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Capítulo 15

Jungkook se veía incapaz de dormir. Eran casi las tres de la mañana y ya estaba harto de dar mil y una vueltas en su cama oyendo el suave arrullo de la llovizna que caía afuera.

El segundo día del celo había comenzado y parecía que sus síntomas habían aumentado de golpe. Para colmo, los supresores no parecían ser tan efectivos como en horas anteriores. Abusar de ellos terminaría por lastimar a su lobo, por lo que prefería tomar la cantidad mínima posible.

Después de no poder soportar durante un solo segundo más su dolorido y sudado cuerpo, había optado por tomar una ducha fría en la bañera del cuarto de baño, buscando tener un poco más de tiempo antes de que ingiriese una nueva pastilla.

En cuanto entró sintió cómo sus músculos se relajaban placenteramente y una pequeña porción de la tensión que había estado conteniendo salía de su cuerpo.

Sin embargo, su cuerpo seguía ardiendo y los fuertes cólicos en su vientre bajo continuaban cual despiadado martirio.

No entendía porque su celo le golpeaba con tanta fuerza, era increíblemente inusual. No podía recordar alguna ocasión similar.

¿Acaso la presencia de cierto omega era la culpable? Desechó la idea de inmediato, no logrando unir las ideas.

Salió de la bañera unos minutos después y prefirió no secar su cuerpo, consciente de que reaccionaría de forma indebida ante el roce de la tela.

Tampoco se preocupó por ponerse alguna prenda encima. Cuando recostó su espalda contra el mullido futón, volvió a sentir su cuerpo arder sin tregua.

Bufó fastidiado antes de verificar la hora en el reloj de la mesita de noche; las tres y cuarto. Debía de tomar sus supresores ahora.

Algunos truenos se oían en la lejanía, y la lluvia comenzaba a tomar poder sobre la noche.

Sacó la ligera cajita de pastillas de la mesita de noche a su derecha y tomó una píldora entre sus dedos, para después llevarla a sus labios y tratarla en seco, sintiendo con alivio como surtía efecto un par de segundos después.

Las primeras horas solían ser efectivas, antes de que su cuerpo comenzara a mostrar los síntomas antes de lo planeado.

—¿Kook? —se sobresaltó al escuchar ser llamado al otro lado de la puerta en un tímido murmuro.

Se levantó de inmediato, colocándose un pants negro rápidamente y se acercó a la puerta con cautela antes de recorrerla y enfrentarse a las mejillas sonrojadas de Taehyung.

—¿Qué haces despierto a estas horas? —cuestionó al mismo volumen.

—No podía dormir. —se excusó. —P-pero si t-te molesta mi presencia puedes ignorarme. —dijo atropelladamente— puedo regresar y t-tomar algún té...

Un aterrador estruendo que acobardaría hasta al más valiente se escuchó con fuerza, seguido de un eterno eco que grababa su efímera existencia.

Taehyung se estremeció de inmediato, soltando un chillido asustado y fue entonces cuando Jungkook entendió lo que sucedía.

Atrajo al omega a sus brazos y este se acurrucó en su pecho. Taehyung acercó su nariz a la curvatura de su cuello y olió con ganas, relajándose de inmediato al sentirse protegido.

Rodeó al omega con su brazos y olfateó su cabello, cerrando los ojos para deleitarse con más fuerza con su perfume.

El omega olía a miedo, y su alfa sintió la imperativa necesidad de hacer desaparecer aquella trémula esencia con la propia.

—¿Quieres dormir conmigo? —preguntó, y el omega le miró de inmediato con una expresión indescifrable. Cuando el azabache fue consciente de la malinterpretación de sus palabras se sonrojó furiosamente. —N-No me refiero a eso, sólo dormir. Nada más. —explicó después de aclarar su garganta.

Taehyung desvió la mirada igual de avergonzado antes de asentir con timidez. Jungkook se separó de él y tomó su muñeca para dirigirlo al lugar donde se encontraba minutos antes.

Taehyung se sentó sobre las blancas sábanas, viendo al alfa regresar a cerrar la puerta. Su rostro ardió más, si es que era posible, al caer en cuenta de las escasas prendas que cubrían el cuerpo del alfa, por no hablar del intenso olor a celo que inundaba la habitación.

Su lobo, como era de esperarse, reaccionó ante la situación.

Sus ojos recorrieron su espalda sin pena, siendo testigo de los movimientos de cada músculo qué su condición de alfa le había otorgado.

Su omega chilló encantado, pero su parte humana apartó la mirada avergonzado. Debía controlarse.

