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𝐶𝐴𝑃𝐼́𝑇𝑈𝐿𝑂 𝑋𝑋𝑋𝐼𝐼- ⭐️𝐿𝑎𝑠 𝑝𝑖𝑒𝑧𝑎𝑠, 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑛𝑐𝑎𝑗𝑎𝑛.⭐️

"𝑛𝑎𝑢𝑓𝑟𝑎𝑔𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑠𝑜𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑚𝑎𝑟 𝑠𝑖𝑛 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠, 𝑢𝑛 𝑑𝑖́𝑎 𝑢𝑛 𝑣𝑒𝑙𝑒𝑟𝑜 𝘩𝑢𝑒𝑟𝑓𝑎𝑛𝑜 𝑡𝑜𝑐𝑜́ 𝑚𝑖 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑦 𝑚𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑣𝑜́ 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑒𝑚𝑝𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑 𝑞𝑢𝑒́ 𝑎𝑏𝑎𝑡𝑖́𝑎 𝑎  𝑚𝑖 𝑎𝑙𝑚𝑎"

~Tobías

—¡Bienvenida a Casa!— es la voz de Tobías quién toma batuta entre todos los invitados que me reciben cálidamente.

Aquí estoy, una vez más, aunque... casi todos mis retornos del hospital a la casa, suelen ser iguales, este no lo es, por alguna extraña razón se siente distinto.

No hago menos a este sentimiento que invade mi mente y mi corazón, es como si mi vida fuese un rompecabezas al cual le han puesto piezas que encajan pero qué no están en el espacio correcto, justo en este momento.

Mis padres tienen una grandiosa sonrisa con la que se aproximan a recibirme y seguido de ello darme un fuerte abrazo, mi madre me da unas flores de nubecitas de bienvenida.

Soy recíproca con el gesto amoroso de mis padres, trato de agradecer a todos los que han venido, Nora está muy feliz de verme, y entre los presentes noto la presencia de un chico muy apuesto, él no ha dejado de mirar a Julieth, intuyo qué el es Adán.

Finalmente me enfoco en Tobías, esta vez, viste de traje azul, debo confesar que ese color le hace ver muy apuesto, puedo notar su sonrisa escondida y sus ojos brillantes. 

Noto tensión entre él y mi padre como si en el fondo la presencia de Tobías no le agradara del todo, pero aprovecho el bombardeo de los compañeros de trabajo a mi padre para acercarme discretamente al joven de la mirada fría.

—Hola— Suelto espontáneamente, en voz baja.

—Señorita Stella— Emite con cortesía y una pequeña reverencia la cuál verdaderamente me a causado algo de gracia.

—Oye, no hace falta que hagas eso—Mi mirada esta vez se enfoca en sus pupilas color mar—Yo no soy princesa, la gente se reirá de ti y dirán que soy una malvada bruja con los socios de mi padre—Esta vez hablo entre dientes, disimulando qué alguien pueda escucharnos.

—Me gusta molestar a las personas con lo que les da vergüenza—Una sonrisa de lado se esboza de su boca, dejando salir picardía.

—Nunca había visto un socio tan amable, debo confesar qué admiro su disciplina con mi padre.

—Bueno, digamos qué soy un socio un tanto empalagoso, necesito supervisar personalmente los detalles—esta vez, toma un sorbo de su copa que contiene sidra.

—¡¿Así, Los detalles llamados: la hija del Jefe?!

—Eso es cortesía de la casa—dice levantando una ceja, para después dejarla caer.

—Entonces nos estaremos viendo.

—Estoy aquí para supervisar el plan qué se implementó en apoyo a los becados del instituto al que asiste, donde voluntarios como usted se han anotado a ser parte del casting de talentos, espero la enfermedad no le dure tanto, estoy ansioso por verla en acción.

—¿Disculpa? Me está usted retando cuando a penas he llegado a mi casa, qué descortés Joven Tobías.

—No es un reto Señorita Bowen, pero sobre aviso no hay engaño, temo qué esta enfermedad sea una excusa para usted y deje abandonado el plan.

—Tiene la suerte de qué sea yo, a quién le diga dicha declaración. ¿Ves ese piano?—señalo con mi vista mientras llevo una mano a la cintura, mi expresión corporal lo reta y eso debe ser suficiente para que el entienda.

—En efecto, acaso quieres que demos un concierto aquí, bueno, debo decirte qué ya lo hemos hecho antes—esta vez sus pupilas confrontan las mías y tiene una maldita aura que le hace verse tan estúpidamente atractivo en toda la extensión de la palabra.

