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—Elliot te lo digo por décima vez, todo va a estar de maravilla, tranquilo —dije rodando los ojos.

Él y Kat estaban por retirarse a la fiesta para dejarnos a Johan y a mí solos en la casa, pero mi hermano le había pegado un ataque de celos diciendo que como era posible que me iba a dejar sola con un chico. Tenía razón, era algo idiota, pero con el que me quedaría era Johan, su mejor amigo desde pequeños, no entendía como desconfiaba de él.

Nos observó a los dos y volvió a amenazar a su mejor amigo, para después retirarse por la sencilla razón de que su novia lo estaba jalando para irse en el auto de ella. Pensar en eso logró hacer que una pequeña risa saliera, ya que era extraño que ella si tuviera carro y Elliot no, aunque lo tenia pero estaba en el taller.

Mi pijama la tenía puesta lista para pasar una larga noche de películas sin dormir nada, me lancé al sillón para buscar una película en la computadora, estaba entretenida que no me percaté cuando Johan se sentó a mi lado, tenía su rostro demasiado cerca del mío observando la pantalla de la laptop.
Traté de disimular lo mayor posible para que no se notara que me estaba muriendo al tenerlo así de cerca, mi concentración se había perdido que ya ni si quiera pensaba en la película.

—¿Vemos la de eliminar amigo? —preguntó señalando la película, iba a girarme para mirarlo a los ojos, pero si lo hacía nuestros labios toparían, él se percató de eso y se alejó logrando que pudiera respirar con normalidad.

—Estas loco, sabes que soy demasiado miedosa. —negué con la cabeza varías veces, decidida a no verla.

—Vamos Jema, estoy yo aquí. —suplicó juntando las dos manos frente a su pecho y me dio una perfecta sonrisa. Era imposible resistirse a eso.

Afirmé con la cabeza dándome cuenta que no sería tan mala idea ver una película de terror, podríamos estar más cerca y pensar eso provocaba que se me revolviera el estómago.

—Pero comprarás pizza. —sonreí emocionada.

—No me queda otra opción, vamos a comprarla. —respondió riendo al ver que me ponía demasiado feliz al recibir esa respuesta.
No teníamos ganas de ir a quitarnos la pijama, así que ambos subimos de esa manera al auto, escuchando una que otra música que aparecía en la radio y platicando con demasiada normalidad, cuando no podía creer que ambos íbamos a pasar una hermosa y larga noche, de eso estaba demasiado segura.

Detuvo el auto en el estacionamiento para bajar a comprarla (lo obligué a hacerlo porque él quería pedirla por medio del carro, pero era divertido ir a pedirla nosotros mismos), aunque era de noche, hora en que teníamos que dormir las personas que se encontraban formadas en la fila nos miraban raro por la forma en que estábamos vestidos, no me importaba para nada y solo reía acompañada del chico por eso. Después de cinco personas Johan pudo pedir dos pizzas de pepperoni, sabía que no nos la íbamos a acabar en cuanto llegáramos a la casa, pero tal vez servirían para el desayuno.

Johan abrió la puerta mientras yo traía cargando las pizzas calientes, conecté la computadora a la televisión, acomodamos todas las frituras y dulces que teníamos entre los sillones (los cuales formaban como una cama) y no se sentamos a disfrutar de la película donde estaba segura que iba a morir de miedo, pero tenía una excelente compañía

—Johan —dije su nombre ignorando la película por completo, se volteo a verme— ¿cómo vas con la chica de las notas?

Sonrió en cuanto mencioné eso y fue a ponerle pausa a la película.

—No tengo la menor idea de quién es, pero ayer me envió una carta con su letra, la cual es mi favorita —no despegaba su mirada de la mía, él tenía una gigante sonrisa y yo me estaba volviendo loca por no poder gritarle que yo era la remitente— , la voy a encontrar de eso estoy seguro y hoy me envió esta nota.

Bajó del sillón y fue a buscarla en su mochila, en cuanto la tuvo en sus manos regreso a donde se encontraba para entregármela y la leyera.

Johan:
Ayer por desgracia tuviste que ver mi horrible letra, pero hoy por suerte regresamos a las computadoras.
Razón No. 10
Estar contigo significa diversión y risas sin descanso, de hecho creo que nunca te he visto que tengas una charla y tu compañero (a) no se ría de algo que tú dices es algo alucinante que eso lo puedas lograr, amo platicar contigo por ello y amo pasar tiempo contigo.

Posdata: Se que estás buscando quien es la chica de estas notas, pero estoy más cerca de lo que imaginas.

