Una mirada a su presente
La campana del almuerzo había sonado hace poco y un grupo de estudiantes se encontraba en la terraza, sentados en el suelo disfrutaban de su pequeño tiempo libre. Sin embargo el visible desánimo de uno de ellos llamaba la atención del resto y no encontrando cómo hablar del tema es que el más influenciable del grupo cedió a la presión de los otros para preguntar.
—Ranpo, no estás comiendo nada ¿Te encuentras bien?
El nombrado apenas reaccionó y estaba por responder cuando es otro de ellos quien se le adelanta.
—Te está afectando demasiado estar lejos de tu querido Poe, ¿verdad?
Aunque la expresión es burlona dio completamente en el blanco haciendo al azabache gruñir malhumorado.
—Eso de ser el menor nunca te gustó para nada.—Continuó ese joven de cabello castaño atreviéndose a codear a su compañero que sostenía los palillos de madera con fuerza conteniendo las ganas de clavarselos en los ojos.—Poe ya es todo un adulto que acaba de entrar a la universidad y tú te quedaste aquí en la preparatoria, debe ser una brecha muy difícil de aceptar.
—Entonces se trataba de eso.—Comentó el chico albino que inició con el tema.—No tiene nada de malo que extrañes a Poe pero tampoco deberías dejar de comer, en estos días has mantenido tu comida casi intacta.
—Yo te entiendo perfectamente.—Intervino una chica de cabello negro y largo abrazando por el cuello a su hermano quien se inclinó hacia delante por el peso ejercido sobre su espalda.—Cuando no veo a mi amado hermanito por mucho tiempo también me deprimo, por eso no me alejo de él.
—¡N-Naomi, vas a hacer que derrame mi almuerzo!
—No importa, con gusto te ayudaré a limpiar cualquier mancha en cualquier lugar.—Habló a su oído causando que el rostro de Tanizaki enrojeciera.
Ranpo apartó la mirada ignorando la imagen incomoda que tenía de ellos dos y accedió a probar un bocado de su comida.
—Le es difícil tratar con la gente, debe sentirse solo.—Habló al fín, después de dar un sorbo a su lata de soda.
—Estoy segura que le está yendo bien.—Apoyó la joven de cabello corto que estaba sentada a su lado.—Después de todo ya ha podido sobrevivir una semana, ¿No?
—Sí y no hay motivos para temer que una bella universitaria pueda robartelo.—Dazai terminó su oración soltando un quejido de dolor ante los palillos que picaron con fuerza su pierna.
—Voy a volver adentro.—Anunció el de ojos verdes en completa calma recogiendo sus cosas para después dirigirse a la puerta que resguardaba las escaleras hacia los salones.
Los demás sólo asintieron dejándolo ir, algunos no evitaban mostrarse preocupados por su conducta mientras otros simplemente suspiraron resignados.
—¿No deberíamos decirle algo?
—Deberíamos, tal vez.—Respondió Yosano jugando con el movimiento del líquido de su bebida.—¿Pero realmente crees que sirva de algo, Atsushi?
—Bueno...
—Lo conocemos desde hace mucho.— Añadió Osamu quien aún trataba de sobar su pierna para pasar el dolor.—Y creo que sabemos hasta dónde podemos meternos en ese asunto.
El salón de clases continuaba vacío, cerrando la puerta tras de sí acudió a su lugar sentándose en medio de un suspiro rendido. Buscó en su mochila hasta sacar su teléfono y fue directo al icono de llamada una vez que lo desbloqueó.
Movió ansioso los pies mientras el tono de espera se escuchaba suavemente junto a su oído, sonriendo cuando su nombre se mencionó con extrañeza al otro lado de la línea.
—Edgar...—Alargó las vocales en un tono quejumbroso.—Ven por mí después de la escuela.
—Eh...Pero mis clases terminan más tarde que las tuyas, ¿Puedes esperar hasta entonces?
—Supongo que no tengo opción.—Respondió sin lucir del todo conforme.—Sólo intenta no demorar tanto o habré muerto de hambre para cuando llegues.
Un breve silencio se presentó antes de escucharle suspirar, cambiando la voz amable a la que se suma un poco de seriedad.
—¿Sigues sin comer bien allá?
—No del todo, quiero decir...—Jugueteo con un mechón de su cabello desviando su mirada a la ventana.—Deja de regañarme ¿quieres? Dazai y el resto son demasiado ruidosos, no puedo comer en paz como lo hacía contigo.
—Lamento que esto esté siendo tan difícil para ti.
—¿Estás diciendo que no lo es para ti también?—Frunció el ceño enderezando su postura.
—Lo es, p-por supuesto.—Aclaró de inmediato.—Es realmente difícil entablar una conversación aquí, no soy tan expresivo como tú.
—Bueno, sólo debes resistir un año y tu querido Ranpo te alcanzara allí.
