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Capítulo 33

Jungkook se adentró a su habitación horas después del anochecer, completamente exhausto de la ronda de trabajo de aquel interminable día. Había tenido que limpiar a casi todos los caballos de la caballeriza después de haber estado horas bajo el sol ajustando nuevas líneas de tuberías de riego. Uno de los caballos había sufrido de un esguince así que tuvo que asistir a Wonho, el veterinario, hasta que terminaron el tratamiento del equino. Y por si fuera poco, tuvo que encargarse de reemplazar el líquido fermentado de la uva de la cosecha de ese año al siguiente tanque y asegurarse minuciosamente de que no hubiera nada fuera de lugar en dicho proceso.

Su espalda estaba pasándole factura.

Se encontró con un dormido omega acurrucado entre sus sábanas, envolviendo con sus brazos la almohada que el solía utilizar. Se enterneció ante tal imagen, sintiendo que su cuerpo expulsaba una buena parte de su cansancio fuera de su organismo.

No se encontraba demasiado sorprendido por encontrarlo ahí, en el interior de su habitación, debido a que el omega solía aparecerse en su habitación cada vez con mayor frecuencia. Su lazo se estaba fortaleciendo con bastante rapidez, y ninguno de los dos pasaba aquel detalle por alto.

Masajeando su cuello, se dirigió hacia el cuarto de baño, y se dio una tonificante ducha que le hizo suspirar de alivio. Sabía a la perfección que al día siguiente su cuerpo dolería en demasía, al menos por las primeras horas del día antes de que su sistema de alfa terminara la "reparación" de sus músculos.

Cuando estaba secando su cuerpo con una toalla seca, ya fuera de la ducha, detectó el olor del durazno y la vainilla acrecentarse rápidamente, por lo que creyó que Taehyung había despertado y se estaba acercando a él. Se apresuró a colocarse un short holgado, esperando pacientemente la intrusión.

Pero cuando habían pasado unos minutos sin nuevas noticias, el ceño del alfa se frunció, siendo consciente de que no había escuchado, en ningún momento, el sutil sonido de los ligeros pasos del omega.

Sus ojos se fijaron en la puerta de madera oscura que le separaba de la habitación, mientras intentaba darle sentido a aquel detalle en su cabeza. Con enorme curiosidad, se acercó lentamente, activando el sentido de su olfato al máximo.

Su mano derecha se posó en el extremo de la puerta y comenzó a recorrerla con lentitud. Pero ni siquiera ser cauteloso fue suficiente como para amortiguar el golpe de olor que llegó al alfa. Fue justo como debería sentirse una bofetada.

Su respiración se desestabilizó y comenzó a respirar con mayor frecuencia. Sus músculos se tensaron y sus dedos apretaron con todas sus fuerzas aquel pedazo de madera que estaba a su alcance.

Una corriente eléctrica atravesó el cuerpo del alfa con suprema velocidad, asentándose en su pene, el cual palpitó instantáneamente al estímulo.

La habitación olía a celo. Celo de omega. Celo de Taehyung.

Su alfa peleó en su interior por tomar el control de su cuerpo y asaltar aquel apetecible cuerpo que parecía no haberse dado cuenta de su situación actual.

¿Cuándo había sucedido aquello?, ¿Cómo es que no se había dado cuenta antes?, ¿Debería llamar a alguien que supiera qué sería lo más conveniente hacer en un caso así?, ¿O acaso sería mejor despertar a Tae y preguntarle por sus supresores?

Esas habrían sido las preguntas que habría desfilado por la cabeza de un lúcido Jungkook. Pero ese no fue el caso. Su parte humana se había sentido tan aturdida e impresionada, que apenas pudo hacer amago de detener a su parte animal.

Su lobo, más fuerte y vigoroso desde que había llegado al viñedo, había tomado las riendas de su cuerpo y ahora era un Jungkook de ojos dorados el que se acercaba cual depredador al durmiente ser.

