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Capítulo seis

     Han pasado sólo 10 minutos desde que había empezado con las asesorías y gracias a Dios Johnny no ha hecho nada más que gruñir cuando el Omega y su primo quedan demasiado cerca o se sonríen entre sí. Para Mark, se sentía agradable; estaban debajo de un árbol que les daba sombra, el aire hacía que sus ramas chocasen e hicieran un ruido relajante.

     —¿Cuánto tiempo van a tardar aquí? —pregunta, interrumpiendo mientras está escribiendo algo en su celular.

     —Como... una hora o un poco más —Mark mira el reloj que adorna una de sus muñecas.

     —Bien. Me voy —se pone de pie—. Toma esto, si quieres puedes comprarte lo que sea para comer —Deja unos billetes dentro de la mochila del Omega y se comienza a ir.

     —¿Irás a trabajar?

     El Alfa sólo encoge sus hombros, pero nunca detiene su paso.

     —¿Es difícil tratar con él, Mark? —Yuta pregunta, una vez Johnny ya no se encuentra en su campo de visión—. No sé por qué actúa así contigo. Muchas de nuestras tías lo aman por ser protector.

     —No sé, desde siempre ha sido así conmigo.

     —¿Así cómo?

     —Como hostil e idiota.

     Yuta asiente riendo por lo bajo, copiando unas cuántas cosas en su libreta.

     La asesoría va bien, el Alfa aprende bastante rápido al parecer. Yuta siempre fue amable con él y en ningún momento insinuó algo o dijo cosas subidas de tono. Al contrario, dijo que estaba feliz de tenerlo en su familia y aún más feliz de que pronto sería tío. Dijo que, de los primos, Johnny era el primero en emparejarse y tener un hijo. Bueno, igual el Alfa era de los más grandes de entre sus primos, su familia era joven aún.

     Con el dinero que Johnny le dio, vio que podía comprar algunas cosas en el supermercado. Eso sería mejor porque así con eso comerían los dos. En el pequeño lugar compró algo de beber, pan, ramen instantáneo y leche de fresa, porque sabía cuánto el Alfa amaba tomarla. También recargó su celular con algo de saldo. Vio la hora y ya eran cerca de las 6 p.m. y todavía tenía que esperar por el autobús que lo llevara a casa. Caminando a la estación, pasó por una tienda de arte, ahí compró una lata pequeña de pintura blanca en aerosol. Tenía un trabajo con Doyoung el viernes, así que mejor lo compraba de una vez.

     En el camino, suspira feliz, sólo quiere llegar a casa y comer algo, para después tomar una ducha y dormir hasta el día siguiente.

     Cerca de las 7 p.m. está abriendo la puerta de su hogar. Huele a cigarro y otras cosas que revuelven su estómago, por la entrada de la cocina puede notar apenas salir una finísima capa de humo. Dentro está Johnny, acompañado de dos Alfas más y a esos Mark no los conoce. Hay botellas vacías en la mesa, también vasos sucios y una botella de whisky barato a medio tomar.

     —Ehh... —Mark entra con las bolsas y las asienta en la mesa del comedor.

     —¿Es tu omega, Johnny? —Un Alfa en completa ebriedad -y tal vez drogado-, pregunta. El más joven no contesta. —Tiene buen culo.

     El Omega abre su boca, pero no sale nada, sólo mira con incredulidad a Johnny asentir, y después reírse. Los otros le siguen.

     Mark se prepara un sándwich, bajo la mirada burlona de los tres Alfas. Cuando termina se va sin decir nada a su habitación. Ahí pasa todo el tiempo, encerrado. Más tarde, se ducha rápido y con el cabello húmedo, se duerme. No durmió bien, se despertaba a cada rato, siempre oyendo risas provenientes de afuera y un poco de música. La última vez que despierta, un olor desconocido y nada agradable llega hasta sus fosas nasales sobresaltándolo, rueda su cuerpo y choca con algo o, mejor dicho, alguien. Se para a prender la lámpara, y el Alfa a su lado no era Johnny, lo sabía, pero quería confirmarlo. Mira la hora y ya es de día, incluso se ha pasado la hora de ir a clases.

     Con temor, camina a la cocina y... ¿Qué mierda, Johnny? Se pregunta en su interior. En la pared más grande de la cocina está escrito -con el aerosol que Mark compró-: "Johnny y Sehun son putos". Mark supone que Sehun sería uno de los Alfas, pero en verdad no importa.

     —¿Qué es esta cosa, Johnny? —El Omega pregunta, pasando sus dedos por la pared arruinada.

     —No te pongas así —el Alfa desconocido dice—, es un juego.

     —¡Esto no es un puto juego! —Le grita, colérico—. ¡Tal vez tu vida sea un puto juego, pero la mía no!

     Rápido, va a donde dejó las bolsas del super y... no hay nada más que bolsas vacías.

     —¿Dónde está lo que compré ayer?

     —Teníamos hambre —esta vez es Johnny quien contesta, con obviedad.

     Mark sale de la cocina, buscando su celular. Marca el número de Jaehyun, no se acuerda como lo consiguió y tampoco le importa ahora.

     —¿Sí? —La voz del Alfa pregunta, confundida.

     —¿Hyung? Soy Mark.

     —Oh, Mark. ¿Algo va mal? Ni Johnny ni tú vinieron a clases hoy.

     —¿Estás en clases justo ahora?

     —No, estoy con Ten en el receso. ¿Necesitas algo?

     —Yo ¿Puedes... P-puedes venir? —Solloza.

     —¿Te hizo algo Johnny? —Oye unos susurros, pero no son entendibles—. Estoy yendo con Ten, no tardamos nada.

     Mark sale de la casa, sentándose en la puerta a esperar por el Alfa y el Beta. 10 minutos después, ellos llegan, sudados y agitados. Al parecer habían corrido desde la escuela hasta ahí.

     —¡Mark! —Ten se acerca, ayudándole a que se ponga de pie. El Omega rápidamente se abraza a él, ignorando su cuerpo sudoroso. —Tranquilo, está bien...

     —N-No lo soporto —dice entre lágrimas─, quiero irme a casa.

     Jaehyun se acerca y acaricia el cabello de Mark.

     —¿Nos dirás que pasó?

     —Cuando llegué ayer, Johnny estaba con dos Alfas tomando y bueno, los dejé para no molestar. No dije nada y me fui a la habitación. Me dormí cerca de las 11 y ellos aún no se iban, pero pensé que lo harían y para cuando despertara ya no habría nadie... —sorbe su nariz—. Hoy desperté y había un tipo durmiendo a mi lado, no tengo idea de quién es. Y cuando fui a la cocina en la p-pared... —su voz se quiebra sin dejarlo terminar y llora enterrando su rostro en el pecho de Ten, el beta de cabellos negros sólo acaricia su espalda, calmándolo.

     —Tranquilo, Mark. Iré a dentro a ver —Jaehyun dice, entrando—. Quédate aquí con Ten.

     Los dos asienten, quedándose justo donde están.

     El Alfa entra a la casa, sintiendo el olor a alcohol, cigarro y marihuana. Gruñe molesto. Camina a la cocina, donde siguen Johnny y el otro tipo, riéndose de absolutamente nada. Mira la pared y niega. ¿Qué mierda estaba mal con Johnny? Él no lo conocía así.

     —¡¿Qué mierda es esta, Johnny?!

     —¿Qué?

     —¡Eso! —Apunta la pared, y el azabache sólo encoge sus hombros.

     —¿Qué mierda, hombre? —El otro tipo habla—. ¿Tú quién eres para venir a casa de Johnny y gritarle?

     —¿Y tú quién eres para venir a casa de Johnny y su Omega para hacer puras estupideces? —Jaehyun se acerca a él, enfrentándolo. —¿No tienes casa o qué, pedazo de mierda?

     Mark oye toda la pelea desde afuera junto a Ten. A pesar de ser un Beta, se siente más protegido con él que con Johnny.

     Jaehyun saca a los dos Alfas de la casa, literalmente a patadas. Sus ojos estaban oscuros y gruñía demasiado audible. Lo gentil había desaparecido.

.

.

.

     El señor Suh baja de su auto, está saliendo del trabajo y vino lo más rápido que pudo desde que Ten le habló. No dijo mucho, sólo que Johnny había hecho una estupidez demasiado grande.

     Camina a la puerta una vez atraviesa el jardín de la casa y está abierta. Entra y la sala está vacía, no hay ruido de nada hasta segundos después cuando Mark sale de una habitación, llorando y con sus hombros temblando ligeramente, quien se asusta cuando lo ve.

     —Dios, Mark...—se acerca al chico y lo mira con pena, realmente se veía mal—. ¿Dónde está Johnny?

     Mark apunta a la puerta. El hombre la golpea suave y el Alfa sale, aún tiene la mirada perdida.

     —¿Qué es esa mierda que dijo Ten que hiciste?

     Johnny no contesta, pasa de su padre y Mark y va al sillón.

     —Te estoy hablando, John Suh.

     —No lo sé... —su voz se escucha ronca y forzada.

     —Dijo que no se acuerda de nada —Mark interviene.

     —¿Nada? —Johnny no contesta, su mirada se mantiene perdida en algún punto de la habitación, ajeno a la situación que estaba ocurriendo. El Omega sin obtener respuesta se acerca a grandes zancadas hasta estar frente a su hijo. —¡Te estoy hablando, John! —le tira del cabello para alzarle la cara.

     —No —contesta, mirándolo fijamente con sus ojos inyectados en sangre.

     Su padre camina a la cocina a ver la estupidez de la pared. Con decepción y rabia, vuelve a donde el Omega rubio y el Alfa están. Mark está sentando en el sillón, alejado de Johnny y aun sollozando detrás de sus manos.

     Johnny siente el aroma agrio de su padre sofocar el ambiente y tiembla suave. Él le tenía miedo y no porque fuese a golpearlo, no. Tenía miedo de decepcionarlo y no ser suficientemente bueno para que se sienta orgulloso.

     —No entiendo que mierda pasa contigo —revuelve en un bufido sus cabellos bien peinados—. Tienes 19 años y necesitas madurar ahora, ¿entiendes?, esta casa no es jodido bar ni un puto casino. Ésta es la casa donde vives con tu Omega y pronto tu cachorro. ¿Y qué? ¿Cuándo él llegue harás lo mismo?

     Johnny niega, rascando sus brazos.

     —¡Mira como tienes al pobre chico! —apunta a Mark—. Tú mismo decidiste esto. Tú mismo quisiste sacarlo de su casa para traerlo contigo, bien él pudo quedarse con su familia. ¡Trátalo bien! Es tu jodida responsabilidad. ¡Ponte los putos pantalones de una vez, John Suh! ¡Eres un hombre, no un niño!

     El azabache parece no escuchar, pero lo está haciendo y muy bien.

     —¿Quiénes fueron?

     —Unos... unos amigos.

     —¿Amigos? No juegues. Tus amigos no vienen a tu casa y la joden. Tus amigos vienen a tu casa y la respetan por lo mucho o poco que tengan.

     Mark sigue sollozando silenciosamente, con el rostro guardado entre sus brazos.

     —¿Qué pasa si los padres de Mark se enteran? Podrían demandarte por no ser un buen Alfa y posible maltrato psicológico —el Omega mayor suspira cansando—. Tienes dos opciones, Johnny. La primera: es hacerme sentir orgulloso de ti, que hagas las cosas bien con tu Omega y lo trates bien. Y la segunda: es que me des pena, que no pueda siquiera verte y sentir pena por ti, casi como ahora. Tú decides.

     —Quiero q-que te sientas orgulloso.

     —¡Pues no parece!

     El rubio se levanta de su asiento, caminando al baño.

      —Mark, cuando vuelvas nos vamos. Te llevaré unos días a casa hasta que te sientas mejor y John aclare su mente.

     —¡No! —aquello pareció hacer click en el Alfa, porque inmediatamente estaba parado y con la respiración agitada, mirando a su padre asustado. —No lo lleves, por favor no.

     —Tú cállate. Estarás solo estos días, espero que así abras los ojos y te des cuenta de cuanto la has jodido —Mark asiente, volviendo a retomar su camino—. Creo que tu madre y yo nunca te dimos este ejemplo, hijo.

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