Se habían besado aquella misma tarde, sí, pero no habían hablado seriamente acerca de lo que ahora eran. No sabía cuáles eran sus límites en esos momentos.

La luz de un rayo se coló en la habitación, y segundos después el infernal estallido resonó en sus oídos. Jungkook lo envolvió entre sus brazos de inmediato y acarició su espalda con ternura.

El omega jadeó encantado con ello y se permitió cerrar los ojos para poder disfrutar aún más de aquello, mientras trataba de cesar el temblor de su ser.

—¿Quieres que platiquemos sobre algo? Podría ayudar a distraerte. —sugirió con voz parsimoniosa, casi melódica. Tae asintió sin moverse, sólo permitiendo que el alfa se sentara cómodamente sobre el colchón para después acomodarle a él en su regazo, quedando a horcajadas.

Taehyung apoyó las palmas de sus manos sobre su pecho, sintiendo el contacto directo con la cálida piel. Ni siquiera podía sentirse incómodo. Estar entre esos brazos, en aquella posición, parecía ser de lo más natural. Espontáneo e instintivo, sin lugar a duda.

—¿Qué edad tienes? —comenzó el omega, llevando su nariz de nueva cuenta a aquella zona en su cuello donde su olor se intensificaba a montones.

—¿Y hasta ahora lo preguntas? —pronunció con una sonrisa suave. Taehyung soltó un pequeño gruñido inconforme, provocando que el alfa soltara un par de risas sedosas. —Tengo veintitrés años, ¿Y tú?

Taehyung clavó la mirada en él con sorpresa y Jungkook frunció el ceño por la acción.

—No lo creo. —exclamó sin aire. —¿Eres menor que yo?

—¿De verdad?

—Yo tengo veinticinco años. —informó.

—Imposible. —esta vez fue Jungkook quien se mostró sorprendido. —Te ves mucho más joven.

El rostro del omega se iluminó con una sonrisa tímida al mismo tiempo que desviaba la mirada y apoyaba su mejilla contra las sus clavículas.

—A veces me lo dicen. —musitó. —Varias personas del pueblo también me han dicho que lo heredé de mi madre.

—Debió de ser una mujer muy hermosa, entonces.

—Lo era. —sintió sonreír al omega. Llevó una de sus manos a su pelo, buscando mimarle y brindarle toda la tranquilidad posible ante todos aquellos truenos qué rompían con la paz del viñedo. —Cuando era niño, acostumbraba a llevarme a caballo hasta el extremo más alejado de nuestros terrenos. Donde los campos de cultivo terminaban y los caballos podían correr a sus anchas. Por esa zona había un pequeño riachuelo qué parecía refulgir a todas horas, con aguas tan cristalinas y llenas de vida. Pasábamos horas y horas ahí, desde que el Sol se alzaba en el alba y hasta que el ocaso ocurría. —describió con profunda añoranza. —Amaba aquel pequeño rincón.

Jungkook dejó que hablara, que dejara sus palabras fluir tranquilamente, y él las escuchó con atención imaginando aquellos felices momentos. Vagamente buscó en sus memorias algún momento con su propia madre que llenara las altas expectativas de anécdota; lamentablemente no pudo lograrlo. La presencia de ella en su vida fue lo más efímera y lejana posible.

—¿Y qué sucedió?

Taehyung se mantuvo en silencio durante un rato, tratando de ordenar sus ideas. Jungkook continuó con sus mimos, esperando con paciencia y escuchando como las gotas de agua impactaban contra las ventanas cuales irrompibles piedras, mientras el cielo parecía fragmentarse en mil pedazos.

El olor del omega era ciertamente distractor, aún con los supresores en su sistema. No obstante, su lobo se encontraba más meloso que caliente, lo cual agradecía en demasía.

Y agradecía aún más poder tener a su omega entre sus brazos. Su orgullo de alfa era alimentado cada vez que el omega le consideraba como un lugar seguro, como en esa ocasión.

—E-Ella murió cuando tenía nueve años. —comenzó con voz bajita y melancólica. — Estábamos haciendo un poco de senderismo por las colinas, a varios kilómetros de aquí. En esos momentos Jimin ya estaba con nosotros y mi madre lo cuidaba como si fuera su hijo, así que nos había llevado a ambos a allá. —Un suspiro tembloroso se escapó de sus labios, por lo que el alfa lo estrechó con más fuerza mientras besaba su cabello con devoción.

—No es necesario que me lo cuentes. No quiero que te sientas presionado.

