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18.


(  CHAPTER EIGHTEN ! )
" incluso en las adversidades. "


Una corazonada lo llevó a ese lugar, como si su alma supiera que Jimin estaría allí. Se dejó conducir por la ansiedad y la incertidumbre, ignorando las recomendaciones que Namjoon le había hecho, hasta que finalmente llegó a aquel club. La oscuridad lo envolvía, pero él avanzaba con determinación, guiado por un presentimiento. No recordaba cómo había llegado, pero estaba allí, frente a la puerta del club, custodiada por dos sombras imponentes. Solo una cosa importaba: encontrar a su chico. Con pasos firmes, se adentró en la penumbra, como si estuviera siguiendo un hilo invisible que lo llevara a su destino.

—Detente allí, no puedes pasar. —se colocaron frente a la puerta hombro a hombro negándole por completo el acceso.

—¿Qué? ¿Por qué no? Necesito hablar con Jimin ¡déjenme pasar! —exclamó tratando de volver a pasar, pero fue lanzado lejos con fuerza—. ¡Ustedes no lo entienden, él es importante para mí, yo soy a quien él quiere! —grito desesperadamente.

De pronto la puerta se abrió y apareció él.

Jimin se veía tan magnífico como siempre, en su semblante no había rastro de dolor, no como el que Jungkook seguramente reflejaba, era más bien un semblante de total desdén... hacia él.

—¿Qué no escuchaste? Lárgate, tú ya no eres bienvenido aquí. —exclamó Park con rencor.

—Jimin por favor escúchame...

—¡No! —vociferó, se acercó al pelinegro con pasos firmes y duros, mientras lo fulminaba con la mirada—. No quiero a volver a saber de ti jamás, haz sido el peor error que he cometido, maldita sea la hora en que te conocí y me permití enamorarme de ti.

Las palabras que le lanzaba se sentían como dagas clavándose en las partes más sensibles y dolorosa de su cuerpo.

—No digas eso, sé que fui un completo idiota, te decepcione y te herí y de verdad lo siento, si tan solo me dejaras... —trató de comenzar pero fue rápidamente objetado.

—¡No quiero escucharte! Eres tan poco hombre ¿con qué derecho vienes tú a exigir que te escuche cuando ni siquiera consideraste en escucharme tú a mí? Te creía tan bueno, te odio tanto Jeon Jungkook, arruinaste mi vida. —recriminó con la voz agitada—. ¡Desaparece solo quiero que desaparezcas!

—No Jimin por favor —trató de tomarlo entre sus brazos pero Jimin se evaporo y de repente todo a su alrededor desapareció poniéndose en negro—. Q-Qué... ¿qué pasa? ¡Jimin! —su pecho subió y bajó, un raro temor lo abatió.

La voz del chico regresó a sus oídos como un eco que le retumbo en la cabeza.

—¡Te odio! ¡Desaparece!¡Lárgate! ¡Mentiroso! —gritaba.

—Basta, por favor para, detente —Jungkook se cubrió los oídos y cerró los ojos, pero aún podía escuchar sus gritos dentro torturándolo—. ¡Para! ¡¡YA BASTA!!

Soltó un fuerte grito y luego... despertó.

Se reincorporó en la cama y miró a su alrededor alterado con la respiración agitada y sudor escurriendo por su cien. Todo estaba oscuro en su habitación, ya no había más ruido, solo el leve sonido de los rápidos latidos de su corazón. Había sido solo una horrible pesadilla. Relamió sus labios secos y trago saliva para luego tirarse de nuevo en la cama y mirar hacia el techo.

Jungkook nunca fue de esas personas que creía que los sueños son señales que te envía tu subconsciente, pero debido a la situación en la que se encontraba lo considero. Tan solo había pasado algunos días desde que habló con Namjoon, dejó de beber y también había estado durmiendo mucho mejor, y aunque su aspecto físico había mejorado bastante, no era lo mismo para su estado emocional pues, no había día en que no pensara y no llorar por Jimin, lo extrañaba tanto que la ansiedad por ir a verlo ya le estaba rindiendo cuentas con sus sueños.

