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CAPÍTULO 8

Jungkook estaba sentado en el sillón con las rodillas al pecho mientras oía a Taehyung terminar de hacer llamados y cerrar contratos con sus compradores.

La televisión estaba encendida con un volumen bajo, Taehyung le había dicho que viera lo que quisiera pero Jungkook lo había dejado en el canal que estaba, así que estaba mirando perdidamente un partido de fútbol aburrido.

— ¿Viviré contigo toda la vida?

Taehyung le hizo una seña, indicando que espere porque estaba en una llamada. El mayor conversó con la persona al otro lado del teléfono y cuando fue la hora de terminar con su trabajo, apagó la laptop y fue a sentarse con Jungkook al sillón.

Le colocó el brazo en sus hombros y lo atrajo hacia él. Al principio Jungkook se puso alerta y rígido, pero luego se relajó al notar que Taehyung no hacia nada más que darle conformidad.

— Me parece que es tiempo de que hablemos sobre este asunto.

Jungkook asintió. Todavía se sentía mal por haber dejado su vida atrás.

— No puedo asimilar que esto haya pasado... que me haya pasado a mi — le susurró esquivando su mirada. 

— Mírale el lado positivo, no te ha comprado un vendedor de órganos.

Jungkook bufó y se cruzó de brazos.

—Sí, lo sé. Pero me alejaste de toda mi vida, de mis cosas. Esto no es fácil.

— Pero tienes que hacerte la idea de que vivirás conmigo por siempre.

Jungkook bajó los hombros desanimado.

— ¿No puedo irme cuando cumpla la mayoría de edad?

Taehyung suspiró y miró hacia otro lado, no quería decirle cómo eran las cosas, pero tenía que hacerlo.

— ¿Tu ves que mis objetos se hayan ido de la casa?

—No...

—Exacto— le dijo apretando su hombro—para el gobierno los hijos son cosas, por lo tanto aunque cumplas la mayoría de edad no puedes irte, tampoco escaparte.

Jungkook se puso a llorar al instante.

— Yo... yo no quiero ser una cosa.

—Sigues siendo una persona.

—Pero soy de tu propiedad. Jamás podré ser libre.

— La libertad es una gran mentira, Jungkook.

El menor se limpió las lagrimas.

—¿Sabes que este lunes debo llevarte a que te hagan La Marca, cierto?

Jungkook negó con la cabeza. La Marca era lo que identificaba a los Vendidos como propiedad de su Comprador.

—Descuida, no es algo que duela mucho. Se hace con láser.

—Básicamente me estas diciendo que seré como una vaca en el matadero.

Taehyung no le dijo nada y Jungkook continuó hablando.

— ¿No puedes dejarme tirado en otro país en donde no se compren a la gente?

— No puedes salir del país a menos que yo lo haga. Tampoco te puedes cambiar de ciudad si yo no voy contigo.

Jungkook se enojo.

—¿Y qué? ¡Ahora no podré salir de esta casa a menos que tú salgas!

—Mientras estés en Seúl te puedes ir donde quieras.

Jungkook gruñó y quiso levantarse del sillón pero Taehyung lo volvió a sentar.

— Esto es horrible.

—Créeme, lo sé.

— No, no sabes cómo me sentó.

Taehyung le sonrió.

—Cuando era pequeño compraron a mi hermano mayor. A día de hoy no he vuelto a verlo — confesó Tae — sé lo que se  siente perderlo todo.

Jungkook se quedó de piedra al oír eso.

— Tú no tenias una buena vida, Jungkook. Por lo que vi tu padre se drogada y competía en juegos de apuestas. Estarás mejor conmigo.

Jungkook quería llorar otra vez.

Taehyung lo abrazó y lo atrajo hacia su cuerpo. Esta vez Jungkook acepto el abrazo.

—Pídeme las cosas que te hagan feliz. Mañana es fin de semana, iremos a comprar todo lo que quieras para que te sientas cómodo aquí.

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