—No. No. Quiero decir esto. —Negó, para su sorpresa. —Nunca he querido hablar del tema, era doloroso. Necesito sacarlo de mi interior. —Pero en contra de la aparente seguridad, su voz se quebraba con cada nueva palabra.

Jungkook asintió de acuerdo, y el dio su tiempo para que pudiese aclarar su garganta y quitar sus lágrimas. Taehyung retuvo el aire en sus pulmones durante unos segundos, antes de soltarlo lentamente, armándose de valor para abrir la Caja de Pandora de sus recuerdos.

—Un par de días antes había caído una monstruosa tormenta, fue tan cruda que mató a los pocos cultivos que había. Aun así, el suelo aún estaba un poco enlodado, pero era posible caminar sin ningún peligro, además la ruta era bastante seguro y muy bien conocida. —Relató valeroso. —Y aun así terminé por dar un paso en falso y resbalar ladera abajo.

.... No fue muy grave, pues mi madre logró alcanzarme y sostenerme rápidamente. Ella se había sujetado de una raíz gruesa de algún árbol y me impulsó a subir, Jimin me ayudó en la última parte, pues yo me había lastimado el tobillo con la caída y me era difícil caminar. —se acomodó en su regazo inquieto. —La suelo no estaba firme, la tormenta había provocado que la tierra se erosionara. De alguna forma la raíz cedió ante el peso y se rompió, llevándose a mi madre con él.

Aunque se esforzó por evitarlo, Tae se encontraba hipando mientras revivía tan trágico episodio de su vida.

—La encontraron al día siguiente, al fondo de una sinuosa barranca. En la caída se había golpeado el cráneo, provocando una muerte instantánea. —Jungkook le arrulló cariñosamente, comprendiendo su pérdida. Desde entonces me he culpado por su muerte. —sentenció sollozando. — Jungkook le observó escandalizado, sin poder creer que llevase una culpa tan pesada en su espalda.

—¿Por qué crees eso? —preguntó, genuinamente confundido.

—Ella fue a rescatarme. —explicó. —Si no lo hubiese hecho, quizás ella aún estaría aquí.

—No vuelvas a decir eso. Tú no tuviste la culpa. —consoló. —Nadie la tuvo.

—No puedes saberlo, tú no estuviste ahí.

—Pero estoy aquí ahora.

Taehyung se levantó un poco para verle, reflejando mil estrellas en sus ojos. Sus labios formaron una sonrisa triste mientras su corazón se conmovía por sus palabras.

Jungkook era el oasis de Taehyung. Lo entendió desde ese momento. Podría acercarse a él y liberar sin pena todo el dolor de caminar por horas y horas en un desolado desierto, y él le recibiría dichoso, dispuesto a brindarle de su frescura y entregarle descanso.

El castaño acarició con las yemas de sus dedos los suaves mofletes del alfa, con tal suavidad que parecía que temía romperle.

Poco después, cubrió sus labios con los propios. Un suave toque y una explosión infinita estallaba en sus interiores, más fuerte que la tormenta, más poderosa que la erupción de un volcán.

—Tengo miedo a perderte. —declaró juntando sus frentes, interponiendo la menor distancia posible entre ellos dos. —Temo que llegue el día donde te marches y no regreses más.

El alfa llevó sus manos a la pequeña cintura de Tae, y le acarició sobre la fina tela de su ropa de noche.

—Volvería una y mil veces siempre y cuando estés tú. —Se sinceró.

Taehyung esbozó una sonrisa más grande, sintiendo su corazón calentarse ante aquella promesa que cerraron con un beso, sellándolo y volviendo irrompible.

Jurarían que podían sentir cada una de las emociones que estaban contenidas en aquel gesto en cada leve movimiento y en cada suspiro.

Jungkook llevó su mano derecha a la nuca del omega, y sin dejar de ser cuidadoso, presionó con la intensión de profundizar el roce.

Delineó con su lengua los dulces belfos del omega, pidiendo su permiso para ingresar en ellos, el cual fue concedido de inmediato.

Tae se apoyó en sus hombros mientras se dejaba llevar. Ladeó su cabeza y acercó su cuerpo al otro hasta que ya no hubo nada que les separara.

El toque de las manos del alfa se volvió más firme con el paso de los segundos, a la misma velocidad en el que aquella caricia perdía su delicadeza para transformarse en algo más.

Los oídos de Taehyung ahora eran indiferentes a la tormenta de afuera, encontrándose demasiado ocupados en cada sonido que ellos mismos provocaban.