Sus rodillas se apoyaron sobre la mullida superficie, y sintiendo su cuerpo caliente, acercó su nariz a su nuca, olisqueando el inefable olor que desprendía, sintiendo que su propio cuerpo comenzaba a liberar feromonas de apareamiento, respondiendo a aquellas dulces del omega.

Taehyung soltó un suave gemido, mientras sentía, entre sueños, que su cuerpo estaba siendo acariciado por unas conocidas manos, enviando corrientes de placer a todo su cuerpo y dejando su piel hirviendo donde alguna vez aquella ajenas extremidades se llegaron a encontrar con su piel.

Respiró hondo, y se ahogó con el olor que se encontró, en el buen sentido. En el puto buen sentido. De tal forma, que sintió que su entrada soltaba un chorro con considerable cantidad de lubricante.

Soltó un gemido más fuerte cuando sintió la lengua del alfa delinear el lateral de su cuello. La almohada a la que estaba abrazado había desaparecido de su campo de visión, y en consecuencia, en algún momento había terminado boca abajo, y con un excitado alfa sobre él.

Y su omega no podía estar más gustoso con la cercanía de su alfa.

Las ásperas manos del alfa se colaron en el interior de su holgada camisa, alzándole con la misma lentitud en que tanteaba con sus pulgares la perfecta línea curva que formaba su columna vertebral. Cuando llegó a la parte superior de sus omoplatos, el omega tuvo que reincorporase un poco, para poder permitirle que le quitara la molesta prenda.

Estaba sudando. Ambos lo estaban.

El alfa tomó entre sus manos las caderas del omega, aún cubiertas por un holgado short de algodón, y con un poco de fuerza, las impulsó a subir mientras el dejaba caer su propia cadera. El roce que provocó aquello les dejó sin aliento por un instante.

En ese momento, la gran erección del alfa quedaba perfectamente encajada entre el par de mejillas traseras del omega. A continuación, se frotó un poco, disfrutando de la gloriosa sensación.

El omega gimió lleno de gusto, percibiendo que las telas que se interponían entre ambos se estaban empapando por los fluidos que sus cuerpos dejaban escapar.

Suspiró extasiado, cuando sus pulgares se deslizaron por el interior del elástico de sus shorts y tomando una mínima distancia, comenzó a bajarlos por sus piernas, dejándolo completamente expuesto y a su merced.

Su vientre palpitó con anticipación.

Mío. — Gruñó el alfa, con una voz tan gruesa y oscura que parecía asemejarse más a la de un animal. Su voz de mando. Taehyung escondió su rostro entre las sábanas, sintiéndose encantado e incluso, más excitado. A esas alturas, su lubricante natural ya escurría entre sus piernas, y su entrada se contraía deseando más.

A pesar de estar ahogándose entre las feromonas, la parte humana del omega, logró tomar las riendas de la situación durante un breve tiempo. Donde el razonamiento fue lo suficiente estable como efímero como para girar su cuerpo y sentarse sobre el futón, desnudo y con el cuerpo ajeno bien acomodado entre sus piernas.

Sus ojos, que centellaban en azul, como una flama que intentaba encenderse y tomar fuerza a cada instante, se encontraron con los contrarios.

— Hola, ¿Puedo hablar con Jungkook un momento? — Habló con falsa tranquilidad, mientras se esforzaba por intentar no pensar demasiado en la necesidad primitiva en su cuerpo, en las feromonas del alfa envolviéndolo, o en lo cerca que se encontraban sus zonas erógenas y en el poderoso instinto de su omega de dejarse hacer.

Pero su lado humano, aquella razonable y sensible, sentía que debía hablar primero con la parte humana del alfa, deseando profundamente que hubiese palabras coherentes de por medio en aquel inevitable encuentro.