¿Y si esa pesadilla en realidad había sido una señal?.

Había sido días muy tortuosos y ya no podía esperar más, porque algo además de la pesadilla le decía que si no iba a buscarlo de una vez por todas tal vez ya seria demasiado tarde. Y no quería que esa pesadilla se hiciera realidad, tan solo pensar que Jimin podría odiarlo de tal manera los ojos se le llenaba de lágrimas.

—No, no te voy a perder. Tengo que ir. —se decidió y rápidamente se levantó de la cama para correr a su armario y colocarse un pantalón más una camiseta y salir de allí para buscar a su chico.

Su auto aún no salía del taller y las nubes grises anunciaban una gran tormenta, pero eso no fue un obstáculo para él. Caminó hasta la avenida y tomó un taxi, pero no contaba con el repentino tráfico que detuvo su camino.

—¿Qué sucede? ¿Por qué no avanza? —le preguntó al conductor, impaciente.

—Hay un embotellamiento, creo que hubo un accidente más adelante. Podríamos estar atascados aquí un rato, pero no se preocupe, no le cobraré minutos extra —respondió el conductor con amabilidad.

—Lo siento, no tengo tiempo para eso —dijo Jeon, sacando un par de billetes de su bolsillo y entregándoselos al conductor—. Quédese con el cambio, gracias.

Salió del taxi y se enfrentó a una lluvia intensa que lo empapó en cuestión de segundos. Sin embargo, eso no le importó. Comenzó a correr entre el tráfico, concentrado en llegar a la casa de Jimin lo más rápido posible.

Todos tienen formas diferente de sanar las heridas del corazón, algunos se concentran en mejorar su físico y acuden al gimnasio, otros acuden a un psicólogo, que en mucho de los casos sería lo más sano, unos pocos aplican el dicho de "un clavo saca otro clavo" y salen a citas, sin embargo Jimin no era ninguno de ellos. La forma de sanar de él era haciendo postres con ayuda del libro de cocina que encontró entre las curiosidades de Jin.

Y parecía que sus emociones iban mejorando conforme los postres le iban quedando mejor, las primeras veces todo salía quemado del horno o sabía horrible, pero al paso de los días todo comenzó a salir mejor. Jimin progresaba, de pocos, pero siempre intentaba mantenerse positivo, aunque se le hiciera casi imposible dejar de extrañar a Jungkook, extrañaba sus besos, sus caricias y esas dulces palabras que le dedicaba.

¿Qué si aún tenía esperanzas?

Bueno, dicen que eso es lo íntimo que se pierde ¿no es cierto?.

Sus hermanos no estaban en casa, a diferencia de él, ellos seguían trabajando, por lo tanto solo era él en la casa, haciendo sus postres con música tranquila de fondo, y ahora lo único que utilizaba eran unos shorts cortos y una camiseta grande, se sentía bien dejar los trajes sexys y la música ruidosa de lado por un rato.

—Okay, ahora adentro —metió su primer intento de pan casero al horno—. Con veinte minutos estará bien. —se limpió las manos y suspiró cansado. Miro la ventana cerca del comedor y se dio cuenta que además de ser de noche estaba lloviendo—. Que linda lluvia —sonrió con cierta nostalgia.

«Ojalá pudieras estar aquí conmigo» pensó, pero enseguida borró ese pensamiento.

—Soy tan patético, debo de dejar de pensar en él. Date cuenta Jimin, él nunca vendrá, maldición. —se dijo así mismo con tristeza y su corazón dolió.

Abruptos toques en la puerta llamaron su atención «¿Quién podría ser a esta hora y con esta lluvia?» No imaginaba a nadie, sus hermanos llegaban hasta dentro de dos o tres horas y además tenían la clave de la puerta «¿Quién podría ser entonces?» Tal vez un vecino quejándose por la música, pero está estaba bastante baja.

Sin más solo fue a averiguar quién era simplemente abriendo la puerta y entonces...

La sorpresa se plasmó en su rostro.