Era difícil mantenerse a raya cuando ambos podían sentir la tensión que emanaban cada vez que estaban cerca. Necesitaban liberar al menos un poco de ella.

Taehyung llevó sus manos a la nuca del alfa, hundiendo sus dedos en el húmedo pelo azabache. Se sentía en el paraíso, encantado con las caricias de Jungkook sobre su persona, amando el sabor de su saliva mezclada con la propia, extasiado con sus propias esencias, las cuales aumentaban a cada segundo y se mezclaban entre sí.

Jungkook llevó sus labios por las comisuras de su boca, dando besos húmedos hasta su mandíbula donde dejó qué su lengua hiciera presencia para delinear con ella su cuello, hasta llegar a la curvatura con su hombro, donde con esmero, comenzó a mordisquear suave, lamer sucio y besar con delicadeza.

Taehyung soltó un suave gemido al sentir aquel músculo en una zona tan sensible, haciendo maravillas y mandando varias corrientes eléctricas a través de su cuerpo. Ladeó su cabeza instintivamente, su omega mostrando sumisión frente a él, dándole mayor espacio para que hiciera lo que quisiera con su cuello.

Era justo el lugar que estaba reservado para una marca de su futuro alfa. Era bastante sensible e íntima. Nadie más debería tocarla.

Jungkook estaba comenzando a sentir con mayor fuerza los síntomas de su molesto celo, y entonces tuvo un momento de lucidez.

Dejó un último beso en aquella gloriosa zona antes de separarse y tomar las manos de Tae entre las suyas.

El alfa buscó la mirada del castaño, disfrutando ver aquel tierno sonrojo en sus suaves mejillas.

Cuando sus ojos conectaron, sintiendo la tensión que había entre ellos dos. Como dos imanes opuestos que luchaban por estar juntos.

—Deberías intentar dormir. —Recomendó Jungkook.

Taehyung asintió de acuerdo. Se retiró de su regazo y permitió que el alfa acomodara su espalda directamente contra el futón, antes de que se echara sobre él, quedando pecho a pecho.

Aún con una melodía macabra de rugidos en el cielo en una tormenta que no amainaba, Taehyung logró conciliar el sueño entre los brazos de la persona que más seguridad podía entregarle.

El penetrante olor a desinfectante se coló de forma desagradable en la nariz del alfa.

Jamás le gustaron los hospitales, estar en ellos significaban malas noticias. Y las malas noticias eran desgracias, el tipo de cosas que nadie quisiera tener, pero que eran inevitables.

Sus pasos en el lustrado azulejo blanco resonaban fuertemente a través del solitario pasillo. Dobló a la derecha, luego a la izquierda y se detuvo frente a una de las muchas puertas de ese edificio.

Su mano se dirigió hacia el pomo. Tocarlo fue como palpar el hielo seco sin protección alguna.

Afianzó el agarre en este mientras se daba un momento para serenarse y reconstruir su fachada de hombre imperturbable.

¿Por qué era tan difícil entrar a esa habitación y quedarse tan solo unos minutos haciendo su trabajo? Ni siquiera había tenido el honor de conocer a la persona que reposaba al otro lado de la puerta. ¿Por qué parecía que temía entrar?

Eliminó sus vacilaciones rápidamente. No debía concentrarse en preguntas tan mundanas.

Llenándose de valor, abrió la puerta y un hombre de traje le recibió al otro lado.

Este estaba sentado frente a un chico que se mantenía vivo con ayuda de varios cables y tubos, registrando cada uno de sus latidos como un tic tac que contaba la cuenta regresiva a un momento donde elegiría su camino.

—Buen día, Señor Park. —saludó serio.

—Buen día, Baekhyun.

—¿Cómo se encuentra su hijo? —preguntó educadamente, llevando su mirada al chico con piel pálida, llegando a lo enfermizo, que alguna vez cerró sus ojos sin saber que, posiblemente, jamás los volvería a abrir.

—Déjate de formalidades. —El Señor Park se levantó con ayuda de su bastón y con un notable cojeo se posó a pocos metros del alfa menor. —¿Qué has venido a hacer hasta aquí?

—He venido para traer buenas noticias. —Informó. —He encontrado a la persona que nos ayudará.

—Maravilloso. ¿Cuándo vendrá? —El hombre sonrió encantado.

—No lo hará. —El Señor Park lo miró con confusión. —Me ha comunicado que necesitará que nosotros vayamos a su ubicación para que el proceso se realice correctamente.

El mayor le miró disgustado, dejando en claro que la noticia no le agradaba ni un poco.

