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Capítulo 29

— ¡Tae! — Llamaba un alterado Jungkook. El omega estaba inconsciente en el suelo, su rostro estaba esculpido en una profunda mueca de dolor agudo y desgarrador. Su boca estaba abierta mientras pronunciaba un grito que nadie podía escuchar y sus ojos se cerraban incapaces de poder asimilar algo más.

El proceso había comenzado bien. Era el mismo que se llevaba a cabo cuando los padres le enseñaban a sus hijos a cambiar, por lo que no debería haber representado ningún inconveniente.

Sohye le había dado un espacio al omega donde pudiese despojarse de sus prendas, dándole a cambio una cálida frazada de fondo blanco y líneas negras y rojas con las cuales cubrir su cuerpo de la frescura del bosque. Después, Sohye y Taehyung se habían hincado frente a frente sobre el pasto y la tierra fría, detrás de la cabaña y frente a la espesura de los árboles, cerraron sus ojos, juntaron sus frentes y esperaron unos minutos en un profundo silencio; ella cambió primero, con cierta lentitud premeditada pero con notable destreza, adoptando con parsimonia la elegante forma de una zorra roja.

El omega, por otro lado, se había mantenido en completa concentración, tratando de conectar con su parte lobuna. No quería precipitarse, por lo que estaba haciendo el proceso con calma. Las nubes en la cielo se movían lentamente, pero habían permitido que la pequeña porción de luna que se presentaba aquella noche tuviese algunos minutos fuera de su resguardo. Sus rayos no poseían fuerza, apenas un resquicio del reflejado resplandor podía iluminarlos.

La metamorfosis fue lenta, pausada y cautelosa. Los rasgos de Taehyung fueron cambiando poco a poco bajo los ojos de Jungkook, quien veía aquel cuadro maravillado. Era una insólita situación completamente fascinante.

Lo primero que tomó forma fueron las orejas, las cuales resaltaron sobre la cabeza aún humana, sobresaliendo de los desordenados cabellos humanos, presumiendo un pelaje claro, pero de un tono que jugaba con las sombras de la oscuridad.

Una peluda y esponjosa cola sobresalió bajo la superficie de la manta, siendo advertida solo por un suave balanceo. Pronto, los rasgos humanos del omega fueron cambiando, acompañados del inquietante crujido de los huesos al ser reacomodados en el mismo cuerpo para adoptar una posición distinta.

Su mandíbula se transformó y de sus brazos comenzó a crecer en segundos un abundante pelaje. Sus extremidades mutaron y se convirtieron en patas, sus uñas se convirtieron en garras. Al final, había resultado en un majestuoso lobo omega de pelaje blanquecino grisáceo.

Agotado, el lobo se echó sobre el suelo, mientras que trataba de regular su agitada respiración. La zorra se acercó a él y comenzó a caminar a su alrededor, oliendo su cuerpo y tocando con su hocico su pelaje.

Jungkook sonreía con profundo orgullo, feliz de ver por primera vez a su omega en esa forma, satisfecho por aquel impresionante logro. Apenas y podía reprimir sus deseos de acercarse y acariciarlo con sus propias manos.

Sohye se acercó a la cabeza lobuna y olfateó un poco, mientras que su cola se movía de lado a lado paulatinamente. De pronto, sus orejas se elevaron velozmente, y la zorra retrocedió un par de pasos.

Un segundo después, el omega profirió un lastimero gemido. Comenzó a moverse erráticamente, completamente alterado. Alarmado, Jungkook se acercó con premura y envolvió a Taehyung entre sus brazos. Liberó su olor y trató de expulsar feromonas capaces de tranquilizarlo. No era un omega, por lo que no era un método demasiado efectivo, pero surtió efecto, pues el lobo se refugió entre sus brazos, olisqueando su cuello con desespero.

— ¡Tae!

Las manos del alfa recorrían su pelaje con movimientos tranquilizantes, mientras que de su interior brotaba un primitivo instinto de protección.