Levanté él rostro para toparme con la mirada penetrante de Johan, le sonreí entregándole la hoja y pensando si algún día le diría la verdad, no me creía capaz de llegar y decirle que me gustó desde la primera vez que lo vi, eso era frustrante y aún más saber que me veía como una hermana o eso era lo que él decía y esperaba que no todo fuera cierto.

—¿Tienes alguna idea de quién sea? —preguntó con esperanza. La película seguía pausada haciendo que esa fuera la única luz que hubiera en la sala y la cual nos pegaba directo al rostro.

—No, en la escuela hay cientos que se mueren por ti —respondí riendo— , de hecho todas las chicas están enamoradas de Johan Miller.

Se rio junto conmigo al escuchar eso y negó con la cabeza divertido.
Tocó mi mano haciendo que me sorprendiera demasiado ante ese tacto.

—Pero en algún momento voy a averiguarlo. —se dijo a sí mismo confiado.

Volví mi vista al televisor volviendo a poner la película, suplicando que ese momento no sucediera.

La tristeza me había invadido, entre Johan y yo no podía suceder nada mas que la amistad que teníamos de eso estaba demasiado segura y era lo peor de todo. No importaba cuantas notas le enviara diciéndole porque lo amaba, no importaba que yo también le gustara, una relación no podía existir.

Ni si quiera me asusté casi al ver la película por estar concentrada en lo triste de tener al chico que me gustaba tan cerca, pero a la vez tan alejado y lo peor de eso era que algunas veces me gustaría ser las chicas del instituto que se mueren por él, ya que ellas tenían mas oportunidad que yo.

Se terminaron las palomitas al mismo tiempo que la película, me levanté para ir por una caja de pizza y empezar a comer como si no hubiera mañana, algo tenía que tener distracción de la tristeza que me había  invadido, lo mejor era encerrarme en mi habitación para no despertar hasta el Lunes, pero él chico que causaba el problema se encontraba junto conmigo.
Pusimos un programa en la televisión para empezar a platicar cualquier cosa que se nos ocurriera, mientras disfrutábamos de la comida. Era una bipolar total, pero tal vez no era tan malo quedarme solo como amiga para él, al menos teníamos mucho tiempo juntos y eso era muchísimo mejor que verlo desde lejos suspirando porque él no sabía de mí existencia.

• • • • •

En cuanto me desperté casi grité del susto al darme cuenta que alguien se encontraba acostado en el sillón a mi lado, pero la tranquilidad llegó a mí al ver que solo era Johan, sí Johan el chico del cual estaba enamorada y volví a ponerme nerviosa al darme cuenta que nos quedamos dormidos juntos en la sala, decidí sentarme bien intentando no despertarlo y giré mi cabeza hacia el televisor, este seguía encendido transmitiendo una película infantil.

—Jema. —susurró mi nombre buscándome en el sillón con su brazo sin abrir los ojos, quedé paralizada al escuchar eso.
Se detuvo de buscarme y volvió a dormir sin que yo saliera de mi mundo el cual se encontraba pensando en todas las situaciones de porque él había dicho mi nombre.

Tomé mi móvil que por suerte estaba a mi lado y observé la hora, apenas eran las ocho de la mañana y dudaba que Elliot haya llegado a dormir a la casa, sabiendo que me encontraba acompañada, aunque no le gustara mucho.

—Jema. —volvió a repetir mi nombre de la misma manera haciendo que lo mirara con la boca abierta sorprendida y llena de nervios al pensar la razón de porque lo decía.

Decidí levantarme con cuidado e ir a preparar el desayuno–porque si nos terminamos la pizza–que solo consistiría en unos Waffles y un vaso de chocolate o leche.

Escuché pasos venir e imaginé que era Johan, así que seguí esperando a que el desayuno estuviera listo.

—Huele delicioso. —habló caminando para colocarse a mi lado — Por cierto, buenos días.

—Buenos días —giré para sonreírle y saqué los últimos Waffles para colocarlos en un plato. Él tomó los cubiertos y vasos para ponerlos en la mesa y ambos nos sentamos a desayunar.

Era grandioso lo que estaba sucediendo, ambos estábamos desayunando juntos, después de dormir juntos y no podía creer, pero aún seguía pensando en porque el chico había dicho mi nombre dos veces.

—Hablas entre sueños ¿sabias? —dije intentando que diera un explicación a lo que quería saber.

Dio un bocado a su desayuno afirmando con la cabeza, intentando no mencionar nada más al respecto y solo concentrándose en lo suyo.
Al menos me encontraba sentada a un lado de él y el fin de semana apenas estaba por comenzar.

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