—¿Bromeas? ¡No expondré a mi hijo de esa manera! —exclamó rabioso. —¿Acaso es eso lo que planeas? ¡¿Matar a mi hijo con tal de hundirme?!

Baekhyun le observaba sosegado, para después tenderle un portafolio oscuro. El mayor le observó receloso, y sin más, le arrebató el objeto de las manos.

—¿Qué se supone que es esto? —Cuestionó mientras hojeaba sin cuidado los papeles llenos de letras y números sin aparente sentido.

—Entre otras cosas, son las pruebas en tu contra sobre los tratos sucios que has ido acumulando a lo largo de tu carrera. —informó. —Si te niegas a colaborar conmigo, no dudaré en presentar estos documentos ante un juez, el cual te hundirá en la cárcel hasta el final de tus días. —Declaró, para la incredulidad del Señor Park. —Y dudo mucho que, en ese sucio lugar, con tus cuentas congeladas y sin un lugar donde caerte muerto, puedas seguir pagando los costosos cuidados para tu querido hijo.

—¡Hijo de puta! —musitó furioso, a la vez que su rostro se mostraba más y más enrojecido.

—Es simple. He conseguido el equipo para poder transportarlo con el menor riesgo posible hasta la ubicación requerida. —Baek se mantuvo indiferente ante las maldiciones del mayor, y esperó con paciencia a que sus cavilaciones le llevarán a la dirección que él deseaba. —Chanyeol pasará a estar bajo mi responsabilidad, y prometo que su recuperación será exitosa.

—¿Qué tan alto es el porcentaje de éxito? —Indagó cauto, cruzando los brazos frente a él.

—Ochenta y cinco por ciento.

—Así que hay quince por ciento de probabilidades de fallar. —comentó para sí mismo.

—Todo dependerá de que tanto usted quiera colaborar. —Su voz adquirió un toque oscuro, augurando información no bienvenida. —Debo recordarle que usted aún no ha cumplido totalmente con su parte del trato.

—¿A qué te refieres? Tu hermano está perdido en quién sabe dónde y te he asegurado de que no regresará pronto.

—Aún no tengo la totalidad de su herencia, además de que la confianza de los inversionista en mí comienza a flaquear.

—La confianza que proyectes es tu asunto, Baek, no puedo hacer mucho ahí. —Se a la silla donde antes descansaba, para volver a sentarse sobre ella con un poco de dificultad. —En cuanto a lo primero, deberás tener algo de paciencia. —El menor levantó una ceja. —Mi equipo está haciendo todo lo posible para que no haya ninguna falla, pero tu padre se aseguró de poner varias trabas en su trabajo antes de morir. Necesitaré más tiempo.

—¿Cuánto?

—Un mes. —mencionó. —Quizá un poco más.

—No puedo esperar tanto.

—¿Cuál es el problema? Él único que podría impedir estos trámites es Jungkook; mientras él no se encuentre, tendrás asegurado cada propiedad y cada centavo. —Comentó ligeramente despreocupado.

—Establecimos una límite de tiempo, Park. No puedo consentir que tardes más de lo planeado. —pronunció molesto.

—Y también establecimos que, si era necesario, habría una prórroga. Haré uso de ella.

Baekhyun bufó fastidiado. Colocó sus manos sobre su cintura y cerró sus ojos mientras movía su cuello en distintas direcciones, buscando liberar la tensión en sus hombros.

—Haremos lo siguiente: Chanyeol será llevado al lugar donde su terapia será llevada a cabo, durará el tiempo que tenga que durar. Mientras tanto, tú te vas a encargar de cumplir tu palabra. —sentenció con voz grave, sin dejar lugar a cuestionamientos. —Espero que sepas jugar bien tus cartas y no se te ocurra hacer alguna estupidez. Grábate bien en la cabeza que, si hay alguna falla de tu parte, no volverás a verlo con vida.

—No me intimidas, Baekhyun. —contraatacó. —No soy el único que camina sobre una cuerda floja. Recuerda que una sola palabra mía será suficiente para destruir tu añorada reputación, y ni diez discursos tuyos serían suficientes para limpiar tu nombre.

—Soy un hombre de palabra, no te esfuerces en amenazarme. —Caminó hacia la puerta y salió de la habitación, sin encontrar algún otro asunto que le atara a aquel lugar. 

Capítulo doble porque puedo 😄 ¡Y porque hemos llegado a 10 K de lecturas! ¡Los amo tanto ♥ ♥ ♥!

Disfruten...



MiaGarrettA

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