Sus ojos se abrieron con estupor y perdió el aliento por un segundo. Desde el primer momento no podía creer que Jungkook estuviera allí parado en el umbral de su puerta, con el cuerpo empapado de pies a cabeza y con la respiración agitada.

—Jungkook... —murmuró perplejo.

—Jimin te amo, me enamoré de ti tan perdidamente, tan profundamente, un amor qué simplemente va más allá de los límites un amor ciego y necio, tanto que si me dijeras que lo dejara todo por ti lo haría sin pensarlo, solo para poder vivir a tu lado por el resto de mis días, por qué sin ti... sin ti mi vida no tiene ningún sentido. —Jungkook se tiró al suelo de rodillas y alzó la cara—. Te ruego de rodillas que me perdones, perdóname por fallarte, perdóname por culparte y herirte, perdóname por ser un jodido imbecil. Perdóname porque si te pierdo... prefiero no vivir.

—Yo... —se le escapó una lágrima que dejó correr por su mejilla. Intento hablar mientras el corazón le estaba apunto de explotar—. He tenido una vida tan dura que es difícil creer que alguien logre amarme sinceramente, y que aún sabiendo todo sobre mí no huya —aclaró su garganta antes de seguir—. Es por eso que, cuando tú comenzaste a interesarte en mi y me escuchaste y me viste con esos ojos llenos de amor y sinceridad... tuve tanto miedo, porque yo también te vi de la misma forma y ahora... —se ahogó con el nudo en su garganta y las lágrimas que escurrían sobre su rostro—. Amo todo de ti tanto que duele.

—Jimin mi amor, no tiene porque ser así —rápidamente Jungkook se levantó y acuno el rostro mojado del chico entre sus manos—. No tienes porque tener miedo de amarme... sé que te decepcione y lo lamento, debí ser más sensato, debí pensar con más claridad yo debí... pero te prometo que de ahora en adelante no habrás más "debí" —le juro mirándolo a los ojos.

—¿Tú tienes miedo de amarme?... —preguntó—. Porque no todo fue tu culpa, sí reaccionaste mal pero también... claro que debí decírtelo y no actuar tan impulsivamente sin antes pensar que eso podría dañarte porque me amas, yo también debí y lo lamento. —también lo miró directamente a los ojos.

—¿Miedo de amarte? —Jeon encorvó la comisura de sus labios en una pequeña sonrisa—. Tú eres mis largas noches grises, mi oscuridad, eres mi día, mi luz y mi sol, mi enfermedad mi dolor, tu bello rostro es mi medicina, no puedo vivir sin ti, sin tu fragancia, sin tu tacto ni el sonido de tu voz... tu pasado no me importa, me importo el hoy y el ahora, y en este momento quiero estar con el chico a quien amor.

Jimin soltó una risita entre lágrimas.

—Estás todo mojado.

—No hay cosa más romántica que correr de bajo de la lluvia para recuperar al amor de tu vida. —respondió Jeon acariciando su mejilla.

—Te extrañé con toda el alma, amor no tienes idea cuanto.

—Y yo a ti mi amor, yo a ti. —besó con anhelo sus mejillas, su barbilla, sus ojos y nariz, dejó al último esos gloriosos labios pomposos que adoraba besar, los acarició, los disfrutó como si la vida se le fuera en ello, y pronto el beso se volvió más vehemente y apasionado sacándole un gemido al contrario.

—Jungkook... te necesito —murmuró Jimin sobre sus labios, agitado.

Esto se escuchó como una clara invitación para Jungkook quien no dudo en satisfacerlo.

[🍋]

Entre besos y caricias lo llevo adentro, cayeron sobre el sofá y lo primero que hizo Jungkook fue quitarse rápidamente su camiseta mojada y al mismo tiempo Jimin lo hizo también. A continuación besaron sus cuerpos con tanta necesidad que dejaban reflejado en esto lo mucho que se habían estado extrañado. Soltaban jadeos, dejaban chupetes y rasguños en la piel del otro, parecía como si quisieran devorarse como animales.

—Mhhg —Jimin suspiro ante el intenso beso en el que era sometido, tenía la lengua de su novio explorando su pecho, entreabrio los ojos logrando contemplar la concentración de Jeon al succionar uno de sus pezones—. No importa cuanto succiones, de allí nunca saldrá leche.

—De aquí no, pero tal vez de allí abajo si. —le sonrió con picardía. Bajó lentamente, mirando a su chico sobre sus pestañas mientras dejaba más besos sobre su pecho y su vientre hasta llegar un poco más bajo de su ombligo y detenerse allí para bajarle lentamente los shorts junto a la ropa interior, como abriendo un regalo, hasta finalmente dejarlo desnudo y excitado frente a sus ojos.

Le beso los muslos internos haciéndolo retorcerse ansioso y le paso la lengua por la ingle sacándole un jadeo, hasta que sin dejar de mirarlo agachó la cabeza y cerró sus delgados labios alrededor del miembro erecto del pelirosa quien arqueó el cuello y abrió la boca para gemir. Con su lengua recorrió su circunferencia haciendo movimientos de arriba hacia abajo usando también sus labios a una velocidad placentera.

—Haaah si, Jungkook... —a Jimin le salió el nombre de sus labios como un jadeo, alargó sus manos para hundir sus dedos y sujetar con leve fuerza el cabello mojado del ya nombrado, logrando despeinarlo un poco.

Jungkook solo hizo lo que por su propia experiencia le parecía lo más indicado y más satisfactorio para el contrario. Succionó la glande y lamió el tronco de abajo hacia arriba para finalizar metiéndolo por completo a su boca hasta que lograra tocarle la campanilla y escuchar en respuesta un fuerte gemido. Entonces sintió como el pelirosa movió sus manos de su cabellera a sus hombros y se los sujetó con firmeza intentando levantarlo.

—¡Oh! ¡Espera, voy a venirme! ¡Aggh Jungkook! —trato también de cerrar sus piernas, apretó los dientes intentado contenerse, pero ese control al que tanto se aferró, salió disparado sobre el rostro del pelinegro cuando este se sacó su miembro de la boca—. Ahhh, cielos.

—Lo ves... —Jeon tomó con sus dedos un poco del blanquezco líquido en su cara y se lo metió a la boca degustándolo con gusto—. Te dije que si podía hacer salir leche de allí.

—Para ser tu primer mamada no estuvo nada mal. —admitió Park con una sonrisa, satisfecho. Quería más. Rogaría por más si fuera necesario.—. Ven aquí.

Volvieron a unir sus labios, Jimin se dio el gusto de saborear minuciosamente la suave boca de su hombre, delineó sus delgados labios con su lengua, para luego introducirla en su cavidad y emitir un nuevo gemido, quizá por haber notado su propio sabor allí, hasta que sintió que Jungkook, dio un leve embestida haciendo fricción entre sus miembros necesitado.

Jungkook también se moría por tener ya mismo a su chico sometido ante él, estocando ferozmente su cálido interior en todas las posiciones posibles.

—Vamos a un lugar más cómodo. —sugirió. Bajó sus manos hasta llegar a los suaves muslos de Jimin estrujándolos a su gusto antes de levantarlo, el pelirosa envolvió sus piernas en su cintura mientras este camina hacia la habitación dejando besos en sus labios y cuello.

—¿Necesitas que yo...? —preguntó Jungkook dejando a Jimin sobre la cama, refiriéndose a una previa dilatación.

—No no, está bien, solo métela. —respondió Jimin y llevó sus manos hacia su mojado pantalón para abrirle el botón y bajárselo por completo junto al boxer, dejando ver la vigorosa y palpitante masculinidad de su hombre ante sus ojos. Le abrió las piernas en una clara invitación pero entonces Jungkook le sujetó los tobillos y lo hizo voltearse para quedar boca abajo con el trasero bien levantado.

—Pondré esto debajo de ti. —le murmuró al oído colocándole una almohada debajo del vientre. Le beso los hombros y la espalda con suavidad mientras sus dedos se aferraban a sus caderas—. Eres hermoso en todas partes amor... —también le mordió, beso y lamió sus bien redondas nalgas escuchándolo jadear aferrado a las sábanas.

