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Capítulo once

     El lunes Mark estaba feliz, entra orgulloso a la escuela luciendo su abultado vientre de ya seis meses. Olfatea, buscando el olor de Johnny, pero parece no estar cerca. Camina por los pasillos, saludando a las personas que conoce. Llega a su casillero, lo abre y saca los libros que necesitará en el día, después los mete a su mochila.

     Alguien golpea la puerta de metal a su lado, haciendo que pegue un salto.

     —¿Cómo hiciste para que Johnny pasara tu celo contigo? —es Jeongyeon, de primer año, Mark la conoce porque es parte del Consejo estudiantil.

     —Yo no he pasado ningún celo mío con él.

     —¿Y eso? —apunta la panza de Mark, con una mueca.

     —Oh, ese fue su celo —recalca—. Él me lo pidió.

     —¡No mientas! —le grita.

     —Ay, niña —Mark se aleja de ella—. Lávate la boca y luego hablamos. Toma —le pone un chicle en la mano. —Si te sirve de consuelo, son comprados por Johnny.

     Mark se va riéndose cuando ve a la Omega meterse la goma a la boca. Entra a su salón donde es su primera clase. En su silla usual, está Johnny, esperando por él.

     —Hola —el Alfa habla primero, parándose para dejar que el Omega se acomodara.

     —Hola —sonríe, tomando asiento.

     —Te traje esto —de su mochila saca una caja de chocolates con almendras.

     Mark sonríe, la abre y su sonrisa cae. De los 10 chocolates que debían haber, sólo estaban 7.

     —Fue Ten. Él los compró y dijo que merecía un pago.

     —Está bien.

     El timbre suena y el azabache sale por la puerta, sin despedirse. A Mark ya le parece normal eso. Le alegra que Johnny estuviese cambiando, se notaba que se esforzaba en hacerlo.

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     Después de 3 clases seguidas, sigue su descanso. Camina para la cafetería, donde se supone que todos deben estar y no se equivoca. A lo lejos, escucha a Johnny y Doyoung pelear, como de costumbre. Siempre discuten estupideces y cosas sin importancia.

     —Llegué —se sienta a un lado de Johnny y éste rápidamente se pega al Omega, oliéndole.

     —¡Hola, chicos! —Yuta canturrea, parándose a un lado de la mesa.

     Todos contestan a su saludo, menos Johnny porque -al parecer- está muy ocupado en otra cosa.

     —Les traigo esto —a todos, les pasa una tarjetita; la invitación para su fiesta—. Es este sábado, no falten —se va, para ir a otra mesa a entregar más.

     —¿Cómo pretende que vaya así? —Mark bufa.

     —¿Así cómo? —Doyoung pregunta, buscando algo malo en el Omega.

     —¡Todo embarazado!

     —No creo que sea tan malo, Markie. Podemos buscar un lugar fuera de peligro y pasarlo ahí.

     —¿Vas a ir, Johnny? Recuerda que es tu primo —Ten apunta.

     —Tengo que ir o mi papá se enojará.

     —¿Por qué haces todo por obligación? —Mark voltea a verlo.

     —No es por obligación, sólo que la gente me ayuda a hacer las cosas bien.

     —Ohh —los demás dicen en coro, entendiendo.

     —Tenemos que ir al chequeo hoy —Johnny recuerda.

     —Lo sé —comienza a desayunar.

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     —Es bueno verlos otra vez, chicos —el doctor les abre la puerta—. Te ves mejor Mark, se nota que has estado comiendo bien. ¿Cómo vas con las vitaminas que te receté?

     —Las tomo siempre.

     El hombre pesa a Mark y mide su estómago, él dice que todo está perfecto.

     —Si tenemos suerte, veremos que es el bebé —dice, poniendo el gel sobre la piel del Omega.

     Johnny permanece callado, escuchando las explicaciones que el doctor da. Le dice al Omega todos los cambios que vienen en este mes y recomendaciones.

     —Aquí está —oprime botones raros y sonríe—. Esa es su carita —y ninguno de los dos entiende la imagen, pero, aun así, sonríen—. 28 centímetros, me parece perfecto.

     Sigue hablando con palabras científicas y aburridas -para Johnny-. Dice que pesa 300 gramos y que eso era bueno.

     —¡Es un niño! —El hombre dice con emoción—. Espero que les guste la idea.

     Johnny puede ver a Mark asentir, emocionado y con lágrimas bañando sus sonrosadas y regordetas mejillas. La consulta termina, Johnny paga y salen. Mark no ha dejado de sollozar y eso preocupa al Alfa.

     —¿Estás bien, Mark? —le toma los brazos.

     Mark asiente, hundiendo su rostro en el pecho del más alto, mojando su camiseta.

     —¿Y por qué lloras? —le habla en voz baja, rozando su nariz en su coronilla.

     —Es que... estoy muy feliz —solloza y al mismo tiempo se ríe—. ¡Vamos a tener un niño!

     Johnny asiente, alzando el rostro del Omega. No lo aguanta más, lo necesita y desde que conoce a Mark lo está deseando. Así que, sin perder más tiempo, une sus labios con los húmedos del más bajo. El rubio hace un ruidito de sorpresa, pero no se aleja, se mantiene pegado al Alfa.

     Su Alfa.

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