17
La sala de espera está llena, al parecer su cachorro no era el único en llegar ese día. Tiene el bolso del bebé aplastado contra su pecho y los nervios a flor de piel, su lobo no ha parado de removerse en su pecho y sigue siendo escaso el alivio que encuentra cuando sus dedos nuevamente rascan sin cuidado la piel de sus brazos. Sus padres y los de Yeonjun estaban en camino, pero el tiempo parecía hacerse cada vez más lento. Antes de que llevaran al peligrisáceo para la operación, el doctor prometió hacer todo lo posible para no complicar las cosas en cuestión con la marca que Yeonjun aún no tenía.
―¡Soobin! ―su madre aparece por el interminable pasillo llamando su atención, tomada de la mano de su esposo. Ella se acerca y acaricia su cabello―. ¿Está todo bien?
—Soobin, mira cómo traes tus brazos... ―su padre acaricia éstos con las cejas hacia abajo. Están rojos y con algunas líneas del mismo tono causadas por sus uñas. Aunque no es peor a la imagen que demuestra su hijo, con el semblante bañado en preocupación, ojos brillantes sobre unas marcadas ojeras y el cabello revuelto.
—Perdón, es... No puedo controlarlo.
―Está bien, tranquilo ―presiona un beso en su cabeza y se sienta a su lado―. ¿Cómo está?
―No me han dicho nada.
―¿Lleva mucho ahí?
Y es que sólo decirlo desespera aún más a Soobin. ―Como una hora.
―No te preocupes, Soobin―el omega le acaricia la espalda con cariño, hablando suave―. Yo tampoco estaba marcado cuando te tuve y, mira, aquí estamos.
Pero aunque eso debería haber tranquilizado al alfa, no lo hace.
Los padres de Yeonjun llegan unos pocos minutos después, luciendo felices y preocupados a la vez.
―Buenas tardes ―dicen, sentándose en las bancas de en frente.
Soobin sólo desea que la espera termine.
— ♡︎ —
―Está bien y tranquilo. Al principio su ritmo cardíaco se aceleró pero logramos mantenerlo. El bebé se encuentra en revisión, en poco lo llevarán a la habitación ―el doctor le informa al alfa, quien luce ansioso con cada palabra―. El omega está descansando, espere un rato al horario de visitas para poder pasar.
―Bien, muchas gracias. ¿A qué hora sería el horario de visitas?
El hombre uniformado revisa su reloj, alzando las cejas.
―Oh, ahora. El tiempo se me pasó volando, sólo llene unas cosas con la enfermera de ahí ―apunta a la mujer que se encuentra detrás de un pequeño escritorio―, y podrá pasar.
Soobin va hasta ahí y le preguntan cosas sencillas como su nombre y cuál era la relación tenía con el paciente. Poco tiempo después, ya lo están llevando con su omega.
―¿Yeonjun...? ―asoma un poco su cabeza cuando abre la puerta, siendo cuidadoso de no hablar fuerte.
Las luces están apagadas en el pulcro y blanco lugar, sólo una pequeña lámpara en un mueble es la que alumbra la habitación y hay una beta ―quizás lo es― moviéndose alrededor de la camilla.
―Está dormido aún ―la enfermera habla susurrando―, no debe tardar en despertar.
Soobin asiente y ella se va, cerrando la puerta despacio. Controlando el temblor que pronto lo golpea en cada extremidad, se obliga a caminar a pasos lentos hasta llegar a Yeonjun, a quien le acaricia el cabello suavemente, sonriendo poquito. A pesar de estar dormido, luce cansado. El castaño comienza a reaccionar al aroma y las caricias del alfa, ronroneando y buscando más contacto.
―¿Soobin? ―su voz apenas sale en un hilo, ronca y gastada, sus pestañas revolotean buscando acostumbrarse a su entorno y los ojos del azabache brillan cuando éstos finalmente lo miran.
―Hola, amor.
―¿Y... Y nuestro bebé?
―Están revisándolo, pronto vendrá ―dice bajito, tomando una de sus manos.
―¿Está mal? ―aquello parece asustarlo, por lo que Soobin rápidamente niega.
―No, está bien. No te preocupes.
―Q-Quiero verlo.
―Yo también, Yeonjun, pero hay que esperar, ¿mh? ―le da un apretón leve a la mano en la suya y besa sus nudillos―. ¿Cómo te sientes?