—Haaa, Jungkook por favor... —le suplicó pero entonces de pronto sintió como el miembro de su amado se empujó dentro de su interior lentamente—. ¡Haagh! ¡Si!.

Mientras lo sujetaba de las caderas Jungkook comenzó a embestirlo, lento y profundo mientras se iban acostumbrado, y en busca de algo más erótico sujetó sus nalgas y las separó para verse así mismo follando esa rosada, suave y perfecta entrada, se mordió el labio inferior y gimió profundamente. Luego de un par de minutos la velocidad en los movimientos aumentó, Jungkook se apoyo de la cama dejando sus manos a los lados de la cabeza de Jimin, movió su cintura rápidamente y el sonido de su cadera golpeado con el trasero del pelirosa en conjunto con sus gemidos resonó por toda la habitación.

Jimin apretujaba las sábanas y escuchaba a su hombre gemirle al oído. Esa almohada debajo suyo tenía algún truco al parecer, ya que las embestidas se sentían más deliciosas, al punto de que ya estaban apunto ambos de llegar al orgasmo, pero entonces Jungkook volvió a poner rápidamente boca arriba al chico, se acomodó entre sus piernas y volvió a hundirse dentro de él mientras sus labios se unían una vez más en un beso apasionado.

—Lo quiero duro, hazlo más fuerte por favor. —le pidió el pelirosa enrollando sus piernas alrededor de su cintura.

—Tus deseos son órdenes. —acató Jeon sin chistar, con una sonrisa. Y entonces esta vez se apoyó de la cabecera, obteniendo un soporte más firme para ejercer la fuerza que necesitaba.

Bien sujeto de la madera, comenzó a mover su pelvis penetrando profundamente, sacándole gemidos entrecortados a su pareja, pronto los movimientos se hicieron rápidos, profundos y duros, golpeaba con su miembro su apretado interior con fuerza buscando llegar también a ese punto dulce. Gracias a los violentos movimientos la cama se agitó y la cabecera empezó a golpear la pared. Era sorpréndete que aún con tanto ruido ningún vecino allá ido aún a quejarse; entre la música aún sonado en la sala de estar, los sonoros gemidos de ambos, el sonido del choque entre sus pieles, la cama rechinando y la cabecera golpeado la pared.

—¡AH! ¡Así, así! ¡No pares, Jungkook sigue! —gimió con fuerza Jimin, encontrando su propio soporte en los hombros del azabache donde encajaba sus uñas envuelto en placer.

—Haaa Jimin, amor que rico. —gimió devuelta Jeon sin detenerse, disfrutado cada embestida y cada gemido como si fueron los últimos.

Ambos se movieron en sincronía empezando a sentir su orgasmo aproximarse, el sudor recorría su piel, sus músculos estaban contraídos, las pupilas las tenían dilatadas, las respiraciones pesadas y el corazón apunto de reventarles.  Estaban apunto de venirse, pero entonces de pronto se escuchó como algo trono debajo suyo y de la nada la cama se derrumbó.

Habían roto la cama.

—Mierda —exclamó Jungkook—. Amor creo que rompimos tu cama.

Se miraron y comenzaron a reírse.

—Si, Jin va a matarme. —respondió Jimin—. Pero al demonio, terminemos con esto —les dio la vuelta quedando sobre el regazo del pelinegro a horcajadas—. Ya está rota de todas formas.

—No te preocupes te compraré una nueva. —dijo volviendo a penetrarlo, y entonces prosiguieron hasta finalmente obtener su tan anhelado extasis—. ¡Ooh! ¡Jimin!.

—¡Inggh Jungkook!.

[...]

Y en esa cama totalmente estropeada, Jimin y Jungkook se quedaron recuperándose de aquel acto lascivo de reconciliación, abrazados debajo de las sabanas, acariciándose y besándose con ternura y delicadeza con el sonido de la lluvia de fondo, sintiéndose tan plenos que nada mas les importaba que estar así; tan enamorados y satisfechos.

