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7.


(  CHAPTER SEVEN ! )
" el primer encuentro. "

—Señorita Seo, bienvenida. —el valet abrió la puerta del auto y se inclinó en una reverencia cuando la ya mencionada salió soltando esa aura terrorífica suya que ha amedrentado siempre a toda la servidumbre del hogar donde creció; la mansión de sus padres.

Inhaló profundamente y exhalo para luego hacer una mueca de desagrado al mismo tiempo que se quitaba sus gafas de sol.

—Este lugar sigue igual que siempre, aburrido, frío y... lleno de gente idiota. —miró al valet—. ¡Oye! —le lanzó las llaves de su auto—. Estaciónalo, estaré un rato aquí.

—Como ordené señorita. —hizo una nueva reverencia y luego se llevó el auto.

Heejin subió las escaleras hacia la entrada la cual fue abierta enseguida dándose paso resonando sus tacones en el piso.

—Bienvenida señorita Seo, es un placer tenerla de visita. —la atendió la ama de llaves con una cálida sonrisa.

—Ya sé que no, no sean hipócritas. —le entregó su bolso bruscamente—. ¿Dónde están mis padres?.

—E-En el estudio señorita ¿la esperaban?.

—No, demonios soy Seo Heejin, no necesito hacer cita previa para ver a mis padres, agh. —hizo una mueca y suspiró—. Voy a verlos ahora, haz algo y sírveme una copa de vino.

—En este momento señorita, con su permiso. —hizo una reverencia y literalmente se fue corriendo a la cocina.

Heejin se dirigió hacia el estudio, abrió la puertas y allí estaban sus amados padres.

—Padres ¿han estado bien? He venido. —les brindó una pequeña sonrisa mientras entraba, ellos solo la miraron desde su lugar.

—Heejin ¿qué estás haciendo aquí tan de repente? ¿No deberías estar en el bufete o haciendo alguna otra cosa? —su madre la cuestionó moviendo la cuchara en su té.

—Vine hablar sobre algunos asuntos importantes y urgentes. —mencionó.

—Desde luego, no creíamos que nuestra adorada hija nos visitaría por decisión propia. —replicó su padre—. Pues comienza, porque tengo otros asuntos importantes que atender. —se acomodó en la silla de su gran escritorio de roble oscuro.

La familia Seo siempre ha vivido rodeada de grandes lujos; viajes, joyas, autos, artículos de lujo, pertenecían a esa clase de personas que lo tienen todo, bueno, casi todo, pues lo único que nunca ha habido en la familia Seo es amor.

—Bien pues... —iba a comenzar Heejin pero la ama de llaves la interrumpió llegando con su copa de vino.

—Aquí tiene señorita, lamento la interrupción, si requieren algo más no duden en llamarme, estaré al pendiente, con permiso. —la mujer hizo una reverencia y se fue cerrando la puerta.

Heejin le dio un buen trago a su copa, se limpió los labios y comenzó.

—Jungkook está queriéndose divorciar de mi. —dijo sin más. Sus padres la miraron sin palabras, tomados por completo por sorpresa.

—¿Qué? ¿Co-Cómo que Jungkook quiere divorciarse de ti? —la señora Seo preguntó confundida.

—Así es, hace un mes me pidió el divorcio y como me negué a firmarlo ahora me está demandando por adulterio, creí que querría saberlo. —explicó, volvió a beber de su copa pero ahora tomó todo y dejó la copa vacía en la mesilla.

—Pero... Seo Heejin ¡¿Qué hiciste?! ¿Por qué Jungkook querría divorciarse de ti? ¿Por qué te estaría demandando por adulterio? —exclamó su padre frunciendo el ceño.

—Nuestro matrimonio ya era un asco de por sí, eso es lo que pasa cuando te casas por conveniencia nada más. —contestó—. Jungkook vivía infeliz, solo intenté aliviarlo un poco... él todo el tiempo se esforzaba por reconstruir nuestra relación pero, solo perdía el tiempo, así que para que dejara de hacerlo tuve que decirle la verdad...

—Seo Heejin ¿qué carajo hiciste? —hablo entre dientes su madre.

—Finalmente le dije que nuestro matrimonio había sido solo porque ustedes decidieron que era el hombre ideal para mí y para la imagen de la familia, un convenio nada más, y después de eso él solo me pidió el divorcio.

—¿Y qué más esperaba que hiciera, niña tonta? ¿Como se te ocurre decirle eso? —su padre se levantó y caminó hacia ella enfadado mientras su madre negaba con la cabeza llena de decepción—. Tienes que arreglar eso ¡ahora! ¿Dónde vamos a encontrar a otro hombre que sea igual que él y te soporte?

—Ya no puedo hacer nada, tienen pruebas contundentes para la demanda por adulterio. —mencionó, cayéndosele el rostro de vergüenza.

—¡Eres una...! —su madre fue hacia ella y le propició una fuerte bofetada que le volteó el rostro y le dejó un rasguño el pómulo—. ¡Eres una cualquiera, una desvergonzada! ¿Como te atreves a echar a perder todo lo que hicimos por ti? Jungkook era el hombre ideal como lo has dicho, inteligente, apuesto, gentil ¡simplemente perfecto para la imagen de esta familia y ahora tú lo has arruinado! ¡Seremos la comidilla de la prensa! —gritó furiosa.

—Padres pero... —la pelinegra estaba apunto de objetar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¡Pero nada Seo Heejin! Debería dejar que cayeras sola en el fango, pero por desgracia eres mi única heredera, y no puedo permitir que el nombre de la familia sea manchado solo por... tus decoros. —agregó su padre—. Vamos a contra demandar.

—¿Cómo qué? Les estoy diciendo que las pruebas son contundentes, y les juro que estoy completamente avergonzada, siento haberles dado tanto problemas padres. —Heejin hizo una reverencia de 90 grados mientras sus lágrimas empapaban sus mejillas.

—Primero... —su padre la sujetó del hombro y la hizo enderezarse—. Investigaremos a Jungkook, seguro también tiene por allí algo sucio, después de todo somos humanos y tenemos secretos, descubrámoslo. Y lo segundo es... —de pronto su padre le tiró un fuerte puñetazo a su hija tirándola al suelo—. Obtener pruebas para la contra demanda. Mujer déjanos solo —dijo mientras se quitaba el cinturón.

—Padre ¿q-que vas hacer? —preguntó entre voraces lágrimas Heejin asustada viendo a su madre retirarse de la habitación—. ¡Mamá espera! ¡No lo hagas!.

Su madre cerró la puertas y su cuerpo tembló cuando los gritos de Heejin y el sonido del cinturón de su esposo contra la piel de su hija resonaron una otra vez.

—¡Detente! ¡Papá basta! ¡Por favor! ¡Mamá ayúdame! ¡Ahh!.

—¿Si, hola?... pero creí que... oh ¿es con un nuevo cliente? —el joven pelirosa frunció levemente el ceño—. Ya veo, si entiendo no te preocupes voy para allá, no hay de que, gracias a ti, adiós. —colgó el teléfono y suspiró con pesadez.

—¿Qué sucede? Ya está lista la cena, prepare arroz frito y ase un poco de carne para acompañar. —Jin lo miró recargado en el marco de la puerta de su habitación.

—Cielos Jin vas a odiarme eternamente. —el chico se levantó y comenzó a meter ropa para trabajo en una maleta, entonces para Seokjin no fue difícil descifrar porque lo tendría que odiar eternamente—. Me llamaron hace un momento del club y me dijeron que tengo privado en exactamente dos horas.

—Pero que oportunos ¿qué mierda les pasa? ¿No pudieron avisarte con más tiempo? Idiotas. —el de cabellos púrpuras suspiró con pesadez molesto.

—De verdad lo siento, les diré que la próxima avisen con anticipación. —le dijo con ojos socorros, colgando su maleta en su hombro—. Tengo que irme, no olvides que...

—Al menos tenemos trabajo, lo sé —repitió poniendo los ojos en blanco, como si esas palabras fueran un decreto entre ellos—. Está bien ve, no te preocupes yo le diré a...

—¡Jin! ¡Minie! ¡Estoy en casa! —una voz apareció fuera de la habitación.

—Se lo diré yo. —el pelirosa salió y se encontró con un jovencito de cabello rojo y brillante sonrisa como el sol—. Hobi llegaste ¿tienes hambre? Jin preparo la cena.

—Si, huele a que si. —miró al contrario de abajo hacia arriba, completamente vestido y con una maleta en su hombro—. ¿Vas a algún lado? Dijiste que esta noche cenaríamos juntos, salí incluso temprano del trabajo por eso. —su rostro brillante cambió a uno afligido.

—Tengo que ir a trabajar, ya me disculpé con Jin y también te pido disculpa a ti, prometo que la próxima vez no faltaré ¿bien? —lo tomó del hombro y le dio una leve sonrisa.

—Está bien, el trabajo siempre es importante y más en esta casa, tenemos que entender. —respondió resignado—. Ve con cuidado y no llegues tarde por favor.

—No te preocupes, en cuanto termine regresaré enseguida.

—Dejémoslo ir o lo van a multar por llegar tarde, anda ve te guardaremos un plato de arroz, pero sin carne, piensa en que te estamos haciendo un favor, cuando la carne se enfría se seca. —bromeó Jin sacándoles unas risillas.

—Está bien pueden comerse mi carne, pero denme una abrazo anda. —el pelirosa extendió sus brazos y los otros dos se acercaron para darle un cálido abrazo—. Los quiero tontos.

—Y nosotros a ti Minie...

Esos tres no compartían parentesco, ni mucho menos tenían lazos sanguíneos, pero tenían todo lo que una verdadera familia tiene; sustento, empatía y amor. Vivian en un cómodo departamento, dos habitaciones, un baño, una pequeña sala de estar y la cocina, no podían pedir más, entre los tres pagaban la renta, vivían realmente cómodos, quienes llegaron primero allí fueron Jin y el pelirosa, luego se unió Hoseok, un jovencito de apenas diecinueve años que estudia la universidad y trabaja de medio tiempo en una tienda de conveniencia, aunque no siempre fue así...

Jin fue quien lo encontró, Hoseok había sido echado de su casa y vivía en las calles sobreviviendo al día con lo que ganaba como servidor sexual, porque si, a una corta edad comenzó a venderse en las calles, no tenía dónde más ir ni a quién pedirle ayuda, y cuando Jin lo encontró no dudó en darle un espacio en su hogar, él y el pelirosa literalmente lo habían adoptado. Enseguida dejó de trabajar en las calles y en cambio entró a la Universidad y se consiguió un trabajo, que aunque Jin y Minie se negaban a aceptarlo Hoseok lo hacía como un acto de gratitud.

Se tenían un gran cariño, siempre estaban allí para quien lo necesitara, los tres compartían pasados duros y eso era lo que los hacía protegerse mutuamente ante cualquier cosa o persona.

[...]

—¿Pidió algún tipo de atuendo en especial? —preguntó el joven de cabello rosa mientras se alistaba frente al espejo.

—Se le preguntó pero él solo dijo que con que tú te sientas cómodo está bien. —respondió la administradora.

—Seguramente me va a pedir que me desnude lentamente frente a él, ya sabes que eso les encanta, por suerte tengo la ropa interior indicada. —mencionó burlonamente poniéndose los pendientes.

—Andando, ya es hora, te está esperando. —finalmente la mujer salió con el bailarín de los vestidores y luego caminaron por los pasillos de las habitaciones privadas hasta llegar a la suya—. ¿Quieres que te traigan algo de beber?.

—Tal vez agua, volveré a casa en cuanto termine, gracias. —el joven le sonrió y la mujer le contestó de la misma forma.

—¿Estás listo? Esfuérzate, el jefe mencionó que es un hombre distinguido, así que hazlo sentir bien. —acotó a lo que el bailarín asintió con obediencia.

—No te preocupes, sé cómo hacerlo. —soltó un prologando suspiro casi obligándose a relajarse para introducirse en aquel personaje seductor y complaciente de nombre Baby J.

La mujer le abrió la puerta y él, con una sonrisa de sirena y un escudo bien puesto, traspasó el umbral. Esperaba lo de siempre: un hombre maduro, adinerado y algo desagradable, dispuesto a satisfacer sus fantasías con un joven atractivo. La rutina era tan predecible que había perdido su encanto.

Pero toda utopía cambió tan pronto como vio al hombre que lo esperaba.

La puerta se cerró detrás de él, pero él se quedó estático durante unos segundos, sorprendido y curioso. No era lo que esperaba. Cuando sus ojos se encontraron con los del cliente, una corriente de electricidad recorrió su cuerpo, desde la punta de sus dedos hasta la base de su columna vertebral. Al mismo tiempo, un sentimiento extraño invadió su pecho, haciéndolo sentir repentinamente nervioso.

Jungkook enseguida se levantó e hizo una reverencia de 90 grados dibujando en su rostro una sonrisa nerviosa. Y no se notaba pero su corazón palpitaba aceleradamente y estaba hecho todo un manojo de nervios.

—Buenas noches ¿te encuentras bien? —aclaró su garganta, Jeon no sabía cómo actuar, toda la tarde estuvo pensando en cómo entablar una conversación pero precisamente en ese momento su mente se quedó en blanco y dijo lo primero que se le vino a la mente.

—Buenas noches... —el bailarín no se iba a permitir verse afectado ante sus impresiones. Enseguida regresó a su papel de sirena seductora y complaciente como si nada en su mente hubiera pasado—. Yo estoy bien. — volvió a sonreír de forma relajada y se adentro a la habitación.

