XVIII
Abrí los ojos antes de que el despertador sonara, ni si quiera yo creía que lo había logrado y fue así porque en toda la noche estaba moviéndome de un lugar a otro intentando conciliar el sueño.
Minutos después de escuchó la canción anunciando que era hora de despertar, pero ya me encontraba en la ducha, solo sequé mi mano con una toalla y apagué el ruido para volver a quedar en silencio con solo el sonido del agua cayendo.
En definitiva ese día nada iba a poder quitar la sonrisa que tenía pegada a mi rostro, aún cuando intentaba ponerme seria era imposible, aparecía ahí una pequeña sonrisa en los labios imposible de ocultar y es que ni si quiera me preocupaba por hacerlo.
Tomé el celular en mi mano revisando la hora mientras desayunaba cereal, se estaba empezando a hacer tarde y Johan seguía sin llegar, algo demasiado extraño porque siempre era demasiado puntual-ocasiones llegaba antes de lo esperado-no le tomé nada de importancia hasta que escuché como mi hermano peleaba con alguien en el celular, en cuanto terminé de comer subí hacia su habitación para averiguar que sucedía.
Al entrar lo vi sentado en la orilla de la cama observando su móvil en silencio sin levantar su rostro para verme, no entendía que sucedía, así que caminé con un poco de miedo para sentarme a su lado, acerqué un poco la cabeza para ver que es lo que veía Elliot en em celular y solo aparecía el nombre de Johan con su número, acababa de terminar de hablar.
—Me colgó. —dijo furioso mirándome.
Él en verdad quería ir a matar a su amigo en ese momento, yo solo quería saber que sucedía.
—¿Qué ocurre? —pregunté tomando su móvil porque estaba por lanzarlo a la pared, solo me miró enojado y se acostó en la cama boca arriba cerrando los ojos, intentando tranquilizarse.
—Johan no vendrá por nosotros hoy... —guardó silencio intentando no terminar la frase, pero le moví un poco la pierna para que siguiera hablando— Regresó con Sonia así que pasara por ella y pues no le da tiempo venir por nosotros.
Cuando desperté en la mañana no podía estar más segura que la felicidad nadie ni nada me la iban a poder quitar, pero estaba en un gran error, porque escuchar a Elliot decir eso logró que se borrara de inmediato, ni si quiera me di cuenta cuando sucedió, pero pasó.
No podía creer en esas palabras, Johan no había podido regresar con Sonia, él mismo me lo dijo y lo más importante era que yo le gustaba.
Tenía pensado decirle ese mismo día mis sentimientos hacia él y al enterarme de lo que sucedió, todo se arruinó por completo, pero es que nada tenía lógica, todo era un desastre, estaba segura que era una terrible pesadilla y una gigante de la cual despertaría en mi cama totalmente desorientada y le enviaría un mensaje a mi amigo para preguntarle eso, donde lo desmentiría, eso tenía que suceder.
Me sostuve en la cama porque estaba mareada y con la mirada borrosa, quería echarme a llorar ahí mismo, si Elliot se enteraba que a mí me gustaba su mejor amigo no me importaba, nada era importante en ese momento, ya me valía si toda la escuela también lo averiguaba y llegaba a los oídos de él, Johan había regresado con su ex-novia la cual le fue infiel. Cada vez que pensaba eso provocaba que no comprendiera nada.
Tenía los ojos llorosos intentando no parpadear porque si llegaba a hacerlo la lágrima se iba a caer, pero no pude, me derrumbé en la habitación de mi hermano con él presente, en cuanto escuchó mi llanto se sentó de inmediato para verme asustado y sorprendido por mi reacción, quité mis manos de mi rostro para abalanzarme a sus brazo y llorar en su hombro, mientras me abrazaba con fuerza y cariño acariciando mi cabello, sin decir alguna palabra de cómo reaccioné.
En cuanto me quité de sus brazos tallé mi cara con las manos sin importar que trajera el maquillaje por todos lados, lo miré directo a los ojos llena de vergüenza, sin atreverme a decirle algo.
—¿Johan te gusta? —preguntó tomando mis manos.
Lo vi en sus ojos, le destrozaba verme llorar, le quemaba ver como sufría y él odiaba más que me encontrara así por su mejor amigo, el chico que siempre estuvo conmigo protegiéndome y jurando que jamás me haría daño, saber eso nos hería a ambos.
Afirmé con la cabeza y susurré un débil si con miedo a saber su reacción, solo negó con la cabeza soltando mis manos y convirtiéndolas en puños, estaba mucho más enojado que cuando llegué a su habitación.
Abrí la boca para tomar bastante aire intentando tranquilizarme y lo estaba logrando, pero eso no quitaba el hecho de que me sentía destrozada.
El corazón no se podía romper por amor, pero de esa manera lo sentía, si hubiera podido verlo estaba demasiado segura que lo encontraría en varios pedacitos, tan pequeños que era imposible volver a juntarlos y si se lograba quedarían grietas que jamás cerrarían.
—¿Desde cuándo te gusta? —habló mi hermano con el rostro rojo a causa del enojo.
—Desde siempre —elevé los hombros intentando quitarle importancia a algo que no se podía— . Desde la primera vez que lo invitaste a la casa y lo conocí, lleva diez año gustándome.
Decir lo último logró que las lágrimas volvieran a escaparse por completo sin que pudiera detenerlas y Elliot me envolvió en sus brazos de nuevo, dándome apoyo.
Mi hermano era el mejor de todos, era único e inigualable, era comprensivo, cariñoso, carismático, celoso, enojon, tenía de todo un poco que lo hacía perfecto y lo amaba demasiado por siempre estar apoyándome en todo, sin importar que fuera.
Encontrarnos abrazados mientras lloraba, demostraba lo bueno de Elliot y odiaba destruirlo, él tenía suficiente con lo que le pasó a nuestros padres y estar siempre cuidándome, no tenía que soportar con mis problemas amorosos, pero ahí estaba sufriendo a mi lado.
• • • •
Llegamos una hora tarde a la escuela, pero no hubo problemas con que no nos permitieran entrar porque había grupos que en su horario entraban a esa hora.
Iba caminando por el pasillo con Elliot a mi lado intentando actuar lo más normal posible, me dejo en mi aula y se fue sin si quiera saludar o despedirse de Katherine, ella al darse cuenta de ese comportamiento y verme a mí se dio cuenta de lo que sucedía y solo me abrazo con fuerza en la entrada del salón, sentí la mirada de mis compañeros haciendo que me sintiera un poco incómoda, pero no la solté.
En vez de desconcentrarme pensando en la terrible noticia puse toda mi atención en las clases, hacia los trabajos y no hablaba para nada, estaba demasiada concentrada ese día de escuela, no sabía cómo lo estaba logrando, pero era algo que me mantenía distraída.
Cada cambio de clases salía huyendo del salón para entrar a otro y no toparme con Johan, lo que menos quería era verlo, si lo hacía empezaría a llorar y decirle que me gustaba ya no estaba en mis planes, ni si quiera sabía si le iba a entregar la nota ese día o si iba a seguir escribiéndolas, no le encontraba ningún propósito hacerlo.
Deje caer mi cabeza contra el pupitre en cuanto escuché la campana para salir al receso, ese día debí de ver empezado a pelear con la profesora para que me regañara durante casi todo el descanso que nos daban y así no tener ninguna oportunidad de ver a mi amigo.
Observé a mi amiga pidiendo piedad, caminé hacia la salida arrastrando los pies, intentando quitar tiempo, pero solo duré un minuto y medio para poder salir del lugar, en cuanto puse un pie afuera vi como Dante se dirigía hacia mí, no quería hablar con nadie, ni si quiera con él, pero cuando volteé a buscar a mi amiga ya no estaba, me había abandonado y no tenía otra opción más que hablar.
—¿Te encuentras bien? —dijo haciendo una mueca y que inmediato escondió.
Pensé que me había maquillado bien para que no se notara lo mal que me sentía.
—Para nada. —respondí con un tono de voz bajo, intentando darle indirectas para que se fuera.
—Lo lamento, te dejo sola para que te recuperes. —habló dándome una sonrisa de aliento y un beso en la mejilla para despedirse de mí.
Me sentí demasiado mal verlo tratado de esa manera, Dante siempre había sido demasiado lindo conmigo.
Bajé la mirada para levantar mi mano y ver en mi muñeca la pulsera roja que él me había regalado, aún la seguía trayendo, logrando que apareciera una muy pequeñita sonrisa en mi rostro, tal vez al siguiente día me disculparía con él si ya no me sentía que quería morir.
Empecé a caminar ignorando a todos los que se encontraban caminando por los pasillos, antes de entrar a la cafetería tomé aire, preparándome mentalmente para lo que iba a suceder, estaba segura que encontraría a Sonia sentada en la mesa donde yo me sentaba con mis amigos, muy abrazada de su novio, no sabía cómo iba soportar ver esa escena sin llorar.
Entré y por inercia empecé a buscarlo con la mirada a mitad de la cafetería, me lleve una gran sorpresa al darme cuenta que solo se encontraban Elliot y Kat juntos, haciendo que siguiera buscando a Johan, no se encontraba ahí y pude volver a respirar, aunque sentía una gran necesidad de verlo.
Sin ver comprado nada fui a sentarme a donde siempre y los tres empezamos a platicar intentando que fuera de lo más normal posible, pero es que no lo era por dos sencillas razones.
Johan no se encontraba ahí.
Yo me estaba muriendo por dentro.
Cuando estábamos saliendo para ir a nuestra clase, iba pensando que me salvé de ver una horrible escena, algo que se convertiría en mis pesadillas por siempre, pero ese día el mundo me odiaba, porque en cuanto salimos vi a mi amigo sentado a un lado de Sonia, mientras ella lo abrazaba y le daba besos en la mejilla, para después darle uno en la boca, me quedé estática observando eso y él me vio, rápido se alejó de ella para empezar a caminar hacia nosotros, Elliot y Katherine me miraron pensando que hacer, solo los miré y salí casi corriendo para ir al baño a llorar.
Al llegar me encerré en un cubículo, me senté en la tasa y subí mis piernas para llorar demasiado fuerte, tanto que se escuchara en todo el baño, oí como la puerta se abrió y ahogué el llanto, pero volví a lo que estaba cuando me di cuenta que era mi mejor amiga, abrí la puerta del cubículo y la vi arrodillada frente a mí.
No dijo nada porque no tenía algo que decir, lo único que ayudaba era que me abrazara, indicando que me apoyaba y siempre lo haría, eso lo tenía demasiado en claro.
—Dile que tú escribiste esas cartas, que tú le escribes las 20 razones de porque lo amas. —pidió cuando nos separamos, la miré demasiado sorprendida por lo que dijo.
—Estás loca, él regresó con Sonia, ya tiene novia, será mejor que me olvide de Johan definitivamente, de nada sirve...
—Regresó con Sonia porque ella le dijo que es la que le estuvo escribiendo las cartas, él piensa que ella es tú —Se detuvo un momento para tomar aire, ya que estaba alterada— y está con ella porque piensa que nunca podrá tenerte, así que se conforma con la chica anónima, pero ¿cómo crees que reaccione cuando se de cuenta que puede tener a ambas?
No dije ninguna palabra, estaba procesando la información que me había dado Kat, la lagrimas se detuvieron y mi corazón se había empezado a estabilizar al igual que ya no estaba temblando.
—¿Cómo sabes qué regreso con ella por eso? —Fue lo primero que salió de mí, luego de estar perdida en mis pensamientos.
—Nos lo dijo cuando saliste corriendo aquí, solo yo lo escuché porque Elliot se fue a su salón molesto, estoy segura de que si le dices él terminará con Sonia y le dará una oportunidad a una relación contigo, esta loco por ti, como tú por él, confía en mí, por favor. —suplicó tomando mis manos y apretándolas.
No sabía que hacer, llevaba diez años enamorada del mismo chico y sin poder mirar a nadie más que no fuera él, sí le llegaba a decir era apostar todo, suplicando ganarme la lotería, lo cual existían muy pocas posibilidades de que eso sucediera, pero no podía seguir detrás de Johan otros diez años, mi paciencia se estaba terminando y tal vez si todo se arruinaba también perdería la gran amistad que le tenía, pero jamás lo miré como un amigo, siempre era algo más, sufriría mucho más si lo veía con alguien más a tenerlo tan cerca y al mismo tiempo tan alejado de mí, todo tenía un fin y empezaba algo nuevo, era tiempo de darme una oportunidad a mi misma, de intentar algo nuevo y dejar de estar obsesionada por alguien.
Si teníamos que estar juntos lo íbamos a estar, sino cada quien encontraría caminos diferentes, con personas distintas y de eso me estaba dando cuenta al estar llorando en el baño por él.
—Lo haré, le diré lo que siento por él. —susurré con temor.
Una enorme sonrisa apareció en el rostro de la chica la cual se abalanzó para abrazarme llena de felicidad.
Las tres ultimas horas pasaron de lo más rápido, por suerte o mala suerte se pospuso el entrenamiento para más tarde, así que Johan nos llevó a nuestra casa en cuanto salimos del colegio y al llegar pensé que se iba a quedar para esperar la hora en que teníamos que regresar a la escuela, pero en cuanto vi que mi hermano se bajó del auto azotando la puerta con fuerza y que se fue a encerrar a su habitación sin dirigirle una mirada al chico, me di cuenta que no sería así, me despedí desde lejos de Johan con la mano y lo vi alejarse en el auto.
Subí corriendo a mi cuarto con rapidez, tenía pensado escribir la nota de Johan del siguiente día, hacer tarea y dormir para no despertar hasta el siguiente día, no importaba si me empezaba a mover por toda la cama porque me dolía el cuerpo.
Johan:
Te resumiré mi día en una palabra: horrendo, aunque esa palabra le queda demasiado corta, ha sido terrible este día de escuela, lo peor es que me levanté pensando que sería el mejor, que cosas...
Razón No. 18
Tú jamás cambias de opinión, si dices algo, eso es, porque estás seguro de eso y no importa si mueven mar o tierra para que tu opinión cambie, no lo hará, porque eres firme a ti mismo, te eres fiel.
Al terminar de escribirla me salió una sonrisa sarcástica, esa nota me parecía tan falsa en ese día, porque era todo lo contrario a lo que vi, pero es que lo que decía era el Johan que yo conocía, el que yo amaba y las cartas eran para ese, el niño de 8 años que pedía una pizza sin queso y yo me burlaba de él, porque seguía siendo el mismo desde pequeño, ese chico con sus mismos ideales desde siempre no había cambiado en nada.
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