22
Suspira, quitándose las sábanas de encima. Sabe que día es hoy y eso le pone feliz. Su cumpleaños. Cumplía 5 años y sabía que sus padres le tenían una sorpresa, los ha escuchado hablar de eso por las noches. Así que con una sonrisa brillante, corre a la cocina. Su casa está en silencio y eso es raro, ya que sus papás siempre estaban gritando —no en manera de pelea— o su hermana cantaba.
—¡Cállate, animal! —oye la voz de su tío Kai y esta es seguida de varios sshhh.
Aún más contento, con la idea de que su familia está ahí, entra a la cocina y todos gritan su nombre, tirando serpentinas y confeti. Su papá teniendo cuidado de no aplastar a Jungwoon, Yeonjun se acerca a abrazarle.
—¡Feliz cumpleaños, bebé! —el castaño besa sus mejillas repetidas veces, dejándolas sonrojadas.
—No soy un bebé, ya tengo cinco —se limpia los cachetes, yéndose a una de las sillas.
—Felicidades, Sunoo —Min-suk, con el cabello trenzado se acerca, teniendo una caja grande entre sus manos, con trabajo y podía sostenerla.
—¿Para mí? —abre sus ojos en grande, fingiendo sorpresa—. ¡Gracias, bruja!
Min-suk rueda los ojos, evitando contestarle a su hermanito, se la pasaría por hoy porque era su cumpleaños.
—¿Dónde está mi papá? —el cumpleañero pregunta, quitándole la envoltura a la caja.
—Por ahí —Felix contesta, mirando a otro lado y enrollando su brazo al rededor de Kai.
—Por ahí en... —Beomgyu quiere seguir pero no se le ocurre nada.
—En la selva —Kai termina y todos se golpean la frente, incluido Sunoo.
—¿En serio? —sus ojos de colores se abren, ahora si, sorprendido—. ¡Wow, yo siempre dije que papá era como tarzan!
—Por idiota —Beomgyu murmura bajamente, y le sonríe a Yeonjun, quien lo mira enojado.
—Fue con tío TaeHyun y los gemelos a buscar algo, amor.
—Ah, ¿no fue a la selva?
—No, Sunoo —su padre deja al bebé en su silla—. Pronto debe venir.
—¿Es una sopresa para mí?
—Puede ser —el castaño se encoge de hombros—. Puede ser que no —se mece de un lado a otro.
—¡Sunoo! —Jake y Heeseung entran corriendo a abrazarle cuando lo ven. Ambos lo felicitan entre risas, haciéndole cosquillas. Un ladrido hace que se separen, los ojos del pequeño Choi se abren y corre hasta donde lo oye. Su padre está parado ahí, con un gran perro a su lado.
—Mierda, Soobin. Dijimos un perrito —Yeonjun le dice al oído a su alfa, pegándole en el brazo.
—¡No había nada más! —se queja, sobándose.
—¡Un perrito! —Y a Sunoo no se le es necesario incarse para abrazar al perro, ya que es casi de su estatura—. ¡Gracias, papá! ¿lo conseguiste en la selva?
—No, Sunoo, él es de la perrera, tu padre si es de la selva —Felix interfiere, acercando sus pasos al can y dándole leves caricias.
—¡Papi! —Min-suk grita desde la cocina.
Yeonjun va a verla. Ella está sobre la mesa, cuidando de Jungwoon y con alerta a todo.
—¿Qué pasa, corazón?
—Papi ¿el perro se va a-a quedar mucho tiempo aquí?
—Es uno de los regalos de Sunoo—tuerce la boca.
—Pero-
—¿Pero?
—Me da miedo. Está alto y grande, papá —lloriquea, estirando los brazos al omega.
—Tienes que acostumbrarte, Min-suk.
Restregando sus ojos, asiente sin mas. Yeonjun toma al pequeño en brazos, llevándoselo a donde los demás estaban.