—Imposible, recién y te conozco—ruedo los ojos mientras cruzo mis brazos.—Te apuesto a qué no me seguirías la melodía con una canción de los 40's

—¿Género?

—Romance

—¿Autor?

—Mexicano

—¿Qué hace una Inglesa escuchando música méxicana?—Sonríe con interés.

No puedo evitar notar su descarada picardía, e interés, pero más allá de lo qué puedo percibir, mi corazón es como si, sintiera qué lo reconoce pero lo repudia, más no lo suelta.

—Soy una completa caja de secretos Tobías— me doy la vuelta y paso a la sala donde está mi piano de cola, el me sigue, le observo por detrás de mi piano, el no deja de seguir mis pupilas.

Abro la pequeña puerta escondida del salón de música y saco mi violín junto con su estuche, lo afino, acción qué hace qué la multitud fije su atención sobre nosotros, es mi madre quién se hace la pregunta en voz alta si los deleitaré con alguna canción.

—Señores, el Joven Tobías al ser uno de los más interesados en el proyecto de artes y cultura en el instituto me hará el honor, de acompañarme esta tarde con una pieza musical con ayuda de su oído, le encantan los retos.

Ofrezco una sonrisa que internamente contiene mucha malicia por lo que estoy haciendo, pero es muy inocente exteriormente, sé qué en este momento Tobías debe quererme fulminar.

Él por su parte finge una sonrisa y se acerca a mí, para entre dientes decirme:

—¿Qué novela méxicana te sacudió el cerebro Stella?

Sí, está molesto.

—Ninguna su majestad, pero me gustan los desafíos como a usted—sonrió, mientras disimulamos nuestro pequeño lío.

—Gracias por la oportunidad Señorita— Es la voz Sarcástica de Tobías qué se disfraza de bondad ante las personas.

Tomo asiento, y el se coloca detrás de mí, y antes de iniciar menciono algo significativo.

—Hace unos años, mi abuelo me enseñó esta canción que quiero tocar para ustedes, del Mestro Agustín Lara, pues pocos lo saben, pero el abuelo conquistó a la abuela en un viaje a México y llegando justo a un restaurante en un lugar llamado San Miguel de Allende, escucharon esta canción, así qué hoy quiero recordarlos con esta bonita interpretación, con el acompañamiento del Joven Tobías.

El salón se llena de sonrisas y aplausos, mi intención inicial era recordar al abuelo con este bonito gesto, pero a su vez quería hacerle una mala jugada a Tobías, pero el plan resultó mal, pues parecía qué estaba listo para todo. 

Es él quién comienza a marcar la intro con el violín, siendo yo quién continúa la armonía con el piano, y cuando estoy a punto de cantar, es él quién me arrebata la oportunidad, y comienza a cantarla.

Todos están encantados con su interpretación, pero qué demonios es esto, no sabía que el idiota también cantaba, pero debo admitir qué es muy bueno en ello, su voz aterciopelada y tan educada me hipnotizan, su vista no se aparta de la mía.

Debo admitir qué me ha logrado intimidar, dejando ir una nota mal, la cuál he resuelto discretamente.

Hemos Iniciado la segunda estrofa de la canción de "Maria Bonita" del Maestro Agustín Lara y esta vez soy yo quién se une a su voz.

Mientras intercambiamos participaciones entre estrofas, el momento se vuelve algo mágico qué debo admitir, me ha encantado.

Terminamos la interpretación, él primero agradece a todos para después hacer una leve ovación a mi persona.

Rápidamente una lluvia de aplausos llenan el lugar, mientras qué muchos conmovidos se secan un par de lagrimas, y mis padres por su parte se siente unos pavorreales.

Me pongo en pie y justo cuando he de hablar con él es un mensaje quién hace qué su semblante cambie.

—¿Todo bien?—pregunto con inquietud.

—No mucho, pero lo resolveré, fue un honor señorita Stella.

—¿Cómo la conocías?

—Hay confesiones qué se estampan en el alma.

Siento qué su comentario me ha dejado confundida, pero solo guardo silencio, el deja un beso en mi mejilla y se despide de mí, para marcharse.

Mi presente no lo acepta, o tal vez no lo recuerda, pero quizá el conoce la pieza qué encaja perfectamente con los misterios que hoy agobian mi desesperada alma.

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Hola mis amores bellos, estamos actualizando los últimos capítulos de Veleros y Estrellas, así que les dejo este bonito capítulo hecho con mucho amor, díganme que les ha parecido. :3



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