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Extra 02

     —¿Estás listo?

     La voz del Alfa suena a sus espaldas. Es gruesa y siente su olor intensificarse con cada segundo que pasa. Mark tiembla con sólo oírlo. Voltea a verle y está sin camiseta, con el torso marcado al aire.

     —Y-Yo —Johnny alza una ceja, totalmente impaciente—. S-sí, está bien.

     Con los ojos vidriosos, el más alto se le acerca y los latidos de Mark se aceleran. Le quita la camiseta con mucho cuidado, besando su hombro desnudo.

     —Tienes que estar seguro.

     —Lo estoy —aclara con voz quebrada.

     —Puedo hacerlo sólo si estás seguro.

     —Te dije que sí.

     Rondando los ojos, el Alfa lo recuesta en la pequeña cama de su habitación. Mark gime al sentir el calor del más alto cubrirle, se siente seguro ahora.

     —¡Johnny! —chilla al momento de que el nombrado pasa sus labios por su estómago plano.

     Los besos que el azabache le da por todo el cuerpo hacen que se pierda, fijándose únicamente en lo bien que se siente.

     —Ah~ Johnny —vuelve a decir su nombre, en un gemido ahogado.

     Johnny ha comenzado a prepararlo con los dedos, evitando gemir cuando toca la húmeda entrada del omega. Muerde su cuello suavemente, tratando de no romper la piel, por más que quiere.

     —¿Listo?

     Mark asiente.

     —¿Seguro?

     Traga saliva, pero vuelve a asentir.

     Johnny sisea, entrando en Mark y él quiere gritar de tan bien que se siente. El Omega sólo abre los labios en grande, nada saliendo de ellos.

.

.

.

     Doyoung seca las lágrimas de su amigo, sonriendo triste.

     —Tienes que decirle, Markie.

     El Omega niega repetidas veces.

     —Me da miedo.

     —No debería. Es su hijo. Es un Alfa, Mark, no sabes cómo se va a poner cuando se entere de que no le dijiste.

     —Pero-

     —Mira, ahí está él —apunta con la cabeza, hacia donde el azabache estaba con su propio Alfa, Jaehyun—. Tú dile y si él no te quiere escuchar, entonces eso ya es problema de él.

     —Doyoung, no-

     —Ve, Mark —le empuja, tirándole un beso a Jaehyun.

     El Alfa de cabello castaño camina con una sonrisa hacia Doyoung, viendo a Mark pasar a su lado.

     Mark camina a Johnny y éste, sin darse cuenta del más bajo, avanza hacia la cafetería. A Mark no le queda más que seguirle. Observa al azabache sentarse en una mesa, solo, ve a Ten acercarse, pero él niega con la cabeza, el Beta tuerce la boca y se aleja, sin insistir más.

     —Umh —se sienta en la silla del frente.

     El Alfa ni siquiera se molesta a alzar la mirada, con el aroma sabe perfectamente quien es.

     —H-Hola —con nerviosismo, Mark dice. No sabe cómo empezar.

     Johnny prosigue comiendo la fruta con yogurt de su plato, el que trajo de casa.

     —Johnny... yo...

     Otra vez, parece no hacer caso. Pero lo que no sabe, es que toda su atención está sobre él, desde que lo olió, entrando a la cafetería.

     —Quiero hablar contigo...

     —¿Y qué estás haciendo? —Con una ceja alzada, bebe de su botella de agua.

     —Es... importante.

     —Defínelo.

     El Omega no entiende a que se refiere con eso. Mueve su cabeza de un lado a otro.

     —Es en serio...

     —Entonces sólo dilo.

     —Pero no sé cómo.

     Suspirando, Johnny tira su cabello hacia atrás.

     —Sólo dilo, rápido. Lo que sea que vayas a decir, no me importa.

     Mentiroso. Su Alfa interno se burla.

     —Estoy... estoy emba-

     Johnny se levanta, acomodando sus cosas lo más rápido que puede, ni siquiera termina de escuchar al Omega

     —¡Johnny! —Lloriqueando, corre detrás del Alfa. Se siente humillado porque todos lo están viendo—. ¡Es serio! —Le grita.

     —Lo que sea que vayas a decir, no me interesa.

     —¡Sólo déjame decírtelo y ya! —Ve al Alfa detener su paso y él lo hace también, quedando cerca.

     —No quiero oírlo —mira a otro lado, mordiendo sus labios.

     Si Mark no lo hacía, se sentiría culpable después y la culpa le seguiría por el resto de su eternidad. Y si eso pasaba, él no iba a disfrutar a su bebé cuando naciera -si es que tenía suerte-.

     —Sólo hazlo y vete.

     —Estoy embarazado —baja la mirada, apenado. Cuando la levanta, el Alfa ya no está ahí.

.

.

.

     Mark se muerde las uñas, golpeando la prueba sobre su rodilla. Positivo. Vuelve a posar su vista sobre las dos rayas azules y maldice internamente. ¿Cómo le diría a Johnny?

     Cuando fue de Sungchan, estuvo terrible, acepta que tiene miedo de la reacción del Alfa. Aunque, llevan siendo pareja algunos años, no sabe cómo hacerlo. Tira todo a la basura, envuelto en papel de baño para no dejar rastros de nada. Sale y Sungchan está acostado en el sillón, adormilado con la cabeza sobre el hombro de Yeri. Ya están grandes, pero Mark los consciente dejándolos tomar biberón por las noches. Así que ambos toman la leche, con la mirada fija al televisor.

     —¿Ya casi viene papá? —Yeri pregunta, quitando la cabeza de su hermanito -ya dormido- de sobre su hombro—. Dijo que hoy terminaría de contarnos la historia del mono Yuta y la rata Ten.

     —Estará pronto aquí, amor. No te preocupes.

     —Estoy seguro de que hasta Yeri sabe hacer una ecuación con dos incógnitas —la voz del Alfa se oye, entrando por la puerta.

     Mark sonríe al verlo. En el cabello tiene algo de nieve y su chaqueta también.

     —El estúpido de Yuta hoy fue a la oficina. Ni siquiera sabía que existían las ecuaciones de dos incógnitas —camina hasta la sala, besando la cabeza de sus dos hijos—. Eres un mal maestro, Mark.

     —¿Papá es maestro de grandes? —La pelirroja restriega su ojo, escuchando atenta—. Pensé que sólo era de bebés.

     —Le di clases a Yuta hace años.

     —No sirvieron de nada, al parecer —carga a Sungchan, burlándose de su Omega.

     Mark sonríe a medias. Y no es que no le hubiese causado gracia, sólo que aún pensaba en cómo decirle.

     —Vamos, Yeri, se hace tarde y mañana es sábado.

     —Mejor, puedo dormir hasta tarde.

     —Es sábado y tienes que dormir temprano porque yo lo digo, Yeri.

     La niña bufa, pero camina hasta su padre, tomando la mano que él le ofrecía. Mark los sigue tranquilamente. Sabe que Yeri pediría, no, exigiría que le contaran la otra parte del cuento, así que quería estar ahí.

     Mark ya comenzaba a sospechar sobre su embazado desde hace ya unas cuantas semanas atrás. Sentía que su Omega sufría cada vez que se tenía que separar de Johnny, quería sentirlo cerca y aun teniéndolo cerca parecía estar lejos. Disfrutaba mucho del calor que su Alfa le daba por las noches, cuando se acostaban a mirar una tonta película romántica -como el más alto las llama-.

     Piensa en distintos escenarios sobre cómo decirle, unos son mejores que otros, pero en ninguno acaba bien la cosa. Mientras Johnny contaba el cuento, nota a Mark bastante distraído, ya que casi siempre está pendiente de que, si dice algo ofensivo, él lo calla, porque dice que ese vocabulario no es correcto para la niña.

     —¿Estás enfermo? —El Alfa le pregunta a su Omega, acariciando el cabello que cae por su frente. Lo siente negar desde su pecho. —¿Entonces?

     —Estoy bien, no tengo nada —encoge sus hombros, reacomodándose en el sillón.

     —Hueles raro —hunde su nariz en la cabellera rubia del más bajo.

     —Yo... no-

     —Coco con Piña... —sigue olfateando, con su Alfa chillando de gusto en el fondo de su pecho sabiendo de que se trataba.

     —No sé de qué hablas, ¡deja de hacer eso! —Lo aleja, consiguiendo una postura recta en su asiento.

     Johnny suspira, pasando las manos por su cara.

     —¿De cuánto estás?

     —No lo sé —juega con sus dedos. —Apenas hoy me enteré.

     —¿No te habías dado cuenta?

     Mark mueve su cabeza de un lado a otro, entre sí y no.

     —Hasta yo ya sabía y tú no.

     Los labios del Omega se abren, sorprendido al ver la sonrisa en los labios de su Alfa.

     —¡Johnny! —riendo, se tira sobre él a abrazarlo, el Alfa lo recibe, apretándolo entre sus brazos. —Pensé que te molestaría, como cuando fue lo de Sungchan-

     —Lo de Sungchan era diferente, amor —besa su cabeza. Olía muy bien y su Alfa estaba agradecido de sentirlo—. Ahora estamos bien y estoy feliz, Markie.

     El Omega alza el rostro, acercándose tímidamente al Alfa y éste, sin esperar más, une sus labios en un suave beso. Ambos sonriendo mientras lo hacen.

     —Te amo —Johnny suelta, oyendo el ronroneo de su Omega desde el hueco de su cuello—. Mucho.

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