—Cuéntame algo sobre tu infancia, quisiera conocer al pequeño Jungkook. —murmuró Jimin trazando con su dedo círculos imaginarios en el pecho del azabache.

—¿Algo sobre mi infancia...? —evocó mientras miraba al techo, jugando con los mechones de esa cabellera color rosado que tanto adoraba—. Mi infancia no fue tan agradable como debes de imaginar, en realidad fue... agobiante.

—¿Quieres hablar sobre eso? —le preguntó—. Yo más que nadie comprendería si te duele hablar sobre esa época, siempre hay cosas del pasado que nos dejan cicatriz.

—Está bien, siempre ha sido fácil hablar contigo. —soltó un suspiro antes de comenzar—. ¿Recuerdas que te mencioné que tenía un piano de juguete? Bueno... debido a que mis padres querían que me concentrara en ser fiscal, lo destruyeron frente a mi, puede perecer una tontería pero... para un niño que amaba la música y que la única manera de conectarse con su verdadero sueño era tocar ese piano de juguete, fue muy doloroso.

—No es un tontería, amor. —se levantó para mirarlo con sensatez—. Eras solo un niño con sueños, aunque aveces los padres suelen poner primero sus propios intereses antes que la felicidad de sus hijos.

—Todos mis cassettes, libretas con partituras, radios, auriculares o cualquier cosa que estuviera ligada con la música en mi casa eran destruidas. Día y noche estudiaba leyes, cosas tan comunes como los dulces para mí eran un privilegio que solo obtenía si mis exámenes eran perfectos, por eso me gradué con honores y me convertí en el mejor fiscal de la capital, porque no había mayor cosa que yo quisiera que el orgullo de mis padres.

—Pero acosta ¿de qué? De sacrificar tus propias ilusiones, y no debió a ver sido así, seguramente fue muy frustrante para ti. —lo tomó de la mejilla—. Tienes un bello espíritu Jeon Jungkook, eres un hombre perseverante y con un gran corazón. Espero que de ahora en adelante pongas tu felicidad como prioridad antes que nada. —le dio una cálida sonrisa.

—Y lo he estado haciendo, y todo gracias a ti Jimin...

—¿A mí? ¿Y y yo por qué? —frunció el ceño confundido.

—Porque tú eres mi felicidad, tú me haces sentir vivo, contigo me siento renovado y listo para enfrentar cualquier obstáculo, gracias a ti estoy más motivado que nunca para cumplir mi mayor sueño, así que me aferraré a ti con todas mis fuerzas. —recostó su cabeza en la mano del chico que tenía sobre su mejilla, y la otra la tomó y la besó con gentileza mientras lo miraba a los ojos—. Y no es que me haya vuelto dependiente a ti, incluso si no te hubiera conocido me hubiera divorciado de esa mujer e iría a cumplir mi sueño, pero... nadie me había hecho sentir tan apreciado y escuchado como tú, por eso me haces feliz y te amo.

—Yo también te amo. —se inclinó para unir sus labios en un dulce beso—. Ahora dime ¿cual es tu disco favorito?.

—Mmm deja pensar... podría escucharse cliché, pero no por nada es el disco más vendido del mundo, es Thriller de Michael Jackson, aunque también amo Abbey Road, Purple Rain, An Evening, Unorthodox y...

—Cielos esta lloviendo a cántaros —vino una voz desde afuera—. ¡Jimin! ¡¿Qué diablos pusiste en el horno esta vez?! ¡Maldición huele a quemado! ¡¿Por qué hay tanta ropa en el suelo?! ¡Jimin, que te dije de la música! —y ese sin duda era Jin.

—Mierda Jin está aquí. —rápidamente Jimin salió de la cama y se colocó su bata completamente nervioso—. ¿Qué voy a decirle? Va a matarme, mejor dicho va a matarnos.

—¿Por qué?.

—Porque él te odia, hoy más que nunca, no puede vernos en esta situación, si descubre que nosotros hicimos esto y aparte rompimos la cama él va a... —comenzó a faltarle la respiración, asustado.