—Pues mientras tanto necesito que termines tus almuerzos para que no mueras de hambre antes que ese día llegue, ¿De acuerdo?
—De acuerdo.—Arrastró la palabra con pereza para luego reír.—Vuelve a tu clase.
Allan se despidió en voz baja dando razón a sus palabras y es que realmente había salido del aula para atender la llamada dándole a Ranpo la ya sabida prueba de que estaba un poco preocupado por él y su conducta reciente.
Llegando la tarde sus compañeros se despidieron; Atsushi aún interesado en tratar de decirle algo le propuso acompañarlo unos minutos pero Dazai lo tomó por los hombros inventando una excusa conveniente para llevárselo con ellos.
Ranpo sólo pudo fingir no entender sus intenciones y buscó en su teléfono el juego recién descargado que le ayudaría a pasar el rato durante aquella espera.
Centrándose en la pantalla y distrayendo su mente en las partidas consecutivas que jugó no fue hasta sentir una caricia sobre su cabeza que acabó levantando la vista.
—¿Nos vamos?
—¡Odio tus horarios!—Se quejó apenas levantarse, sus brazos se extienden y se quedan tensos sobre los hombros del más alto, su rostro enmarcado con un puchero infantil.—¿Sabes cuánto me he aburrido esperando?
—Lo siento, ¿Quieres que vayamos a comer algo antes?
—Claro, no voy a resistir hasta llegar a casa.
Colgándose la mochila al hombro procedió a tomar del brazo a Edgar apresurándole a avanzar a su sitio habitual para comer fuera.
El establecimiento de comida rápida tenía el menú favorito de Ranpo aquel día por lo que su humor ya había mejorado considerablemente cuando el postre fue llevado a la mesa.
—¡Mi amado pastel de manzana!—Celebró levantando los brazos antes de tomar sus cubiertos.
Poe sólo pudo sonreír ante la imagen, reconfortado por verle más animado y tomó un sorbo de su café.
—¿Cómo va la universidad?—Cuestionó el azabache después del tercer bocado.
—Creo que voy a tardar un poco en acostumbrarme.
—Pero supongo que has conocido mejor a algunas personas, ya sabes ¿Algún amigo?—Agregó sin ocultar su evidente interés
—No realmente, quiero decir...—Pareció pensarlo mejor y antes de retomar la palabra el menor se adelantó inclinándose hacia adelante para ofrecer un trozo de su pastel, algo que Edgar recibió con normalidad tomándose un momento para dar su respuesta.—Hay un chico en la clase que habla con todo mundo y de vez en cuando se acerca a mí cuando no entiende algo, también un miembro del consejo estudiantil que es dos años mayor. Hace unos días acudí a él para una pequeña asesoría de latín y fue bastante amable, aún sigue al pendiente de mí por si tengo algún otro problema.
—Asi que estás haciendo algunos amigos.—Señaló divertido el menor haciendo el otro sonrojar.—Parece que no debía preocuparme tanto.
—N-No podría llamarlos amigos aún, sería demasiado pretencioso de mi parte.
—Oh vamos.—Levantándose otra vez Ranpo extendió las manos para tomar las mejillas del más alto.—¿Quién se podría resistir a mi Edgar? En nada estarás rodeado de gente.
—Ranpo.—Se quejó avergonzado pero sin escapar del agarre efusivo.
—¡Oye! ¡Pasemos por palomitas para ver una película en casa!—Sugirió después de apartarse.—Es viernes asi que la tarea puede quedarse para mañana ¿sí?
—¿Qué quieres ver?
—¡Algo de horror! Encontré unas buenas opciones ayer.
—Si estás tan entusiasmado deben serlo seguro.—Sonrió deslizando su taza vacía haciendo espacio para colocar la propina sobre la mesa. —Hay que irnos entonces.
—Podemos comprar algunos dulces extra como reserva.—Aconsejó dejando su lugar, siguiendo sus pasos a la salida.
—La última vez que acepté nunca duraron para la siguiente semana, no lo haremos de nuevo.
—Anda~
Las voces de ambos llenaron la soledad del departamento a su llegada, Ranpo se apresuró a encender la televisión y seleccionar el título que había buscado días atrás mientras Edgar acudió a colocar las palomitas en el microondas. El azabache esperó hasta verlo llegar al sofá y dejar el tazón en la mesa para lanzarse a su regazo descansando ahí mientras corría la película, disfrutando las caricias otorgadas de forma constante a su cabello.
Cuando llegaron los créditos Edgar echó un vistazo al chico, comprobando que se había dormido mucho antes de terminar la cinta. Imaginó que había descubierto hacia dónde iría el final y acabó cediendo al sueño con el tiempo al perder el interés.
Justo entonces escuchó el sonido metálico de unas llaves y luego de eso la puerta principal abrirse, poco después un hombre de cabello blanco ingresó a la sala deteniendo su intento de encender las luces al notar la presencia de ambos. El de rizos caoba colocó un dedo sobre sus propios labios haciéndole ver que Ranpo se encontraba durmiendo, sonriendo luego como saludo.
—Bienvenido.—Susurró cuando lo vio llegar hasta ellos y quitarse el saco para dejarlo en el respaldo del sofá.—Hoy llegaste más tarde, ¿todo bien?
—Sólo me detuve a comprar algunas cosas.—Respondió tomando lugar en el sillón individual.—Y por lo que he encontrado en la cocina parece que ustedes también lo hicieron. ¿Acaso no dijiste que no ibas a volver a comprar reservas de dulces?
Edgar se sobresaltó un poco al saberse descubierto rascándose la mejilla en medio de una risita nerviosa.
—Le dije que sólo sería esta vez.
—Claro.—Correspondió sin creerle ni una palabra.—Sabemos que vives de darle cientos de segundas oportunidades.
—Yo...ah, ¿Lo siento?
—Sí, sí—Restó importancia mientras se aflojaba la corbata.—Es tarde, ¿No deberían ustedes dos estar dormidos ya?
—Iremos a la cama en un momento.—Su vista se dirigió a Ranpo, comenzando a picar sus mejillas ganándose un quejido adormilado por parte de éste.— Hey, despierta.
—¿Qué?—Gruñó el menor sin despertar del todo.
—Papá ya llegó y nos está mandando a dormir, no puedes quedarte aquí toda la noche.
—Yukichi, déjame dormir.—Murmuró acurrucándose más en el regazo de Edgar.
Fukuzawa se mostró inconforme por la manera en que es nombrado por su hijo, cruzando sus brazos en un ademán ofendido aunque el chico no pudiera verle. Exhaló cansado tomando el control de la televisión para apagarla llevando su vista al de cabello rizado.
—Lleva a tu hermano a su cuarto, por favor.
Allan asiente retirándose con cuidado de su sitio a pesar de la negativa del más bajo quién sólo se gira para aferrarse a la espalda de su hermano cuando éste se ofrece a llevarlo a cuestas y le abraza por el cuello ocultando su rostro no sin antes dedicarle una mirada de reproche a su padre sin que lo notara.
Cuando subía las escaleras a las habitaciones el mayor se atrevió a hablar después de no escuchar palabra alguna del más bajo.
—Sigues llamando a nuestro padre por su nombre.—Señaló curioso.—¿Es porque todavía estás molesto con él?
No hubo respuesta y prefirió no insistir, llevaba tiempo notando que ambos se habían distanciado un poco y ninguno de los dos le explicaba los motivos hasta el momento.
Abrió la puerta de la habitación dejando al menor con cuidado sobre su cama sin embargo Ranpo se negó a dejarlo ir y aferrándose a él le hizo caer a su lado.
—¿Qué pasa?
—No entiendo porqué insistió tanto con lo de las habitaciones separadas, es un completo desperdicio de espacio.
—¿Era eso?—Cuestionó comenzando entender la conducta de su hermano menor.—¿Por eso estás enojado con él?
—Ya no me lees historias antes de dormir y me despierto más tarde porque no escuchó cuando te levantas.—Soltó en un perfecto tono dolido logrando el cometido de conseguir enganchar a Edgar con su excusa.
—Supongo que han sido demasiados cambios a los que has tenido que adaptarte, lo siento. Intentaré ayudarte un poco.
—¿Volverás a dormir conmigo?—Reaccionó ilusionado.
—Bueno, papá tiene razón en eso de que necesitas tu propio espacio pero puedo quedarme a leerte algo cuando quieras y vendré a revisar que te levantes a tiempo todos los días.
Ranpo estuvo apunto de replicar cuando la voz de su padre llamó desde la sala a Edgar quien se levantó de su sitio deseando buenas noches a su hermanito.
Estando ya solo el azabache se incorporó para sentarse en la cama, su vista fija en la puerta que acababa de cerrarse mientras sus manos se apretaban contra sus piernas descargando la frustración que había acumulado en silencio.
—Si no hubiera reencarnado como un humano ordinario esto ya estaría resuelto, maldita sea.
Suspiró con fuerza cubriendo su rostro, sintiendo realmente como si en algún sitio la fuerza que lo encadenó a ese destino estuviera riéndose de él.
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¡Hey!
Volví con un poco más de este fanfic.
Supongo que este capítulo ha sido raro, hasta yo me sentí extraña haciendo a Poe y Ranpo tener este tipo de relación xD
Y bueno, es eso. Nuestro lindo alumno de la Iglesia y el caprichoso brujo han renacido en esta nueva vida como hermanos.
Voy advirtiendo desde ahora que tanto ustedes como yo vamos a sufrir mucho con esta historia. 💔
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