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Convicción

La magia no debía usarse para eludir la muerte, y si bien lograron crearse hechizos para ello la realidad era que servían poco contra el equilibrio de la vida pues hay cosas que a pesar de todo no pueden ser modificadas con dicho poder.

Es algo que cierto brujo aprendería por experiencia...

El hechizo utilizado para devolverle la vida al estudiante de la iglesia dio resultado pero la muerte sería una sombra constante al acecho intentando recuperar lo que le pertenecía. Es por eso que después de un tiempo en aquel joven nacería una enfermedad, sin que ninguna medicina pudiera curarlo y ningún tipo de magia lo hiciera mejorar.

No tardó en volver al lugar del que había sido robado, dejando solo a la persona que tanto amó.

Fue un goce demasiado corto para el precio que habría de pagarse después.


El azabache despertó esa mañana de fin de semana con un gesto desganado, demoró en levantarse pasando algunos minutos sobre la cama murmurando quejas acerca de lo grande y vacía que le parecía su recámara. Lamentó el haber llegado a mencionar años atrás, siendo todavía un niño privado de los recuerdos de su vida pasada, que deseaba tener una habitación para él solo cuando fuese mayor; palabras de las que su padre, o aquel que decía serlo en esa vida, se valiera para arreglar la separación con su querido Edgar.

Su hermano, en esta vida.

Todavía tiene esa desagradable sensación en su estómago cada que piensa en ese hecho.

Su desánimo y molestia se esfumaron de manera momentánea al percibir un dulce olor que reconocía bien, el cual le hiciera bajar de la cama cuanto antes.

En la cocina Edgar preparaba el desayuno por lo que no pudo ver al menor acercarse hasta él, sobresaltandose un poco por el abrazo repentino desde atrás.

—¿Pan francés? ¿En serio?—Señaló Ranpo, emocionado al asomarse por la espalda del más alto.—¿Ya dije cuanto te amo?

El mayor sólo puede reír suavemente tomando sus palabras de la mejor manera sin intuir ni un poco su significado real.

—¿Eso no te hace recordar algo?

—¿Eh?—Edgar se gira para mirarle sin comprender lo que el otro trataba de decir.—¿Qué debería recordar?

Todas las veces que cocinaste algo para mí en aquel entonces, por ejemplo.

Antes de Ranpo alcanzara a responderle, una tos que buscaba llamar la atención hizo a ambos mirar hacia la entrada de la cocina, encontrándose con su padre ingresando al lugar con periódico y taza de té en mano.
El menor no evita suspirar por el momento arruinado, divertido luego al notar la ceja elevada de yukichi cómo reaccion a la imagen melosa de aquel abrazo "fraternal" y sólo sonrío inocente sin mostrar intención de soltar a su hermano.

—Buenos días, Yukichi—Saludó con normalidad causando un suspiro resignado en su padre quién siguió su camino a la mesa para tomar el desayuno.

—Se han levantado temprano.—Comentó estando ya sentado agradeciendo luego a su hijo mayor cuando dejó su porción de aquel crujiente pan junto a él.

—Un compañero de clase me envió un mensaje anoche, parecía preocupado por no entender la tarea que nos diste ayer.—Le comentó al mayor, quien desde hace tiempo tenía un cargo como profesor en su universidad.

—¿Acaso no les pregunté varias veces si había quedado todo claro?—Yukichi negó con la cabeza antes de llevarse su bebida los labios.

—Seguro que les asusta intentarlo.—Respondió Edgar dejando salir una risita.—¿Recuerdas lo que hablamos sobre suavizar esa mirada tuya?

—¿Qué mirada?

—Esa, justamente.— Señaló su hijo menor de forma burlona, resoplando después con pereza.—Pero no entiendo porqué tienes que ayudarlo, Edgar. Déjalo que se las arregle por su cuenta y ya.

—No veo que pienses lo mismo cuando él te ayuda a ti cada que se lo pides.—Le recordó su padre.

—Son cosas diferentes, Yukichi.—Habló levantando el índice para enfatizar la respuesta.—Edgar es bueno conmigo porque me ama y no por sentirse comprometido a hacerlo, ¿Verdad?

Tomándole desprevenido mientras estaba por tomar el primer bocado del desayuno su hermano sólo asintió, ya bastante acostumbrado a la manera en que Ranpo utilizaba la palabra "amor" tan fácilmente con él.

Fukuzawa suspiró rendido, cuestionándose cuán lejos podía llegar su falta de atención hacia las señales de Ranpo. Al principio creyó que solo pasaba del tema para no discutir sobre éste pero no le tomó mucho darse cuenta que realmente no sospechaba de ello lo más mínimo, a pesar de lo evidente que llegaba a ser su pequeño y adorado hermanito.

—Entonces no vayas.—Continuó el azabache con un quejido desganado.

—Mark insistió mucho, no pude decirle que no.—Se excusó recibiendo el puchero del menor.

—¡Pero dijiste que me acompañarías a la biblioteca a buscar ese libro que necesito para mi clase!

—Lo recuerdo.—Sonrío, tomando una servilleta para limpiar la mancha de chocolate bajo la comisura de los labios del mas bajo.—Sólo será una explicación práctica y vuelvo enseguida por ti, ¿De acuerdo?

—Bien.—Accedió inclinando el rostro confortado por la cuidadosa caricia.

Un poco más tarde Edgar se despedía de los otros dos, Ranpo le recordó de nuevo que le había prometido no demorarse, antes de retomar el juego en su móvil. Yukichi interrumpió su llamada de trabajo unos segundos para corresponder a la despedida, volviendo a atender a la voz del otro lado de la línea y murmurando una disculpa por aquella breve interrupción de su parte.

Ambos continuaron en sus asuntos por un rato hasta que el mayor terminó de dictar la información que se le había pedido por teléfono, dejando un par de documentos encima del buró de la sala una vez que colgó aquella llamada.
Retiró de su rostro las gafas de lectura antes de mirar hacia el sofá donde el de ojos verdes se hallaba tendido y completamente concentrado en la partida que jugaba, razón por la que esté no pudo ver la mirada reprobatoria de su padre.

—Ranpo.

—Otro sermón no, Yukichi.—Anticipó el nombrado con un claro hastío tras haber identificado el tono que Fukuzawa usara con él.

—No puedes seguir con esto.

—¿Seguir con qué?—Sin despegar la vista de la pantalla el chico sonrío fingiéndose desentendido.

Cansado, el mayor le arrebató aquel aparato dejando un poco sorprendido a Ranpo por la acción repentina pero no tardó en incorporarse del sofá, dedicándole una despectiva mirada de sus orbes esmeralda.

—¿Por qué no dejas todo este teatro al menos mientras Edgar no está?

—No es un teatro, Ranpo.—Tenso, sabiendo que habían llegado a un tema del que no podría retroceder, sólo pudo defenderse con aquel argumento.

—¿No lo es? Entonces dime hasta cuándo pretendías seguir actuando frente a mí, maestro.

Fukuzawa cayó en cuenta del origen de aquel reproche del menor, del motivo que le llevara a tomar esa actitud hacia él durante tanto tiempo. La expresión cambió ante ese giro de circunstancias a las que no esperaba enfrentarse tan pronto pues sabía que aunque Ranpo exigiera respuestas no podría explicar la razón por la que acabara cargando un destino como ese.

Antiguamente ambos habían sido brujos, teniendo como maestro y alumno el rol de pilares de su gremio, figuras destacadas en la historia de la hechicería. Cuando su aprendiz sufriera aquella pérdida y se enfrentara al rechazo de los suyos permaneció a su lado haciéndole llevar su duelo de una forma menos solitaria. En la actualidad había renacido como Fukuzawa Yukichi, ahora un profesor de universidad y padre de dos hijos, no había sido consciente de nada más fuera de esa nueva vida hasta que su esposa falleciera, dejándole con Poe y Ranpo cuando todavía eran unos niños. Poco después de ese acontecimiento las memorias de aquellos tiempos pasados serían devueltas sin un motivo claro, mostrándole esa cruel jugarreta que involucraba a sus pequeños hijos; reencarnaciones de su alumno y la persona que éste había amado en una lejana época.

—No lo entiendes.

—¿Sabías que decírmelo me daría más esperanza?—Interrumpió el azabache.—¿Porque sería tener una posibilidad de que los recuerdos de Edgar también pudieran volver en algún momento?

—¿En serio crees que eso lo resolvería?

—Lo haría, por supuesto.—La vista se desvió hacia sus manos mirándose con cierto desagrado a sí mismo.—Me han hecho renacer sin un don para la magia y el conocimiento de ella está completamente deformado en esta era, es imposible para mí devolverle sus memorias por mi cuenta. Si esperar es lo único que me queda haré lo que pueda para hacerlo recordar.

—¿Estás escuchándote?—Recriminó con severidad.—Aún si eso ocurriera, él y tú son...

—¡No voy a renunciar a tenerlo de nuevo por esta estúpida condena! ¡Usé el hechizo para salvarlo, no puedo ser castigado de tal modo por eso!

—Rompiste la ley primordial.

—¡Por la vida de la persona que amaba!—La frustración se hizo evidente en el tono de voz, quebrándose a cada palabra.—La persona que amo.

Evitando mostrar ese rastro de lágrimas que se avecinaba cubrió su rostro con las manos y retrocedió para sentarse en el sofá intentando calmarse.

—Él me ama también, lo sabes.—Murmura en un tono casi inaudible.

Los hombros se tensan cuando siente las manos del otro posarse en los brazos que se ceñían a sus costados, apenas aparta un poco las manos para mirar a Yukichi terminar de arrodillarse frente a él.

—Ese sentimiento está profundamente grabado en Edgar  pero se ha moldeado de un modo diferente en esta vida, a diferencia tuya que has obtenido tus recuerdos hace tanto.—Intentó explicar de la mejor manera.—Te ama, te adora más que nada...pero como su querido hermano pequeño.

—Es sólo por ahora.

—¿Y si ocurre qué pasa luego de eso? ¿Qué pasará con ustedes y esta familia si es así?

Ranpo permaneció callado, consciente de su respuesta pero también sabiendo que está solo afectaría más a Fukuzawa.

—Por favor, sólo deja todo como está.

—Edgar dijo que no tardaría.—Retirando el contacto de sus manos buscó apartarse, dirigiéndose a la escalera para subir a su habitación.—Necesito cambiarme.

Yukichi no lo retiene más, el semblante casi siempre imperturbable se ve golpeado por la dolorosa emoción que trae consigo la clara meta de Ranpo, no podía asimilar ninguna de las posibilidades que eso traería consigo pero, superando a todo eso, justo en ese instante lo único que podía pensar era en el horrible sentimiento de haber dejado de ser visto como un padre por uno de los hijos que le habían sido otorgados en esa vida.

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Ya me deprimí...💔
Cuando apenas me estaba planteando toda la trama y antes de escribir el capítulo no había pensado en lo difícil que está siendo toda esta situación para Fuku :"3
Es decir, en un principio no tenía idea de nada, hizo su vida, se casó y formó una familia para luego venir a recordar todo y saber que sus hijos son aquellos que vivieron tal tragedia en el pasado.
Y ahora, uno de sus niños ya no lo ve como lo que es, su padre, además de ahora tener el temor de que su familia se le destruya.
Ay, perdóname Yukichi.
😭

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