—Hey hey, tranquilo, está bien dime que quieres que haga, puedo salir y hablar con él si eso es lo que quieres, no me importaría recibir miles de insultos si es por ti. —Jungkook trató de calmarlo, tomándolo de las mejillas dándole una sonrisa. 

—No no, prefiero hablar yo primero con él, le explicaré las cosas hasta que se calme y no quiera asesinarte...

—¡Jimin! ¿Qué tanto estás haciendo? ¿Estás en tu habitación? ¿¡Que no hueles!?

—¡Rápido escóndete en el armario!

Jungkook corrió hacia aquel armario y se metió antes de que Jin entrara a la habitación.

—¡Park Jimin! —el chico de cabello púrpura abrió la puerta y miró al ya mencionado molesto—. ¿Qué no escuchas que te estoy hablando? Algo en el horno está llenando la casa de humo.

—Lo-Lo siento Jin, tomé una ducha y me que dormido. —respondió Jimin—. Iré en este momento a sacar lo que dejé en el horno.

—Espera... ¡¿qué rayos hiciste?! —exclamó sorprendido mirando la cama echa un desastre—. ¿Por que tú cama está rota? ¿Te dormiste así?.

—Ah si, es que en la tarde cuando intentaba matar una araña salté un poco brusco y al parecer ya estaba un poco desgastada así que no soporto el peso. —mintió con una sonrisa temblorosa.

—¿De qué hablas? Pesas menos que un costal de harina y solo llevas un año y medio con esa cama, la compramos nueva ¿ya no recuerdas?.

—Tal vez nos vendieron una vieja, suele pasar.

Jin tenia como un sexto sentido, percibía con el olfato de un sabueso las mentiras, y en ese momento olió algo más que mentiras, así que observó toda la habitación entornando la mirada logrando encontrar en el suelo un pantalón que jamas le había visto a Jimin.

—Y este pantalón —lo levantó, la talla sin duda no era la del pelirosa y además ¿por qué estaba mojado?—. Espera un momento... —regresó a la sala de estar y recogió toda la ropa que estaba tirada, entre ella encontró la ropa interior de su hermano y una camiseta mojada que seguro le quedaría como vestido—. ¿De quién es esto? —le preguntó.

—Mío. —respondió, su corazón estaba palpitando vertiginosamente.

—Dime la verdad.

—¿De quién más podría ser?.

—Dímelo tú. ¿Por qué esta ropa es gigante y está mojada y la otra no? Y además ¿por qué tendría que estar tirada por el suelo con tu ropa interior? —lo cuestionó, mirándolo con ojos de detective.

—Solo lo olvide, iba a recogerla cuando terminara de ducharme. —continuó.

—Mentiroso —Jin se acercó a él y lo comenzó a olfatear encontrando en su piel no el olor del shampoo, sino el olor de otro hombre—. ¿Me crees tonto? Hay ropa tirada por todos lados, hueles a fluidos corporales, la habitación huele a sexo y la maldita cama está rota.

Regreso con pasos bruscos a la habitación.

—Maldición —maldijo Jimin por lo bajo. Siguió a su hermano mayor quien estaba buscando por toda la habitación—. Detente Jin estás paranoico, no me acosté con nadie si es lo que estás insinuando.

—Cállate, eso estamos por verlo —camino hacia el armario y entonces vio el rostro del pelirosa palidecer. Bingo—. Créeme, a estas alturas del partido ya nadie creerá que eres heterosexual Jungkook, no tengas miedo de que te veamos, siempre serás aceptado. —dijo hacia el armario. Jungkook aguantó la respiración—. ¡Sal ya de ese maldito clóset!. —golpeó la puerta.

Sin más que poder hacer, un hombre de cabello negro, en boxer y de nombre Jeon Jungkook, finalmente salió del clóset.

—¿Qué decías Jimin? ¿Qué estoy paranoico? —miró al hombre semi desnudo enarcando un ceja y con las manos en su cadera, él solo bajó la mirada culpable y apenado—. Vístete rápidamente, y vete de mi casa.

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