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⸼۰ ۪۪۫۫ ﹍𝐂𝐀𝐏𝐓𝐔𝐑𝐄𝐃﹎
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Cuando Kitty despertó estaba aturdido pero pudo identificar perfectamente la situación. Estaría probablemente en un sótano a juzgar por el olor a humedad y la escasa luz, además que todo era de madera y no habían ventanas a la vista.
No quiso abrir sus ojos para no alertar a las voces que vagamente escuchaba, así que sólo los entreabrió unos segundos.
Frente a él habían seis hombres: Shadow, Agust, y otros cuatro hombres que no supo identificar, uno de ellos parecía médico o al menos la bata blanca daba evidencia de ello.
—¿Aguantará?—. Preguntó Shadow al último.
Éste tembló un poco, pero asintió. No se le veía cómodo, como si no estuviese acostumbrado a ese ambiente.
—Al menos unas horas, señor—. Respondió en un hilo de voz.
—Buen chico, puedes irte, si te necesitamos sabemos dónde vives—. Concluyó Shadow, amenazante.
El médico se inclinó varias veces y salió de allí tan rápido como pudo, escoltado por un hombre.
Cuatro.
Con sus ojos aún cerrados, se percató de que estaba completamente atado. Tanto de brazos como piernas, incluso su torso estaba sujeto, pero la aspereza del material le hizo pensar que eran cuerdas. Bien, era más fácil de romper que el plástico.
Dedujo también que el médico le habría dado analgésicos mientras estaba inconsciente, porque no le dolía nada.
—Despiértalo—. Murmuró Shadow.
Antes de que Kitty pudiese reaccionar a ello, un puño lo tumbó completamente, silla incluida.
Parpadeó varias veces para aclararse la vista y escupió sangre al suelo, escuchando un zumbido en su oído. Agust se encargó de colocarlo en su sitio, sentadito.
—Oh, bienvenidos a mi humilde morada—. Bromeó Kitty, que jamás se cansaba de ser coqueto.
Shadow dio un paso al frente, con las manos en los bolsillos y bufó.
—No tengo tiempo para tus juegecitos, ahora que tengo a la gatita de Lie tengo ventaja, así que no te haré mucho daño si te comportas, ¿Entendido?—. Masculló.
Kitty mantuvo el silencio, ante eso uno de sus hombres giró su rostro de un golpe.
—Responde—. Dijo el jefe.
—Sí papá—. Bufó, rodando sus ojos.
Shadow tensó la mandíbula, pero nadie se movió.
—Bien, no tengo tiempo ahora, pero volveré a seguir con esto—. Añadió, inclinándose hacia él—. Agust D cuidará bien de tí, espero que os lo paséis bien—. Murmuró, con una sonrisa.
—Oh, ya lo creo que sí—. Aseguró el pelirosa, humedeciéndose los labios.
Acto seguido el hombre se irguió e hizo una señal. Susurró algo en el oído de su mano derecha y desapareció con sus secuaces escaleras arriba.
Uno.
Kitty observó al sicario una vez estuvieron a solas. Seguían llevando la misma ropa, así que no había pasado más de un día.
Agust le devolvió la mirada y no la soltó mientras tomaba una silla y se colocaba frente a él, tranquilo.
—¿Ya te dieron una pegatina? Por haberme capturado, digo—. Comentó el pelirosa, sonriendo con tranquilidad. Por fin tenían un rato a solas.
Sin embargo, el contrario sólo se cruzó de brazos y guardó silencio.
—Venga, no te vas a morir si me diriges la palabra—. Añadió.
—No pienso entrar en tu juego, gatita—. Replicó el sicario.
Kitty fingió sorpresa al escuchar su voz.
—Sí sabes hablar—. Bromeó—. Anda dame conversación o me aburro, te prometo que no intentaré nada.
Y era cierto, no tenía nada mejor que hacer por el momento.
Pero de nuevo recibió el silencio como respuesta.
—¿Al menos puedes darme agua?—. Preguntó, fingiendo un puchero.
Agust suspiró y se levantó. Bien.
Alcanzó una botella de agua de una mesa, junto a ordenadores y algún maletín. Después se volvió hacia él y le dejó beber un poco, apenas para saciar su sed, pero después le lanzó el agua a la cara, empapando esta y parte de su camiseta. Al ser blanca, se pegó a su pecho y transparentó parte de este.
—Dios, eres un perro rabioso—. Bufó Jimin, parpadeando para quitarse las gotas de las pestañas—. Pero no me desagrada—. Añadió, sonriendo.
Agust gruñó y volvió a sentarse. Cerró la botella, que estaba a la mitad.
—¿Es que todo te excita?—. Preguntó, frunciendo el ceño.
Kitty echó atrás su cabeza cuando soltó una carcajada al aire.
—Te sorprendería, ricura—. Contestó, entre risas—. Anda, tu jefe no volverá en un rato y ambos estamos aburridos, ¿Por qué no me desatas y lo pasamos bien?—. Probó.
Agust lanzó una risa fastidiosa.
—Buen intento.
—Vamos, sé que te mueres por follarme, igual que la mitad de los tuyos—. Musitó, aterciopelando su voz.
El rubio gruñó de nuevo, alzándose para tomar su cuello con la mano libre. La otra apretó la botella hasta hacerla crujir.
—Cállate.
—Seguro que se te ha puesto dura de verme mojado—. Continuó él.
—Para.
—Admite que te pongo y me callaré.
—No me gustas, tengo novia—. Gruñó Agust.
—¿Y qué?—. Contraatacó él.
—Soy heterosexual.
Kitty volvió a reír con todas sus ganas, pero aquello sorprendió al otro sicario, que apretó un poco más su agarre.
—No puedes decir eso en serio cuando me tienes atado, mojado y me estás ahogando—. Musitó.
Agust soltó súbitamente su cuello entonces, pero sólo para estampar su mano en la mejilla, girando su rostro.
—Pregunta: ¿Prefieres que me calle sumisamente o que sea una perra escandalosa?—. Continuó.
Otro golpe.
—Supongo que lo primero, así que eres un top.
Kitty jadeó cuando recibió otro golpe. Disfrutaba con la situación y Agust lo sabía.
—Contra más me pegues menos me callaré.
El rubio detuvo su mano en alto, pensando en sus palabras. Quería pegarle con todas sus fuerzas pero, punto uno, no podía dejarlo crítico, y punto dos, quizá hasta le salía el tiro por la culata y lo disfrutaba.
—Debería haberte matado antes—. Bufó, volviendo a su silla frente a él.
Kitty lo observó con su mentón torcido, sonriendo. No disfrutaba nada como el exasperar a la gente.
—Podrías hacerlo ahora, pero, de nuevo, te gusto demasiado—. Rió—. ¿Cómo se llama tu novia? Quizá pienses en mí cuando te la folles esta noche.
Agust, cansado, escupió al otro sicario en sus labios con tal de callarlo. Sin embargo, él solamente se relamió, ronroneando cual gato.
—Eres tan dulce...—. Susurró de forma sarcástica, incansable.
En ese instante, justo antes de que el rubio volviese a alzar su mano, un estruendo en el piso de arriba los alertó a ambos.
Alguien había irrumpido en el lugar.
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々 〆 〩 あ の を
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