Yeonjun hace una mueca, removiéndose apenas en su lugar. ―Cansado, adolorido y con ganas de ver a mi bebé.
Y tal vez habría seguido quejándose de otras cosas, de no ser porque la puerta de la habitación se abre y la misma enfermera de momentos atrás aparece, sosteniendo un pequeño bulto envuelto con una manta amarilla entre sus brazos.
Soobin ayuda a Yeonjun a sentarse, con mucho cuidado. La mujer enciende las luces, yendo hacia el omega que le espera ansioso y con una sonrisa que muestra sus molares y le causan tenues arrugas a los lados de sus ojos.
―Es... Es muy pequeño ―Yeonjun recibe a su hijo, llevándolo instantáneamente al calor de su pecho, y sus ojos lagrimean cuando se acerca a olfatear la cabezita del bebé y siente el aroma suyo y de Soobin entrelazados.
―Es totalmente saludable. 57 centímetros, 7 libras. Su ritmo cardíaco es estable ―la fémina les hace saber a ambos padres, quienes miran embelesados a la adorable criatura―. Tampoco presenta problemas respiratorios. Como dije, saludable.
El lobo de Soobin aulla en su pecho, orgulloso de su cachorrito recién nacido.
―Esperen un momento, iré a resolver unos asuntos y volveré con ustedes para que el bebé coma.
Ella se retira del lugar algo apurada, pero siempre manteniendo una sonrisa.
―No quiero que me veas hacerlo... ―acaricia la rozada y suave piel en las mejillas de su hijo, mientras se sonroja y baja la cabeza.
―Pero yo quiero estar.
―No, Soobinie. Es vergonzoso.
―Para ti todo es vergonzoso ―ríe entre un suspiro, sus dedos yendo a acariciar los finos caballos oscuros de su retoño―. Estarás alimentando a nuestro hijo, no le veo nada de malo.
―Pero...
―No me iré, Yeonjun.
―No te vayas a burlar.
―¿Por qué lo haría? ―pregunta, envolviendo a los 3 en un cálido abrazo, tan juntos como puede―. ¿Estás feliz?
―Sí, mucho ―recarga su cabeza sobre el pecho de su alfa―. ¿Y tú?
―Más que nunca.
La beta aparece nuevamente, lista para instruir a Yeonjun sobre cómo alimentar a su hijo. En todo momento, el omega estuvo sonrojado, viendo de reojo al alfa que nunca le quitó la mirada de encima cuando se desprendió la bata y también estuvo sonriendo, mostrando unas tiernas paletas delanteras. La joven enfermera explicó a Yeonjun la manera adecuada en acomodar al bebé para que los dos estuviesen cómodos, y él estuvo muy agradecido con eso, porque solo no hubiese podido. Cuando está listo, el mismo bebé comienza a olfatear y sollozar en su pecho, buscando algo para succionar, moviendo apenas sus diminutas manos.
―Ow, despacio ―Yeonjun sisea cuando el recién nacido encuentra su pezón y comienza a comer.
Y es una imagen que Soobin atesorará para toda su vida.
―¿Cómo le vamos a llamar? ―Soobin pregunta horas después, cuando su hijo se encuentra durmiendo plácidamente en una cuna del hospital, a un lado de la cama de Yeonjun.
El omega se inclina hacia atrás para mirar al alfa que todo ese tiempo lo ha estado abrazando. ―Ugh. Es la parte difícil.
―Veamos... Papá me dijo algunos.
―Te escucho.
―Dijo que a mi me iban a poner Vernon.
―No tienes cara de Vernon ―Yeonjun niega, jugando con los dedos entrelazados a los propios.
―Lo sé.
―Sunghoo. ¿Es un ángel?
―Mamá dijo Sunoo...
Ese parece ser del agrado del castaño. —Es lindo, me gusta.
—Sí, queda bien.
Yeonjun sonríe mirando el carrito donde su bebé se encuentra, complacido con el bonito nombre. Aunque su sonrisa se ve interrumpida cuando los labios de su alfa se unen a los suyos.
―Cuando salgamos de aquí y estés recuperado ―Soobin empieza a decir sobre su boca, sostenido al otro de sus mejillas y mirándolo con suma felicidad―, te haré la marca más bonita de todas, amor.
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