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3'Más Reglas'.

Al día siguiente.

Karina Brown#.

Al despertar me di cuenta que todo no había sido un sueño, que en realidad si me habían comprado y que estaba acostada en el suelo, me senté y quise estirar mi cuerpo pero desistí cuando mi espalda crujio haciendo que ahoge un quejido del dolor.

Estaba en una habitación de piedra llena de mugre, en la cual solo había una pequeña ventana por donde se colaba la luz sol, la cual por cierto me despertó. Ayer después de que me trajeran hasta acá abajo me tiraron al suelo como si de un animal me tratase, me colocaron una cadena en las muñecas y cerraron la puerta de metal.

No tenia ni idea de qué hora era o si me traerían comida, solo sé que prefería donde estaba antes, al menos allá tenia un colchón, si uno sucio y con todos los resoltes salidos pero no era el suelo. Y también tenía mis comidas, no sabían a nada pero me mantenían de pie y fuerte.

Suspiré mientras pegaba las piernas a mi pecho y hundía mi cabeza en ellas. En algún momento me quedé dormida de nuevo porque cuando volví a alzar la cabeza y abrí mis ojos me dolió el cuello hasta tal punto que casi no lo podía mover. Mire a los lados en la celda de tamaño medio y entonces algo captó mi atención, o mejor dicho alguien.

Un pequeño cuerpecito se acercaba a mi con una pequeña bandeja llena de comida, el simple olor me hizo agua la boca. Sin embargo, no me moví de dónde estaba podría asustar a la niña y por ende me quedaría sin comida.

La niña llegó hasta mi lado y dejo la bandeja junto a mis piernas para luego dar dos pasos atrás.

—Gra... —intenté agradecer pero me cayó llevándose un dedo a los labios.

—¡Sshh! —hundi mis cejas con confusión, ahora que la miraba más detalladamente se parecía mucho a la niña de anoche, la que cargo mi dueño. Solo que está era de más edad, por ende más alta, de cabello negro, piel blanca y sus ojos eran iguales a los de su padre, de un profundo azul que te dejaba hipnotizado.

Aparté mi mirada porque no sabía si estaba prohibido interactuar con esta niña, o si quiera mirarla.

—Tu debes ser el nuevo objeto que compró padre —susurro suavemente mientras se acercaba de nuevo a mi, coloco ambas manos en mi quijada mirándome de cerca, me dió un escalofrío el tacto de la niña, estaba tan helada, luego fue sustituido por algo afilado que me hizo estirar el cuello. —Te diré unas sencillas reglas que tienes que seguir si quieres vivir durante mucho tiempo aquí en la mansión, —no aparté mi vista de ella mientras la escuchaba atentamente.

—No debes nunca responderle a menos que te lo pida, la última que lo hizo le arrancó la lengua y luego le cosió la boca; tampoco debes de mirarlo mucho, o si quiera mirarlo, te sacará los ojos sin dudarlo; obedecelo en todo, a veces les gusta pedir que le besen los zapatos; nunca pero nunca le... —la voz de la niña fue interrumpida por un sonido detrás de la puerta de metal, miro hacia su espalda y luego me miró de nuevo antes de sonreír macabramente. —Parece que mi visita se acabó, nos vemos luego juguete —susurro y se alejo de mí, camino de nuevo hacia la esquina oscura de dónde había salido y no la volví a ver.

Miré la bandeja a mis pies, había dejado de verse delicioso, ahora estaba asqueroso con un montón de insectos encima, tales como cucarachas y gusanos. Hice una mueca y la empuje lejos de mí, en eso la puerta de metal se abrió con un estruendo captando mi atención, por ahí entro un guardia regordeto que debía de estar entre los 40 y 50 años.

—¿Con quién hablabas  malen'kiy musor? —me susurro con un marcado acento ruso.

Tragué saliva notablemente sin responder, había tomado clases de idiomas cuando estaba en el reformatorio, más bien me habían obligado a tomarlas porque hay compradores que no hablan español. Gracias a esas clases pude entender más o menos lo que había dicho, me había llamado pequeña basura o algo así.

Se acercó a mi en unas cuantas zancadas y me tomo por el pelo haciendo que me levanté del suelo con un movimiento brusco, me queje del dolor sintiendo como si me estuviera arrancando el cuero cabelludo.

—¡¿Me dirás o no?! —me exigió en toda la cara haciendo que entrecierre mis ojos cuando sentí que me salpicó de saliva. Alzó su mano en el aire para luego hablar en ruso de nuevo —Yesli ty etogo ne sdelayesh', ya vyb'yu eto iz tebya! —me gritó.

Me había amenazado con golpearme sino hablaba, pero no iba a hacerlo, no sabía si la niña en realidad era hija de mi dueño y si decía lo que pasó me metería en un problema mayor, así que decidí callarme sin apartar mi vista de los imponentes ojos de ese guardia, los cuales estaban inyectados en sangre y me miraban sin una pequeña pisca de piedad.

—Intentalo y te cortaré la mano —una voz femenina sonó a la espalda del hombre regordeto. Éste me dejó caer al suelo de golpe y se dió la vuelta.

Gemi del dolor sobando mi trasero mientras los escuchaba discutir.

—¡Ay! Dariya, mi querida Dariya —pronunció el guardia chasqueando su lengua mientras negaba con la cabeza, —nunca has terminado de aprender que no debes meterte en lo que no te importa, ¿eh Blyád?

Vi como la mujer en cuestión apretó sus puños con fuerza a los lados de su cuerpo, que por cierto traia puesto un largo vestido como lila, que le cubría los tobillos y era manga larga pero ceñido a su cuerpo.

—Y tú no aprendes a respetar a una mujer, ¿O es que debería recordarte como el Señor te tuvo que enseñar modales? —habló rascándose la barbilla como si pensara. Escuché un gruñido del guardia antes de ver cómo salía a paso pesado de la celda.

La mujer se acercó a mí y se arrodilló para ayudarme a levantar, luego sacó unas llaves y libero mis muñecas, la mire con duda cuando me dió un jalón en el codo para que saliera de la celda junto a ella.

—Mira si no quieres un castigo por parte de mi Señor más vale que camines —me susurró y yo asentí, caminé detrás de ella a paso apresurado, era más alta que yo y por lo tanto me costaba mantener su paso.

No sabía a dónde me llevaría, o a qué pero una cosa tenía presente y era que tenía que obedecer así me hiciera comer excremento, tal y como me habían dicho antes de venir aquí.

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#CheryllsAwards

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