Sohye había regresado a su forma humana y se había envuelto en una larga bata oscura que rozaba el suelo con cada paso que daba. Se acercó con cautela al alfa y se mantuvo en su campo de visión.

— Taehyung está bien. — Informó.

— ¿No escuchaste su dolor? — Recriminó indignado, mientras que en sus ojos destellaba el oro.

— Me refiero a su parte humana. — Continuó sin sentirse ofendida o intimidada, pues estaba bien familiarizada con los instintos animales y la forma en que cada uno operaba. — Su lobo ha estado dentro demasiado tiempo, por lo que el cambio ha sido aturdidor para él.

Jungkook suavizó su semblante, no obstante, necesitaba más información para poder sentirse satisfecho.

— Lo recomendable es que pase la noche en esta forma, para que su lobo pueda acostumbrarse al exterior de nuevo. También es necesario que se encuentre en observación a lo largo de ese lapso de tiempo y estemos al pendiente de cualquier otra molestia que pueda llegar a tener. — Indicó.

— Vale. — Aceptó sin más. Taehyung le había mostrado horas atrás que él confiaba en la vieja mujer, así que si su omega lo hacía, él también, a pesar de que ella no le agradara del todo y tuviera un problema personal con la manera en la que estaba llevando a cabo aquel chequeo.

— Hay otra cabaña cerca de aquí, ahí podrían pasar la noche. De esta forma, si sucede algo estaré lo suficientemente cerca para poder actuar de forma inmediata, ¿Te parece?

— ¿Qué es lo que debo esperar durante las siguientes horas? — Indagó intensificando su agarre sobre el lobo cuando este soltó un nuevo chillido. Parecía sentirse incómodo con su propio cuerpo, como si estuviera vestido con una piel ajena que le provocaba comezón.

— Cambios bruscos de humor y estados de ánimo intensos. Sus instintos estarán a flor de piel. Te necesitará en todo momento, Jungkook. — Enumeró con sus dedos. El alfa asintió de acuerdo, considerándose capaz de lidiar con todo aquello. — Si llega a volver a sentir dolor como hace unos momentos, lo mejor es que repitas justo lo que hiciste. Tu olor y cercanía deberían ser suficientes para sosegarlo. Pero si ese no es el caso, y si no llegas a poder con ello, recuerda que estoy cerca y al pendiente de ustedes, ¿Vale?

— Está bien.

Sohye se adentró a la cabaña para tomar una lámpara de aceite, de aquellas que solía ver en las películas antiguas o en algunos museos. La llama de fuego en interior titilaba al ritmo de los pasos de la mujer. Jungkook se incorporó y sin soltar completamente al omega, tomó la ropa que antes él tenía puesta y la manta que lo había cubierto.

Después, esperó a que el omega se levantara completamente en sus cuatro patas. Debido a su condición omega, Taehyung no era tan grande como un alfa, pero sí que un lobo común.

La punta de sus orejas rozaban la altura de la mandíbula del alfa. Jungkook apreció por primera vez los refulgentes ojos azules de su omega, del color del océano a media tarde, del tono del que se pintaba el cielo justo en el alba. Líquido, etéreo e hipnotizante.

Su propio lobo aulló en su interior de pura dicha, al poder conocer una faceta tan importante de su pareja, de su destinado. Porque Jungkook no era sordo, y había leído e interpretado las palabras que intercambiaron Sohye y Tae momentos antes de su transformación.

Besó su peluda oreja derecha, le susurró que siguiera a Sohye, prometiendo estar cerca de él en cualquier momento. Taehyung obedeció sin demasiados ánimos, encontrando demasiado cómodos los brazos del alfa como para alejarse de él. No quería moverse, y no se sentía con las suficientes energías como para dar una caminata, pero si su alfa se lo pedía, él lo haría.

Jungkook decidió estar en la última posición de la caminata, para poder cuidar mejor de su omega. Sohye los guio a través de un angosto sendero libre de maleza que se adentraba en el bosque y se perdía en su interior.

