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Capítulo 13

Su cuerpo ardía, tanto, que llegaba a niveles atroces. Cualquier pequeño roce con las sábanas que lo cubrían, le robaban pequeños gemidos y gruñidos, los cuales luchaba por acallar interponiendo su mano izquierda en su boca, mientras que su mano derecha subía y bajaba con desespero por la longitud de su polla, buscando reducir su dolor y encontrar su liberación.

Su cuerpo desnudo estaba empapado de sudor, sentía pequeñas gotas recorrer su camino hasta su nuca y su espalda. También experimentaba de pequeños latigazos eléctricos en su cuerpo que aparecían con mayor frecuencia cuando estaba cerca de su orgasmo, como en esos momentos.

Había llegado desesperado a la casa, después de haber recogido su ropa y habérsela puesto a medias mientras corría. Solo alcanzó a cerrar la puerta de su habitación antes de desplomarse en el suelo, como producto de sus trémulas piernas. Y de alguna forma, logró envolverse entre las níveas sábanas para poder tratar de disminuir los fuertes dolores que le desquiciaban y luchar por controlar a su estúpido lobo que batallaba por tomar el control y llevarle a cometer una locura.

Una locura que involucraba a cierto omega castaño.

— Ahh...— jadeó cuando su mente evocó su imagen, y de inmediato su miembro palpitó en su mano. Estaba cerca, jodidamente cerca.

Su mente se desconectó de su alrededor y dejó que su imaginación volará a sus anchas. Con los ojos cerrados y los labios levemente separados, visualizó al omega sobre él, montándolo con furia, con la misma velocidad con la que subía y bajaba su mano. Gimió de tan solo pensarlo. Su cadera chocando con la propia, su entrada apresándolo deliciosamente, sus gemidos deleitados por sentirlo dentro, su maldito olor que le incitaba a darle tanto placer como fuera posible. Era tan delirante.

Pronto, su cadera comenzó a moverse, impulsando placenteramente y robándose sus jadeos encantados.

Solo un poco más.

Sus piernas apresándolo, el sonido de sus pieles al chocar, su omega llamándolo, pidiéndole que enterrará sus afilados colmillos en su cuello mientras se enterraba hasta las bolas en él y se dejara ir con gusto, anudándolo, volviéndolo suyo.

— Tae...— Finalmente su orgasmo lo golpeó con fuerza, y varias tiras blancas salieron expulsadas, manchando su mano y su torso. Se había corrido con un nombre en su boca, como nunca antes.

Respiró agitado, tratando de normalizar su respiración aun cuando los pequeños espasmos no terminaban.

Pero frunció los labios cuando su polla volvió a erguirse impoluta. Nunca antes había tenido un celo tan fuerte, y lo peor de todo es que aún no llegaba al momento cúspide, donde no podría controlar a su lobo y este terminaría por tomar total control de él.

Necesitaba supresores lo más pronto posible, pero no podía salir en aquel estado de su habitación. No cuando había tantos omegas con olores atrayentes caminando libremente por la casa y sus alrededores.

No deseaba provocar problemas, a costa de todo, se mantenía firme en tratar de alejarse de ellos. Soltó el aire de sus pulmones exhausto. Tan solo esperaba que algún beta pasara lo suficientemente cerca de su habitación para poder pedir por supresores, pues con ellos, al no tener un olor tan fuerte como el de un omega, podría controlarse lo suficiente como para no saltar desesperado sobre él y buscar follarlo como si se le fuera la vida en ello.

Temía saber que su celo se volvería cada vez más y más implacable, hasta que terminara en el tercer día. Por otra parte, no podía ignorar las inmensas ganas de su lobo de encontrarse con Taehyung, y antes de quedarse dormido, murmuró para sí mismo.

— Te necesito, Taehyung.

Un nuevo día, nuevas labores; el comienzo de una mañana, nuevo trabajo. Eso era lo que describía el día a día de Tae. Una serie de actividades que se negaban a cambiar de lugar por más meses que pasarán, y que sabía que se mantendrían ahí hasta el último día de sus vidas. Aunque no le molestaba demasiado si se trataba de salvaguardar a su amado viñedo.

No obstante, había algo inusual aquel día, y lo notó en cuanto abrió los ojos.

Se sentó en su cama y miró desconcertado cada rincón de su habitación, preguntándose porqué su omega se encontraba tan inquieto. Gruñía con ansias en su interior, pidiéndole que se encontrara con su alfa.

¿Su alfa? Él no tenía alfa. Quiso reír por tal idea.

Pero en cuanto se dispuso a levantarse, notó un olor penetrante llegar a su nariz. Su piel se erizó en tan solo un segundo y un jadeo escapó de su garganta.

No, no era el olor común del lugar. Era el olor de un alfa llamándolo. Pidiendo por él.

Su omega se removía intranquilo, deleitándose con las pizcas de olor que llegaban a él, cada vez más débiles.

La esencia de la uva y tierra mojada parecía desaparecer con cada segundo que él se mantenía sin hacer nada y esto angustió a su lobo.

Se levantó y cambió a la velocidad de la luz, siguiendo los instintos de su omega. No obstante, cuando estuvo a punto de salir de su habitación, un momento de lucidez llegó a él como aquella pequeña gota de lluvia que se las ingeniaba para golpear contra su cubierta cabeza.

¿Uva y Tierra mojada? ¿Jungkook?

Retrocedió un par de pasos hasta que sus muslos golpearon contra la orilla de la cama y sentó pensativo, analizando la situación.

¿Por qué su olor era tan fuerte? ¿Por qué su omega tenía tantos deseos de encontrarse con él?

Y rápidamente la respuesta se esclareció entre la penumbra de su cabeza.

«Esta en celo»

Su rostro enrojeció sin explicación alguna, mientras sentía cierta ansiedad adueñarse de su cuerpo. Pero ¿Ansiedad por qué? No era la primera vez que algún alfa entraba en celo en su propiedad.

Namjoon, por ejemplo. Solía tomar una de las habitaciones del lugar si los dolores se volvían demasiado fuertes, aunque su estadía era más porque, al no estar al cien por ciento mentalmente, era común que el trabajo se le acumulará. Aunque los supresores solían ayudarle bastante.

Toc, Toc.

Taehyung se sobresaltó fuertemente cuando la puerta de su habitación fue tocada y se levantó rápidamente a abrirla.

—Buenos días, Tae. —Jimin entró como un rayo y se sentó en la cama de su hermano menor, cruzando las piernas y viéndolo con inquietud.

—Hola, Jimin. —Saludó desconcertado — ¿Sucede algo?

—No exactamente. —respondió vacilante. —Es decir, si, pero no es precisamente malo.

—Jimin—llamó cerrando la puerta y acercándose al otro omega— ¿Podrías dejar de balbucear? No te entiendo cuando haces eso.

Jimin asintió y lleno de aire sus pulmones antes de explicarse.

—Jungkook entró en celo anoche, ¿Vale? —Inició nervioso bajo la mirada del castaño—Y antes de eso, él había salido un rato al bosque, cosa de la que todos aquí estábamos enterados—detalló rápidamente cuando Tae frunció el ceño. —A penas y nos dimos cuenta cuando estuvo de vuelta, pues se encerró de inmediato en su habitación.

— ¿Qué es lo que tiene de peculiar todo esto? Un alfa en celo no es precisamente una novedad. —señaló inconforme.

—Bueno, como sabrás mi habitación y la de él están bastante cerca. —a ese punto el rostro de Jimin estaba tan rojo como un tomate. Sus manos apretaban sus tobillos frente a él, buscando liberar su nerviosismo de alguna forma mientras mantenía su mirada fijamente en aquella acción, no queriendo enfrentar al rostro del castaño. —Y me fue imposible no olerlo.

Taehyung abrió los ojos y la boca al máximo, sorprendido por lo que creía que había sucedido. Sin embargo, esa expresión pronto fue reemplazada por una de furia. Su omega comenzó a gruñir completamente disgustado, y sus labios formaron una recta línea mientras trataba de controlarse. Aunque claramente no lo estaba logrando.

— ¡¿Te acostaste con él?! —vociferó con ira, acercándose totalmente a Jimin y teniendo ganas de golpearlo con la primer cosa que encontrará. El sentimiento era completamente cegador. Sentía como una sustancia ácida le revolvía el estómago al mismo tiempo que su piel comenzaba a hervir.

— ¡No! ¡No lo hice! —se defendió colocando sus manos sobre su cabeza mientras encogía su cuerpo. Había previsto aquella reacción, pero no a tal escala. — ¡Juro que no es lo que parece, Tae!

