Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16


Habían pasado toda la mañana en casa, acurrucados y viendo películas. Todas fueron a elección del omega, y si el alfa podía opinar sobre ellas, diría que eran sumamente aburridas; el típico amor enredado entre tragedias mediocres, finales felices y esas cosas. Soobin sólo las absorbe con la vista sin hacer comentario alguno porque a Yeonjun le gustan y cuando las ve, no se está quejando de los dolores que el embarazado le provoca. Hoy cumplía 8 meses de gestación y su barriga parecía querer reventar. Por la noche irían a casa de sus padres al Baby shower, y gracias al cielo Yeonjun era buen actor e hizo como que no sabía nada cuando le dieron la noticia. Incluso lloró un poco para hacerlo más real.

Soobin desliza una mano dentro de la camisa de Yeonjun, quien está sobre su pecho, disfrutando el calor que su anatomía irradia y absorto en la pantalla del televisor. Acaricia su panza, casi siendo perceptibles los movimientos que da el bebé poco después, reaccionando a su padre. Baja su tacto en leves círculos, y siente al omega removerse apenas, incómodo. Sus dedos retornan hacia arriba, con tal de sentir más a su cachorro, pero el castaño lo detiene con una mano apretando en su muñeca.

—No lo hagas...

―¿Tocarte? ―se muestra extrañado cuando el cuerpo sobre él se tensa considerablemente.

Yeonjun tarda en mover su cabeza de arriba a abajo, afirmando. ―Muy arriba. No, no ahí.

―¿Por qué? ―frunce su ceño―. Siempre lo hago.

―Sí, pero ya no quiero.

La respuesta sólo hace preocuparlo un poco más.

―¿Sucede algo, omega? Habla conmigo.

Yeonjun niega, pegándose más al torso de Soobin y cruzando sus brazos sobre el pecho.

―Vamos, Yeonjun. Puedes decirme.

―Es vergonzoso, déjame...

―¿Es por el embarazo? ―nuevamente el asentimiento demora en llegar, pero esta vez siendo acompañado por un sonrojo en el rostro del más bajo―. Entonces no lo es.

―Soobinie... Me da pena.

―Amor, está bien. Dímelo. ―acaricia su cabello con parsimonia, es un intento para darle confianza al adorable omega que parece hacerse pequeño entre sus brazos.

―Yo... ―suspira audible, mira hacia un costado y relame sus labios―. Yo tengo de esos protectores para el pecho por.... Tú sabes...

El atisbo de una sonrisa cosquillea en las comisuras de su boca. ―No, no sé.

―¡Soobin! ―chilla, apenas logrando golpearlo en serio un brazo.

―Okay, okay ―se ríe―. ¿Era eso?

―Sí, es horrible.

―Es tierno ―dice, la imagen de su omega alimentando de su pecho a el cachorro que ambos hicieron es tan regocijante, que tiene brincando al lobo en su pecho, tan ansioso como él por igual.

―No lo es y estoy harto ―hace pucheros, mirando al otro con el entrecejo hundido―. Tengo 8 meses y casi no puedo ni respirar.

El alfa parece recordar algo con sus palabras. ― Oh, sí. Tenemos la cesárea programada en dos semanas, Yeonjun.

―Estoy nervioso, no quiero que nada salga mal.

Y es ahí cuando Soobin reacciona completamente, percatándose de algo que había ignorado desde un principio.

―No estás marcado...

Entonces lo suelta, tomando asiento en la cama y tirando de sus cabellos, inquieto.

―Tranquilo, Soobinie ―la preocupación que aflora en su corazón lo obliga a gatear hasta el susodicho, buscando entre caricias a su espalda y feromonas suaves apaciguar lo que atormenta al alfa―. Está todo bien.

―Si no estás marcado puedes hasta morir, Yeonjun. ¿Cómo voy a estar tranquilo?

―No va a pasar nada, ¿bien? Perdón por decir eso.

Sin responder, Soobin vuelva a recostarse trayendo consigo a Yeonjun, aspirando su dulce esencia que logra mitigar el malestar que lo recorre hasta la punta de sus pies y besando la coronilla de éste.

―Estaré bien, alfa.

Y quizás Soobin lo aprieta un poco fuerte en el abrazo desesperado donde se ve envuelto, pero no le importa, no cuando él parece demasiado afectado. ―No quiero que te vayas, no tú...

―No me voy a ir. Aquí me voy a quedar ―niega, escondido en la curvatura del cuello del alfa donde presiona un fugaz beso.

―Te quiero, Yeonjun ―confiesa y la voz le tiembla un poco, pero es tan sincero como lo dictama su corazón. Quiere transmitírselo, que lo sienta a flor de piel; cosquilleante, vívido y pulcro como él lo siente en ese instante. Y es asfixiante el hambre que le proclama esa sensación, que se ve alimentándola con sólo acercarlo hasta lo imposible contra su cuerpo.

El corazón de Yeonjun bombea fuerte en su caja torácica, tanto, que cree que se saldrá disparada de allí. Trata de mantenerse al margen y busca contestarle de igual manera, con una sonrisa y ojos centellantes amenazando en dejar escapar un par de lágrimas.

―También te quiero, Soobin.

