1'Inicio.
Karina Brown#.
6 años atrás.
Edad: 13 años.
Miré a mi alrededor las personas pasar rápidamente, apreté la mano de mi madre queriendo el calor de su piel pero no podía, ambas llevabamos guantes por el gran frío que hacía en Canadá a pesar de estar en las vacaciones de verano.
Una vez llegamos a la pequeña casa donde vivíamos mi madre, mi hermano y yo, corrí a encender la calefacción mientras mi madre enciende la tv, puso el canal de noticias y se sentó a verla, me senté a su lado mientras comía una barra de chocolate.
—¡Hoy es momento de hacer un cambio a nivel mundial, es momento de que nuestra vida cambie a mejor y es por eso que cada presidente ha aceptado, porque saben que es lo mejor para sus estados! —un tipo alto y corpulento hablaba sobre un podío con cientos de megáfonos, tenía un parche en el ojo izquierdo —¡He trabajado en este proyecto por años y por fin fue aceptado...—deje de prestar atención para saborear el chocolate en mis dedos —¡Los millonarios y nuestros herederos seremos los únicos que tendrán derechos sobre esta tierra, ya era hora de que toda esa población de pobres dejen de estorbar y los podamos utilizar para nuestros beneficios!
Mire a mi mamá quién le temblaban las manos, un poco confundida decidí hablar.
—¿Están hablando de nosotros, mami? —le pregunté.
—Sí cariño, pero no te preocupes mami te protegerá —me dijo abrazándome por mi costado
3 meses después....
—¡Caminen! —nos grito el guardia y yo solo podía llorar rogando que esa pesadilla acabará.
Me habían separado de mi hermano y no había comido hace días, mi mamá apretó mi mano sin dejar de caminar conmigo a su lado.
Miré alrededor, solo habían mujeres y niñas, los hombres y niños estaban al otro lado de la reja, tropecé alguien y caí al suelo, mi mamá intento levantarme pero un guardia le pego con una cadena en la espalda haciéndola caer a mi lado.
Chille horrorizada mientras me acercaba a mi mamá he intentaba que se levantara pero eso solo hizo que me dieran a mi también por la espalda, grité sintiendo como caía al suelo y mi espalda ardía de dolor, las lágrimas no dejaron de brotar de mis ojos, un guardia me levanto bruscamente haciendo que me queje del dolor de nuevo. Miré a mi alrededor pero no vi a mi madre, se la habían llevado lejos de mí.
—¡Camina mocosa! —me grito el tipo que me había levantado —¿o es que también quieres un castigo como el le darán a tu madre? —dijo viéndome con ojos lascivos.
Empecé a caminar con dificultad recordando las palabras de mi mamá.
'—Si algo me llega a pasar sigue adelante, no me esperes, sigue adelante ¿me has entendido Karina? —preguntó seria y yo asentí.'
Mis manos y rodillas también ardían pero no dejé de caminar, de seguir adelante como mi mamá me lo había pedido, y esa fue la última vez que la vi.
Actualidad.
Edad: 18 años.
—Ten tu comida pedazo de escoria —me dijo un guardia dejando caer en el piso de mi celda una bandeja de comida, me arrastre todo lo que me permitió el grillete que tenía en mi tobillo izquierdo y jale la bandeja.
Comí lo mismo de todos los días, ni siquiera sabía que era, no tenía sabor, solo sabía que tenía los nutrientes necesarios para mantenerme viva y de pie.
Me dejé caer en el colchón que estaba a mi derecha una vez termine de comer, estaba sucio y olía fatal, me disponía a tomar una siesta cuando escuché un llanto proveniente de la celda que se encontraba frente a la mía, me acerqué hasta que sentí la cadena me dio un jalón.
—Oye, oye no llores —le susurré recordando lo que le hicieron a la última que hizo mucho ruido.
La habían cosido la boca, la habían desnudado y le pegaban barras de metal calientes, la pobre forzó tanto la boca para gritar que se terminó rompiendo las costuras y ahora utilizaba un pañuelo para esconder lo que provocó con 'sus ruidos molestos'.
Un guardia entró en su celda y la tomo por el cuello alzandola del suelo.
—¿Quieres hacer ruido, eh? Pues hagamoslo —sonrío a la vez que la dejaba caer al piso de golpe.
La chica retrocedió con la respiración acelerada viendo como el guardia se desabrochoba los pantalones dejándolos caer a sus tobillos junto con su ropa interior.
Sentí que la respiración se me corto cuando volteó a mirarme.
—Y si tu sigues viendo también te tocará un poco de atención por mi parte —me ladró haciendo que desvíe la mirada rápidamente.
Me acerce hacia el colchón de nuevo, me acosté y le di la espalda colocando las manos en mis orejas cuando la chica empecé a suplicar y momentos después gritaba que parará, que no volvía a hacer ruido pero ya era tarde para esas suplicas.
[♤]
Ese día era sábado.
¿Cómo lo sabía?
Pues era el único día en que nos despertaban bien temprano y nos dejaban tomar un baño de solo 15 minutos contados. Todos los sábados iban los millonarios juntos a sus herederos para comprarnos.
Estaba sentada en una silla de metal pegada al piso, esta vez eran mis manos las que estaban presas.
Traía puesto un mono de lana negro, una camisa de color vino y zapatos del mismo color, mi cabello se encontraba recogido en una coleta alta dejando ver todas mis facciones.
Mi vista se poso en los millonarios y herederos frente a nosotras, eligiendo a quién llevarse como si nos trataramos de animales que van a adoptar.
Era mi primer año viniendo aquí desde cumplí los 18, porque sí, solo nos venden a partir de los 18, al menos no han perdido la decencia y han vendido a una pequeña niña que apenas sabe del mundo a un viejo verde de esos, yo estoy a punto de cumplir 19 y todavía sigo en venta como se habrá notado.
Sentí la mirada de alguien y a pesar de que no me tenía permitido ver a nuestros comprados decidí alzar un poco la cabeza par toparme con unos ojos oscuros, era un hombre que debía de estar entre los 20 y 30, traía el pelo peinado hacia atrás con elegancia, una grandes cejas pobladas y una barba perfectamente cuidada.
Sentí que me dieron en la pie haciendo que desvíe mi mirada hacia una de mis compañeras, me advirtió con la mirada recordándome que no debía de mirar mucho o pagaría las consecuencias.
—¡Buenas noches caballeros! —el mismo chico de todos los sábados por la noche habló con un micrófono en mano, —espero la estén pasando bien y disfrutando de un buen trago mientras eligen a su próxima compra —extendió su mano señalandonos a todas, en total éramos 10 chicas entre los 18 y 25 años de edad, todas las miradas de esos viejos verdes se posaron en nosotras, pude darme cuenta en un rápido vistazo que ese chico de ojos oscuros aún me miraba.
[♤]
Horas más tarde empezaron a comprarnos, solo quedábamos 4 chicas. Entonces sucedió, sentí que me daban un jalón en la cadena de mis manos en señal de que me levantara, mantuve la vista en mis pies mientras caminaba hacia la orilla del escenario.
—¿Es esta señor? —habló un guardia.
—Sí, la compró —dijo una voz gruesa y profunda, alce ligeramente mi vista topandome con unos ojos azules.
—¡Vendida! -—un grito atravesó la sala del mismo chico que hizo la presentación anteriormente.
###
Holaaa preciosuras, espero les guste❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro