—¿Estás lista?

La voz de la alfa suena a sus espaldas. Es gruesa y siente su olor intensificarse con cada segundo que pasa. Lisa tiembla con sólo oírla. Voltea a verle y está sin camiseta, solo con su brazier, con el torso marcado al aire.

—Y-yo —Jennie alza una ceja, totalmente impaciente—. S-sí, está bien.

Con los ojos vidriosos, la coreana se le acerca y los latidos de Lisa se aceleran. Le quita la camiseta con mucho cuidado, besando su hombro desnudo.

—Tienes que estar segura.

—Lo estoy —aclara con voz quebrada.

—Puedo hacerlo sola si no estás segura.

—Te dije que sí.

Rondando los ojos, la alfa la recuesta en la pequeña cama de su habitación. Lisa gime al sentir el calor de la castaña cubrirle, se siente segura ahora.

—Jennie —chilla al momento de que la nombrada pasa sus labios por su estómago plano.

Los besos que le da por todo el cuerpo, hace que se pierda, fijándose únicamente en lo bien que se siente.

—Je-Jennie —vuelve a decir su nombre, en un gemido ahogado.

Jennie ha comenzado a prepararla con los dedos, evitando gemir cuando toda la húmeda entrada de la omega. Muerde su cuello suavemente, tratando de no romper la piel, por más que quiere.

—¿Lista? —Lisa asiente—. ¿Segura?

Traga saliva, pero vuelve a asentir. Jennie sisea, entrando en Lisa, y ella quiere gritar de tan bien que se siente. La omega sólo abre los labios en grande, nada saliendo de ellos.

Rosé seca las lágrimas de su rubia amiga, sonriendo triste.

—Tienes que decirle, Lis.

La omega niega, repetidas veces.

—Me da miedo.

—No debería. Es su hijo. Es una alfa, no sabes como se va a poner cuando se entere de que no le dijiste.

—Pero-

—Mira, ahí está —apunta con la cabeza, hacia donde la castaña estaba con su propia alfa (Jisoo)—. Tú dile, y si ella no te quiere escuchar, entonces ese ya es problema suyo.

—Rosé, no-

—Ve, Lisa —le empuja, tirándole un beso a Jisoo.

La alfa azabache camina con una sonrisa hacia su omega, viendo a la de ojos grandes pasar a su lado.

Lisa camina a Jennie y esta, sin darse cuenta de la tailandesa, avanza hacia la cafetería. A Lisa no le queda más que seguirle. La observa sentarse en una mesa, sola, ve a Taehyung acercarse pero ella niega con la cabeza, el chico tuerce la boca y se aleja, sin insistir más.

—Ehh —se sienta en la silla del frente —la alfa ni siquiera se molesta a alzar la mirada, con el aroma sabe perfectamente quien es—. H-hola —con nerviosismo, la menor dice. No sabe como empezar. Jennie prosigue comiendo la fruta con yogurt de su plato, el que trajo de casa—. Jennie... yo... —otra vez, parece no hacer caso. Pero, lo que no sabe, es que toda su atención está sobre ella, desde que la olió, entrando a la cafetería—. Quiero hablar contigo.

—¿Y qué estás haciendo? —con una ceja alzada, bebe de su botella de agua.

—Es... importante.

—Defínelo.

La omega no entiende a que se refiere con eso. Mueve su cabeza de un lado a otro.

—Es en serio.

—Entonces sólo dilo.

—Pero no sé como.

Suspirando, Jennie tira de su cabello.

—Sólo dilo, rápido. Lo que sea que vayas a decir, no me importa.

Mentirosa. Su alfa interior se burla.

—Estoy... estoy emba- —Jennie se para, acomodando sus cosas lo mas rápido que puede, ni siquiera termina de escuchar a la omega—. ¡Jennie! —lloriqueando, corre detrás de la alfa. Se siente humillada, porque todos la están viendo—. ¡Es serio! —le grita.

—No me interesa, lo que sea que vayas a decir.

—¡Sólo-sólo déjame decírtelo y ya! —ve a la alfa parar su paso, y ella lo hace también, quedando cerca.

—No quiero oírlo —mira a otro lado, mordiendo sus labios.

—Por favor —ruega, juntando sus manos.

Si Lisa no lo hacía, se sentiría culpable después y la culpa le seguiría por el resto de su eternidad. Y si eso pasaba, ella no iba a disfrutar a su bebé cuando naciera —si es que tenía suerte—.

—Sólo, hazlo y vete.

—Estoy embarazada —baja la mirada, apenada. Cuando la alza, la alfa ya no está ahí.