Tae respiró profundamente, llamando a la tranquilidad para que llegara a su ser. Peino su cabello con una mano y desvió su mirada de su hermano a las paredes a su alrededor, pues no deseaba ver al otro omega hasta que se explicara.

—Juro que no me acerqué más de lo estrictamente necesario a su habitación, ni hablar de entrar en ella. De hecho, envié a una beta para que le llevara algunos supresores mientras dormía y verifique qué la chica no tardara demasiado. —relató bajando sus manos poco a poco y finalmente apoyándolas en sus piernas.

—Entonces, ¿Por qué estás tan nervioso? —inquirió.

—Digamos que mi omega fue levemente seducido por el olor del alfa en celo durante la noche—susurró apenado. Taehyung regresó la vista a él de inmediato, y Jimin escondió su cabeza entre los hombros. — ¡Juro que no sucedió absolutamente nada! Al menos no directamente. —musitó lo último a nivel tan bajo que Taehyung tuvo que procesar durante un par de segundos lo oído antes de comprender.

— ¡Jimin!—reprendió con molestia— ¿Podrías explicarte de una buena vez?

El aludido bajó la mirada sonrojado, y respondió con torpeza.

—Tuve un sueño húmedo con él. —Declaró avergonzado—y te lo digo solo a ti porque sé que le has más tomado más cariño del que presumes, además, tenía que sacarlo de alguna forma, es decir ¡Se supone que él me cae mal!—dijo atropelladamente.

Taehyung se mantuvo paralizado durante unos minutos, procesando aquella información lentamente en su cabeza. Espabiló poco después, cuando fue consciente del incómodo silencio que se había formado a su alrededor. Suspiró tranquilizándose y se sentó a un costado de su hermano.

—Supongo que es normal, una reacción natural de un omega. —Apoyó su cabeza en el hombro del otro—Aunque quizá sea buena idea cambiar a alguien de habitación.

Jimin soltó una carcajada silenciosa y asintió. El silencio que le siguió ya no era tenso.

Pasaron así varios minutos, ambos perdidos completamente en sus propios mundos, disfrutando la compañía del otro, y la intimidad qué tan solo los hermanos tenían entre sí.

—Te gusta ¿Verdad? —soltó Jimin poco después. El cuerpo de Tae se tensó de inmediato, así que Jimin pasó su brazo por su espalda y lo dejó en el hombro libre del menor, dándolo mimos de apoyo. —No trates de negarlo, no te servirá de nada.

Taehyung suspiró, y fue como si hubiera estado sosteniendo el oxígeno en sus pulmones por demasiado tiempo, ahogándose, y fue hasta ese momento en el qué pudo volver a inhalar aire fresco, de esa qué solo encontrabas en medio de un bosque, de ese qué solo disfrutabas después de la lluvia.

—Me gusta —declaró. —Me gusta desde el primer momento en que lo vi.

— ¿Y cuál es el problema? ¿Por qué no te acercas a él e intentas algo?

—Él no pertenece aquí. Su vida no está en este lugar. —de pronto, una nudo se creó en su pecho. —Y yo tampoco pertenezco a la ciudad. Podría intentar algo con él, pero cuando él tuviera que irse, yo me quedaría aquí hecho pedazos. No quiero sentenciar a mi corazón a un amor que no tiene futuro.

—No condenes una relación al fracaso antes de siquiera intentarlo.—alegó el omega rubio.—Quizá no debería decirte esto, pero ayer Jungkook logró contactarse con algún amigo, y parece que hay problemas allá, así que Jungkook no podrá regresar, al menos por un mes.

Taehyung despegó su cabeza de su hombro y buscó la mirada del rubio, quien notó como los ojos del menor comenzaban a brillar esperanzados.

— ¿De verdad? ¿Estás seguro?—preguntó, tratando de asegurarse de que no fue una broma.

—Completamente, estuve ahí mientras Jungkook hablaba por teléfono. —afirmó.

El rostro del castaño se iluminó con una enorme sonrisa y se lanzó a los hombros de Jimin, haciendo que su espalda impactara contra el mullido colchón, mientras él se aferraba a él con alegría.

