CAPITULO 9
— ¿No tienes hambre? —le preguntó Taehyung al cabo de un rato. Estaban comiendo espagueti y Jungkook no había probado ni un solo bocado — ¿quieres que baje a comprar Dumplings?
Jungkook solo negó con la cabeza y siguió revolviendo los fideos con su cubierto. Cero apetito.
Taehyung terminó su comida y dejó el plato a un lado, luego entrelazó los dedos de sus manos a esperar a que Jungkook decidiera hablar.
— Oye, que la comida no está tan fea — le dijo Tae.
—¿Cuándo pagaste por mi? — Jungkook había hecho la pregunta que no quería hacer desde que Taehyung lo sacó de su casa.
— No creo que haya una diferencia si te lo digo. ¿Para qué quieres saberlo?
—Solo quiero saber si mi padre pagará sus deudas o seguirá comprando botellas de alcohol.
— Le di de sobra como para que pagara todo lo que tuviera que pagar.
Jungkook lo miró con una ceja alzada.
— ¿Tanto dinero tienes?
— Manejo siete empresas, Jungkook — dijo Tae repetitivo — entre ellas una Aerolínea, ¿acaso crees que gano poco?
— ¿Cómo puedes trabajar tanto? ¿No te cansas?
—Mi vida ha sido así desde que tuve tu edad. He trabajo siempre. — Tae hizo un ademan con la mano y decidió llevar el plato de comida de Jungkook al microondas durante un minuto para calentarlo — empecé a trabajar cuando tenía quince años porque mi padre no quería un hijo vago en su hogar. Él también manejaba dos empresas, que al fallece me fueron heredadas junto con la fortuna. Pero a mi temprana edad yo trabajaba como limpia baños, repartidor de pizza y cuando tuve edad para conducir, trabajé como taxista durante dos años enteros mientras estudiaba. Ahorré durante años y años peor los ahorros no me sirvieron de nada cuando heredé la gran fortuna de mi familia. Las empresas querían trabajar conmigo y yo aceptaba todo, por eso siempre estoy atareado.
Jungkook lo escuchaba atingentemente. Taehyung le volvió a dar el espagueti y Jungkook empezó a comer de una vez por todas.
—¿Por qué no abandonas todos esos trabajos? Ya tienes una fortuna, no necesitas más.
Taehyung asintió con la cabeza.
— Iba a dejar tres empresas este año, por eso estoy haciendo tantas cosas hoy en día. Me estoy movilizando para ver qué puedo hacer. Tengo una empresa que está yendo en picada, creo que es hora de dejarla.
—No tienes vida, Taehyung. Solo trabajas.
— ¿Ahora entiendes por qué te compré?
— No creo que mi compañía te sirva de mucho.
— Créeme, me reconforta tener a alguien con quien hablar al final del día.
Jungkook estaba por terminar de comer, el apetito se le había despertado.
— En realidad querías a un Sugar Baby — replicó el menor — alguien con quien acostarte al finalizar el día... alguien con quien desestresarte, mejor dicho.
—Técnicamente ese iba a ser tu propósito. Yo tendría mis buenas noches y tú tendrías dinero. Pero ya te dije que cambié de opinión al verte.
— Evidentemente no soy lo que esperabas.
— Bueno, la oferta del sugar baby sigue vigente si gustas.
Jungkook resopló.
— Búscate a alguien de tu edad.
Jungkook se iba a levantar de la mesa, pero Taehyung habló.
— He tenido relaciones románticas con gente de mi edad, y déjame decirte que son la cosa más aburrida del mundo.
— ¿Y qué, soy divertido acaso? Solo soy un niño comparado contigo. Tienes 29 años... creo que ya estás grandecito para estas cosas.
— No tienes idea los disparates que dices a diario.
Jungkook bajó la cabeza y se rió.
— Eres un Orco.
Ambos rieron.
— Un Orco muy guapo — Tae se levantó para lavar los platos.
— En Mordor no hay Orcos guapos — replicó Jungkook riendo mientras Tae lavaba las cosas, él fue a la cocina para ayudarlo, tenía miedo de que se quejara porque no hacia nada, como su padre siempre lo regañaba.
— Ahora me dieron ganas de ver El Señor de los Anillos otra vez — susurró Tae mientras le daba a Jungkook las cosas para secar.
Jungkook se alzó de hombros.
— Si quieres podemos verla — dijo más bajito que nunca.
Pasar tiempo de caridad con Taehyung no era su idea de viernes por la noche, pero de todas maneras estaba encerrado en ese maldito Pent House.
Taehyung se giró para verlo y se apoyó en la encimera con los manos en la cadera.
—¿Quieres ver una película conmigo? — preguntó con media sonrisa. Por fin Jungkook cedía a pasar tiempo con él.
—Solo si ver la película implica ver la película.
Tae se rió.
— A menos que no quieras verla — sugirió.
Jungkook se cruzó de brazos, pensando en sus posibilidades. Quizás podía sacar un poco de provecho de toda esa situación.
El menor lo observó con los ojos entrecerrados.
— Hablemos hipotéticamente...
— Sí...
—Si accedo a acostarme contigo para cumplir tu estúpida fantasía del sugar baby... ¿Cuánto me pagarías?
Cuando Jungkook terminó de decir eso, habría jurado que se sintió mareado por la mirada penetrante que Taehyung le había lanzado.
— Pon tu presupuesto — le dijo el mayor acercándose a él, muy lentamente, para no asustarlo.
Jungkook desvió la mirada por un momento.
— Cinco mil dólares.
Taehyung soltó una carcajada, cortando con la tensión de ambiente.
— ¿De verdad vas a darme tu cuerpo por solo cinco mil dólares?
— Prácticamente no tendría que darte nada, mi cuerpo ya es tuyo, después de todo has pagado por mi. Puedes incluso asesinarme y ni siquiera tendrías consecuencias legales, puedes golpearme, gritarme y torturarme y a ti no te sucedería nada — Jungkook miró hacia otro lado — puedes romperme en mil pedazos y quedarías libre de todo cargo, así son las reglas, después de todo soy tuyo, nadie más se hará cargo si me rompo en mil pedazos. Nadie puede juzgarte si le haces algo malo a las cosas de tu propiedad.
Jungkook no se había dado cuenta que había empezado a llorar otra vez. Tae se acercó a él y le acarició la cabeza.
—Ya, tranquilo —dijo atrayéndolo hacia su pecho mientras lo abrazaba con una mano por la espalda y la otra en la nuca.
— Pero tengo razón... si quieres hacerme mierda hazlo, después de todo yo no puedo hacer nada para detenerte.
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