Lisa se muerde las uñas, golpeando la prueba sobre su rodilla. Positivo. Vuelve a posar su vista sobre las dos rayas azules y maldice internamente. ¿Cómo le diría a Jennie?, cuando fue de Suji, estuvo terrible, acepta que tiene miedo de la reacción de la alfa. Aunque, llevan siendo pareja algunos años, no sabe como hacerlo. Tira todo a la basura, envuelto el papel de baño para no dejar rastros de nada. Sale y Suji está acostado en el sillón, adormilado con la cabeza sobre el hombro de Huiyeon. Ya están grandes, pero Lisa los consiente dejándolos tomar biberón por las noches. Así que ambos toman la leche, con la mirada fija al televisor.

—¿Ya casi viene mamá? —Huiyeon pregunta, quitando la cabeza de su hermanito (ya dormido) de sobre su hombro—. Dijo que hoy terminaría de contarnos la historia del conejo Nayeon y el oso Taehyung.

—Estará pronto aquí, amor. No te preocupes.

—Estoy segura de que hasta Huiyeon sabe hacer una ecuación con dos incógnitas —la voz de la alfa se oye, entrando por la puerta.

Lisa sonríe al verla. En el cabello tiene algo de nieve y su chaqueta también.

—La estúpida de Nayeon hoy fue a la oficina. Ni siquiera sabía que existían las ecuaciones de dos incógnitas —camina hasta la sala, besando la cabeza de sus dos hijos—. Eres una mala maestra, Lisa.

—¿Mamá es maestra de grandes? —la pequeña restriega su ojo, escuchando atenta—. Pensé que sólo era de bebés.

—Le di clases a Nayeon hace años.

—No sirvieron de nada, al parecer —carga a Suji, burlándose de su omega.

Lisa sonríe a medias. Y no es que no le hubiese causado gracia, sólo que aún pensaba en cómo decirle.

—Vamos, Huiyeon, se hace tarde y mañana es sábado.

—Mejor, puedo dormir hasta tarde.

—Es sábado y tienes que dormir temprano porque yo lo digo, bruja.

La niña bufa, pero camina hasta su madre, tomando la mano que le ofrecía. Lisa las sigue tranquilamente. Sabe que Huiyeon pediría, no, exigiría que le contaran la otra parte del cuento, así que quería estar ahí.

Lisa ya comenzaba a sospechar sobre su embarzado desde hace ya unas cuántas semanas atrás. Sentía que su omega sufría cada vez que se tenía que separar de Jennie, quería sentirla cerca, y aún teniéndola cerca parecía estar lejos. Disfrutaba mucho del calor que su alfa me daba por las noches, cuando se acostaban a mirar una tonta película romántica —como la mayor las llama—.

Piensa en distintos escenarios sobre como decirle, unos son mejores que otros, pero en ninguno acaba bien la cosa. Mientras Jennie contaba el cuento, nota a Lisa bastante distraída, ya que casi siempre está pendiente de que si dice algo ofensivo, ella la calla, porque dice que ese vocabulario no es correcto para la niña.

—¿Estás enferma? —la alfa le pregunta a su omega, acariciando el cabello que cae por su frente. La siente negar desde su pecho—. ¿Entonces?

—Estoy bien, no tengo nada —encoge sus hombros, reacomodánose en el sillón.

—Hueles raro —hunde su nariz en la cabellera rubia.

—Yo... no.

—Coco con piña... —sigue olfateando, con su alfa chillada de gusto en el fondo de su pecho, sabiendo de que se trataba.

—No sé de que hablas, ¡deja de hacer eso! —la aleja, consiguiendo una postura recta en su asiento.

Jennie suspira, pasando las manos por su cara.

—¿De cuánto estás?

—No lo sé —juega con sus dedos—. Apenas hoy me enteré.

—¿No te habías dado cuenta? —Lisa mueve su cabeza de un lado a otro, entre si y no—. Hasta yo ya sabía y tú no.

Los labios de la omega se abren, sorprendida al ver la sonrisa en los labios de su alfa.

—¡Jennie! —riendo, se tira sobre ella a abrazarla, Kim la recibe, apretándola entre sus brazos—. Pensé que te molestaría, por cuándo fue lo de Suji-

—Lo de Suji era diferente, amor —besa su cabeza. Olía muy bien, y su alfa estaba agradecida de sentirla—. Ahora estamos bien y estoy feliz, Lili.

La omega alza el rostro, acercándose tímidamente a la coreana, y esta, sin esperar más, une sus labios en un suave beso. Ambas sonriendo mientras lo hacen.

—Te amo —Jennie suelta, oyendo el ronroneo de su omega desde el hueco de su cuello—. Mucho.