Los pasos del omega eran trémulos y pausados. Estaba cansado. Sus chillidos de dolor disminuyeron rápidamente, al parecer solo había sido una reacción pasajera. Afortunadamente el trayecto no duró demasiado, poco menos de cinco minutos fueron necesarios para llegar a la cabaña de la que Sohye le había comentado.

Ella entró primero, abriendo la puerta con una larga llave de metal y dirigiéndose directamente a la chimenea del interior, comenzando a colocar un poco de leña dentro y encendiéndola con cerillos. Cuando el omega se coló en su interior, Sohye lo dirigió hacia la única recámara que poseía la residencia. La cama era grande, la alfombra bajo ella realmente suave, y había varias cobijas dobladas y cuidadosamente colocadas sobre una silla en una esquina de la habitación. Un pequeño escritorio con un par de libros sobre él a un lado de la puerta y una discreta puerta de madera que conducía al baño.

— Esta cabaña también es de mi propiedad, por lo que puedes tener la seguridad de que nadie los molestará aquí. — Comentó después de asegurarse de que Taehyung se había acomodado en la cama.

— ¿Debería transformarme yo también? — Preguntó en la puerta de la habitación, observando como la mujer caminaba de un lado a otro asegurándose de que tuvieran todo lo necesario.

— Podría ser de ayuda. — Concedió. Una vez que terminó, se acercó al alfa y comenzó a desglosar una lista de las cosas que podría llegar a necesitar: la ubicación del botiquín de primeros auxilios, lo que podría preparar con la comida que había en la cocina, el contenido del cajón a un lado de la cama, dónde había más cobijas, como detectar si algo andaba mal con Tae...

Jungkook se esforzó por tragar toda aquella información y no dejar nada fuera. Finalmente, Sohye se marchó, comprometiéndose a estar al pendiente de cualquier cosa.

La cabaña tenía una estructura bastante similar a la anterior, a excepción de que no poseía exactamente un jardín trasero, y que las paredes no estaban tan atestadas de objetos de dudosa utilidad.

No se demoró en regresar con su omega, el cual se mantenía echado con los ojos cerrados y con una respiración tranquila. Estaba dormido.

Tomó su celular desde el bolsillo de su pantalón y marcó el número de Jimin, quien contestó al segundo pitido. Le notificó acerca de que su estadía en ese lugar se prolongaría durante esa noche por pedido de Sohye. No profundizó demasiado en los detalles, pero prometió mantenerle informado.

Colgó y después de abandonar su celular en el buró derecho, se quitó la camisa, desabrochando botón por botón, también se despojó de los pantalones de mezclilla y los borcegos negros que había estado usando durante esos días -un detalle que Soyeon le había traído desde su antiguo guarda ropa-. Dobló cuidadosamente sus prendas y las colocó dentro del pequeño y rústico baño que poseía la habitación, a un lado de las vestiduras de Taehyung.

Finalmente se deshizo de su ropa interior y de la camiseta de tirantes blanca que solía usar debajo de su ropa. Regresó a la habitación y cambió a su forma lobuna sin problemas.

Una vez que se encontraba con sus cuatro patas sobre el suelo, se tumbó a un lado del omega, cubriéndolo con su propio cuerpo. Casi no tenía sueño, por lo que tardó un buen rato en poder dormirse.

Invirtió aquel periodo en pensar sobre Taehyung. Su estado le preocupaba, y le inquietaba las consecuencias que esto podría tener en un futuro. Detestaba saber que algo no andaba bien con él.

No obstante, en el fondo de su ser confiaba en que sería capaz de anteponerse a cualquier adversidad que se le presentara. Era un omega fuerte, decidido y capaz. Y no podía estar más orgulloso por ello.

Sus lagunas mentales eran otro tema más que debía volver a tocar en un futuro próximo.

Fugazmente, a su mente llegó el nombre de Irina, quien se había mantenido con un perfil bajo desde la vendimia. Aquel silencio no auguraba nada bueno. Le provocaba un mal sentimiento.

Sus ojos se cerraban solos un par de horas después. La Luna estaba en lo alto y solo los sonidos de la vida nocturna acompañaban sus sueños. Eran alrededor de las dos y media de la madrugada cuando el omega abrió sus ojos, encontrándose demasiado despierto de pronto.

Jungkook no lo pasó desapercibido. Y se desperezó rápidamente. Los azulinos orbes le observaban fijamente, como si lo estuviera viendo por primera vez. Pronto los párpados se relajaron y Taehyung se acurrucó contra el pelaje del alfa.

El blanquecino lobo gimoteó incómodo e insatisfecho, a pesar de que su alfa acariciaba sus orejas con su hocico y pasaba su lengua por su pelaje de vez en cuando.

La cola del mayor se movía inquieta, golpeando las cobijas y removiéndolas. Jungkook se levantó un poco cuando comenzó a notar como su respiración iba en aumento y de su garganta iban brotando cortos sonidos lastimeros.

Algo le dolía, pero no sabía qué.

Comenzó a olisquearlo, pero no había nada anormal en él. Estaba bañado de su propio aroma e impregnado de la esencia del alfa. Taehyung profirió un sonido más fuerte y gutural, un verdadero aullido de dolor. Se retorció en la cama y cerró sus ojos.

Ante esto, Jungkook se preocupó aún más y fue entonces cuando realmente notó que algo iba verdaderamente mal. El omega no se estaba tranquilizando con su aroma. Intentó soltar feromonas tranquilizadoras, pero en pocos minutos detectó que no estaban surtiendo efecto.

Cambió a su forma humana y caminó rápidamente a la cocina. Sohye le había dicho que en el refrigerador siempre guardaba un brebaje que funcionaba como una especie de anestesiante o sedante, debido a la cantidad de pacientes que solía tener en ciertas épocas del año.

Vertió el líquido en el primer vaso que encontró en la alacena y lo llenó hasta que no cabía ni una sola gota más, para después regresar a la habitación con el brebaje en la mano.

Taehyung se removía errático y Jungkook sentía una fuerte impotencia en su interior al no haber sido capaz de haberlo mantenido sin dolor ni malestar.

Se subió en la cama y colocó una rodilla a cada lado del torso del lobo. Este estaba boca arriba, lo cual facilitaba solo un poco la labor que debía llevar a cabo. Con su mano izquierda tomó el hocico del omega e intentó abrir sus fauces, pero este se defendió instintivamente, por lo que Jungkook debió apartar su mano antes de que sus dedos se viesen comprometidos entre aquellos filosos colmillos.

Taehyung estaba tan turbado que no podía reconocer a Jungkook. El omega tan solo detectaba a una persona que trataba de hacerle daño. Nada más.

Pero el alfa no se dio por vencido; con mayor cautela volvió a intentarlo, y aprovechó los pocos segundos en los que Taehyung abrió su hocico intentando apartar su mano con un gruñido para verter el espeso líquido en su interior.

Jungkook estaba seguro de que al menos la mitad del vaso había logrado entrar en su organismo, pues la otra mitad había quedado desparramada en la cama, en las cobijas e incluso en las almohadas.

Los movimientos del lobo comenzaron a menguar, y sus quejidos se fueron silenciando en pocos minutos. El alfa regresó a su forma lobuna y volvió a acomodarse en la misma posición en la que estaba en un inicio.

El omega continuaba despierto, sus azulados ojos le observaban con angustia. En un último intento, Jungkook volvió a liberar sus feromonas, mientras esperaba que el brebaje surtiera efecto.

Taehyung cerró sus ojos, cuando ya no fue capaz de seguir despierto. Entonces Jungkook lo tomó firmemente del cuello con la ayuda de sus dientes, cargándolo como si fuera un pequeño cachorro. Solo que era uno notablemente más grande y pesado.

Sus patas traseras arrastraban un poco el suelo, y también su cola. Afortunadamente, Jungkook era un alfa grande y fuerte, por lo que pudo con su peso y evitó que se lastimara al trasladarlo.

Caminó cuidadosamente por el pasillo, atravesando la sala de estar y finalmente salir al exterior. Sus patas pisaron la tierra y la maleza que solía acompañarla, pero no logró avanzar más de un par de metros, pues el lobo blanquecino despertó súbitamente, e inmediatamente reanudó sus feroces movimientos.

Jungkook lo soltó, pues no quería lastimarlo accidentalmente, pero lo retuvo entre sus patas, manteniéndolo debajo de él con la ayuda de su propio peso.

Su omega sufría.

Y él acompañaba su dolor.

Estiró su cabeza hacia el cielo y aulló alto y fuerte, con fuerza, pidiendo ayuda.

El sonido viajó a través del bosque, moviéndose entre las ramas y sorteando las hojas. El eco llegó rápidamente a los oídos de Sohye, quien se encontraba sentada en el pequeño comedor de su cabaña.

Su largo camisón ondeó ante el viento que provocaban los ágiles movimientos de la vieja mujer, quien dejó abandonada la taza humeante de té que solía tomar a altas horas de la noche, para ir a atender el pedido de auxilio que había estado esperando con paciencia a lo largo de la noche.

Acostumbrada a pasear descalza, desistió de colocarse algún tipo de calzado. Caminó fuera de la cabaña, con el eco del aullido aún resonando en sus oídos.

Detectó los silenciosos pasos de su querida aprendiz detrás de ella, y juntas se adentraron entre los árboles. Los encontraron rápidamente, puesto que los quejidos del omega eran ruidosos entre tanto silencio nocturno.

— ¿Le diste el brebaje? — Preguntó al lobo castaño de ojos dorados, quien al no poder comunicarse verbalmente, asintió notoriamente.

La aprendiz de Sohye caminó valientemente hacia el alterado omega y con firmeza, acercó su mano izquierda a su nariz, la cual sostenía unas aromáticas hojas que adormecieron al omega en cuestión de segundos.

Su objetivo no era dormirlo, tan solo aminorar un poco su malestar. Lo suficiente como para que dejara de revolcarse y poder tratarlo mejor.

Taehyung detuvo sus movimientos, luciendo cansado, pero su respiración continuaba alterada. Su pecho subía y bajaba en un ritmo veloz, como única muestra de que algo le aquejaba.

Jungkook dejó de aprisionarlo y se colocó a un lado de él, esperando indicaciones de la curandera, observándola con ojos que denotaban preocupación, angustia y súplica.

«Sálvelo, por favor»

Sohye recibió el mensaje sin problemas. Se arrodilló a un lado del omega, cerró sus ojos y comenzó a acariciar su lomo. Sus manos se movieron como si hiciera un masaje, tanteando su cuerpo, su columna vertebral, sus músculos y su pelaje.

— Jisoo, deja las hojas a un costado de su nariz. — Indicó, y Jisoo, la aprendiz, obedeció de inmediato. — Ayúdame aquí. — La curandera señaló una zona en su espalda media, y en cuanto ella lo presionó, el omega se removió dolorido.

Jungkook se acercó a él, y lamió su rostro, tratando de ayudar a sosegarlo, de demostrar que estaba ahí, con él, y que no lo abandonaría.

— Es un chico muy sensible. — Comentó. — Su cuerpo lobuno ha recibido un buen daño después de ser lastimado y reprimido durante un tiempo tan prolongado.

Jungkook prestó atención a aquellas palabras y giró su rostro como un resorte, levantando sus orejas y moviendo su cola con inquietud.

— Podemos curarlo, el daño no ha sido irreversible hasta ahora. Pero necesita de un buen tratamiento — Informó. — Sus órganos internos han sido lastimados; sus pulmones y su hígado han recibido la peor parte.

Harto de no poder comunicarse como quería, Jungkook cambió a su forma humana, sin inmutarse ante su desnudez.

— ¿Cómo es que su parte humana no había alertado estos daños?

— Porque solo provocan dolor cuando está como un lobo. — Respondió, detuvo sus movimientos y se levantó, recibiendo un poco de ayuda por parte de Jisoo. — Necesito que nos ayudes a llevarlo al lago.



MiaGarrettA

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