— ¿Para qué lo quieres a él? — Indagó con aquella lujuriosa voz, hundiendo su rostro en el cuello del omega y comenzando a lamer y besar su piel con ansía. — Me tienes a mí.

— P-Por favor ¡Ah! — Cerró sus ojos cuando sintió sus manos colarse entre sus nalgas y acariciar su entrada. Joder, eso lo dejó fuera del juego por un par de valiosos segundos. — S-So- — Carraspeó, tratando de concentrarse. — Solo será un momento.

Lo sintió bufar impaciente debajo del lóbulo de su oreja, pero cuando se alejó un poco, consiguió observar el color natural de los orbes de su destinado.

— Y-Yo... — Farfulló, sintiendo un calambre en su vientre bajo. Carraspeó de nuevo. Debía darse prisa. — Quería hablar contigo sobre esto. — Bajó la mirada, solo un poco avergonzado.

— ¿De tu celo? — Preguntó. Su voz aún era grave, pero ya no tenía ese toque gutural y primitivo de antes. El omega asintió. — ¿No quieres que te ayude?

— Quiero. — Admitió, sintiendo sus orejas enrojecerse, pero aprovechando el momento de valentía y necesidad que su creciente celo le proporcionaba. — Pero quiero que tú también lo desees.

— Lo hago.

— De forma lúcida.

— Lo hago. — Repitió, aún más convencido.

Se perdió durante un segundo en la mirada firme y decidida que le otorgaba, percibiendo como una inquietud de su interior se desvanecía en el metafórico aire de su interior.

— Yo nunca he dejado a mi lobo tomar el control en un celo, por obvias razones. — Mencionó en voz baja. — Por favor, cuida de mí.

— Sin problemas, Tae. — Jungkook acarició su mejilla, acercándose lo suficiente para que sus frentes chocaran suavemente entre sí.

— No me marques. — Pidió.

— Vale.

— Y también asegúrate de cuidarte siempre, no sé si yo pueda ser consciente de ello en el momento. — Murmuró, desviando la mirada.

— Te aseguro que lo haré, incluso si tú no me lo hubieras pedido. — Y sus inquietudes terminaron de desvanecerse.

Sus labios colisionaron un segundo después, fusionándose en un beso hambriento y desesperado. Un roce furioso donde vaciaron toda la necesidad que habían estado acumulando desde hace ya un buen tiempo.

Sus manos se perdieron en el cuerpo contrario, tocando todo a lo que tenían acceso. No tardaron demasiado cuando ambos ya estaban totalmente desnudos.

Jungkook besó la mandíbula del omega, mientras empleaba un poco de su fuerza para hacerlo caer suavemente de espaldas al futón. Sus belfos continuaron su recorrido a lo largo de su cuello, mordiendo la piel que encontraba a su paso y dejando chupetones codiciosos.

Los soniditos placenteros que soltaba el omega chocaban directamente contra su oído, excitándolo a niveles inimaginables. Respiró profundamente contra su glándula de olor, pegando su nariz contra la base de su cuello.

Sus caderas se movieron inevitablemente, rozando sus intimidades y robándoles suspiros perdidos. El calor en sus cuerpos se estaba volviendo realmente insoportable.

Las manos de Taehyung estrujaron los músculos de su espalda, buscando que sus cuerpos estuvieran tan juntos como fuera posible. Gimió en alto cuando el alfa comenzó a mover sus caderas contras las suyas de forma constante.

Enredó sus piernas alrededor de las caderas ajenas, abrazándolo tal cual lo haría un koala.

— ¡Kookie! Mgh... P-Por favor — Jadeó, sintiendo como su entrada se contraía ansiosa de apresar algo entre sus paredes. Algo como la polla que se molía contra la suya.

Jungkook se separó un par de centímetros y una de sus manos acarició la cara interna de los muslos del omega. En cuanto sus pieles entraron en contacto, distinguió cómo su omega tensaba sus piernas alrededor de él.

Con una sonrisa satisfecha, asaltó con su lengua su clavícula, mordiendo las protuberancias que dejaban a la vista sus sensuales huesos. Al mismo tiempo, sus dedos se colaron con insufrible lentitud debajo de sus testículos, acariciando su entrada increíblemente húmeda, pero sin intenciones de ingresar alguna extremidad dentro.

Taehyung maldijo en el interior de su cabeza, y quizá balbuceó algún insulto de forma ininteligible antes de simplemente mover sus caderas en un intento desesperado por sentir algo en su ardiente interior.

Jadeó complacido cuando finalmente aquel largo dedo se adentró en él. Pero la parsimonia que obtuvo de ello fue efímera. No era suficiente. Estaba demasiado lejos de ser suficiente.

— ¡Jungkook! — Suplicó jalando su cuero cabelludo y moviendo sus caderas, sintiendo el roce de su pene contra su estómago, de una forma tan placentera como insatisfactoria. El omega necesitaba atención urgente, pero en otra zona de su cuerpo.

Jungkook lo observó con su mirada traviesa, de un deslumbrante dorado con motas cafés, demostrando que al menos una porción de su parte humana aún mantenía algo de control sobre su cuerpo.

Extrajo su falange, para después introducir tres. En esta ocasión, con el objetivo claro de asegurarse de que estuviese completamente listo, lo cual pudo comprobar en el acto, puesto que sus dedos habían entrado y salido con sorprendente facilidad.

Finalmente, retiró su mano por completo y la afianzó a las caderas del omega, mientras su brazo contrario se mantenía constante en su labor de sostener su peso. Atacó los labios del omega comiéndose sus gemidos y degustando sus suspiros. Esto es lo que las personas deberían llamar el paraíso.

Alargó su mano lo suficiente como para alcanzar un discreto cajoncito en su mesita de noche, y con algo de torpeza extrajo una tira de condones. Ahora se daba cuenta de lo útil que habían sido los suministros que sus amigos le habían llevado.

Rompió el contacto y se irguió un poco, para poder abrir con los dedos uno de los condones. Taehyung no logró quedarse quieto ni un solo instante, y empezó a comerse su cuello mientras él intentaba, con sus precarios atisbos de lucidez, asegurarse de no hacer ninguna estupidez.

Alineó su pene contra su entrada, en cuanto se colocó correctamente el condón, e ingresó en él de una sola estocada. Gruñó extasiado, sin interrumpir el toque entre sus labios y recibiendo en ellos el chillido del omega.

Taehyung comenzó a moverse poco después, impaciente y desesperado. Y sin ganas de reprimirse un solo segundo más, Jungkook le cedió el control a su lobo y dejó que sus instintos actuaran sobre él.

El vaivén de sus caderas comenzó siendo un poco perezoso, pero al cabo de unos breves instantes, tomó velocidad y potencia.

Taehyung se retorcía, incapaz de mantenerse quieto entre las sábanas, clavando sus uñas en la espalda de su alfa. Con su cabeza contra las sábanas, los labios entreabiertos y los párpados cerrados; su cabeza se encontraba abandonada entre la bruma del intenso placer.

Todos sus sentidos se encontraban excesivamente sensibles a causa de su celo, su piel ardía y la necesidad en su cuerpo era enorme. Para su fortuna, cada nueva estocada de Jungkook contra su cuerpo, contra aquel delicioso punto dulce en su interior, aminoraba sus malestares.

Giró su rostro, hasta que su mejilla derecha se encontró contra las ya no tan limpias sábanas. Expuso su cuello sin vergüenzas, embriagado en sus instintos que le dictaban que la sumisión era la mejor decisión.

Su cuerpo y su omega, anhelaban con locura recibir los dientes del alfa en su cuello, justo donde este se unía a su hombro, en el punto exacto donde se hallaba su glándula de olor principal. Ser uno mismo. Ser una misma alma. Estar juntos por toda la eternidad.

