10
La mañana de aquél día parecía comenzar tranquila.
Oh, bueno, no tanto como lo deseaba Soobin.
A unos pasos considerables de su ubicación, del lado contrario del pasillo, Jiho, una bonita y codiciada omega acomodaba su blusa para que su escote luciera, preparándose para su objetivo en mente. Arregló su cabello —lo alisó por la mañana― frente al pequeño espejo entre sus dedos, dejándolo luego dentro de su casillero, retocó un poco su labial por último y cierra la puerta, respirando pausadamente hasta lograr aunar la suficiente confianza para dirigirse hacia donde se encontraba cierto alfa azabache, guardando sus cosas.
—Hola, Soobin—pasa sus manos algo temblorosas por sus pantalones ceñidos y sonríe, buscando no mostrarse nerviosa por mucho que lo estuviera.
El contrario la mira, pero al parecer su belleza y dulce escencia a canela no son lo suficientemente llamativas cuando sus ojos pasan rápidamente de ella hacia la escena que sus ojos perciben detrás de su silueta, su ceño se frunce y para afirmarse de que tal vez esté viendo mal parpadea un par de veces, pero la imágen sigue ahí, intacta y clara, causándole una sensación molesta en el pecho, por lo que se obliga a retomar su tarea de ordenar sus libros. Su rostro es neutro, sin ninguna expresión especial, pero su mandíbula está apretada fuertemente.
―¿Sabes? Mi... Mi celo se acerca, y me preguntaba si-
―No —las palabras salen de manera automática acorde a cuando cierra su casillero, colgándose la mochila sobre el hombro con brusquedad.
―Pero-
―Muévete, necesito resolver algo ―habla grueso y la chica, cohibida al igual que su lobo, se hace a un lado.
Soobin camina pesado, gruñe internamente cuando su lobo también lo hace, celoso ante la escena frente a él. Yeonjun está abrazando a Felix; desconoce la razón, tampoco quiere saber el por qué, pero lo que si quiere es que se suelten en ese mismo instante.
―¡Soobin! ―el omega chilla cuando es jalado hacia atrás, no necesitó voltear para saber quien era, lo reconoció por su esencia y su torpeza característica.
―Joder, Soobin, puedes lastimarlo así, o al bebé ―su primo dice, alarmado, acomodando sus prendas.
―Nunca le haría daño a mi cachorro ―contradice, y olfatea el cabello de Yeonjun lo más discreto que puede estando parado a su espalda, su lobo obligándolo a apoyar su mejilla en el mismo cuando siente la esencia de otro alfa en el omega que lleva su cachorro y restregarse poquito para llenarlo de la suya.
Aquella acción no tan sólo lo calma al instante, además, le afirma la duda que había rondando constantemente en su cabeza todo el tiempo; en los últimos días el olor de Yeonjun se había intensificado, volviéndose más dulce y adictivo ―también podía atribuir a que cada vez su celo estaba cerca―.
―Como digas ―el castaño se aparta con un bufido, arreglando su cabello―. Estaba hablando con Felix sobre su cumpleaños.
―Oh, sí ―la sonrisa vuelve a hacer acto de presencia en el rostro del menor de los tres, dirigiéndose ahora a su primo―, haré una fiesta, el viernes de la próxima semana, daré invitaciones y-
―¿Por qué te abrazaba?
Felix lleva una mano a su pecho con dramatismo, ofendido ante la ignorancia de Soobin
―Porque quise ―el omega responde tajante cruzando los brazos, sintiendo a su lobo desafiante, su cachorro dándole el valor suficiente cuando lo siente removerse ligero en su pancita. En realidad, parecía más un gatito rogando por caricias que algo intimidante.
―¿Sí? bueno, vamos, Yeonjun―Soobin toma de la mano al castaño, comenzando a caminar sin importarle despedirse de su primo.
―¡Nos vemos después Felix, para la asesoría! ―grita con lo poco que su cuerpo puede girarse hacia la dirección del menor, todavía siendo arrastrado por el pasillo―. Me lastimas el brazo ―reprende, soltándose del agarre de Soobin.
Soobin parece recapacitar en los cortos segundos donde inclinó la cabeza hacia abajo con los labios apretados, unos hoyuelos marcándose en sus mejillas, y Yeonjun cree haber visto una expresión afligida en él. ―Lo siento, no quise ser brusco.
―Lo eres, Soobin, no quiero que seas así con el cachorro.
―No lo seré, lo prometo.
Yeonjun muerde su labio inferior, no muy seguro de sus palabras.
―¿Por qué te molesta verme con tu primo?, es mi amigo ―pregunta, acariciando su antebrazo.
―Porque no me gusta ―contesta sin mirarlo, Yeonjun se empuja hacia adelante para buscar sus ojos, pero estos siguen impasibles mirando el panorama de en frente, y no le toma mucho saber que hay algo más detrás de esa simple respuesta.
―Pero no es-
―Me pone celoso, ¿ya? ―revela, volteando a mirarlo rápidamente con ojos oscurecidos.
Yeonjun se abstiene de reírse en su cara.
―No tienes por qué, ¿sabes? Tú mismo lo dijiste, no soy tu omega, entonces yo tengo que buscar un alfa.
―Dios, no buscarás ningún alfa, Yeonjun.
Era inútil comenzar otra vez la misma pelea.
―Entonces... ¿Soy tu omega? ―se aventura a preguntar, y se siente estúpido, porque aunque conozca de antemano y memoria la respuesta, todavía sigue guardando un poco de esperanza en que en algún momento será diferente a como lo es siempre.
Tan inocente.
―No. Pero no lo harás al menos hasta que el bebé no haya nacido.
―Bien... ―asiente sin querer agregar algo más y ser insistente, jugando con el borde del suéter del alfa que lleva puesto, ese que era su favorito y le dio en su casa.
Soobin aclara su garganta, cambiando de tema.
―Quería pedirte que-
―¿Vaya al baile contigo?
Soobin lo mira, y no se detiene a pensar por qué sus ojos parecen más brillantes en ese instante. ―¿Qué? No. Quería pedirte que me acompañaras a la feria del pastel que llegó hace poco.
―¿Cómo una cita?
Yeonjun pudo esperar una reacción molesta por parte del otro, tal vez un comentario sarcástico hasta desembocar en un rotundo "no", pero su sistema no estuvo preparado para ver al azabache sonreírle vagamente, casi con simpatía, y que su omega se sintiera tan sumiso cuando lo escuchó contestarle con lentitud y tranquilidad―. ¿Quieres que lo sea?
―Sí, por favor ―junta sus manos, moviendo su cuerpo de lado a lado.
―Está bien, entonces...
―¿Cuándo?
—El sábado está bien.
⋆ ✧ ⋆ ✧ ⋆
El sol comenzaba a ocultarse entre las nubes cuando Soobin, casi en tiempo justo, se encontraba frente al hogar del omega. No había terminado de alejar su puño de la puerta al momento que golpeteó ésta, que Yeonjun le abrió a una velocidad inhumana, casi asustándolo en el proceso. No lo juzguen, estaba muy emocionado, el sólo pensar que tendría una cita con el alfa le daba muchas esperanzas.
―Hola, Soobinie―susurra con una meliflua sonrisa, sus mejillas rosadas brillantes como su presencia misma―. ¡Adivina qué!
―No lo sé, ¿es algo malo?
―Nop, pero si vergonzoso ―alza su camisa, mostrando la orilla de sus pantalones negros donde un elástico le da soporte a su pancita de casi 6 meses.
Soobin ríe por lo adorable que puede llegar a ser Yeonjun sin ningún tipo de esfuerzo. —Pero son más cómodos, ¿no?
―Sí, no aprietan y no le hacen daño al bebé.
―Te quedan bien. Ahora vamos, o no alcanzaremos entradas para el show.
―Iré a avisarle a mamá.
Yeonjun va con su madre a decirle que Soobin había llegado por él. La señora Choi se despide diciéndole a su hijo que se cuide de las malas personas cuando lo abraza, y el omega deja la casa prometiendo que lo hará.
El viaje en auto es silencio, pero Yeonjun se mostraba emocionado. Nunca dejó de sonreír o soltar feromonas haciendo saber lo contento que se encontraba con la situación, a diferencia de Soobin, que estaba notablemente nervioso. Esperaba que Felix y TaeHyun estuviesen haciendo las cosas bien a como lo habían planeado, de lo contrario, jamás se los perdonaría. Oh, por cierto, el auto era de su padre, quien felizmente le prestó a su hijo cuando escuchó decirle que sería para darle un paseo y una sorpresa al omega.
Al llegar a su destino, compran las entradas y agradece que sean muy baratas. Con el omega tomado de su muñeca se adentran entre tanta gente, sus ojos recorriendo la gran cantidad de puestos donde venden pasteles de distintas variedades, platos con pedacitos de éstos para probar y demás. A Yeonjun le brillan los ojos al ver tanto dulce junto.
―¡Quiero probar todos! ―sonríe, mirando alrededor, decidiendo por cual iría primero.
Soobin suspira, tocando sus sienes, pensando si esto había sido buena idea.
―Empecemos por aquí ―el alfa indica, caminando a un puesto donde se especializaban sólo en pasteles de chocolate.
Una beta muy amable los recibe, extendiendoles un pequeño plato con algunas muestras. Yeonjun es el primero en tomar uno, y gime al sentir los sabores explotar en su paladar. La jóven les da una pequeña explicación sobre como es su proceso de elaboración, y el omega la escucha bastante interesado en el tema. Soobin, por otro lado, baja la mirada hacia su reloj repetidas veces, atento a cuando llegara la hora de ejecutar el plan.
―Mira, Soobin. Ahí dice que si ganas el juego te dan un gran pedazo de cheesecake.
―Que bueno ―contesta, sin prestarle atención realmente.
―Quiero que juegues para mí, ¿si? ―lo empuja hasta el puesto.
―No lo haré, mejor te lo compro.
―Pero así no es divertido ―golpea el suelo con su pie en un adorable gesto―, de esta forma es romántico.
―No quiero que sea romántico.
Un puchero se forma en los labios del de hebras castañas, haciendo que el alfa rodara los ojos, terminando en hacer presencia una sonrisa en su rostro.
―Eres demasiado chantajista, omega ―se aproxima al puesto, pagando luego un boleto para comenzar el juego.
Yeonjun aplaude felíz.
Para buena suerte del omega, Soobin gana. Le entregan su premio, y sí, era un gran pedazo de pastel, es pesado y Yeonjun apenas puede sostenerlo, pero de igual forma lo hace felíz. El azabache sin ser muy conciente del tiempo que había transcurrido mira su reloj, alarmado al notar la hora. Las 8pm.
―¡Dios! vamos o llegaremos tarde.
El omega no pasa por alto el nerviosismo del otro en cada paso torpe que avanzan cuando lo lleva hasta una carpa donde, en lo alto, de un cartel brillante se lee: "La historia del origen del pastel". Le es imposible no murmurar una queja cuando imagina lo aburrida que será su siguiente parada.
―No quiero ver eso, Soobin, no es divertido, quiero conseguir más pruebas.
―Por favor, cállate y entra que no me prestaron el lugar para más.
Yeonjun no cuestiona ante la insistencia del otro y con curiosidad se adentra, el lugar está oscuro y las luces de repente se prenden, apuntando a la pantalla vacía. Los lugares a su alrededor están vacíos, demostrándoles que se encontraban solos en aquel espacio.
―¿Ya? ―Soobin pregunta en un grito a lo alto, desconcertando al omega.
Una pancarta pintada a mano cae sobre la pantalla, y en ella puede leerse "Perdón por ser idiota, no puedo evitarlo" en letras grandes. Yeonjun sólo atina a reír sin entender la situación.
―¡TaeHyun! ―esta vez el grito del alfa expresa enojo y pronto la risa del recién nombrado se escucha en el lugar.
Ahora si, otra pancarta cae. Ésta se encuentra decorada con adornos sutiles y escrita con una linda letra: "¿Quieres ir al baile conmigo?"
Yeonjun abre sus labios sorprendido, sus manos apretando las mangas de su sueter conteniendo la impresión. ¿Realmente Soobin iba en serio cuando dijo sobre hacer especial la invitación? ¿Todo aquello lo había llevado a cabo para impresionarlo?
—Dijiste que dirías que si, Yeonjun...
El castaño asiente repentinas veces con felicidad sin poder procesar todavía la situación y su bebé da algunas pataditas en su vientre. Abraza a Soobin enternecido, y el alfa también lo envuelve en sus brazos, negando con una sonrisa al notar detrás de unas cortinas lejanas a su primo contando unos billetes y dándoselos a TaeHyun, quien sonríe gustosamente.
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