Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 15

Gabe

Contemplo con un anhelo que pretendo ignorar a Samanta.

Está nerviosa y un poco avergonzada. Sus mejillas siguen un tanto rojas y no ha dejado de morderse el labio y su mejilla mientras ella y Margot me cuentan todas las cosas que ha logrado hacer hoy por sí misma. Sin embargo, como toda una chica valiente, ha sostenido mi mirada las veces que me ha descubierto observarla atentamente, justo como ahora.

—Eres genial, Nubia. Increíble todo lo que estás haciendo —digo, ganándome un suspiro satisfecho de la mujer y una sonrisa de aprobación de Samanta.

Ella es preciosa. Especialmente cuando tiene el rostro sonrojado, el labio hinchado por morderlo nerviosamente y sus ojos curiosos y llamativos.

—Espero que te guste la cena.

Sonrío y asiento. —Estoy más que seguro que todo lo que ofrezcas esta noche me encantará —Le devuelvo sus anteriores palabras. Su hermosa y deliciosa boca se abre un poco por la sorpresa y su rosto enrojece aún más—. Todo lo que hay en la mesa, se ve apetecible.

Margot, sonríe abiertamente y me entrega un cucharon para que pueda servirme a mi gusto. Lo hago, sin dejar de mirar a Samanta.

Se aclara la garganta y desvía su mirada hacia su mamá.

—Me dices que tanto quiere, vale mami. —Nubia asiente y espera ansiosa a que su hija le sirva su cena para, literal, lanzarse sobre ella y comer apresuradamente con su mano buena. Es como un niño emocionado por algo delicioso, incluso algo del caldo del picadillo se riega por su mejilla. Me recuerda a Santiago, por lo que sonrío,

Samanta se apresura a limpiarla y le pide, mientras dirige una mirada de disculpa hacia mí, que coma más despacio. El rostro de Nubia se levanta y me mira, noto que sus mejillas se colorean también y que afloja su cuchara.

Está avergonzada por mí. Cree que su emoción al comer me desagrada.

Sintiéndome mal por ella, tomo la cuchara y me lanzo sobre mi plato tal como Nubia lo hace, el caldo del picadillo, que está más que delicioso, macha mi barbilla y camisa. Los ojos de Nubia se abren y una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios, toma nuevamente la cuchara y sigue comiendo, igual de emocionada que antes.

Miro a Samanta, que está observándome con los ojos aguados, se muerde el labio y me da un suave asentimiento de cabeza en agradecimiento por lo que acabo de hacer. Margot extiende su mano y aprieta suavemente mi bíceps, agradeciéndome también.

La siguiente vez que Nubia alista su cuchara me mira, sonriendo, tomo la mía y como. Lo sigue haciendo por unos minutos más, hasta que se olvida de todos y se concentra únicamente en su cena.

—Esto está delicioso, de verdad —digo, mirando la cena con nostalgia—. Me recuerda mucho a mi madre. Está igual de delicioso a como ella los hacía.

—¿Hacía? —pregunta Samanta—. No vive cerca de aquí.

—No —respondo contrariado—. Mi madre falleció hace algunos años.

—Dios mío, oficial Gabe. Lo siento —susurra, Margot horrorizada y apenada.

—Lo siento, no era mi intención... yo... lo lamento —balbucea Samanta, mirándome con pena.

—No te preocupes. Sé que tu pregunta es inocente. Además, ya hace años que mamá no está conmigo y he logrado aceptarlo. —Le sonrío para calmar su angustia—. Sin embargo, es increíble que hayas preparado este delicioso picadillo, y me emociona y estoy agradecido porque tu cena me haga recordar grandes momentos junto a mi madre.

—Me alegro de que esté rico y te guste —Sonríe complacida—. Y también de que tengas buenos recuerdos de tu mamá.

—¡Apa! —chilla Nubia—. ¿dónde apa? —Ladea un poco su rostro mirándome con curiosidad.

—Mamá —reprende Samanta, pero la detengo.

—Está en el cielo de los héroes, Nubia —Sonrío con orgullo recordando a mi padre—. Era un buen soldado que murió peleando contra los malos.

—¡Malos, m-uy malos! —chilla, Nubia, agitando su mano en el aire.

—Sí, Nubia, los malos son muy malos —estoy de acuerdo.

—Bi-em. Ganó.

Samanta mira de nuevo a su madre con tanto amor que mi admiración por ella crece aun más. Ella es tan joven, tan chica para todas las responsabilidades que está asumiendo ahora. En un mundo donde lo correcto está cada vez más desdibujado y representa sacrificio, ella ha decidido hacerlo todo por su madre, no seguir la moda de las jóvenes de hoy en día, sino asumir un papel para el que probablemente no estaba preparada y mucho otros tampoco lo están.

—Lamento mucho que estés solo. No puedo imaginarme a mí sin mi madre o sin Margot.

—Al principio cuesta mucho, duele mucho. Pero poco a poco terminas aferrándote a todo lo bueno y sueltas el dolor y el sufrimiento.

—¿Cómo se llaman?

—Mi mamá se llama Constanza y mi padre Jacobo Allen. —Me rio recordando como mi madre se iluminaba cuando me hablaba de mi padre—. Mi padre falleció cuando yo sólo tenía unos meses de nacido, estaba en una misión. Mi padre me acompañó hasta hace nueve años, luchó contra la Leucemia, y perdió.

—Cariño —dice Margot y frota mi antebrazo—. Lamento mucho por todo lo que has tenido que pasar.

—No te preocupes querida Margot, me da gusto siempre hablar y recordar a mi madre. Era una persona increíble.

—Te crio a ti. Debió serlo.

—Gracias Margot.

La conversación se pausa por un corto tiempo, mientras todos reflexionamos sobre lo que se ha dicho. Temiendo que el buen humor se desvanezca, le pido a Samanta que me cuente sobre su primer día de trabajo y su próxima carrera universitaria.

—Fue increíble —Sonríe y se ilumina de pies a cabeza—. Todos mis compañeros fueron super amables. Aunque la oficina, las facturas y los documentos eran un desastre, la pasé muy bien. Mi jefe también fue agradable y respetuoso conmigo.

—Me alegro mucho por ti, cariño.

—Yo igual. No sabes lo tranquilo que me deja saber que te fue muy bien en tu trabajo. ¿Y sobre la carrera de medicina? —pregunto y si es posible, el rostro de samanta brilla mucho más. Sonríe ampliamente y se embarca en contarme todo sobre su carrera de medicina.

Me doy cuenta que su vocación y propósito para ello viene de poder ayudar a personas de bajos recursos a prevenir enfermedades como la de su mamá. Quiere ser la mejor médico, ayudar y orientar adecuadamente a sus pacientes y quiere poder mejorar la calidad de vida de su mamá y de todas las personas que padecen de alguna condición. Se especializará en neurología, para tratar todo lo relacionado al sistema nervioso central, periférico y autónomo.

Le tomará seis años estudiar medicina, luego la residencia de tres años en neurología clínica y una maestría final de un año. Son diez años en los cuales Samanta estará estudiando, trabajando y preparándose para ser la mejor Neuróloga del país.

Me cuenta cada uno de sus planes, con fechas y tiempos exactos en los cuales pretende cumplir con los requisitos para poder titularse. Me habla sobre las clínicas donde le gustaría hacer su residencia y trabajar y sobre los médicos y neurólogos que le gustaría fueron sus maestros y guías en el proceso. Brindamos por cada uno de esos pasos que sé va a cumplir para poder tener su título.

La escucho atentamente, anonadado y hechizado por la forma en la que habla sobre sus planes de vida, y en cada uno de ellos incluye a su mamá, siempre ella está de primero, es su prioridad. Si tenía alguna duda de lo valiosa que es Samanta, acaba de disiparlas todas.

Terminamos la cena y Margot trae las galletas que Samanta y ella prepararon de postre. Nubia pide el batido que traje para ella y se desplaza hasta la sala, con dos galletas en su regazo, para concentrarse en la TV.

—¿Y tú? He acaparado toda la atención y he hablado de mí—. Muerdo mi galleta y me regocijo en su delicioso sabor. Levanto mi mirada hacia Samanta para encontrarla totalmente sonrojada y con los labios entreabiertos. Se aclara la garganta—. Me dijiste que también tenías grandes noticias sobre ti.

—Así es —Asiento para dar énfasis—. Ya saben que soy oficial de policía, peor lo que no saben es que mi meta, tal como la tuya es ser neuróloga, la mía es ser detective de homicidios y trabajar en la dirección de inteligencia criminal.

—Guau —murmura Margot.

—¿En serio? —Se regocija Samanta—. ¿Algo así como Olivia Benson de La Ley y el Orden, pero en versión masculina?

Me rio—. Algo así. Tengo un título en criminología y justicia penal.

—Oh. Dios. Mío —Chilla Samanta—. No tenía ni idea de que eras así de inteligente. —Levanto mis cejas con humor ante sus palabras y su expresión, pero Samanta se confunde, creyendo que estoy ofendido. Nuevamente se sonroja y balbucea rápidamente—: Lo siento, mierda, lo siento. No quise dar a entender que creía eras tonto o algo así. Si uno te ve de primera sabe que no eres tonto, tienes ojos bonitos y astutos. Además, tienes un aura de autoridad e inspiras respeto, a veces puedes hasta intimidar a las personas, pero una vez que se cruza unas cuantas palabras contigo se puede deducir que eres amable y educado, considerado y... —Se cubre el rostro con sus manos y murmura—. Mejor me callo ya.

No puedo evitar soltar una risa ante su mortificación. Es muy, muy linda cuando empieza a balbucear al sentirse tímida, nerviosa o avergonzada. Queriendo aliviar su angustia, sigo adelante ignorando sus anteriores palabras. Aunque me complacieron mucho.

—Entiendo lo que querías decir, Samanta. En fin, el DNI y su dirección de investigación criminal necesitan personal nuevo, por lo que abrieron convocatorias para incorporar a su equipo las cuatro personas mejor capacitadas y preparadas para ello —Sonrío orgulloso de mi mismo e inflo un poco mi pecho, como si fuera un pavo real—. Julio, mi compañero, y yo hemos sido seleccionados para a partir de mañana pertenecer al DNI en la dirección de homicidios.

—¿Sin pasar por la evaluación y selección? —pregunta Margot.

—Así es, vamos derecho al departamento.

—Mier...coles, Gabe, eso es... ¡bum! —Aplaude Samanta viéndome con asombro—. Debes ser muy bueno, no, más que bueno, excelente en tu trabajo.

Ahora es mi turno de sonrojarse. —Un poco. Mi jefe sabe que soy muy entregado y responsable con mi trabajo y que disfruto hacerlo. —Me encojo de hombros restándole importancia—. He ganado su confianza y la de mis compañeros.

—Esto merece un nuevo brindis. —Samanta toma el vino y empieza a rellenar nuestras copas—. Felicitaciones Gabriel Allen, detective de homicidios de la Dirección de Inteligencia Criminal. —Levanta su copa y la choca con la mía, dándome una encantadora sonrisa que correspondo.

—Gracias, futura medica neuróloga de la Clínica Farallones.

—Así será —susurra.

—Así será —correspondo, diciéndole con mi mirada que creo en ella y que admiro todo lo que hace por ella, por su madre y por su familia. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro