Mark fue dado de alta del hospital una semana después del nacimiento de Sungchan. Ambos estaban bien y el Omega comenzaba a recuperarse muy bien gracias a los cuidados que su Alfa le daba.
Ahora han pasado dos meses. El cabello de Sungchan es azabache, su blanquecina piel hace contraste con sus rosadas mejillas. La gente siempre hacía comentarios acerca de cuán bello es el bebé. Sus ojos aún van tomando color y por lo que Johnny y Mark notan, el derecho es negro y el izquierdo es azul con pequeñas tonalidades verdes, igualmente claro. Mark no sabe si eso es bueno o malo, pero hacen ver a su bebé muy bonito.
El Alfa de Johnny ha estado muy sobreprotector estos días. Todo el tiempo se mantiene cerca de su familia, alerta de cualquier amenaza y a Mark le encantaba eso.
—¡No me voy a volver un puto vegetariano! —El Omega grita, vestido en pijamas y caminando a la habitación para ver a Sungchan, quien había comenzado a llorar.
—¡No estoy pidiéndote eso! —Johnny dice de igual manera—. Sólo creo que debes comer más vegetales.
—No me gustan —alza al bebé de la cuna, pegándoselo al pecho y arrullándolo.
—A mí tampoco. Deberías comerlos, Markie. El doctor dijo que eran buenos para ti y Sungchan.
—Sungchan no puede comer aún.
Johnny rueda los ojos.
—Lo que quiero decir, es que todos tus putos nutrientes se los pasas al cachorro a través de la estúpida lactancia.
—Ew, no digas eso.
—¿Decir qué?
—Lactancia. Suena muy ew.
—Bien, no lo vuelvo a decir, pero prométeme que comerás más vegetales y menos dulces.
—Me gustan los dulces.
—Lo sé, Markie. Pero no es sano, ni siquiera para ti.
—Está bien, lo haré —se sienta en la cama, alzando su camiseta para darle de comer a Sungchan.
—Entonces iré a comprar cosas para el almuerzo —besa la cabeza de Mark y aprieta suavemente la mejilla del bebé—. No me extrañes.
—No lo haré —el rubio dice, riendo.
Cuando cree que su bebé ha tenido suficiente, lo acomoda sobre su hombro, escuchando los quejidos bajitos de Sungchan, pidiendo más.
—No seas así. Eres un gordo —palmea la espalda del bebé para hacerlo eructar—. Has tenido suficiente, amor —Sungchan suelta un gran aire y Mark ríe—. Ew, eres igual que tu padre.
Vuelve a ponerlo en la posición original, entre sus brazos. En estos dos meses había aumentado bastante de peso y crecido unos 2 centímetros.
—No crezcas muy rápido —le dice a su bebé, dejando un besito en su nariz y él sólo bosteza chupando uno de sus pequeños puños—. Vamos, Sungchan. Verás un poco de televisión conmigo.
Mark siempre hablaba con su hijo cuando estaban solos, él creía que era bueno, para que así pudiera identificar su voz y reconocerla fácilmente.
—¿Qué crees que debería ver? —Se sienta en el sillón, cuidando de no lastimarse a él ni a su pequeño bebé con algún movimiento brusco—. ¿Una película o un documental? —Pregunta, obteniendo únicamente un adorable estornudo de Sungchan—. Bien, película será.
Comienza a pasar los canales buscando algo bueno. Cuando al fin encuentra una que llama su atención, la puerta es tocada con insistencia. Debía ser Johnny, últimamente olvidaba las llaves y su celular en casa. Acomoda a Sungchan, poniendo su pequeño rostro en su cuello.
De puntas, checa por la mirilla de la puerta y frunce su ceño.
Una mujer de cabello rubio aparece tras la puerta, hace una pequeña reverencia cuando divisa al Omega. Viste un fino traje femenino que se ajusta a su perfecta silueta y unas gafas de sol sobre su nariz.
—Buenas tardes, mi nombre es Kim Taeyeon. ¿Aquí reside el señor John Suh?
—Dígame que no golpeó a nadie esta vez —ruega, cerrando sus ojos.
El mes pasado en una visita al supermercado, un Alfa se quedó mirando a Mark más tiempo de lo debido haciendo molestar a Johnny, tanto que le soltó un puñetazo en la mandíbula. El Alfa había ido a la comisaría por un día entero.
—Gracias a Dios, no —la mujer aclara su garganta—. ¿Se encuentra él en casa?
—Salió a comprar unas cosas, pero si gusta puede pasar, por favor.
Mark se hace a un lado, apretando a su bebé protectoramente.
La fémina agradece, sentándose en los sillones y quitándose sus lentes. Parecía amable, incluso elogió a su bebé diciendo que era muy bonito.
—¿Sus ojos son diferentes? —Pregunta ella, desde su lugar.
—Sí, eso parece... ¿Se le ofrece algo de tomar?
—Agua estaría bien, gracias.
—Espere un momento.
El Omega nota a su bebé dormido, así que primero lo lleva a su cuna y después va a la cocina por el vaso de agua. Volviendo, la puerta principal se abre y Johnny entra con bolsas en sus manos, cuando sus ojos caen sobre la mujer de traje, levanta sus brazos lo más que puede.
—¡Juro que no golpeé a nadie esta vez!
Mark rueda los ojos, dándole el vaso a la mujer. Ella bebe un sorbo y ríe negando con la cabeza.
—Tranquilo, chico, no estás en problemas.
Johnny expulsa el aire contenido. Se disculpa, diciendo que volverá pronto.
—Ahora sí, ¿qué pasa? —Toma asiento al lado de su Omega y frente a la mujer.
—Bien —de un pequeño bolso, saca una foto de tamaño considerable—. ¿Usted conoce a esta chica?
Mark frunce el ceño viendo la foto. Ya la había visto en algún lado, nunca olvidaría esa melena pelirroja, pero... ¿de dónde?
—Oh —Mark habla—. Yo la vi una vez en el super mercado.
—¿Qué? —Johnny voltea a verlo rápidamente.
—Fue hace mucho tiempo.
—Debió serlo —la mujer guarda la foto—. Park Yoonha, originaria de Seúl. 19 años, Omega —ella informa—. Hace una semana fue encontrada muerta en su departamento en Busan.
—Y... ¿yo qué tengo que ver? —El Alfa comenzaba a desesperarse.
Mark aprieta su mano, buscando calmarlo.
—Ella firmó en una carta de suicidio, que dejaba la custodia total de la pequeña Yeri en manos de usted.
—¿Quién es ella?
—Park Yeri. Hija única de Park Yoonha —del mismo bolso saca una hoja de papel, parece ser arrancada de un cuadernillo de notas. Johnny la toma y lee su contenido con la respiración agitada—. Ahí mismo dice que usted es el padre y la única manera de salvar a la niña era así. Vivían con una Alfa que las maltrataba.
—Ella no es mía —le devuelve la carta, enojado y con los ojos húmedos—. Ella tuvo un aborto.
—Al parecer no, joven John.
—Yoonha tiene padres, que se la den a ellos —suelta con dureza.
—Johnny, calma —Mark posa una mano en su pecho, sintiendo el rápido palpitar de su corazón.
—Eso es posible, sí. Después de hacer las pruebas de paternidad correspondientes, a las cual usted está obligado.
—No pueden hacer eso. Es mi cuerpo.
—Mire, señor-... joven, lo que sea. Veo que usted y su Omega tienen un bebé, ¿no es así? —Johnny asiente con recelo—. Imagino que los quiere más que a nada en el mundo —el Alfa siente nuevamente—. Imagine que la pequeña Yeri no es ella, sino el bebé. Usted no sabe cuánto ha sufrido ella, total, si las pruebas salen negativas, usted no habrá perdido ni ganado nada.
Johnny voltea a ver a Mark, quien asiente y sonríe.
—Está bien.
—Perfecto —la mujer sonríe, ahora sacando otros papeles para que el Alfa firmara.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro