ⵌ 16 𔒅
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⸼۰ ۪۪۫۫ ﹍𝐀𝐍𝐓𝐈-𝐇𝐄𝐑𝐎﹎
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Kitty no apareció en toda la noche. Ni la mañana siguiente. Ni cuando se suponía que debían llevar a cabo el plan.
Pero Agust no se iba a rendir por nadie y tampoco iba a dar marcha atrás, así que recogió lo necesario del apartamento del otro sicario y salió de allí sin mirar atrás o esperar. Si él decidía no aparecer no era problema suyo, Agust pensaba seguir adelante y acabar con ellos él mismo. Aunque el dolor en su pecho fuese parecido al del duelo.
Estaba lloviendo, eso complicaba las cosas, pero el rubio atravesó las calles como si las gotas que le resbalaban por el rostro e impregnasen su ropa no fueran gran cosa. Según lo acordado tomó un autobús que lo llevaría a la zona industrial de la ciudad y se sentó en la parte trasera para observar al resto en silencio.
Todas aquellas personas tenían una vida ajena a la suya pero habían terminado allí junto a él; en el mismo transporte, al mismo tiempo. Pensó en que tendrían sus familias, trabajos, hogares, amantes, pasiones, sueños... Y se percató de la fragilidad de sus vidas, como alguien como él mismo podía acabar con ellos con sus propias manos si se lo proponía. Se sentía sucio, cansado y perdido. Entonces comprendió la importancia de aquel plan; no podía seguir con esa clase de vida y si no conseguía acabar con Shadow, prefería morir él.
Cuando llegó a su destino, vio que había llegado justo a tiempo pues nadie se había presentado aún. Subió a la azotea según lo acordado y abrió la bolsa que había llevado consigo para comenzar a colocar con paciencia las bombas allí. Con suerte todo salía según lo planeado y ese edificio con todos dentro quedaba borrado del mapa, cubierto como un atentado terrorista.
Al cabo de una hora lo tenía todo listo, y al cabo de media más unos todoterrenos blindados se adentraron en la finca abandonada.
—Shadow —susurró Agust.
Con cuidado de no hacer ruido y ser descubierto en su posición bajó la escalera de incendios con sólo un mando a distancia consigo. El resto era historia, como su pasado. Solamente necesitaba esperar a que Lie y su compañía apareciesen para volar por los aires aquel lugar.
Poco a poco salió del alcance de las explosiones y se refugió tras otro edificio abandonado para observar y controlar la situación. Puede que él no fuese tan organizado, pero daba gracias a que Kitty había repasado el plan con él incontables veces. Casi como si supiera que no iba a estar presente.
Agust se preguntó dónde estaría él. ¿Lo echaría de menos?, ¿se arrepentiría de no aparecer después de ver las noticias?
El cuarto coche blindado en aparecer fue lo que volvió a centrarlo en la misión.
—Lie —dijo esa vez.
Cuando todo los objetivos estuvieron dentro de la zona de peligro, Agust no tuvo reparos en apretar el botón. Así de sencillo. Las bombas explotaron y el edificio se derrumbó sobre todos sus enemigos. Adiós a su vida como sicario y al pánico de no saber qué sería de su vida o su familia al día siguiente.
—Adiós Agust D —murmuró con una pequeña sonrisa.
Sin embargo, algo dentro de él le decía que no era el final, que no era más que el principio. Había sido demasiado fácil, y si algo había aprendido de esos años en la mafia es que nada de ese mundo lo era.
—¡Yoongi!
El grito erizó su piel. Nadie había usado su nombre real en demasiado tiempo. Al menos nadie que no fuese Kitty.
Se giró lentamente hacia su voz, como si temiese que cualquier ruido pudiese espantarlo. Allí estaba el pelirosa; empapado, ojeroso y con la misma ropa que usó al marchar de casa la noche anterior. Agust lo observó correr hasta él y descubrió que realmente lo único que quería hacer era volver a ese estúpido apartamento para hablar con él. Pero no como Agust y Kitty, si no como Yoongi y Jimin. Ese simple deseo le habría hecho feliz de haberse cumplido.
Pero supo que no se cumpliría en cuanto Kitty agarró su mano y estiró de él para salir corriendo de allí.
—No tenemos tiempo, tenemos que salir de aquí cuanto antes —gritó el pelirosa por encima del sonido de la lluvia.
Y Agust le creyó, de veras lo hizo, pero no pudo resistirse y se detuvo en mitad de la calle para estirar de él y atraparlo en sus brazos.
—¿Dónde mierda estabas? —susurró, dolido—. La cena se enfrió.
Kitty prensó sus labios con fuerza y parpadeó para ahuyentar las lágrimas.
—Lo siento, te lo explicaré en cuanto estemos a salvo —farfulló—. Pero por ahora debemos irnos lo más lejos posible de aquí.
Agust sintió un pinchazo en su interior. Estaba cansado de huir, lo único que quería era un momento de paz con él. El dolor se extendió en su cuerpo como si fuese ponzoña. Así se sentía desear a otro sicario como él, porque eso es lo que ambos eran:
—Veneno —murmuró mientras rompía el abrazo sólo para mirarlo.
Kitty recordó la palabra y su uso, pero en aquel momento sólo frunció el ceño.
—¿Qué...?
Pero antes de formular toda la pregunta los labios de Agust estaban sobre los suyos, silenciándolo de la forma más bonita posible, como nadie lo había hecho antes. Entonces él también sintió la substancia tóxica corromper su cuerpo pedazo a pedazo. Tanto que olvidó el motivo por el que debían huir.
—Veneno —dijo él esa vez, ahogando su voz contra la boca contraria.
En realidad ninguno de los dos quería parar pese a haber usado la palabra de seguridad. Pero sí tenían miedo, porque los sentimientos significan vulnerabilidad y alguien como ellos no se podía permitir tener un punto débil.
Y aquel pensamiento fue el que llevó a Kitty a romper el momento al separarse de él.
—Vamos, ahora.
Agust, que no lo había visto tan serio y alarmado hasta ese momento, decidió escucharlo e ir tras él lo más rápido que pudo a través de la lluvia. Pero era demasiado tarde.
Un coche blindado giró la esquina y se detuvo frente a ellos. A juzgar por la matrícula no era ninguno de los que el rubio había visto llegar al recinto en ruinas, así que debía ser alguien distinto. O alguien que conociese el plan.
Kitty se detuvo en seco en mitad de la estrecha calle y miró alrededor, pero no había nada ni nadie para ayudarlos.
—Buen trabajo, gatita.
Lie soltó una carcajada mientras abría un paraguas y salía del vehículo con parsimonia, sabiendo que no podían escapar. Tras él llegó otro coche. Y otro consecutivamente hasta que quedaron rodeados.
—¿Qué cojones...? —susurró Agust.
—Lo siento tanto —dijo Kitty en el mismo tono de voz, agachando la cabeza y conteniendo las lágrimas de nuevo.
Los ayudantes de Lie no tardaron en rodear e inmovilizar a los dos sicarios, pero mientras que Kitty fue llevado con él a la fuerza, a Agust le pegaron varias veces en la cara y el estómago para dificultarle más la huida.
La última imagen que vio fue a Lie obligando a Kitty a besarlo de una forma repugnante, y eso le dolió y molestó tanto que quiso golpear al capo hasta matarlo con sus propias manos. Pero no pudo hacer nada porque uno de sus hombres acertó un puñetazo en su sien de modo que sangró y cayó inconsciente en brazos de otros dos.
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々 〆 〩 あ の を
¡Holis! He actualizado después de mucho tiempo mil perdones. Espero que os haya gustado este capítulo, nos vemos en la próxima, prometo no abandonar ^^ 🖤
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