Jungkook se encontraba hipnotizado, sus ojos pegados a la figura del bailarín como si estuvieran soldados. Cada facción de su rostro era una obra de arte, una sinfonía de perfección que hacía que su corazón latiera con una intensidad que nunca había experimentado antes. La realidad se desvaneció, y él se encontró sumergido en un sueño del que no quería despertar.

La voz del bailarín era un canto celestial, un susurro ángelico que hacía que su alma temblara de emoción. Jungkook sentía como si estuviera flotando en una nube de éxtasis, incapaz de distinguir entre lo real y lo imaginario. El bailarín estaba allí, frente a él, tan cercano que podía sentir el calor de su respiración, y sin embargo, parecía una visión irreal, un espejismo que podría desvanecerse en cualquier momento.

—Por favor ponte cómodo, siéntate donde más te guste. —dijo señalándole cualquier parte del gran sofá, el pelirosa un poco confundido solo accedió y se sentó junto a él—. ¿Quieres algo de tomar?.

—Ya pedí agua, gracias —le agradeció—. Te recuerdo que tienes el tiempo medido, no hace falta que...

—Debo confesarte que admiro la manera en que bailas, jamás en mi vida había visto algo como lo que tú haces, ni siquiera en los teatros a los que he ido, es sorprendente. —se apresuró a decir Jungkook, y el contrario quedó azorado.

—Oh, gracias. Es lindo que lo menciones de esa manera. —soltó una risita suave y contenida, y el hombre se quedó completamente hechizado. La sonrisa de Baby J era una obra maestra, una joya que iluminaba la habitación y robaba el aliento. Los dientes perfectamente alineados, los labios curvados en una sonrisa pícara, y los ojos, esos ojos rasgados que parecían desaparecer en un gesto de pura felicidad.

La forma de la cara de Baby J era una delicada obra de arte, con mejillas regordetas y suaves como la seda, y una barbilla suave y definida. Cada rasgo era una perfección, detalles que hacía que el corazón del hombre latiera con una intensidad creciente.

Cada vez que se quedaba observando esos bellos rasgos, sentía un cosquilleo placentero en el estomago, una sensación que se intensificaba cuando lo tenía cerca. Era como si el tiempo se detuviera, y solo existiera ese momento, esa sonrisa, esos ojos.

—En serio, te felicito, no debe de ser nada sencillo estar allá afuera bailando enfrente de todos y tú lo haces muy bien. —era algo que Jungkook quería decirle desde la primera vez que lo vio bailar, pero ahora sentía que sea veía como un tonto.

—Me alagas, muchas gracias. Es algo que disfruto hacer y me alegra que los clientes queden complacidos. —respondió el bailarín, para luego levantarse mientras le decía—. Ahora ¿qué te parece si comenzamos? ¿Quieres que baile, me desnude o que charlemos? O también puedo hacer las tres al mismo tiempo si eso es lo que deseas.

—¿Desnudarte? —Jeon abrió sus ojos un poco demás, sorprendido, de pronto sintiendo sus mejillas calientes—. ¿Quitarte la ropa? ¿Por completo?.

—Podría dejarme la ropa interior si prefieres, tú indicas cuántas prendas quieres fuera —le hizo saber, aunque aún podía ver estupor en el rostro de aquel cliente—. ¿Qué no te dijeron el reglamento ni lo que está permitido hacer aquí? Creí que lo sabías, aunque debí suponerlo, eres nuevo en el club ¿cierto? —Baby J volvió a sentarse para comenzar una conversación al ver la gran inexperiencia de su acompañante, sabiendo que no llegarían más lejos.

—Si, soy nuevo, me trajo un amigo, su nombre es Kim Namjoon y él...

—Lo conozco, está saliendo con mi hyung —replicó enseguida—. Entonces permíteme darte la bienvenida, no es común tener clientes tan inexpertos, todos viene con una idea de lo que sucede en los privados, pero no te preocupes, si me dejas puedo enseñarte con gusto. —dijo con una voz melosa con una pizca de descaro junto una sonrisa coqueta—. Pregúntame lo que quieras.

Jungkook trago saliva, no sabía porque el chico lograba ponerlo tan nervioso con tanta facilidad, tenía la presencia de un leonino.

—Uhm ¿cómo se llama este lugar? —preguntó mirando la habitación la cual consistía en un sillón en forma de media luna, una mesilla de centro donde había un tubo de metal seguramente para que el bailarín bailara, luces led de color rosado por todos lados, cortinas rojas de terciopelo y espejos.

—La suit paraíso. —respondió.

—¿Cuántas suits paraíso hay?.

—Ocho.

—¿Y desde cuando haces esto?.

