fuerte pelvis danzando un ritmo tosco y desenfrenado, una y otra vez, fundiéndose en su cuerpo sin darle tregua, rompiendo sus caderas, nublando por completo su mente.

Disfrutando de la dulce agonía de querer culminar en el éxtasis supremo y a su vez desear hacer eterno el momento, rogando que no tenga fin.

Hasta que finalmente, con un ronco gemido de placer, desbordado por el éxtasis que fluye por cada rincón de su ser, el pelinegro se deja venir en la mano de su instructor.

Namjoon sonríe complacido, feliz de provocar el caos en su alumno, de prender el fuego en todas las venas de su cuerpo y de hacer cenizas su conciencia y su razón.

El peligris enjuaga sus cuerpos con rapidez y se separa unos centímetros de su aprendiz para cerrar el agua de la ducha. Deshace el nudo de sus manos, dejándolo libre y carga nuevamente su ligero peso entre sus brazos, dando un par de pasos camino a su cama.

El delgado cuerpo de Seokjin es dejado con delicadeza, posándose la húmeda espalda contra las sábanas blancas. Con facilidad, el fibroso cuerpo de su instructor se acomoda sobre él, abriéndose paso entre sus suaves piernas.

Las manos ilegales recorren parsimoniosos cada poro de su aprendiz, sintiéndolo temblar bajo su tacto. Sus dedos también tiemblan, como si temiera dañarlo, como si fuera la primera vez que toca las alas de un ángel o de una delicada mariposa tal vez.

El pelinegro observa hechizado los profundos ojos de su maestro a corta distancia de los suyos, pareciéndole apreciar de cerca la octava maravilla. Los cabellos grises dejan caer las gotas de la reciente ducha, cayendo finas perlas de agua por el apuesto rostro.

Y Seokjin quiere decirle tantas cosas...

Quiere confesarle que le gusta demasiado y que se ha enamorado como un tonto, a pesar que lo conozca hace sólo una semana. Quiere decirle que no sabe a que juego están jugando. Que le encanta ser sometido y amarrado, pero que tiene miedo de ser solamente un pasatiempo, miedo de equivocarse de nuevo...

Y aunque el pelinegro no atina a pronunciar palabra alguna, sólo levanta uno de sus brazos para sostener la morena mejilla, acercando su labios a los ajenos para dejar un intenso beso.

Sus manos se enredan en la grises hebras, profundizando el placentero contacto que no quisiera que termine jamás. Su inexperiencia queda en un segundo plano cuando su ser responde encantado, apegando su cuerpo al ajeno, queriendo provocar aún más a su maestro y hacerlo caer en la tentación de fundirse nuevamente dentro de él.

Namjoon cierra los ojos al sentir la mullida boca sobre la suya. Alinea nuevamente su duro miembro y vuelve a introducirse en su aprendiz, esta vez lentamente, en suaves y constantes movimientos, siendo apresada toda su virilidad en la húmeda y exquisita cavidad de su alumno.

El pelinegro abandona los labios de su maestro y lleva su cabeza hacia atrás, soltando un largo gemido al sentir que el gran miembro de su instructor llega a un punto exacto en su interior que lo hace delirar. Apoya los codos sobre la cama y regresa su vista hacia el peligris, mirándolo con deseo y devoción.

Y el maestro se encuentra nuevamente perdido en sus negros ojos y en el claro lienzo de su piel.

Con cada lento movimiento de su fuerte cadera, el maestro intenta regresar el tiempo de cada segundo pasado en aquella lujosa habitación de Venezia. Ansiando grabar en las suaves curvas de su aprendiz nuevas memorias, más intensas, más placenteras, más excitantes, profundas y hermosas.

Seokjin se entrega con tanta pasión y ternura al mismo tiempo que el peligris se siente desbordado por todos los sentimientos que brotan de su interior, haciendo que el desbocado palpitar en su pecho se descontrole cada vez más.

No es un simple alumno.

No es un simple gusto.

Su corazón no miente.

Namjoon contempla anonadado a su aprendiz viéndolo tan único y especial. Su cuerpo es como un sueño del que no quisiera despertar. Su presencia es tan brillante que parece estar hecho de polvo de estrellas, tan hermoso como la magia que envuelve la claridad de la luna.

El peligris pudo llenar decenas de camas con cualquiera, pero nunca nadie había podido llenar el vacío en su interior. Intentó imponerse normas en su día a día, incluso cambiar su forma de ser en búsqueda de su relación ideal, en búsqueda del amor...

Y justo cuando el peligris creyó haberse perdido, llegó Seokjin a mostrarle que el amor no se busca.

El amor simplemente te encuentra.

Namjoon no contaba con que cada maldita norma sería rota con un solo pestañear del hermoso chico que llegó a su vida de la forma más increíble e inesperada. Un ser divino que no busca cambiar sus extrañas formas ni manías, ni el peligris busca cambiarlo a él. Ambos se aceptan como son y disfrutan de la química que surge con una sola mirada, con una sola sonrisa. Cuando sus cuerpos colisionan formando la alquimia más pura y perfecta que jamás pensó sentir.

Como un baile que danzan dos almas por primera vez.

Seokjin de deshace en gemidos y los labios del peligris vuelven a buscarlo. Muerde los suspiros que mueren en su boca, sintiendo la miel de nuevo en sus labios. Deja suaves mordiscos por su mentón y baja por el largo cuello, detallando con su lengua la deliciosa piel.

Y aunque a Namjoon le gustaría mantener el suave movimiento ondulante de su cuerpo, su cintura toma vida propia, impulsándose por sí sola con vehemencia, queriendo invadir aún más la intimidad de su aprendiz.

El fuerte cuerpo se incorpora y sin perder el ritmo de su caderas, introduciéndose cada vez más profundo en su aprendiz, alza las delicadas y blancas piernas, llenando de besos sus tobillos y hasta la punta de sus dedos. Se pierde entre los lunares de sus muslos, marcando a gusto la excitada carne, bebiendo del manantial de su cuerpo hasta saciarse.

Porque su bella mariposa, sólo con existir, logra hacerlo perder el control y caer a sus pies. Enloquece sus demonios y causa delirios en su mente. Inquieta su manos y su lengua, consumiéndolo de deseo en hacerlo suyo una y otra vez.

El aprendiz ya no es dueño de su cuerpo y sucumbe extasiado, liberando su mente, dejando que su maestro haga lo que le plazca de él. Siente los labios del mayor llegar nuevamente a su boca y con descaro se atreve a atrapar la lengua ajena, arrancando quejidos roncos de placer.

Y Seokjin ya no es más aquella crisálida que tímida se encerraba siempre en su refugio. Es una mariposa que orgullosa abre sus alas al sol y logra transformarse sólo entre las manos correctas, las manos de su maestro.

Abre sus coloridas alas, cuando grita su nombre, cuando muerde sus labios, cuando suplica por más.

Abre sus preciosas alas cuando su piel quema, cuando los bordes de su cuerpo se evaporan, cuando se encadena al cuerpo ajeno buscando no ser dos, sino uno solo.

Abre sus libres alas cuando los sonidos obscenos escapan de su boca, cuando sus cálidas paredes se friccionan, cuando se descontrolan sus sentidos, cuando en sus negros ojos se instalan la lujuria y la pasión.

Y abre sus bellas alas cuando al fin brota el rocío de sus entrañas, cuando ambos llegan a la cúspide total de la locura, liberando sus esencias, restregándose entre sus fluidos, extasiados de sentirse libres en brazos del otro, encontrando refugio en sus agitados cuerpos y en la tibia piel.

Agotado, el peligris deja caer su peso sobre Seokjin, percibiendo aún en su ser los estragos del exceso de copas de la cena. El sueño parece ganarle la partida y aunque la mente adormecida del peligris no sabe si se apresuró en elegir a su aprendiz como la persona indicada, su corazón sabe que no quiere dejarlo ir.

Namjoon deja un suave beso sobre el hombro del pelinegro y acomoda su sien, cerrando los ojos y murmurando sobre su piel antes de caer en un profundo sueño.

-Quédate conmigo, mariposa... Por favor, quédate...

🌼🌼🌼🌼🌼🌼🌼🌼🌼

Holissssss!!! 💜

Primero que nada, me disculpo por no haber publicado este capítulo el día domingo como estaba previsto 😔. Tuve un pequeño bloqueo y por mucho que releía el capítulo, cambiaba y borraba muchas cosas porque no terminaba de gustarme... Pero por fin les traigo la versión final !! 💫.

Ojalá la espera haya valido la pena 🥺💗.

El siguiente será el último capítulo de este libro. Avisé al principio que sería una historia corta, pero de los 5 o 6 capítulos previstos se volvieron al final 11 🤭.

Gracias a tod@s por sus lindos comentarios que me animan en esta linda aventura.

Besos de algodón de azúcar para todos 😚🍭💜

Ayri. 🌼

PD: Gracias LuzKamy por alegrarme los días con tus mensajes. Hace unos días dijiste "hielo" y ya ves como mi mente voló jsjsjs 🤭. Kisses for you 💓💓

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