— ¡Oh! Jungkook — Jadeó, sintiendo cómo su orgasmo se construía en su interior. Instintivamente tensó los músculos de su entrada, percibiendo como iba llegando a la más gloriosa cúspide a una velocidad que dejaba a su cabeza dando vueltas y vueltas.

Jungkook, por su parte, besó con hambre aquel níveo y terso cuello que se le estaba ofreciendo en bandeja de plata, aumentando al mismo tiempo la potencias de sus embestidas. Su nudo comenzaba a hincharse y sus instintos peleaban con vehemencia para ganar la batalla al raciocinio.

Deseaba poseer al omega completamente, dejar su olor impregnado en su ser. Presumirlo ante todos como suyo. Suyo. Su omega.

Taehyung llegó al orgasmo primero, tensando todos sus músculos y soltando un alarido de placer. Tal nivel de deleite lo dejó cegado, inconsciente de lo que sea que sucediera a su alrededor. Se había convertido, durante esos breves momentos, en un ser simple, que solo podía detectar un inmenso placer que se negaba a marcharse.

Un segundo después, el alfa le siguió. No pudo evitar que su nudo se introdujera por completo en aquel glorioso agujero, pero si logró eludir clavar sus punzantes colmillos en su cuello. Se mordió los labios de una forma dolorosa, hasta que sintió el metálico sabor de la sangre en su lengua, hasta que su voluntad humana ganó.

Se dejó ir en el condón, esparciendo su semilla en el interior del látex. Gruñó. Jadeó. Y después suspiró. Aún con el rostro enterrado en el hombro del omega.

Pocas veces Jungkook se había permitido anudar en el interior de alguien, sin embargo, juraba ante la Diosa Luna, que esa había sido la ocasión en la que mejor se había sentido. Con una diferencia realmente notable.

Volvió a suspirar, mientras se sentía caer desde las nubes con la suavidad de un pluma. Alejando el éxtasis, parpadeó repetidamente y todo a su alrededor volvió a materializarse.

Trató de erguirse un poco, pero los brazos del omega lo apresaban con sorprendente fuerza. Giró su cabeza hacia él, quedando embobado en la inefable expresión de su rostro. Taehyung post orgasmo realmente era una maravilla.

Sus mejillas sonrojadas, su cabello desordenado, su piel húmeda, y sus orbes perdidos en la satisfacción sexual. Sentía que volvía a excitarse solo con la vista.

Taehyung, el hombre de ojos cafés, conectó sus ojos con los propios, y un instante después, lo besó. El roce fue perezoso, lento y cansado. Un toque bastante distinto a los que habían compartido recientemente.

Unidos, de la forma en la que estaban, su cercanía estaba garantizada. Ninguno de los dos debía ni podía moverse, o de lo contrario, podrían lastimar fuertemente a su pareja.

Cuando separaron sus labios, un fino hilo de saliva quedó conectado entre ellos. Y al percatarse de aquel detalle, sonrieron bobamente.

— Quiero más. — Susurró el omega, al cabo de un momento inundado de cómodo silencio.

— Siento que nunca estaré satisfecho de ti. — Declaró. Y era cierto, su nudo había comenzado a deshincharse, pero su miembro ya estaba erecto de nuevo.

Y el agujero del omega ya estaba listo para una segunda ronda.

Jungkook lo besó una vez más, separándose demasiado pronto para el gusto del omega. Se retiró de su interior, sonriendo ante el quejido disgustado que llegó a sus oídos. Tomó firmemente sus caderas y lo giró sobre sí mismo. Taehyung apoyó sus rodillas y sus codos en el futón, comenzando a gotear de nuevo. La anticipación del suspenso haciendo estragos en él.

Jungkook se retiró el condón, lo enrolló y lo alejó del futón, para después abrir otro y colocárselo en un santiamén.

Entró de nuevo.



MiaGarrettA

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