—Espera un momento. —Se incorporó apoyándose en sus manos para no aplastar a su hermano y poder mirarlo fijamente desde arriba. —Creí que Jungkook te caía mal, y que ni siquiera soportabas estar en la misma habitación que él.

—Y eso sigue y seguirá en pie hasta que Jungkook haga algo que cambie mi opinión sobre él. —Dictaminó. —Pero a ti te hace bien. Ósea, si tan solo vieras la sonrisa que tienes ahora o el brillo en tus ojos cada vez que lo ves. —Exhibió, provocando que el menor se sonrojara y desviara la mirada.

—No tengo idea de lo que hablas. —musitó.

—Por supuesto que no la tienes, un enamorado nunca se da cuenta de que lo está, pues no se ve a sí mismo cada vez que está cerca de aquella persona que altera su corazón. —Acarició la mejilla de su hermano con sus nudillos y con profunda ternura, feliz porque haya encontrado a ese alguien que la Luna escogió para ellos.

Es cierto que Tae siempre ha sido un chico alegre e hiperactivo, increíblemente sociable y amable. Ese tipo de persona que parecía irradiar luz propia, y provocaba que todos a su alrededor se acercaran a él encandilados por su vitalidad.

Pero últimamente, había algo distinto en él. Una pequeña chispa de vida en sus ojos, la cual refulgía poderosa con cada día que pasaba, con cada amanecer que acercaba a una pareja, como si ambos estuvieran unidos por un pequeño lazo y de repente fuera jalado para encontrar el final del mismo, sin darse cuenta que estaba acercando a otra persona. A esa persona.

—Además, puede ser que Jungkook termine sorprendiéndonos—continuó. —Si es para bien o para mal, no tengo ni idea.

Taehyung sonrió y golpeó sin fuerzas su hombro.

— ¡Niños!—ambos se quedaron tan tiesos como estatuas cuando escucharon el alarido furioso de la Señora Song, seguido del sonido de pasos acercándose. Taehyung bajó del regazo de su hermano y ambos se sentaron justo en el momento en el que la mujer abría la puerta. — ¡¿Cómo es posible que a estas horas aun no hayan desayunado?! —reprendió apuntándolos con una cuchara de madera. Ambos la observaron aterrados, temiendo de la beta. — ¡Taehyung! ¡Tú ni siquiera te has quitado la pijama!—señaló cuando barrió su cuerpo de pies a cabeza. — ¡Quiero una explicación ahora mismo!

—Y-yo atrasé nuestras actividades, Nana. Lo lamentó. —comentó Jimin. —Tenía que hablar de algo con él antes de empezar el día.

La mujer les dirigió una mirada calculadora, tratando de discernir si aquella excusa era suficiente para no haber comido. No, no lo era. No existía escusa alguna que impidiera que sus cachorros se alimentaran como era debido.

—Lo lamento. —exclamó Taehyung con la cabeza gacha, sintiendo que él también debía aportar algo.

—Basta de lamentos. —cortó la Señora Song. —Quiero a ambos en la mesa del comedor, alimentándose de la comida que he preparado en diez minutos. ¡Ni uno solo más!—ordenó antes de retirarse, permitiendo que ambos soltaran un suspiro aliviado.

De inmediato, ambos se levantaron y comenzaron con sus actividades a toda prisa.

Cuando llegaron al comedor, se encontraron con la sorpresa de ver a Jungkook conversando animadamente con Namjoon, mientras comían el almuerzo.

— ¡Jungkook! No creí verte aquí. —Jimin se adelantó y tomo asiento frente al alfa.

—Debo cumplir con las órdenes de tu hermano. —puchereó llevando un bocado de comida a su boca.

Taehyung lo observó confundido mientras se sentaba, hasta que recordó que aquel debía ser el primer día de trabajo del alfa, por lo que inevitablemente, una sonrisa de suficiencia apareció en su rostro

— ¿A qué te refieres?—inquirió el rubio, sintiendo que no se enteraba de nada.

—A partir de hoy y hasta el último día en el que esté en este lugar, Jungkook nos va a prestar su servicio como peón—decretó Taehyung con triunfo, divirtiéndose al ver como el azabache fruncía más los labios, dejando en claro que la idea no le agradaba ni un poco.

— ¿De verdad?—preguntó Jimin con incredulidad. Taehyung asintió como respuesta, y el rubio tuvo que hacer malabares para no explotar en carcajadas, saboreando con gusto la desgracia de Jeon. —Tengo que ver esto.