—Desde hace cuatro años, primero empecé bailando y cuando comencé a hacerme famoso entre los clientes empecé con los privados. —respondió, siguió sonriéndole y de pronto comenzó a acariciarle el brazo con la punta de sus pequeños dedos mientras lo miraba a los ojos.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Jungkook, bajo su tacto se sentía sensible y ante su seductora mirada se sentía como una presa.

—¿Te dejan coquetear con los clientes y acariciarlos de esta forma? —pregunto luchando con no tartamudear.

—No te preocupes no estoy violando el reglamento, aunque si fueras tú el que me acariciara si lo estarías violando ya que... no se permite tocar a los bailarines. —le comentó.

—¿Qué pasaría si alguien te tocará? —realmente le gustaría hacerlo, tocar esa tersa piel de porcelana que posee, era demasiada la tentación, sabían lo que habían al ponerlos en esa situación.

—Tendría que llamar a seguridad.

—¿Y qué harían ellos?.

—Le pedirían a esa persona salir y nunca regresar.

—¿Y si esa persona se negase a salir?.

—Vendrían por esa persona, las cámaras de seguridad están en el techo. —ambos miraron hacia arriba donde había más espejos, aunque estos solo ocultaban las cámaras.

—Entonces será mejor que nadie intente tocarte, aunque quisieran. —los dos sonrieron divertidos—. ¿Por qué te haces llamar Baby J?.

—Porque ese es mi nombre.

—Ambos sabemos que no es así, todos aquí protegen su identidad es lo normal. Si un chico se hace llamar Venus ¿cuál sería su verdadero nombre?.

—Plutón... —soltó el pelirosa en un resuello con una voz increíblemente sensual sacándole un suspiro al contrario.

—Eres sagaz.

—Lo sé. —aceptó descaradamente—. Dime ¿cuál es tu nombre?.

—Jeon Jungkook —respondió embobado en su bello rostro y envuelto en esa actitud tan jodidamente seductora.

—Jeon Jungkook el Fiscal ¿cierto? —inquirió, se levantó, se subió al sofá y se sentó en el respaldo dejando sus piernas a la vista del pelinegro.

—Nunca te dije mi profesión.

—La adivine, tu nombre es famoso, pero no entiendo cómo tu rostro no lo es si eres muy apuesto Jungkook —le dijo inclinándose un poco sobre sus piernas para mirarlo. De verdad el hombre le parecía muy apuesto, tenía todo lo que su tipo ideal, cabello oscuro, ojos grandes y bonitos, labios delgados, rostro fino, elegante, alto y con un cuerpo trabajado.

—¿En serio crees que soy apuesto? Eso significa mucho para mí. —que otros le dijeran que era guapo no era para tanto algunas veces ni lo creía, pero que él se lo dijera era otro tipo de sentimiento.

—¿Qué piensas de mí? ¿Soy bonito? —hizo una pose linda.

—¿Qué si creo que eres bonito? No... —al escuchar esto el pelirosa borró su sonrisa y lo miró confundido—. No solo creo que eres bonito... —Jungkook se levantó, se puso de rodillas sobre el sofá y se acercó al joven—. Estoy seguro de que eres el chico más hermoso y maravilloso que mis ojos nunca hayan visto.

El rosado volvió a sonreír complacido y lleno de gratitud, miró los ojos grandes y oscuros que tenía delante suyo y por unos segundos se quedó perdido en ellos.

—Tiene los ojos de un tierno cachorro, señor Fiscal... —murmuró de forma tierna y suave. Para ese momento Jungkook sentía su corazón apunto de salirse de su pecho y su respiración demasiado agitada como para atragantarse con ella.

—J cariño el tiempo se terminó, es hora de irnos vamos. —la administradora entrando abruptamente los saco de su pequeño trance.

—Oh si, ahora voy, solo me despediré ¿okay?. —la mujer asintió y se fue cerrando la puerta de nuevo—. Bien pues, el tiempo se nos acabó, pero Jungkook...

—Nos volveremos a ver más pronto de lo que piensas, lo prometo. —se apresuró a decir.

—Si haces una promesa tienes que cumplirla ¿entendiste?, hasta pronto señor fiscal. —se bajó del sofá y caminó hacia la puerta moviendo sus caderas.

—Hasta muy pronto, Baby J...

Finalmente se dedicaron una última sonrisa, y luego el pelirosa abrió la puerta y se marchó. Jungkook se quedó estático, no podía creer lo que caba de pasar, parecía como un sueño y rogaba para que nadie lo pellizcara, se tiró en el sofá, soltó una risita y luego movió todo su cuerpo lleno de alegría.

—Lo logré.

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