           
           

           

          — ♡︎ —

          

          

Yeonjun le sonríe con cortesía a cada invitado que llega a la casa de los padres de Soobin. No conoce a nadie, y le da nervios cuando alguien se acerca a saludarle. Tampoco sabe dónde se ha metido Soobin, probablemente esté junto a sus primos en algún rincón de la morada, pero el omega lo quiere aquí. A su lado.

―Hola ―una niña, de al menos 5 años, lo distrae cuando tira de su camiseta. Ésta última es del alfa y por su estómago ya no le queda tan grande.

―Hola, pequeña ―sonríe a la vez que le acaricia el cabello, nota lo adorable que se ve con diminutos abrochadores brillantes entre sus hebras lizas y cintas de colores.

―¿Tú eres el novio de Soobin?

Yeonjun alza las cejas, un poco turbado ante la pregunta. ―Oh, sí, creo...

―¿Por qué mamá dice que tienes un bebé dentro? ―rasca su barbilla, mirando con orbes grandes y curiosos su barriga, su mirada le recuerda a alguien―. ¿Cómo lo metiste ahí? ¿Te lo comiste?

El castaño ríe enternecido ante las inocentes preguntas de la infante y niega.

―Bueno... Yo...

―Niña, vete con tu madre ―irrumpe una voz, portadora de un fuerte aroma a alfa que pone ansioso al lobo de Yeonjun.

― ¡Soobinie ! ―ella se abraza a las largas piernas del recién nombrado y él le aprieta las mejillas.

―Tu mamá te está buscando.

―¿Cuál de ellas?

―Averígualo.

La niña se va corriendo hasta donde dos mujeres se encuentran conversando entre sí. Una es más alta, y la que es más baja, se nota más delicada y es la primera en abrazar a la pequeña criatura.

―¿Estás bien? ―Soobin reposa su mano detrás de la espalda de Yeonjun.

El omega asiente con una mueca.

―Estoy bien, pero no conozco a nadie.

―¡Chicos! ―el padre del alfa entra del patio, sonriéndoles―. Al fin los encuentro, en especial a ti, Yeonjun.

―Hola, papá ―Soobin se acerca al mayor, envolviéndolo en un abrazo.

―Hola, hijo ―acaricia su espalda, y dirige su mirada hacia el otro, estirando su mano para tomar la del omega―. Acompáñame a un lugar, Yeonjun.

Sin decirle la razón de ello, lo conduce por las escaleras hasta la planta superior donde, al llegar al final de reducido pasillo, lo adentra una habitación que desconoce.

―Aquí dormía Soobin ―comienza a relatar, inspeccionando el lugar a la vez―. Quiero darte algo que mi hijo usó hasta que tuvo como... 4 años ―se decide por acercarse a buscar entre las mantas de la cama que está en una esquina―. Después lo puso... Oh, debajo de la almohada.

Alza un par de almohadas y toma el objeto en manos, girando hacia Yeonjun con una sonrisa.

―Ten ―con cuidado, como si de algo frágil y valioso se tratase, lo deja a su poder―, es la cadena de Soobin. Siempre la tuvo con él, creo que es como de la suerte y es muy especial para él.

Siente frío en la yema de sus dedos cuando la acaricia, y es mínima, apenas perceptible, la esencia de Soobin que proviene del objeto y llega a picar en su nariz. El collar de oro se reluce a pesar del tiempo en haber sido abandono dentro de la solitaria habitación, tiene una pequeña placa y el nombre del alfa está grabado en ella.

―Es muy linda, gracias.

―De nada, ahora ven aquí.

Otra vez, toma su mano y lo conduce a la habitación de al lado. Ésta es más grande y el aroma de la alfa, Irene, predomina demasiado por cada rincón, por lo que se mantiene de pie en el marco de la puerta. Entre los cajones de un armario, el señor Suho escarba.

―¿Tienes estrías?

―Mmh, sí... ―Yeonjun se sonroja poquito cuando habla.

―¿Soobin lo sabe?

―Sí, y dijo que eran lindas.

―Lo sé. Así son los alfas, aman todas las marcas que el embarazo te deja.

―¿Lo es?

El omega más grande asiente, se acerca a su dirección y le tiende un bote de crema.

―Cuando llegue el momento de la cesárea no sabes cómo se va a poner ―se ríe―. Es para las estrías, pueden ser lindas para mi hijo pero a veces duelen, esto te ayudará.

―Muchas gracias —lo abraza con bastante trabajo por su estirado vientre.

―También quiero que sepas que aunque Irene sea muy tosca, es buena y te quiere. Está feliz de que estés con Soobin, después de lo de...

—Yeji, lo sé. Soobin me lo dijo.

El hombre sonríe, sin decir algo más, pues no es necesario.

Después de acompañar al castaño a guardas las cosas en su bolso, ambos omegas bajan y ahora todos los invitados están reunidos en la sala principal. Soobin presenta a Yeonjun como su omega ante todos, y él no podía estar más feliz por ello.

Los regalos fueron buenos y les cayeron bien porque aún no tenían nada. Esa semana debían de ir por una cuna, o su cachorro dormiría con ellos. Yeonjun se siente a gusto en todo momento, la familia del azabache fue muy agradable y dulce con él, también conoció a los padres de Felix y le agradecieron por lo que hizo. Irene tampoco hizo algún comentario fuera de lugar, hasta se mostró amable y lo ayudó en varias ocasiones para que no se esforzara demasiado.

Estaba bien. Yeonjun se sentía feliz de estar rodeado de gente buena.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro