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Seis

Esa noche el alfa se acostó para poder dormir, pero en cuanto cerró sus ojos solo pudo ver la imagen del omega saliendo del río con su largo cabello de ébano mojado. Era tan pequeño, frágil y hermoso, sin contar aquellos ojos celestes que traspasaron su corazón sin darle tiempo a defenderse. 

Se da la vuelta quedando con su mirada sobre el techo, debido a la oscuridad de su habitación no podía ver nada, pero igualmente la imagen de aquel omega mirando directo a sus ojos estaba tan viva que incluso podía jurar estarlo viendo en ese momento.

No entendía que le pasaba, desde que era un niño había despreciado a aquel omega cuando incluso no lo conocía; escuchaba como todos decían sobre aquel ser maldito, que todo se volvería un caos por su culpa. Incluso lo culparon por el ataque que hubo al pueblo y una de las hijas del líder tuvo que casarse con el hijo del líder de los atacantes para que cesarán.

Sin embargo cuando lo vio tan frágil en el suelo siendo golpeado, no pensó que era un ser de desgracia y desdicha porque hubiera intentando defenderse, sin embargo estaba tan débil que ni siquiera tuvo fuerza para levantarse.

Al día siguiente, estaba paseando por el pueblo y vio una peineta grande que sujetaba un velo sumamente largo de tela pesada; la imagen de aquel omega vino a su mente, como caminaba con su vestido de falda ancha y su velo que llegaba al suelo.

Paso de largo recordando que le había prometido un poco de carne; la llevaba envuelta en una tela sobre una bandeja ya que la sangre se había escurrido la vez anterior. Se adentro en el bosque para poder llegar a la cabaña sin que nadie se de cuenta… Le hacía sentir incómodo el que alguien vea a dónde iba.

Pensaba que realmente todo lo que sentía por aquel omega era lastima, estaba solo en el mundo, vivía en condiciones bastante precarias intentando mantenerse de pie con un bastón siendo que probablemente tenía menos edad que él.

Cuando llegó a la casa, tocó la puerta y tuvo que esperar un rato muy largo hasta que vio al omega frente a él. Nuevamente solo podía ver sus ojos algo adormilados, probablemente había despertado hace poco y sonríe sin querer pensando que se veía realmente tierno, como un cachorro. 

—Hola, —saluda el omega, —¿Cómo está? 

—Hola, bien supongo… —rasca su nuca algo nervioso y luego estira su otra mano con la bandeja. —Ten, espero que te guste, es zorro.

El omega miro por un momento la tela que envolvía la carne y luego asiente con su cabeza para tomarla en su mano ya que la otra estaba sujetando el bastón. 

—Muchas gracias, no tiene que hacer estas cosas por mí, no quiero ser una molestia, —dice con algo de pena en su voz y sus ojos estaban mirando el suelo.

—Si fuera una molestia, solamente no vendría, —contesta algo serio, —quiero hacerlo, es todo.  

—Bueno, —sonríe un poco aunque debido a su velo, el otro no puede verlo, —tenga, —se da la vuelta para arrancar una manzana roja, —puede comerla en el camino, —vuelve a tomar su bastón.

—Gracias, —sonríe enseñando sus dientes blancos lo que hizo acelerar el corazón del omega, —que dulce, —dice al dar una gran mordida.

Baekhyun se encontraba mirando atentamente al alfa, nunca hubiera pensado que su cuerpo se podría calentar al ver a un hombre comiendo una simple manzana; no entendía porque se estaba sintiendo tan incómodo.

—Espero que tenga un excelente día, —le dice, —iré adentro, está empezando a hacer frío, —en realidad su cuerpo quemaba, necesitaba alejarse. 

—Bien, —simplemente asiente no sabiendo que más decir antes de ver cómo la puerta se cerraba.

Chanyeol se dió la vuelta aún masticando su manzana, no entendía que podía tener de maldito aquel pequeño; era solo un omega normal aunque si le pareció raro que haya dicho que hacía frío cuando el omega estaba vistiendo un vestido abultado y tenía un velo grueso encima; él moriría de calor con ese tipo de ropa.

Volvió al pueblo y fue directo a su casa, se dió un baño ya que no quería que el aroma a aquel omega siga pegado a él, no quería que su familia se diera cuenta que había estado cerca de él. Mientras cierra los ojos al sentir el agua cayendo desde la regadera, a su mente viene de nuevo la imagen del omega semidesnudo en el río.

No sabía el nombre de aquel omega ya que nunca lo había escuchado, quizá era por eso que se sintió tan extraño al ver cómo se había formado una erección en su entrepierna. No entendía que pasaba con su cuerpo, ¿Será que aquel omega lo embrujo o algo así? Sin embargo recordó aquellos ojos profundos y angelicales, nadie con esa mirada podría ser un malvado. 

No tuvo más remedio que trabajar en su parte baja hasta que estuvo saciado; jadeaba cansado y confundido. Pensó que quizá solo era que desde hace mucho no había estado con ningún omega y al verlo casi desnudo su cuerpo reaccionó, no podría ser algo más que eso. 

Salió del baño y se vistió con algo ligero, no quería salir de su casa así que se pasaría acostado en su cama; igualmente necesitaba descansar ya que tendría que ir a cazar al día siguiente. Ahora se preguntaba que animal cazaría para él.

Se encontraba acostado mirando al techo, jamás había sentido algo como lo que estaba sintiendo en ese momento y no entendía que era. Jamás había regalado las presas que cazaba a nadie, ni siquiera a su familia, de hecho fue por eso que se enojo tanto cuando supo que el líder regalaba carne al omega, pero ahora era él quien se la daba de buena gana. Estaba enloqueciendo.

Al día siguiente fue a cazar como de costumbre, pero está vez se encontraba un poco distraído y si no hubiera sido por uno de sus compañeros, un oso lo hubiera desgarrado. Se llevó una reprimenda por parte del líder de caza.

—¿Te encuentras bien? —le pregunto uno de sus compañeros, —nunca había visto que cometieras un error así.

—Creo que no dormí bien anoche, no sucederá otra vez, —dijo simplemente para luego darse la vuelta e irse del lugar.

Se encontraba jugando con algunas de las monedas que le habían dado como pago, las tiraba a poca altura volviendo a caer sobre su palma. Su mirada fue hacia un collar de oro con pequeñas piedras incrustadas y pensó que se vería precioso en el cuello pálido del omega… ¿Qué? No entendía porque pensó eso.

Fue a su casa para cortar al conejo que cargaba en su mano; le quitó la piel, los órganos y lo despresó para luego colocarlo en una bandeja con una tela encima. Había capturado a la más gordita que había visto.

Hizo el mismo camino que hacía cada vez que iba hacia el omega, pero se sorprendió al llegar ya que cuando toco la puerta, nadie le abrió y eso que espero un buen rato. Quiso dejar la bandeja en la puerta, pero tuvo miedo de que algún animal se lo robe así que decidió dar un paseo, quizá el omega se encontraba durmiendo. 

No pasó mucho tiempo para poder verlo, había estado en el campo de bayas silvestres; pensaba que era una visión preciosa; ahora el omega tenía un vestido más ligero y su velo era de color azul. Le llamaba mucho la atención su vestimenta ya que era un poco antigua, solo había visto esa vestimenta en los hijos omegas del líder y los omegas comunes solo vestían así en eventos especiales. 

El omega estaba caminando de un lado a otro, escogiendo las bayas para luego ponerlas en su cesta. Aunque lo que lo hipnotizó fue la voz aterciopelada del pequeño, se apoyo contra un árbol mientras cerraba los ojos dejándose llevar por su canto.

Baekhyun por su parte estaba ajeno a lo que sucedía en ese momento, ese día había despertado de muy buen humor aunque no sabía porque, pensó que quizá era debido a que estaba comiendo adecuadamente gracias a aquel alfa… Sus mejillas se enrojecieron cuando lo recordó y su corazón se aceleró. 

—Me convertiré en algo especial para que vengas a mí, —se encontraba cantando aquella canción que su hermana había compuesto, —Incluso alguien tan difícil como tú, se volverá adicto a mí… —se sentía un poco raro al cantarla ya que nadie podría volverse adicto a él.

Chanyeol nunca pensó que habría un aroma que le gustará más que el pastel de fresas que hacia su madre, pero aquí estaba percibiendo el aroma a nueces y miel del omega, que el viento trajo como un regalo a su nariz. Su voz, sus ojos, su aroma, su cuerpo… Era como una dardo letal que pinchaba su piel en pequeñas dosis que lo mataban lentamente. 

Baekhyun sintió un poco de incomodidad así que se dió la vuelta, sus ojos se agrandaron cuando vio al alfa parado a unos metros de distancia de él mirándolo de una manera bastante extraña, no podía descifrar lo que expresaban sus ojos.

—Alfa… —susurra en un hilo de voz mientras escucha las hojas secas siendo aplastadas por los zapatos del alto, —¿Qué sucede? —pregunta algo nervioso ya que estaba caminando hacia él aún con aquella mirada.

—¿Qué me estás haciendo? —pregunta cuando estuvo delante de él.

—¿Uhm? —frunce su ceño sin entender, —he estado aquí… Juro que no he hecho nada malo, —un par de lágrimas salieron de sus ojos ya que se asustó pensando que quizá el alfa quiera hacerle daño.

—No llores, —levanta su mano para limpiar su mejilla con su pulgar, —eres realmente pequeño, —sonríe ya que tenía que bajar bastante la mirada para ver sus ojos celestes.

—Usted es muy alto, —se tranquiliza al ver que el alfa no iba a hacerle daño. 

El viento soplo con fuerza levantando algunas hojas y arrancando flores que pasaron junto a los dos para luego morir en el suelo; ese mismo viento también movió el velo que cubría el rostro del omega quien de inmediato intento ponerlo en su lugar.

—No, no lo hagas, —detuvo su mano, —te ves mejor sin ella. 

—No es cierto, —niega con su cabeza y procede a acomodar la tela. —¿Por qué está aquí? —pregunta intentando tranquilizar a su corazón.

—Esto es para ti, —le tiende la bandeja con el conejo, —espero que te guste.

—Cualquier cosa que me dé, me gustará, —susurra y luego se da cuenta de sus palabras así que sus mejillas se pintan de carmín, —lo siento, quise decir que le agradezco mucho, —dice avergonzado.

—No te preocupes, —se ríe y luego respira profundamente llenando sus cuerpo con el aroma dulce del omega. —¿Vas a casa? —el omega asiente, —te acompaño. 

—¿No le da miedo quedar maldito por estar conmigo? —pregunta mientras camina junto al alfa.

—Tomaré el riesgo, —se encoge de hombros. —Por cierto ¿Cómo te llamas? Nunca he escuchado tu nombre.

—Nadie se había interesado en saber mi nombre… Bueno, solo la señorita Park, —sonríe con tristeza al recordarla, —mi nombre es Baekhyun. ¿Cuál es el suyo? —lo mira con interés.

—Park Chanyeol, —responde y luego se detiene al ver una flor de un arbusto, —tu nombre es hermoso, —arranca la flor para dársela al omega. 

—Gra-Gracias, —su estómago se removía emocionado, sus manos empezaron a sudar y temblaba ligeramente, pero igualmente decidió tomar el tallo de la flor, —es muy bella, —cierra los ojos para percibir su aroma.

Chanyeol quiso decirle que esa flor jamás podría compararse a su belleza, pero su lengua se detuvo ya que jamás había dicho algo así a una persona. No entendía porque quería tocarlo, sin embargo su mano fue más rápida que su mente y ahora se encontraba acariciando la mejilla del omega por encima de la tela.

—Bueno, tengo que irme, te traeré más carne, —deja una última caricia para luego darse la vuelta e irse del lugar.

Baekhyun se quedó quieto en aquel lugar y llevo su propia mano al lugar donde el alfa había acariciado para después sonreír con alegría; está caricia se había sentido tan diferente a las de su hermana o la señorita Park, esto había provocado que su corazón sonará tan fuerte que incluso juraba poder oírlo.

—Chanyeol, —susurra al viento mientras una lágrima cae hacia las hojas secas del suelo, —alfa Chanyeol… 

Esa noche no pudo dormir bien debido a que solo podía sonreír hasta que su rostro dolía ya que las emociones dentro de su mente lo mantenían en vigilia. Quería que ya fuera el día siguiente para poder verlo de nuevo y percibir su aroma que lo hacía sentir tan tranquilo. Durmió con una sonrisa esa madrugada. 

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