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Capítulo diecisiete

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La sala de espera está llena, al parecer su hijo no era el único en llegar hoy. Tiene la mochila del bebé aplastada contra su pecho; sus padres y los de Jung Kook estaban en camino. Antes de que metieran al Omega para la operación, el doctor prometió hacer todo lo posible para no complicar las cosas en cuestión a la marca que Jung Kook no tiene.

—Yoon Gi, ¿está todo bien? —Su madre entra, tomada de la mano de Ki Bum. Ella se acerca y acaricia su cabello.

—Yoon Gi, mira como traes tus brazos —su padre los acaricia. Están rojos y llenos de marcas.

—Perdón.

—Está bien —besa su cabeza y se sienta a su lado—. ¿Cómo está?

—No me han dicho nada.

—¿Lleva mucho ahí?

—Como una hora.

—No te preocupes, Yoon Gi —el Omega acaricia su espalda con cariño—. Yo tampoco estaba marcado cuando te tuve y aquí estamos.

Si eso debiese tranquilizar al Alfa, entonces no lo hace. Los padres de Jung Kook llegan unos pocos minutos después, luciendo felices y preocupados a la vez.

—Buenas tardes —dicen, sentándose en las bancas de enfrente.

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—Está bien y tranquilo. Al principio su ritmo cardíaco se aceleró, pero logramos mantenerlo. El bebé está en revisión, en poco lo llevarán a la habitación —el doctor-Beta, le informa—. El Omega está descansando, espere un rato al horario de visitas para poder pasar.

—Está bien, muchas gracias. ¿A qué hora es?

El doctor revisa su reloj.

—Oh, ahora. El tiempo se me pasó volando, sólo llene unas cosas con la enfermera de ahí —apunta—, y así podrá pasar.

Yoon Gi va hasta ahí y le preguntan cosas sencillas como su nombre y qué relación tenía con el paciente. Poco tiempo después ya lo están llevando con su Omega.

—¿Jung Kook? —Entra con cuidado.

Las luces están apagadas, sólo la lámpara a un lado de la camilla está encendida.

—Está dormido aún —la enfermera habla, susurrando—. No debe tardar en despertar.

Yoon Gi asiente y ella se va cerrando la puerta con cuidado. Camina despacio hasta llegar a Jung Kook, acaricia su cabello suavemente, sonriendo. A pesar de estar dormido, luce cansado. El castaño comienza a reaccionar a las caricias del Alfa, ronroneando y buscando más contacto.

—¿Yoon Gi? —Su voz parece ronca y gastada.

—Hola, amor.

—¿Y nuestro bebé?

—Están revisándolo, pronto vendrá ―dice bajito, tomando una de sus manos.

—¿Está mal? —aquello parece asustarlo, por lo que Yoon Gi rápidamente niega.

—No, está bien. No te preocupes.

—Quiero verlo.

—Yo también, Jung Kookie. Pero, ¿Cómo te sientes?

—Cansado, adolorido y con ganas de ver a mi bebé.

—¿Se puede? —La puerta se abre y la misma enfermera aparece, con un bulto amarillo entre sus brazos.

Ambos asienten. Yoon Gi ayuda a Jung Kook a sentarse, con mucho cuidado. La mujer prende la luz, haciendo que todos cierren sus ojos por la claridad.

―Es... Es muy pequeño ―Jung Kook recibe a su hijo, llevándolo instantáneamente al calor de su pecho, y sus ojos lagrimean cuando se acerca a olfatear la cabecita del bebé y siente el aroma suyo y de Yoon Gi entrelazados.

—Está totalmente saludable. Cincuenta y siete centímetros, siete libras. Su ritmo cardíaco está bien y... No parece tener problemas respiratorios. Como dije, saludable.

El Alfa de Yoon Gi aúlla en su pecho, orgulloso de su cachorrito recién nacido.

—Esperen un momento, iré a ver unas cosas y volveré con ustedes para que el bebé coma.

Ella sale algo apurada, pero siempre sonriente.

—No quiero que me veas hacerlo —Jung Kook acaricia la piel de su hijo, mientras se sonroja y baja la cabeza.

—Pero yo quiero estar.

—No, Yoon Gi. Es vergonzoso.

—Para ti todo es vergonzoso —gruñe—. Estarás alimentando a nuestro hijo, no le veo nada de vergüenza.

—Pero-

—No saldré, Jung Kook.

—No te vayas a burlar.

—¿Por qué lo haría? —Se acerca a ellos, abrazándolos—. ¿Estás feliz?

—Sí, mucho —recarga su cabeza sobre el pecho de su Alfa—. ¿Y tú?

—Más que nunca.

La mujer, al parecer Beta también, vuelve -lista para instruir a Jung Kook sobre como alimentar a su hijo-.

En todo momento, Jung Kook estuvo sonrojado, viendo de reojo que el Alfa nunca le quitó la mirada de encima y también estuvo sonriendo. La Beta le dijo al Omega como debía acomodar al bebé para que los dos estuviesen cómodos, él estuvo muy agradecido con eso, porque sólo no hubiese podido. Cuando está listo, el mismo bebé comienza a olfatear y lloriquear, buscando algo para succionar.

—Ay —Jung Kook se queja, cuando el recién nacido comienza a comer.

Una imagen que Yoon Gi atesorará para toda su vida.

—¿Cómo le vamos a poner? —Yoon Gi pregunta horas después, cuando su hijo se encuentra durmiendo en una cuna del hospital, a un lado de la cama de Jung Kook.

—Ugh. Es la parte difícil.

—Veamos... Papá me dijo algunos —Yoon Gi suspira y toma asiento en la cama, a un lado del Omega—. Dijo que me iban a poner Hwan.

—No tienes cara de Hwan.

—Lo sé.

—¿Qué tal Soo Bin? Porque es un Ángel, ¿verdad que sí? —Yoon Gi sonríe, al ver como el Omega acaricia con la punta de su nariz la cabecita de su cachorro.

—Mamá también me dijo el mismo.

—¿En serio? —sorprendido, ve a Yoon Gi con su mirada brillante.

—Sí, creo le queda bien ese nombre.

Jung Kook sonríe, complacido con el bonito nombre de su bebé; pero su sonrisa se ve arruinada cuando los labios de su Alfa se unen a los suyos

—Cuando salgamos de aquí y estés recuperado —el azabache habla cerca de su oído—, te haré la marca más bonita.

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