—No puede ser tan difícil. —dijo Jungkook, y Jimin finalmente estalló en carcajadas.

Namjoon palmeó la espalda del azabache, mostrando su apoyo, aunque también estuviera reprimiendo sus carcajadas.

Después de eso, comieron tranquilamente sin ningún otro comentario de relevancia. Los omegas se marcharon al terminar, diciendo que tenían labores que hacer y que no podían postergar para después, dejando a Namjoon y Jungkook completamente solos.

Ambos alfas salieron de la casa, y el mayor decidió que sería una buena idea explicarle aunque fuera un poco de todo lo que hacían ahí, y de lo que él tendría que hacer.

—Vamos a ir a la zona de cultivo, justo ahora es donde más manos se necesitan. Lo que tendrás que hacer es "limpiar" la vid. —explicó mientras emprendían el camino. Jungkook prestó atención y buscó obtener toda la información posible—Me refiero a cortar los vástagos más más largos. También vas a realizar un aclareo de racimos. Después de ello regresaremos aquí a comer. Al regresar entraremos en las cavas y nos mantendremos ahí el resto de la tarde. Esta noche, comenzaremos a cosechar así que es posible que terminemos en la madrugada. ¿Alguna duda?

— ¿Qué son los vástagos?—preguntó completamente perdido.

—Son las ramas más jóvenes de las plantas. —explicó con paciencia.

— ¿Y por qué cortarlos? ¿No se supone que darán frutos después?

—Por dos razones: Uno, cortarlos dará una mejor calidad a la uva y dos: sus frutos ya no serían de buena calidad, pues se darían en un tiempo tardío, a comienzos de otoño y esto afecta demasiado al sabor final de un vino. —Caminaron por los angostos senderos que rodeaban los cultivos de vid y Namjoon lo guio a la zona donde le dejaría trabajando.

Jungkook asintió al comprender. —Vale. ¿Qué es un aclareo?

—Existen dos tipos, aclareo de brotes o aclareo de racimos. —Detalló—El aclareo de brotes, suprime manualmente los brotes, para favorecer el mejor desarrollo de los pámpanos portadores de racimos. El aclareo de racimos, radica en cortar las uvas sobrantes de la cepa previamente a su maduración, con el fin de obtener una mejor calidad, ósea, lo que tú vas a hacer.

Finalmente llegaron a la zona deseada. El olor de la naturaleza llenaba el ambiente como una espesa capa de niebla. Habían varios trabajadores a su alrededor, completamente inmersos en su labor, buscando poder tener todo listo para la cosecha a pesar de los cientos de manos que les hacían falta para tal extensión de cultivo.

— ¿Hace cuánto tomaste tus supresores?

—Justo antes de desayunar, se supone que el efecto me debe durar hasta la hora de la comida—respondió recordando lo aquel beta le explicó cuando le dio las pastillas. —No tengo porque tener algún problema con mi celo el día de hoy. —Namjoon asintió de acuerdo.

— ¡Eunha!—gritó el mayor, y a los pocos minutos, una chica apareció corriendo y acercándose a ellos. Al estar lo suficientemente cerca hizo una rápida reverencia a ellos mostrando una sonrisa tímida. —Te presento a Jeon Jungkook, él es nuevo aquí así que necesita que le expliquen detalladamente cada una de sus actividades. ¿Podrías ayudarle?

—Por supuesto. —La chica llevó su atención a Jungkook, y esbozando una sonrisa suave se reverenció mostrando su respeto—Un placer conocerle, soy Eunha. ¡Espero que nos llevemos bien!

La chica vestía una blusa rosa sin adornos, y pantalones y botas negras, contrastando perfectamente con su piel pálida y su largo cabello negro que era contenido por un moño en su cabeza, el cual dejaba sueltos un par de mechones que eliminaban por completo la rectitud del peinado.

—El placer es mío. Soy Jeon Jungkook. —continuó el alfa con una sonrisa ladina.

—Vale, ya que se conocen, yo me retiro. Tengo varias cosas que hacer en las caballerizas. —mencionó Namjoon para después perderse entre el inmenso laberinto de senderos que conformaba el lugar.

— ¿Qué es lo que debes hacer ahora?—indagó la chica.

—Debo "aclarear racimos"—respondió encogiéndose de hombros y observando la vid que estaba a su izquierda, notando que las bayas ya se encontraban en ellas completamente listas para ser cortadas. ¿Cómo lo sabía? Porque se veían exactamente igual a las que le llevaban a su departamento cuando era posible comprarlas en supermercados, los cuales nunca había pisado.

Eunha asintió y le pidió que la siguiera, avanzaron por los pequeños senderos entre las plantas de uvas hasta llegar al punto donde Jungkook ya no recordaba cómo regresar sin morir en el intento.

—Tendrás que encargarte de cuarenta vides para el medio día. —informó. Jungkook agrandó sus ojos al máximo y la miró como si acabara de hacer algún acto de sacrilegio. —Normalmente, deberías de aclarear menos, pero comprenderás que no tenemos muchas manos y el tiempo está pisándonos los talones.

— ¿Todo eso yo solo?—preguntó incrédulo.

—Así es. Yo también tendré que aclarear la misma cantidad de vides, así que no te quejes. —comentó notando que el chico no estaba acostumbrado al trabajo pesado en lo absoluto. —Lo único que tienes que hacer es ir cortando las uvas que no se encuentren en buen estado, las cuales colocaras en algunos cestos que están esparcidos en toda la viña. También cortar los vástagos más jóvenes. Es necesario utilizar tijeras o algo por el estilo.

Eunha señalo el final de la fila de cultivos, donde Jungkook logró ver algunas cubetas y cestos apiñados.

La chica avanzó hacia ellos y Jungkook no tuvo más opción que seguirla.

—Ugh—Exclamó cuando notó las manchas de lodo en el fondo de los cestos, algunos estaban empapados de sustancias de dudosa procedencia. No quería ni tocarlos.

—No tienen nada precisamente asqueroso, Jungkook. Solo es tierra y agua. —minimizó. —Anda, toma un par y comienza con tus labores. —alentó.

Eunha se apresuró en tomar los primeros que vio, junto a un par de tijeras que también estaban ahí y se alejó en línea recta hacia su izquierda, justo en sentido opuesto donde se encontraban todas las vides que esperaban al alfa. Observó las cubetas, y tan solo usando su dedo índice y pulgar hurgó hasta encontrar los que menos sucios se encontraran mientras no eliminaba la mueca de asco de su rostro. Pero no tuvo mucha suerte, pues absolutamente todos estaban en condiciones similares.

Bufó rendido, y tomó los que consideró que estaban más decentes, procurando no tocarlos demasiado y manteniéndolos lo más apartados de su cuerpo como era posible. Como si en el fondo de ellos se encontrara el nido de una enfermedad mortal. También tomó una de las tijeras que estaban ahí y se alejó de ahí.

Observó las plantas trepadoras a su alrededor, las cuales eran sostenidas por algunos palos de madera para poder sostenerse, mientras pensaba cuál sería el mejor lugar para comenzar. Y una vez hecho esto, se acercó a la vid elegida y comenzó a escarbar entre sus frutos.

Comenzó su labor con demasiada meticulosidad, haciendo muecas de asco cada vez que sus dedos se encontraban con alguna baya podrida o sucia de sustancias que no deseaba conocer. Sentía que estaba a nada de vomitar.

Terminó con la primera planta y se dirigió a la segunda. Ahí, colocó el cesto cerca de la base del tronco y repitió el proceso, sintiendo que el tiempo transcurría demasiado rápido, dado que un rato después se encontró con que Eunha llevaba más del doble que él.

Sentía aquella actividad demasiado complicada, por no hablar del Sol que cada vez parecía querer arrasar más y más contra su pobre piel. Había olvidado completamente el tema del bloqueador solar con todas las cosas que sucedieron el día anterior. Además, se había encontrado con varias zonas donde la tierra se encontraba en un estado de lodo infinito, probablemente.

Cuando terminó con la décima planta, estaba a una hora de que fueran las once de la mañana. Maldijo malhumorado. Estaba completamente solo. Y por más que le ardiera a su orgullo, debía aceptar que se equivocó cuando dijo que el trabajo de campo era sencillo. 



En mi Instagram he abierto una sección donde resolveré preguntas y publicaré datos curiosos de mis historias.

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¡Nos leemos luego!

¡Los amo!



MiaGarrettA

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