Min-suk muerde su labio inferior, pensando si bajar de la mesa o no, pero un ladrido fuerte la hace encogerse en su lugar. Seca sus lágrimas y suspira hondo varias veces. Su tía —psicóloga, sólo que ella no sabía que lo era—, muchas veces le ha dicho que necesitaba tranquilizarse y pensar bien todo lo que debía hacer.
—¿Qué haces aquí, bruja? —Soobin entra por un biberón de Jungwoon, yendo hacia el refrigerador.
—N-Nada —contesta, secando sus lágrimas y hablando con la voz gangosa.
—¿Estás llorando?
—Estoy bien, ya voy —oye las garras del gran perro chocar contra el suelo, eso indicaba que se estaba acercando—. ¡Papá! —grita, comenzando a desesperarse—. ¡Papá, ayúdame!
—Tranquila... no pasa nada, cariño —sin entender, Soobin la arrulla contra su pecho.
—¡Ahí está! —se cuelga sobre él, tratando de escalar más allá, para que el perro no la alcanzara.
Soobin saca al perro de la cocina, con los gritos de Yeonjun, molesto, porque el odiaba a los animales dentro de la cocina.
—Ya se fue,Min-suk, está bien.
—No quiero, papá, por-por favor —le ruega entre sollozos.
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—Cuando a MIn-suk la dejaban sola era con un perro, en un departamento diminuto —la agente Galilea se quita las gafas de lectura, reclinándose en su silla. La habían contactado después de un par de años después—. Era grande, un doberman creo. Pasaba más tiempo con el que con cualquier persona, pero el perro no era muy bueno que digamos. No sé si alguna vez alcanzó a hacerle daño...
Yeonjun frunce la nariz, evitando llorar, sintiéndose mal por haber regañado a su hija cuando esta lloraba por tener a el perro cerca. Soobin asiente y acomoda al pequeño bebé en su regazo.
—Lo mejor sería hablar eso con la psicóloga de Min-suk, ella sabrá que hacer en esos casos.
Yeonjun no dice nada y sale de la oficina, caminando a donde su hijos estaban, en la zona de juegos, pintando unas hojas y riendo.
—Hola, papi —Sunoo es el primero en saludar y pararse para abrazarle. La de hebras rojizas permanece sentada, con el rostro serio, en las últimas dos semanas, lo único que hacía era pelear con Yeonjun porque no la entendía.
—Hola, amor —acaricia su cabello y besa su frente—. Quiero hablar contigo, ¿si?
—Vale. ¡No pintes mi hoja, Min-suk! —le grita, saliendo con su padre—. ¿Qué pasa?
—Eh... ¿Qué tanto quieres a Boby?
—Mucho, papá, ¿por?
—¿Más que a MIn-suk?
La cara del niño se deforma, como si su padre acabara de decir la mayor tontería del mundo.
—¿Por qué lo dices?
—¿Has visto a MIn-suk llorar mucho?
—Sip, y no me gusta. ¿Por qué está triste y grita, papi?
—Tiene miedo, bebé.
—¿De?
—Mhm... de Boby.
—¿Por qué? ¡si es muy buena!
—Por... algunas cosas... pero por eso ha estado triste y asustada.
—No quiero que ella esté así, porque ya no baja a jugar conmigo al patio.
—Lo sé, Sunoo, necesitamos hacer algo para ayudarla.
—¿La señorita Sam no puede? Ella siempre lo logra.
—Sí, ella puede. Pero eso tardaría bastante y...
—¿Y...?
—Y mientras... necesitamos que Boby no esté en casa...
Sunoo lo piensa, mirando a su hermana a través del cristal. Ella pinta con un color azul, tal vez el cielo o el mar. A él le gusta ver a Min-suk feliz, porque cuando ella estaba feliz, jugaban siempre y se divertían mucho.
—¿Y dónde la llevarían?
—Buscaríamos un lugar seguro para ella.
El pequeño sonríe y asiente.
—Está bien, papi, Boby puede irse por un tiempo. Pero... ¿me llevarás a visitarla?
—Siempre que quieras, amor.
Orgulloso de su hijo, Yeonjun besa la cabeza de Sunoo.
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